A nadie le amarga un dulce excepto que sea
amargo de por si, como sucede con esta variedad de mazapán amargo y al que
pretende emular el argumento de esta novela al ofrecer una golosa imagen externa
jugando con el título y esconder en su interior una realidad muy distinta.
En Mazapán amargo, el inspector jefe Martín
Aldana, recién llegado a Toledo, proveniente de su anterior destino en
Marbella, se enfrenta a un caso de asesinato por arma blanca. La víctima es un
joven empleado en un museo al que han encontrado muerto y desnudo en la zona del
Valle, balcón alejado de la urbe con vistas privilegiadas sobre la Ciudad Imperial
y el Tajo, y frecuente lugar de encuentro nocturno de parejas.
Volviendo a Toledo, Martin Aldana ha regresado
a sus orígenes y recuerda con nostalgia y cierto reparo su niñez en casa de su
abuela situada en el casco histórico, por eso ahora se ha instalado, con su
mujer Carmen, en uno de los barrios nuevos de la ciudad: un modo de alejar sus
recuerdos. Recuerdos enraizados en la guerra civil, familias pertenecientes a
uno u otro bando, por las circunstancias o por la elección personal, cuyos
desconocidos motivos pesan durante generaciones.
Los motivos de su regreso tampoco son dignos
de recuerdo más bien motivo de olvido y de superación para no caer en la
degradación personal. Superar lo de Marina. Superar su adicción a la bebida. La
convivencia marital, por todo lo anterior, es motivo también de preocupación y
tratamiento in extremis para reflotar un hundimiento inminente.
La entrega absoluta a la investigación en
marcha adormece los recuerdos y no permite pensar en otra cosa que no sea la
resolución del crimen. Y el implante que le supone su nueva ubicación,
desesperado por no encontrar reciprocidad y simpatía ajena en su forma de ser y
en sus gustos le encierra en un círculo en donde solo existe trabajar y
trabajar, dejando dentro ansias insatisfechas.
El Toledo castellano, con todo el sentido
histórico de la palabra, referente de artistas y realeza, activo protagonista de
la indeseada guerra civil, de las tradiciones castrenses, del arraigo religioso
y de las devotas cofradías se enfrenta a los nuevos tiempos con voluntad de
sobrevivir, aunque eso signifique reconocer y asumir errores y suponga erradicar
los grupos neofascistas y homófobos que campan a sus anchas anclados en ese
pasado que la capital pretende superar. Y signifique comprender que La Ciudad
Imperial no es el ombligo del mundo y que no todo lo que viene de fuera ha de
ser malo y que hay mucho que aprender.
Ildefonso el joven asesinado es un ejemplo de
ese intento de renovación, religioso confeso y homosexual. Un cuerpo en el que
convivían, a decir de las gentes devotas, el demonio y el ángel. Un apasionado
de la teología, la filosofía, la historia y la poesía. Seguramente su forma de
ser y de pensar ha tenido que ver en su muerte y por eso Aldana centra la
investigación en el entorno familiar y laboral de la víctima mientras sufre en
propias carnes la violencia intransigente.
Joaquín García y Santiago Sastre los autores
de la novela no pueden negar ser toledanos y no han podido evitar plasmarlo en
la novela aunque les ha faltado medida: de tanto querer convertir a la ciudad
en un protagonista más han ahondado en exceso en ubicaciones localistas de
callejero cuando debieran haberlo hecho en sensaciones, siempre difíciles de
transmitir.
Y tanto destacar las habilidades, tópicamente
importadas del inspector: cincuentón, abogado, entendido en arte, en gastronomía,
en vinos, en música, buscando darle personalidad propia, dejan a la novela y a
la ciudad con un regusto provinciano que seguramente no tiene. Aunque
probablemente haya habido intención de guiños a clásicos, más cercanos de lo que podamos pensar, el resultado queda amañado.
La BSO de esta novela está compuesta por:
Las canciones de Melody Gardot
Las Cantatas de Bach (la 82 por ejemplo)
Hoy puede ser un gran día de Serrat
Quiet nights de Diana Krall y en especial La
garota de Ipanema
Nights Sounds de Toni Solà i Ignasi Terrats
trio
Y aunque son varias las comidas servidas en la
novela destacamos por su tipismo a las carcamusas de la que hemos buscado su
receta y que les invitamos a probar con moderación, por su condición de bomba
calórica:
Ingredientes para 4 personas:
¾ de kilo de magro de cerdo
2 dientes de ajo
1 guindilla (o más si apetece)
2 cebollas medianas
16 rodajas de chorizo (dulce o picante al
gusto)
3 cucharadas de aceite de oliva
1 vaso de vino blanco
Salsa de tomate (mejor casera)
200 gramos de guisantes
2 vasos de agua
Una pizca de sal
Preparación:
Pochar en una cazuela de barro con aceite los
ajos laminados y las cebollas a rodajas y la guindilla; en cuanto tome color
añadir la carne cortada en dados y sofreír removiendo para facilitar la cocción.
Una vez dorada la carne echar el chorizo sin dejar
de remover; añadir el vino blanco y en cuanto evapore el alcohol poner unas
cucharadas de salsa de tomate al gusto y antes de que espese añadir el agua y
los guisantes y la sal y llevar a ebullición suave hasta la cocción adecuada de
estos.
En cuanto a la novela, pinchen aquí para ir al
sitio web de los autores y para leer los dos primeros capítulos. http://www.mazapanamargo.es/
Y si la leen ya nos dirán su opinión. A mi, particularmente, el mazapán me gusta dulce.
Y si la leen ya nos dirán su opinión. A mi, particularmente, el mazapán me gusta dulce.
Las sutilezas cuando son buenas son mejores. Al mazapán no le pasa como a las naranjas amargas que te endulzan el desayuno, sobre todo a la reina de Inglaterra.
ResponderEliminarGracias por avisar.
De nada comentarista anonim@. De nada.
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