viernes, 14 de septiembre de 2012

Out de Natsuo Kirino

Out es una novela negra japonesa, con todo lo que este gentilicio conlleva. Aproximarse a la literatura japonesa con nuestra mirada occidental es entrar en otro mundo. Puede sonar a tópico, pero la literatura japonesa es un territorio de elegancia, de contención. El imperio de lo sutil. Ya hablamos de ello cuando tratamos ‘La devoción del sospechoso X’ recuérdenlo aquí.

Pero además de ser una novela negra, Out es una denuncia a unos principios sociales obsoletos, una crítica feroz contra el machismo y un canto a la libertad del prisionero.

Su autora Natsuo Kirino (1951), mujer, elige cuatro personajes: Masako, Kuniko. Yayoi y Yoshie, todos femeninos para escribir una historia con dejes surrealistas y la aborda con la parsimonia con la que parecen afrontar los orientales hechos por los que en occidente nos subiríamos por las paredes.

Encontramos de nuevo esa conexión con la comida, como ya viéramos en el post de El sospechoso X, puesto que lo que une de entrada a las protagonistas es su trabajo en el turno de noche en una cadena de producción de comida precocinada (entre otros platos, arroz con curry).

Todas presentan una vida de penuria económica y trabajo alienante y una situación en casa desfavorecida y ninguno de los familiares con los que conviven agradece su esfuerzo, ni su dedicación y entrega. Al contrario: reproches, exigencias, golpes, gritos y desprecio. Viven una vida túnel para el que no existe salida. O tal vez si.

Un hecho imprevisto, homicidio u asesinato, tanto da, las une en ayuda de la compañera verdugo y a la vez damnificada (o afortunada) por la situación y esto va a dar pie a una particular novela negra con un trasfondo más que evidente de humor gore, como no podía ser de otra manera para que encajara a la perfección, y que gracias a este humor va permitiendo tomar aire para sumergirnos en un nuevo giro cada vez más absorbente.

A medida que avanza la trama vamos poniéndonos en la piel de cada una de estas mujeres y vamos entendiendo sus motivos y sus razones para hacer lo que hacen. Y deseamos fervientemente que su vida mejore y trascienda de esa cárcel rutinaria que las mantiene encerradas y anuladas.


Pero lo que en un principio constituye el nexo de unión y supone un lazo de amistad acaba mordiendo como una ligadura apretada y los recelos y las suspicacias dan un giro a la relación y enriquece, con nuevos aspectos psicológicos, una trama ya de por si suficientemente compleja para presentar como nota curiosa, dos finales: uno referido a una subtrama con vida propia que ha ido creciendo paralela al mainstream y otro que corresponde al de la propia novela en si.

No hay inocentes y criminales que discriminar; hay seres humanos sojuzgados por la realidad y que luchan por salir a flote a respirar. Es pues, también, como decíamos al principio, una novela de denuncia social y una crítica por los roles familiares y laborales en una Japón ahogado por la crisis.

La autora Natsuo Kirino tiene esa habilidad en su forma de escribir, la de transmitirnos los sentimientos de sus protagonistas e inoculárnoslos en el punto preciso bajo la epidermis para que sintamos lo mismo que sienten. Y lo consigue.

Cada personaje parecido pero completamente distinto, con la misma tipología de  problemas pero distintos anhelos, con la misma insatisfacción pero distinta vía de complacencia. Un verdadero crisol de caracteres perfilado psicológicamente con maestría.

Pero ojo, no se llamen a engaño, recuerden cuando se la pongan delante que tienen en sus manos una novela japonesa. O se goza o se sufre. O ambas cosas a la vez.

viernes, 7 de septiembre de 2012

El desconocido de Robert Crais

Robert Crais es un peso pesado en el mercado americano actual. De los valores seguros y en alza, en la línea narrativa de Michael Connelly, amigo hasta el punto de que en novelas de ambos se citan sus protagonistas en un divertido guiño.

Guionista prolífico de series de TV tan premiadas y recordadas como Cagney & Lacey, Miami Vice (Corrupción en Miami), Hill Street Blues (Canción triste de Hill Street), L.A. Law (La ley de Los Ángeles) o The Equalizer (El Ecualizador) por citar las más famosas, se lanza a escribir novelas al necesitar crear fuera del encorsetamiento al que lo someten las productoras, y entre relatos cortos, ensayos sobre el género y otras obras surge la serie que protagonizan Elvis Cole y su inseparable amigo Joe Pike.

Esta serie ofrece un permanente homenaje al género negro clásico del que Crais reconoce estar agradecido y los guiños y las referencias no pasan desapercibidas para los lectores avezados.

Crais es un escritor que permite vivir la trama desde dentro de la acción, gracias a que su escenificación es precisa y geolocalizada perfectamente y la evolución argumental rápida y con poca concesión a recrearse en aspectos irrelevantes para dar paso a diálogos que permiten avanzar a un ritmo de velocidad de crucero. Constante. Por lo que sus novelas mantienen ya desde el principio ese punto necesario para atrapar la atención y no soltarla.

Elvis Cole, su nombre si tiene que ver con el que piensan, es un ex-combatiente de Vietnam y ex-policía que vive como detective privado, el mejor del mundo, y que cuenta con la inestimable ayuda de su inseparable y entregado amigo Joe Pike que a modo del Win de Myron Bolitar es capaz de matar sin pestañear y de moverse con el sigilo de quien no existe.

En esta novela El desconocido, Elvis Cole, es despertado por la policía que ha encontrado un moribundo que dice ser su padre. Elvis se sorprende no por la noticia sino porque efectivamente nunca a conocido a su padre y que esa posibilidad sea ahora real lo pone en movimiento. Escéptico pero esperanzado.

Escéptico porque su último caso le reportó tanta popularidad que cualquier chalado diría lo que fuera por unos minutos de fama y esperanzado porque la búsqueda de su padre lo marcó durante la pubertad y adolescencia más allá de lo que se pueda imaginar.

Es pues una novela introspectiva, de gran tensión emocional del protagonista y de gran tensión argumental en la comprometida trama en la que se va envolviendo por dilucidad la verdadera personalidad de El desconocido.

La trama salpicada de flash backs de la vida de Elvis interesa tanto por lo que descubrimos de su biografía como por donde se encaminará el desenlace del caso presente en el que tanto la policía como el propio Elvis parecen tener intereses contrapuestos, lo que obliga al detective, una vez más, a tomar caminos heterodoxos y a Pike a actuar en consecuencia.

Sin duda alguna y por poner al desnudo esa parte desconocida de la personalidad de Elvis, una infancia emotiva y desamparada, ese aspecto de la fragilidad humana, es una de las mejores de la serie.

Una serie que si no la conocen deberían plantearse seriamente darle una oportunidad.

Les sugiero que lo hagan. Empezando por el principio, por El mono bajo la lluvia y continuando con El manuscrito samurai... y ya no se podrán detener.

domingo, 2 de septiembre de 2012

El safareig dels morts de Marta Banús

Aún sin inventar la lavadora, los municipios solían disponer de unos lavaderos (safareig en catalán) públicos donde las mujeres acudían para lavar la ropa. Los lavaderos eran así mismo, por su lugar de encuentro, centro de cánticos, conversaciones y chismorreos y fuera de las horas habituales se convertían en lugares solitarios y silenciosos.

El safareig dels morts o lavadero de los muertos, adyacente al de los vivos pero convenientemente separado, estaba dedicado al lavado de enseres, ropas de cama y de uso personal de los fallecidos en un claro intento de imponer higiene y evitar el contagio y transmisión de enfermedades.

Agatha Christie sentó las bases de esta novela cuando puso en boca de Jane Marple y de Raymond West el diálogo en el que este renegaba de Saint Mary Mead por considerarlo como una pequeña charca en donde nunca ocurre nada y su tía, miss Marple, le reconvenía aduciendo que una charca tiene en su microcosmos las mismas vivencias y los mismos sentimientos buenos y malos que en una gran ciudad y sus habitantes idéntico comportamiento.

Marta Banús (Barcelona, 1949) ha escogido su charca: la colonia Bartet. Can Bartet es una colonia ficticia claramente inspirada en la existente de Can Vidal, entre un total de diecisiete asentadas a lo largo de 30 kilómetros del río Llobregat, de la comarca del Berguedá y que permite ser visitada por lo que Marta ha podido documentarse perfectamente para vestir esta novela de un realismo absoluto.

