Tom Z Stone es una novela negra de J. E. Álamo, con deje peliculero que supura desparpajo y amplio sentido del humor; es un cariñoso homenaje a la estela de Spade y Marlowe aunque ambientada en una época convulsionada por la aparición de un inexplicable fenómeno que hace regresar muertos a la vida.
“Z” de Zínico, de Zolitario, de Zeta, de Zombi, aunque esta palabra esté en desuso y ahora se emplee Reanimado, lo que no resulta tan peyorativo después que George A. Romero presentará a ese conglomerado de babosos descoyuntados y hambrientos harapos humanos.
Thomas es un zeta, hablando en plata alguien que murió y ha vuelto y vive, es un decir, en la costa mediterránea. Ejerce de detective de los de despacho cutre, secretaria quita hipo, cuando se suelta el pelo y se quita las gafas, bourbon Jack Daniel’s y casos que caen en cuentagotas y que no dejan dinero en el cajón. En la cuenta bancaria telarañas.
Tom ironiza constantemente, alcanza el sarcasmo, corrosivo y cáustico, con la facilidad que confiere el cinismo de quien lo ha perdido todo y aunque ahora consiga algo sabe que está condenado a volverlo a perder.
Habla más de lo que debiera y hay ocasiones en que en boca cerrada no solo no entran moscas sino que evita que salgan dientes. Bebe todo lo que se le ponga por delante Whisky, vodka, cerveza, orujo... y bebe más que habla. Y fuma, Camel, más que bebe. Y tiene un gato al que llama gato. Y pasa la vida esperando la muerte.
Y de repente, el bombón. Las curvas enfundadas en lycra de mujer. El sueño eterno del detective clásico de película clásica de cine negro clásico. La mujer fatal a la que el foco fija su luz sumiendo todo lo demás en penumbra (de ahí aquello de luces y sombras del cine negro). La mujer fatal que entra, fuma, llora, bebe, seduce, contrata y paga bien.
En la novela hay normales, también conocidos como borregos, reanimados, desgastados, terminales... todos viviendo juntos pero no revueltos. Y Tom debe vérselas con lo peor de lo peor. Resulta que el bombón estaba envenenado, pero ya se sabe que nadie contrata a un detective y menos la esposa del malo malísimo de la ciudad, si el caso es limpio y transparente como la ginebra.
Tiene momentos geniales y originales, momentos tensos de dureza y sangre y momentos en que roza la parodia, sin duda por las interrupciones publicitarias que explican como y porque se produjo el FR y sus consecuencias y que tienden a relajar la tensión que conlleva el argumento, por lo que hay que acelerar de nuevo a cada capítulo y puede resultar fatigoso.
Es, indudablemente, una revisión amable del género de novela negra hard boiled que parece haber pasado desapercibida de forma incomprensible en los círculos habituales. Denle una oportunidad y verán como no se arrepienten.
El 7 de agosto de 2012 está a la vuelta de la esquina. Es el día del FR. No se ustedes, pero yo, como ya la he leído, tal vez tome alguna medida de precaución.
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Post scriptum: reseña de Let it be segundo caso del detective Tom Z Stone también disponible en este blog.