Oriol Hernández, dibuja una historia de gángsteres y época y otra historia de despertar juvenil y actualidad, dejándose guiar por un perfecto guión de Zidrou, que es capaz de armar un argumento narrado en presente y en pasado sin sobresaltos lineales.
Un guión que por si solo es absolutamente explicito, prácticamente una narración corta, y cuando se da esta situación, el dibujo suele ser una ilustración, actúa de comparsa.
Pero Oriol ha sabido sobreponerse a ello y ha conseguido que su dibujo narre la historia de La piel del oso con unas imágenes complementarias al hilo argumental que refuerzan el texto confiriéndole ese plus de perfecta simbiosis que solo se encuentra en los grandes cómics. Con grandes autores.
Pero Oriol ha sabido sobreponerse a ello y ha conseguido que su dibujo narre la historia de La piel del oso con unas imágenes complementarias al hilo argumental que refuerzan el texto confiriéndole ese plus de perfecta simbiosis que solo se encuentra en los grandes cómics. Con grandes autores.
Es octubre en la isla de Lipari y la historia atrapa desde las primeras viñetas con los intentos de Silvana para llevarse al huerto a Amadeo y cuando entra en escena Don Palermo ya es demasiado tarde para soltar el cómic. De un trago, hasta el final.
Don Palermo, un viejo ciego que es alguien o lo fue en algún tiempo, precisa de la compañía de Amadeo para que le lea el horóscopo cada día: quiere conocer su futuro mientras en este presente recuerda su pasado.
Y así de presente a pasado y viceversa la historia se va contando y vamos entendiendo el porque de estos cambios temporales en la narración y vamos disfrutando de cada momento merced a un dibujo de línea muy simple pero muy expresiva y de un tratamiento del color, explosivo y de amplia paleta, que habla tanto o más que las líneas a tinta.
El dibujo es muy vertical, con sucesivos cambios de perspectiva, lo que le da mucho ritmo a la narración y propicia una lectura visual como si se tratara de una animación y no de papel impreso.
Oriol Hernández hace un brillante y creativo trabajo sobre todo con el tratamiento del color y la luz. La creatividad se nota por ejemplo en que no se apoya en el clásico color sepia recurrente en hechos acaecidos hace tiempo. Y en la historia subliminal de las vicisitudes de la bicicleta de Amadeo: cuando relean, busquen esa trama paralela y verán su genialidad.
Otro aspecto a destacar es el comportamiento de las narices de los personajes malvados que parecen crecer a ojos vista con el paso del tiempo. Como si sus actos fuesen constantemente juzgados y el castigo fuese ese alargamiento del apéndice nasal cual Pinochos cogidos en falta.
La cubierta busca el reclamo fácil con esa nariz que parece querer salir por el lado derecho y esa boca de cañón apuntando directamente al observador; una cubierta que podría haber seguido la línea rompedora puesta de manifiesto en las viñetas y evitar caer en la convencionalidad, pero se entiende que cuando se compite con otras obras, la más sensacionalista es la que más reclama.
Un cómic de los que se recomiendan sin miedo al fracaso. Un cómic que cuenta una gran historia de amor, con encuentros y desencuentros, en un marco de violencia y traición. Un gran cómic que se lee, y se relee y se mira y se vuelve a mirar con emoción y disfrutando de los pequeños detalles.
Un video para entender mejor la obra: