Out es una novela negra japonesa, con todo lo que este gentilicio conlleva. Aproximarse a la literatura japonesa con nuestra mirada occidental es entrar en otro mundo. Puede sonar a tópico, pero la literatura japonesa es un territorio de elegancia, de contención. El imperio de lo sutil. Ya hablamos de ello cuando tratamos ‘La devoción del sospechoso X’ recuérdenlo aquí.
Pero además de ser una novela negra, Out es una denuncia a unos principios sociales obsoletos, una crítica feroz contra el machismo y un canto a la libertad del prisionero.
Su autora Natsuo Kirino (1951), mujer, elige cuatro personajes: Masako, Kuniko. Yayoi y Yoshie, todos femeninos para escribir una historia con dejes surrealistas y la aborda con la parsimonia con la que parecen afrontar los orientales hechos por los que en occidente nos subiríamos por las paredes.
Encontramos de nuevo esa conexión con la comida, como ya viéramos en el post de El sospechoso X, puesto que lo que une de entrada a las protagonistas es su trabajo en el turno de noche en una cadena de producción de comida precocinada (entre otros platos, arroz con curry).
Todas presentan una vida de penuria económica y trabajo alienante y una situación en casa desfavorecida y ninguno de los familiares con los que conviven agradece su esfuerzo, ni su dedicación y entrega. Al contrario: reproches, exigencias, golpes, gritos y desprecio. Viven una vida túnel para el que no existe salida. O tal vez si.
Un hecho imprevisto, homicidio u asesinato, tanto da, las une en ayuda de la compañera verdugo y a la vez damnificada (o afortunada) por la situación y esto va a dar pie a una particular novela negra con un trasfondo más que evidente de humor gore, como no podía ser de otra manera para que encajara a la perfección, y que gracias a este humor va permitiendo tomar aire para sumergirnos en un nuevo giro cada vez más absorbente.
A medida que avanza la trama vamos poniéndonos en la piel de cada una de estas mujeres y vamos entendiendo sus motivos y sus razones para hacer lo que hacen. Y deseamos fervientemente que su vida mejore y trascienda de esa cárcel rutinaria que las mantiene encerradas y anuladas.
Pero lo que en un principio constituye el nexo de unión y supone un lazo de amistad acaba mordiendo como una ligadura apretada y los recelos y las suspicacias dan un giro a la relación y enriquece, con nuevos aspectos psicológicos, una trama ya de por si suficientemente compleja para presentar como nota curiosa, dos finales: uno referido a una subtrama con vida propia que ha ido creciendo paralela al mainstream y otro que corresponde al de la propia novela en si.
No hay inocentes y criminales que discriminar; hay seres humanos sojuzgados por la realidad y que luchan por salir a flote a respirar. Es pues, también, como decíamos al principio, una novela de denuncia social y una crítica por los roles familiares y laborales en una Japón ahogado por la crisis.
La autora Natsuo Kirino tiene esa habilidad en su forma de escribir, la de transmitirnos los sentimientos de sus protagonistas e inoculárnoslos en el punto preciso bajo la epidermis para que sintamos lo mismo que sienten. Y lo consigue.
Cada personaje parecido pero completamente distinto, con la misma tipología de problemas pero distintos anhelos, con la misma insatisfacción pero distinta vía de complacencia. Un verdadero crisol de caracteres perfilado psicológicamente con maestría.
Pero ojo, no se llamen a engaño, recuerden cuando se la pongan delante que tienen en sus manos una novela japonesa. O se goza o se sufre. O ambas cosas a la vez.