domingo, 3 de julio de 2016

El artefacto perverso de Felipe Hérnandez Cava y Federico del Barrio

El artefacto perverso es el arma
creada por el profesor Shao-Sing.
Ser un represaliado en España después de finalizar la Guerra Civil es el mal menor, que ya es mucho, ante la alternativa peor que sería estar muerto; pero no conviene significarse ya que incluso en esa época de estar bajo sospecha a estar bajo tierra puede mediar un simple gesto mal interpretado.

Enrique Montero quien antes de la contienda fuera maestro es ahora un superviviente represaliado por su pertenencia al bando republicano.

El estigma dificulta encontrar empleo y recurre a su habilidad en el dibujo para intentar ganar algo de dinero que le permita recuperar su autoestima, una ínfima parte de lo mucho que perdió en la guerra.

Lo intenta con chistes de una viñeta pero parece encontrar su oportunidad creando un personaje, Pedro Guzmán, sosias de Roberto Alcázar emulando el estilo de dibujo al empleado por Vañó, con el que, consciente o inconscientemente, simboliza la tiranía y la indefensión que sufre el país.

Comprueben la economía de medios y la
rotundidad del mensaje gráfico
El artefacto perverso es el arma creada por el profesor Shao-Sing con la que el malvado Belial persigue conquistar el mundo a base de borrar la memoria de las gentes y conseguir obediencia ciega. Una analogía con la situación de la época que no precisa mayor aclaración.

Pero el presente es caprichoso y recurre a hechos y personas del pasado para enriquecerse y confrontar idealismos con racionalismos y en uno de estos vaivenes Enrique contacta con viejos conocidos desafectos al régimen y acepta involucrarse ligeramente, a su ingenuo parecer, en un asunto clandestino que puede terminar muy mal. Su idealismo inflamado a ser fiel a la causa frente al racionalismo que le aconseja dibujar en casa junto a su mujer.

Felipe Hernández Cava firma un guión de apariencia simple pero que cuenta con cuatro niveles de narración que suponen otras tantas historias y aprovecha el simbolismo de cada una de ellas estableciendo paralelismos entre lo que es real y lo que es ficción para denunciar el despotismo del régimen.

El primer nivel se corresponde al tiempo presente y muestra la vida de miseria que arrastra el matrimonio y como el reencuentro con amigos que aún hoy luchan desde la clandestinidad puede alterar su rutina.

Viñeta del tebeo protagonizado por Pedro Guzmán
emulando a Roberto Alcázar de Vañó
El segundo es el contenido del tebeo Pedro Guzmán, el intrépido aventurero español, que dibuja Enrique para ganarse la vida y que supone una critica velada a las actitudes megalomaníacas de los dictadores a la par que retrata el sufrido oscurantismo vivido por los dibujantes tanto por la opresión editorial como por la de la censura.

El tercero evoca la terrible época pasada en un campo de concentración francés, cuando la retirada de las tropas republicanas, narrada por Bozal, uno de los compañeros de Enrique y que le sirve para explicar su situación actual.

Y el cuarto, como un aparte del anterior al corresponder al mismo lugar, el relato confuso de Jordi, otro preso, que le cuenta a Bozal el engaño en la devolución de obras del Museo del Prado.

Chiste en una viñeta en un estilo completamente distinto
al resto de la obra
Federico del Barrio aporta el dibujo y hace malabarismos para explicar los distintos niveles de metalectura por lo que llega a emplear hasta 5 estilos distintos de dibujo aunque los uniforma al encerrarlos en solo seis viñetas por página, con anchos intersticios, para transmitir la opresiva atmósfera de alto contenido dramático que requiere el guión demostrando ya por aquel entonces un alto nivel de maestría tanto en el uso del grosor del trazo como de la difícil técnica del claro oscuro.

Al guión principal lo trata con trazo grueso y nítido y predomina el negro contrariamente al contenido del tebeo de Pedro Guzmán que lo dibuja con línea fina y predomina el blanco, mientras que los recuerdos del campo de concentración son solo pinceladas inconexas ya que representan recuerdos medio olvidados, la narración de Jordi acuarelas llenas de matices de gris y por último el particular tratamiento de la viñeta chiste.

De esos cómics que no fallan ni para leer ni para regalar.


2 comentarios:

  1. Obra quintaesencial del maestro Hernández Cava. De obligada lectura para todo quisqui.
    ¡Un placer leerte como siempre, Jordi!

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    1. Efectivamente todo un maestro.
      Gracias por seguir aportando tus interesantes comentarios!

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