Marta Banús es la escritora que con El Safareig dels morts, una novela negra muy costumbrista, nos permite durante el rato que dura la lectura y con precisión histórica, conocer en propia carne como se vive y que se siente cuando el mundo se reduce a las construcciones de una Colonia textil.

Consigue que viajemos en el tiempo para sumergimos en plena época industrial dentro de ese entorno cerrado y rural en donde lo más excitante es la visita anual del cinematógrafo y la celebración de las fiestas patronales.

Colonia Can Vidal. Pinchen en este enlace para acceder a un mapa interactivo

A través de su lectura escuchamos el ruido del viento y oímos el clop-clop de los cascos de los caballos del cabriolé, el tañido de las campanas de la iglesia y el ulular de la sirena del cambio de turno de la fábrica. Sentimos el ambiente caluroso en la piel y detectamos la mezcla confusa de muchos olores, tanto del polvo que se levanta al pisar los caminos, como el aroma que exhalan las flores y las plantas y el de humedad que transmiten las paredes que dan a norte. Es tal el grado de realismo descrito que verdaderamente nos sentimos dentro de la Colonia. Es una lectura muy especial.

Para los patronos Bartet, la Colonia, su Colonia, Can Bartet, es una entelequia en su sentido más clásico y filosófico. Su prepotencia casi divina no permite rebajar el nivel de perfección de su obra y por eso, ante la aparición de un lobo entre tanta oveja deciden que hay que extirpar el mal antes no enraíce o peor, contagie. Por eso cuando el cadáver de la Anselma, mayordoma del capellán es descubierto asesinado solicitan del juez la máxima dedicación y esfuerzo para descubrir al culpable.

El inspector judicial Esteve Ruscalleda, un grandísimo acierto de personaje, es el encargado de trasladarse a la Colonia para llevar a cabo las diligencias oportunas de una investigación que no resulta fácil ni agradecida. El inspector es un joven culto, con un pasado incierto y viajado y con algún oscuro secreto por desvelar como el que le ha supuesto que en su juventud presente el cabello completamente blanco. Es meticuloso y perseverante, elegante, educado y con un carácter difícilmente doblegable.

La Colonia tiene el ambiente viciado, la convivencia forzada y claustrofóbica fomenta rencores y destapa las miserias que surgen de la diferencia de clases; la bondad no es más que hipocresía disfrazada. Quien más quien menos está quejoso. Este microcosmos tiene su catálogo de envidias, de deseos silenciados, de servilismo extremo y por ello Ruscalleda tiene ante si todo un universo de caracteres, magníficos personajes hábilmente personalizados por la autora, donde escarbar para sacar algo en claro se antoja titánico.

Es una muy buena novela negra de payés con una historia muy redonda en toda su narración, donde brilla especialmente su costumbrismo y sus personajes y de la que una vez empezada es imposible sustraerse. Si leen en catalán no pueden perdérsela y si no, estén atentos a su edición en castellano para coger ese tren de vapor que encabeza La Gironella y que les trasladará a Can Bartet.

Marta Banús nos ha mostrado que no solo se tejen hilos para piezas de ropa en una Colonia textil, sino que también se tejen secretos con rencillas que acaban en muerte.

Lean aquí el primer capítulo.
Aquí una interesante entrevista con la autora  
Y aquí para saber más de la Colonia Vidal, con datos e imágenes.

martes, 28 de agosto de 2012

Desaparecida de Harlan Coben

Myron Bolitar iba para estrella del baloncesto en la NBA, en los Boston Celtics, y tuvo que resignarse a ver los partidos como espectador por culpa de una lesión que le dejó la rodilla cuadrada.

Licenciado en derecho en Harvard, se gana la vida como representante de deportistas profesionales y artistas de diversas especialidades, y sucede que en estas relaciones con sus clientes acaba envuelto en situaciones que requieren no pararse en barras para su resolución, lo que le acaba convirtiendo en un representante multiuso que tanto negocia un contrato de imagen como descubre a un asesino. Myron es una termomix.

Su imponente aspecto físico da miedo cuando está enfadado, mientras que en su día a día es un hombre tierno, divertido, cariñoso, amigo incondicional y que además nunca prueba una gota de alcohol. Se lo prohíbe su metabolismo.

