El hedonismo se instala en la novela policiaca. |
Es una de esas novelas pensadas para entretener, con una
trama intrigante y bien estructurada y un enfoque bucólico y pastoril sobre lo
bien que se vive en un pueblo, claro que solo cuando se tiene dinero para
hacerlo, bien como privilegiado rentista bien comiéndote unos ahorros pensados
para tal fin y no como pueblerino nacido y criado en el villorrio y teniendo
que criar animales o cuidar huertos para vender producto y sobrevivir. Haga
frío o calor las granjas y los campos no cuelgan nunca el cartel de festivo ni
de vacaciones.
La idiosincrasia de los habitantes de la comarca, de sus
tiendas y cafés y casas de comidas resulta tan placentero y agradable, aunque
con sus peculiares rencillas, que más que en Francia se diría que la trama se
desarrolla en la Inglaterra de primeros de siglo XX bajo la mirada atenta de
Agatha Christie.
El castillo de Saint-Chartier data del siglo VII y está
siendo restaurado, sin reparar en gastos, por su flamante propietario Carlos
Shennan, un millonario argentino con un desarrollado gusto por la historia y el
arte.
El día fijado para que el castillo abra sus puertas y muestre su rostro
remozado con una gran fiesta y muchos invitados se comete un asesinato que trunca los actos previstos e instala un
sentimiento de pesar y de sospecha del que Laurent de Rodergues, el forastero
que acaba de instalarse en el pueblo, se hace anfitrión; lo que le exige
investigar el crimen para demostrar su inocencia en un papel de detective aficionado que no se le da nada mal.
Ivo Fornesa, el autor de El castillo de Saint-Chartier |
Ivo
Fornesa elige un modelo de desarrollo argumental que recuerda
afectuosamente al empleado en la edad de oro de la novela policiaca británica
sin olvidar la lista de dramatis personae
al principio y dedicar un capítulo a cada sospechoso.
El lenguaje es educado y respetuoso y se diría que hay
mucho de él, de lo que piensa, de lo que sabe y de lo que ha vivido, en esta
novela; no en vano es el actual propietario del castillo de Saint-Chartier
donde transcurre la acción y también tiene familia asiática, personal de
servicio y atesora eclécticas colecciones de objetos diversos en sus
dependencias igual como lo descrito en la novela, aparte de tener una biografía de
aventura que ya quisieran para sí muchos personajes imaginarios de cualificados
thrillers.
Leer la novela deja el sabor y el aroma del pan recién
horneado en piedra con leña mientras se corta queso para que se vaya
derritiendo sobre las rebanadas y se degusta el vino decantado previsoramente
un rato antes. Hedonismo para que te quiero!
Una novela pues para ser degustada sin prisas. Sin otra
pretensión que pasar un rato satisfactorio y vaya si lo consigue: Vive la France!
Eppp! Este libro me interesa! Lo buscaré. Gracias!
ResponderEliminarYa nos contarás si lo has disfrutado. De nada!
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