Un inicio de novela negra clásico nos va conduciendo, y nunca mejor dicho porque hay idas y venidas en coche como para pensar en una Street Movie, hacia un argumento que manteniéndose en lo previsible consigue atrapar al lector por el buen oficio con que está escrita, con sencillez, y por lo bien definidos que están los caracteres de los personajes aunque resulten un tanto estereotipados.
El lamento de las sirenas es una novela negra como las de antes con la dosis justa de infancia malograda, de sangre, de violencia, de corrupción, de especulación, de violación, de alcohol.... Sigue al pie de la letra la receta y obtiene el resultado esperado.
Dos amigos de la infancia; delgada linea que no se debe cruzar; caminos opuestos; decisiones incorrectas; familias desestructuradas; arribistas políticos; corrupción policial; y por encima de todo la necesidad de sobrevivir.
A Lincoln Perry, expolicía ahora reconvertido en inspector privado junto con su antiguo compañero en el cuerpo, Joe Pritchard, el pasado le visita con historias para no dormir para destorbarle el presente y luego cuando ya es demasiado tarde, cuando ya está metido hasta las cejas, tiene que correr a lavar los trapos sucios de su conciencia al precio que sea.
Dos amigos de la infancia; delgada linea que no se debe cruzar; caminos opuestos; decisiones incorrectas; familias desestructuradas; arribistas políticos; corrupción policial; y por encima de todo la necesidad de sobrevivir.
A Lincoln Perry, expolicía ahora reconvertido en inspector privado junto con su antiguo compañero en el cuerpo, Joe Pritchard, el pasado le visita con historias para no dormir para destorbarle el presente y luego cuando ya es demasiado tarde, cuando ya está metido hasta las cejas, tiene que correr a lavar los trapos sucios de su conciencia al precio que sea.
Aunque en algunos pasajes de su lectura se tiene la sensación de que la evolución del argumento está demasiado encorsetada y que no va a girar sin poner el intermitente , no va a transgredir, mantiene subyugada la atención e impele a la lectura compulsiva para saber que más va a pasar.
Michael Koryta, es el joven al que le debemos esta, su segunda, novela (la primera fue "Esta noche digo adiós"). Estamos ante un buen escritor si deja de parecerse a quien dicen que se parece para ser él mismo. Se le nota contenido, comedido y en cambio da la impresión de tener un volcán en su interior.
El ulular de las sirenas no suele presagiar nunca nada bueno, es el lamento de penalidades y desgracias. Pero lo peor de todo es que cuando se oyen ya es demasiado tarde.
Cuidado si juegan con fuego: se pueden quemar.
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