Y por si fuera poco cuenta con la más que inestimable ayuda de Win, Windsor Horne Lockwood III, su mejor AMIGO. Así con mayúsculas. Inteligente, atractivo, millonario y capaz de asesinar sin mover un músculo (no es raro que muchos de los lectores estén más enganchados a este descarado que al verdadero prota).

Myron Bolitar es el protagonista fetiche de Harlan Coben, que cuenta con novelas con otros protagonistas entre su mucha producción.

Desaparecida nos presenta una trama intercontinental, entre América y Europa, enredada por temas de altos vuelos políticos y de seguridad nacional que a Myron le viene grande y por tanto padece mucho y más de lo necesario, tanto física como psíquicamente. En este sentido es una novela que ha de marcar un antes y un después en su manera de enfrentarse al mundo.

Myron viaja a París en respuesta a la llamada de un antiguo amor, tal vez el verdadero, ‘si tu me dices ven lo dejo todo’, y las complicaciones no hacen más que empezar. Win, como casi siempre en la sombra, está, como casi siempre, impecable.

Es una novela de lectura veraniega, fácil, de acción trepidante llena de tiroteos, persecuciones, secuestros, asesinatos, en una intriga que más parece cinematográfica que literaria y por ende más thriller que novela negra, no en balde Coben está considerado un autor de suspense.

Todo esto, lejos de desmerecer la obra, hace hincapié en los puntos fuertes que caracterizan a este autor y que son, para quienes no lo conozcan, los giros a contra pie y los cambios de ritmo sin anestesia que lo convierten en adictivo para los que gustan de dame más, dame más.

Seguramente no será esta la mejor novela de Harlan Coben (sus premios y sus publicaciones avalan sobradamente su capacidad) ya que permite que se vaya anticipando lo que debería de ser sorpresa, cuando este es precisamente su leit motiv más característico, pero entre tanta creación cualquier centímetro por debajo de la expectativa parece insuficiente.

Si no conocen a Myron empiecen por el principio y sean compañeros de su humor y compañeros de sus aventuras. Alice Silver tiene en su eficiente y trabajado blog una buena biografía y su bibliografía en secuencia cronológica , consultenla aquí.

jueves, 23 de agosto de 2012

Sue Grafton, Kinsey Millhome y V de venganza

Hoy en día se suceden las mujeres detective o policías, incluso ocupando altos cargos en jefatura, en las series de TV y en las novelas y no sorprende en absoluto. El machismo detectivesco de antaño en la serie negra, que no enigma, ha sido sustituido por una suerte de feminismo femenino, pero cuando Kinsey Millhome entró en el panorama negro y criminal se podían contar con los dedos de una mano las mujeres protagonistas, que no autoras, con algo bueno que decir en el género. Kinsey fue una precursora sin duda alguna, copiada e imitada aunque cueste reconocerlo.

Sus casos y su modo informal de afrontarlos, para lo que era el género en ese momento, aportó una frescura en el tratamiento policial y detectivesco del que estaba siendo necesitado.

Hace exactamente 30 años, en 1982, nacía en ‘A de adulterio’ literariamente hablando Kinsey Millhome, la protagonista de las novelas de Sue Grafton (Tusquets nos la traería en 1990). Nacía con 32 años de edad, con dos divorcios a cuestas, viviendo en lo que fuera un garaje y con la licencia de detective privada emitida en la, ficticia, ciudad de Santa Teresa, en baja California.

Ahora, en 2012, Kinsey tiene 38 años recién cumplidos el 5 de mayo, lo que supone haber hecho un pacto con el diablo para mantener tal lozanía, y su último caso publicado ‘V de venganza’ transcurre entre abril y mayo de 1988.

V de Venganza es una novela más de la serie y como tal cuenta con los elementos que la han caracterizado durante tanto tiempo. En esta, la trama se presenta a modo de puzzle sin foto guía por lo que no resulta fácil el ir encajando las piezas que se suceden en vaivén temporal y en situaciones distintas según sea la voz que narra. Todo principia con Kinsey comprando bragas en unos grandes almacenes y no vean como se llega a complicar el asunto.

