miércoles, 9 de octubre de 2013

Carter engaña al diablo de Glen David Gold

¿Qué mejor novela para enlazar la magia y el género interrobang que “Carter engaña al diablo” de Glen David Gold?

Y no solo por su cubierta, ¿quien puede resistirse a ella?, por cierto Premio mejor portada en la Semana Negra de Gijón 2004 y cartel original del último espectáculo del Gran Carter; ni por sus láminas interiores, por cierto reproducciones de carteles originales de espectáculos de otros grandes magos, sino porque si empezamos su lectura vamos a sumergirnos en un mundo de magia y de investigación policial del que ya no podremos salir. 


Habremos comprado una entrada para butaca de primera fila a un apasionante espectáculo de misterio y enigma que cambiará nuestra percepción de la realidad.

El Gran Carter es un gran mago que se encuentra representando su celebrado espectáculo ‘Carter engaña al diablo’ cuando el Presidente de los EEUU sube al escenario como voluntario en uno de los juegos en el que es desmembrado ante los atónitos ojos de su mujer y de todo el público asistente.

A las pocas horas se comunica oficial y públicamente su muerte.

Evidentemente Carter es el primer y único sospechoso y el agente del servicio secreto Jack Griffin el encargado de encontrar pruebas y detenerlo.

Si los libros ya son en si mismos una caja de sorpresas: basta con abrirlos para vivir las más variadas experiencias, los de género policiaco son hermanos de sangre del arte de la magia; por lo que si en una misma novela mezclamos investigación criminal y magia multiplicamos la capacidad de sorpresa por dos.

Tanto los espectáculos mágicos como las novelas de género enigma, interrobang, cuentan historias emocionantes, aparentemente imposibles, se sustentan en un argumento hábilmente trenzado, tienen una mise en scene muy cuidada, ambos emplean la misdirection para conducir la atención del público, sorprenden al final y sobretodo y por encima de todo ambos dejan con ganas de más.



El Gran Carter es Charles Joseph Carter, nacido en San Francisco en 1874 y fallecido prematuramente de un ataque al corazón en 1936, y la trama de la novela transcurre en los heterodoxos años 20, unos años en los que superada la Gran Guerra hay ganas de avanzar en tecnología, en experimentar con la ciencia, en estudiar nuevas posibilidades médicas y en las que los escenarios de los Music Hall se llenan de artistas de varietés y de magia donde la gente acude ávida de diversión y emociones.

La magia tiene sus momentos de gloria y está viviendo unos años de gran reconocimiento e interés y tiene encandilada tanto a las monarquías, como a la burguesía y a la clase obrera por igual. Es una época de transición económica, de resurgir industrial, y la magia parece el elemento capaz de articular ilusiones.

Es una época en la que los magos miman hasta el último detalle su aspecto y sus actuaciones, inventan constantemente nuevos juegos y practican y ensayan exhaustivamente durante horas y horas para conseguir efectos que atrapen a los espectadores en sus butacas y los dejen sin respiración. La vida del mago es dura y su economía nada boyante y hay que aprovechar que soplan buenos vientos aunque eso signifique reinventarse constantemente en nuevos y cautivadores juegos.

Es la magia de gran escenario, la magia vinculada a lo sobrenatural, a fuerzas ocultas y poderes solo para iniciados.

El contexto histórico donde transcurre el argumento de esta novela es real, perfectamente

documentado, los ecos de sociedad y los hechos sociales son reales, los personajes que se entrecruzan con la vida de Carter, y que interpretan pequeños cameos son reales, los inventos que se presentan son reales, y aunque Carter sea también real evidentemente todo se halla aderezado de ficción para inventar un argumento original y sorprendente, que Glen David Gold presenta con sencillez y sobriedad lo que lo convierte en una lectura amena, digerible, policial, intrigante, llena de ilusionismo y enormemente divertida.

Este libro es un espectáculo de magia y por tanto no vamos a desvelar ninguno de sus juegos. Para saber más, pasen y lean.

Este post se publica simultáneamente en los blogs Interrobang y Magicatessen en virtud de una estimulante colaboración crossover que persigue la pluralidad de voces para enriquecer el mensaje.

jueves, 3 de octubre de 2013

Ladrón de guante blanco (White collar)

Ladrón de guante blanco es una serie de televisión y que combina el género thriller con el de ladrones y timadores (aunque para timadores de altos vuelos recuerden esta propuesta).

