domingo, 28 de febrero de 2016

El mal camino de Mikel Santiago

No hay como que se te aparezcan
fantasmas para aferrarte más a la idea
de que no existen
En la vida se hace camino al andar, que este sea bueno o malo dependerá del código ético que se utilice como vara de medir.

El camino es la suma de decisiones y acciones que tomamos y realizamos y aunque algunas se puedan enmendar, su huella queda impresa para siempre y quien la conoce puede sacarla a colación según sus intereses.

Eso es lo que sufre Chucks cuando una noche, supuestamente atropella a un hombre y huye. Al no encontrarse el cuerpo y tener antecedentes de episodios alucinógenos obsesivos nadie lo cree al considerar la confesión como producto de una imaginación desbocada.

Sus huellas en el mal camino lo desacreditan y consigue, con insistencia, que Bert le crea lo suficiente como para implicarse aunque este solo lo haga para tranquilizar a su amigo.

Bert Amandale es un escritor de novelas de intriga, con bastante éxito, que ha recalado con su mujer Miriam y su hija adolescente Britney en un pueblo de la Provenza, al sureste de Francia, para recuperar el equilibrio personal y bienestar familiar que se tambaleó en Londres, de donde son y donde vivían antes de ahora.

A pocos kilómetros de su casa se ha instalado también su íntimo amigo, prácticamente un hermano para Bert, el famoso músico de rock Chucks Basil que está también recomponiendo su vida y su carrera musical después de algunos altibajos.

El arranque de la novela es pausado y va cogiendo velocidad, sincopada: ahora acelero ahora reduzco ahora acelero a tope, al compás de la actitud mental de Bert a medida que se va implicando en la historia del accidente automovilístico de su amigo. Actitud que no solo depende de los acontecimientos sino que cuenta con ayuda farmacológica exógena; así pasa de un comportamiento escéptico y prudente a la exaltación propia de un recién converso.

Y en la lectura de la novela se sufren también estos cambios de ritmo y de tensión, tan pronto hay que zambullirse en descripciones minuciosas contemplativas, a veces innecesarias y otras incluso nada favorecedoras del hilo principal, como en vertiginosos procesos mentales que desembocan en acciones trepidantes.

No hay como que se te aparezcan fantasmas para aferrarte más a la idea de que no existen.

Mikel Santiago
Mikel Santiago, autor de El mal camino, ha escrito un thriller psicológico que trabaja muy bien los personajes, personajes que viven en permanente estado de purgación de pecados y de recomposición social, sobre todo en el caso de Bert y Chucks. La trama genera tensión y suspense aunque, tal vez por exceso de explicaciones, tiende a la previsibilidad y no consigue sorprender.

El argumento y la forma de escribir evocan la narrativa urderground y convierten a Bert en un personaje gonzo en el epicentro de una extraña paranoia de tintes quijotescos.

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