Al parecer Sue Grafton cometió su primer crimen movida por las ganas de asesinar a su marido a raíz de un despiadado divorcio que tuvo a bien somatizar finalmente en una muerte literaria. Le dio satisfacción sin visitar la cárcel y a la postre un medio económico de salir adelante. Visto el percal prometió publicar una novela al año. No lo ha cumplido, por poco, pero nadie se lo ha reprochado. La cadencia ha permitido madurar al personaje y demostrar que las prisas nunca son buenas.

La septuagenaria Sue Grafton (1940), y que cumpla muchos más, ha ido recopilando en estos 30 años, los informes correspondientes a los 22 casos en que Kinsey ha participado y agrupados a modo de novela los ha ido publicando en lo que conforman una de las series más longevas de la novela negra contemporánea bajo el nombre genérico del Alfabeto del Crimen, todas editadas en castellano por la visionaria Tusquets y cada novela con una cubierta diseñada ex-profeso a cargo de Loredano:

A de adulterio, B de bestias, C de cadáver, D de deuda, E de evidencia, F de fugitivo, G de guardaespaldas, H de homicidio, I de Inocente, J de juicio, K de Kinsey, L de ley (o fuera de ella), M de maldad, N de nudo, O de odio, P de peligro, Q de quien, R de rebelde, S de silencio, T de trampa, U de ultimátum, V de venganza.

Algunos títulos traducciones literales del original, otros inevitablemente adaptados al idioma según permita la inicial y ahora vendrá lo difícil al tener que adaptar títulos con las letras que queda: W, X, Y, y Z.

Hacia el principio de cada novela Sue Grafton dedica unas líneas a presentar a Kinsey Millhome y a sus adlateres; a saber: Henry Pitts, 88 años de edad, casero, amigo, vecino, panadero jubilado, ideador de crucigramas y hermano pequeño de 5 en total, cuya antigüedad la encabeza la única chica Nell con 99, siguen Charlie, Lewis y William. Solo Henry y William, casado desde hace poco con Rosie, una húngara que regenta un bar de comidas estrafalarias del que Kinsey es habitual, viven en Santa Teresa, el resto vive en Detroit.

En el transcurso de estos años hemos tenido ocasión de tratar a Kinsey en múltiples ocasiones y situaciones de toda índole.

Sabemos de sus gustos por determinado tipo de hombres, aunque acumule divorcios y desengaños; de su falta de familia aunque la haya; de su manía de cortarse el pelo ella misma con unas tijeritas para las uñas lo que le confiere un look muy sui generis; del disfrute ante un buen chablis o un chardonnay de calidad aunque se lo suelan servir peleón, en copa inapropiada y a temperatura ambiente; de su poca feminidad a la hora de vestirse o arreglarse, básicamente tejanos y jersey de cuello alto o vestido negro, que denomina multiuso por su camaleónica adaptabilidad a cualquier acto social, aunque ahora apueste por un plus sexy luciendo también medias negras; de su pasión por la comida basura aunque esté siempre dispuesta a aceptar una buena comida servida en una mesa especialmente preparada para la ocasión; de su meticulosidad profesional llevando la contabilidad, los informes de clientes y las investigaciones; de su fuerza de voluntad en tener claramente delimitado el tiempo de placer y el de trabajo, aunque cueste lo suyo cuando no se tiene jefe; de su tozudez para no ceder ante nada ni nadie y su constancia en mantener su forma física corriendo casi cada día cinco kilómetros al amanecer, bordeando la playa...

También hemos compartido peligros veniales y peligros mortales, disparos, golpes, palizas, lesiones, desprecios, persecuciones y claros intentos de asesinato. Y también hemos estado a su lado cuando ha tenido que apretar el gatillo y llevarse a alguien por delante. Matar o morir: la ley de la jungla entre buenos y malos.

El Alfabeto del Crimen es, objetivamente, una colección de casos policiales; subjetivamente, para cada lector: una colección de recuerdos muy personales.

Esta estrecha relación que se va fraguando con Kinsey es la que se tiene con una amiga de barrio, con una condiscípula de instituto, alguien con quien te sientes tan a gusto que, aunque haga siglos que no ves, siempre parece que fue ayer. Y no se necesitan explicaciones para justificar nada. Es esa persona en quien confías y a quien le escuchas y le cuentas aquello que nadie más puede oír.

Si no lo han hecho aún, lean a Kinsey. Verán como se hacen amigos.