La muerte de un censor se considera una afrenta a los valores del régimen que representa. |
En 1963, en España y en concreto en Barcelona, el régimen no presagiaba ningún final a su
mandato, al contrario mostraba una fortaleza envidiable y lamentable.
En el mejor de los casos presentaba solo un atisbo de evolución que aun garantizando el cumplimiento de sus inamovibles principios fundamentales mostraría su generosidad y tolerancia al mundo
abriendo rendijas en las persianas para que pareciera que había luz, nada solar, y que no todo
era negrura.
Al inspector Hilario Soler, caído en desgracia en el
cuerpo por denunciar a un compañero por malas praxis (a su modo de entender, pero permisivas y necesarias según otros compañeros), el comisario le encarga el caso de un
asesinato con la idea de que salga tan malparado de la investigación como de la
resolución judicial por la denuncia y con ello sepulte su trayectoria y
desaparezca de su vista y si puede ser del mapa mejor que mejor.
Hilario Soler es un librepensandor, si eso es posible en
la época, es un idealista, un humanista y por todo ello tiene un nivel de
cultura más que aceptable por lo que es capaz de entender, pensar e imaginar
por si mismo sin seguir los dictados del Movimiento y eso, en los tiempos que
corren no solo es malo sino que es peligroso.
El cadáver de un censor ha sido encontrado en el interior
de su vehículo y el cuerpo presenta tantos cortes como los correspondientes a
las veintisiete puñaladas que ha recibido. Un censor tiene a su cargo velar por
la observancia de la decencia en las formas y en los modos, de contemporizar
las veleidades artísticas, de encauzar las opiniones escritas, de pasar el
cepillo por toda arista que sobresalga. Encomiable misión la del censor, que
tiene en sus decisiones la educación social y moral de toda un nación.
En otras palabras, impone la particular visión política y
social de quien le paga y manda: el estado y la iglesia. La muerte del censor
es pues una afrenta directa que los altos cargos no pueden dejar impune.
La investigación de la vida de la víctima y de sus
conocidos y familiares sirve para mostrar de fondo la situación que vivía la
cultura y la filosofía en aquella época de oscurantismo, tanto es así que los
censores alardeaban de seguir empleando los criterios escritos por la Santa
Inquisición.
Jordi Sierra i Fabra |
Jordi
Sierra i Fabra es un escritor magnífico dotado de una capacidad productiva incomparable y sin merma de calidad, varias veces alabado y reseñado en este blog; alguien capaz de
dotar a sus personajes de una presencia que trasciende las páginas; la
personalidad que les insufla les hace vivos y los hace partícipes de una
realidad que se nos hace creíble bien porque fue, bien porque pudiera haber
sido.
El autor que le tiene tomada la medida a esa etapa
histórica con su carismático personaje del Inspector Mascarell, se ha buscado una nueva voz, la del inspector Hilario Soler
para crear una nueva serie y ofrecer otra visión de la época que se complementa
con la anteriormente citada.
Y, por si fuera poco, el tema es de triste y rabiosa
actualidad; algo que consiguió soliviantar entonces y lo consigue ahora. La
libertad de expresión no se pide, se ejerce.
Leánlo y disfruten de un interesante caso policiaco dentro de una intensa novela
negra. De hecho de Jordi Sierra i Fabra leánlo todo.
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