lunes, 6 de julio de 2015

La chica del tren de Paula Hawkins

¿Soy el único al que su lectura
no le ha dicho nada?
A la novela La chica del tren, las partes interesadas en su promoción, la comparan con todo lo que tenga que ver con trenes, asesinatos y voyeurismo: El tren de las 4:50 de Agatha Christie (nada más lejos de la realidad); La ventada indiscreta de Cornell Woolrich (ya quisiera; incluso la adaptación de Hitchcock); Extraños en un tren de Patricia Highsmith (se parecen como un huevo a un espárrago); Perdida de Gillian Flynn (con esta última, además de un posible punto en común argumental, porqué fue el éxito de ventas 2014: o sea su predecesora en esto de la novela del verano).

Del mismo modo que si el título hubiera sido qualquier otro, La chica de la playa, por ejemplo, la compararían con Tiburón, Calma total, Titanic o Le llaman Bodhi.

Parece que si no te comparas no existes. Y todo para sublimar la referencia al suspense.

Intriga y suspense, puntos en común de todos los títulos citados. Pero los medios olvidan que el suspense no es solo aguardar al final para desvelar o resolver; el suspense se va componiendo página a página y fotograma a fotograma y que solo de esta forma se consigue el efecto épatant al final.

Curiosamente nadie la ha comparado con El diario de Bridget Jones y es que dejando la comedia aparte (La chica del tren es completamente dramática) mantiene más de un paralelismo.

Rachel es una joven inglesa solitaria, alcohólica, que está engordando, que se siente sola, perdedora, incapaz de afrontar la realidad y por eso mismo engendrando un sentimiento de culpabilidad y frustración que le impide dejar la bebida. Un círculo vicioso que la hunde cada vez más.

Una joven desesperada, pero sin capacidad de reacción, por disponer de una vida que no le es desconocida: con un hombre al que amar, con un trabajo en el que realizarse, con una casa que decorar, con un hijo que cuidar y con un entorno donde relacionarse.

Por eso cada mañana mientras va a Londres en tren mira por la ventanilla y fantasea con las personas que ve e imagina vidas de cuento y ensueño; y por eso cuando un día ve un gesto cariñoso que sin embargo amenaza con romper la felicidad que supone en una pareja, se activa en ella la necesidad de interceder lo que acaba involucrándola en un caso criminal.

Rachel va a ser protagonista determinante aunque involuntario de esa confusa trama que muestra que la vida que se ve desde la ventanilla de un tren puede no parecerse a la que se vive desde dentro del hogar.

Paula Hawkins
Paula Hawkins ha escrito un thriller psicológico trazado en espiral de avance lento y sin sorpresas. Con un tratamiento de la cotidianeidad, casualidad, ubicación suburbial próxima a Londres e inclinaciones paranoides de los personajes, de esa escuela británica mejor representada por Patricia Highsmith, Ruth Rendell o Sophie Hannah.

Narrado en primera persona por las tres voces femeninas protagonistas: Rachel, Megan y Ana (no resulta fácil entrar y salir cada vez de un personaje distinto para captar en su plenitud los tics de cada una) expone los sentimientos, los miedos, las emociones, las debilidades y los razonamientos que mueven a cada una de ellas y que las llevan alternativamente a despertar simpatía y rechazo a ojos del lector.

El resultado final es un thriller que ya hemos leído antes con un argumento que en todo caso embauca más que atrapa y con un final tan precozmente intuido que su constatación al producirse aburre más que complace.

En 2016 estreno de la versión cinematográfica.

6 comentarios:

  1. Ufff, pues me lo has dejado claro.
    Pasando del tema y eso que había leído muy buenas cosas sobre ella.
    Saludos

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    1. Hay tanto para leer que elegir es difícil pero imprescindible.
      Saludos!

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  2. Huele a intento prefabricado por conseguir un superventas, de ahí las comparaciones que busca ¿no?
    Pasapalabra ;D
    ¡Un placer leerte como siempre, Jordi!

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    1. Ya sabes que los libros cuestan dinero y no llevan el tiempo para leerlos como mochila incorporada, por lo tanto lo mismo que decía a David: no es fácil tomar decisiones, y a veces te equivocas, pero lo valiente es tomarlas.
      Un abrazo!

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  3. Si ya relacionas, aunque de lejos estas páginas con Bridget Jones, no necesito acabar tu post. Gracias por el aviso.
    Buenas lecturas.

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    1. No , por favor! mis posts acábalos siempre :-) otra cosa es el libre albedrio que sirve para que si nos equivocamos podamos echarle la culpa a otro ;-)
      Saludos!

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