Aún conociendo de antemano su pretensión de comedia de alto nivel, hay que reprocharle que haya elegido ser demasiado blanca, haber olvidado que incluso los ladrones de guante blanco cuando trabajan los calzan de color negro.

Esta serie con más ribetes negros, entregada a robos inteligentes y dirigida a un público menos familiar daría como resultado un producto interesantísimo, mucho menos relamido, menos ingenuo y por tanto más convincente, interesante y creíble.

Neal Caffrey (Matt Bomer) es el ladrón de guante blanco del título, encantador, experto en arte, gastronomía, enología, sabe pintar, esculpir, sabe vestir (los sombreros son su debilidad y su perdición), sabe sonreír, es atractivo, descarado, seductor y muy inteligente, que dedica el lucro de sus actos a mantener un status de vida alto.

Neal Caffrey es un timador de prestigio y como tal, todo un dandi. Sin embargo un bajón anímico y su debilidad humana por los sentimientos posibilita ser atrapado por el FBI encarnado por el agente especial Peter Burke (Tim DeKay) que ya lo había atrapado anteriormente.

Peter representa al hombre educado y correcto que como policia es recto y responsable y como marido fiel, cariñoso y comprensivo.

Debido a una peculiar circunstancia el FBI le propone a Neal convalidar años de cárcel por una libertad controlada, por una tobillera electrónica, si les ayuda con sus conocimientos, métodos y contactos para detener a otros delincuentes.

Neal accepta a regañadientes, tiene secretos motivos para ello, y se convierte en asesor, aunque intente siempre sacar tajada, bajo la supervisión de Peter y de los agentes Diana Barrigan (Marsha Thomason) y Clinton Jones (Sharif Atkins) que forman el equipo especializado en este tipo de delitos en la Sección Guante Blanco.

Caso a caso, la relación entre Neal y Peter se va estrechando hasta convertirla en verdadera amistad, puesta a prueba de modo continuado por mil y una suspicacias de Peter, siempre anticipándose un paso por delante de Neal, que considera que un ladrón nunca deja de serlo a pesar de los intentos de su mujer Elizabeth (Tiffany Thiessen), traviesa transgresora de convencionalismos, para que relaje la relación.


Mozzie (Willie Garson), íntimo amigo, habilidísimo estafador, excéntrico colaborador e imprescindible cómplice de Neal, está siempre a su lado para lo bueno y para lo malo y aunque convertido en un Pepito Grillo diablillo le reproche una y mil veces haberse cambiado de bando ofrece su ayuda incondicional siempre que se precisa.

Aunque sin duda sea June (Diahann Carroll), la casera, por llamarla de algún modo, de Neal, el papel canalla que resulta más agradecido y que despierta mayor simpatía e interés. Sus puntuales intervenciones hay que celebrarlas por todo lo alto.

Lo mejor de la serie: los personajes; cada uno con personalidad propia, y un papel preciso en el sistema de vasos comunicantes, imprescindible en toda serie, diseñado de tal modo que cuando uno aprieta el otro afloja y se convierten en indispensables para dar coherencia al conjunto.

Es la serie de televisión interrobang en la que se confía menos y se desconfía más. La serie con más promesas rotas y con más suspicacias y resquemores. Voluntariamente ya sea con buena o mala intención, los engaños, deslealtades y traiciones están a la orden del día y le dan ese punto intrigante de no saber cuando se va a hacer lo que se dice que se hará, o si se hace, si es con la finalidad prevista u otra oculta.

En los argumentos hay tiempo para tratar con obras de arte de toda época y factura incluso libros y vinos antiguos. Robos, estafas, fraudes, falsificaciones, contrabando e incluso la búsqueda de un fabuloso tesoro asoman episodio tras episodio dándole una patina cultural a la acción policial como reto para mayor lucimiento de las aptitudes de Neal Caffrey, mientras una subtrama lineal que tiene que ver con el paradero de su novia Kate y la explicación a unos sucesos del pasado mantienen un punto de tensión sostenido que dura las primeras temporadas.

Mientras que la primera temporada los robos, las argucias y los planes para perpetrarlos copan los argumentos, poco a poco en la segunda va tomando una deriva hacia el monotema de un tesoro que en la tercera es manifiesta. Hay ahí un punto de inflexión, el cierre de una etapa y la serie debe reinventarse y coger un nuevo filón, y lo encuentra, en la cuarta temporada centrándose en la infancia de Neal y en querer saber más sobre su familia y sobre todo de su padre. Figura enigmática y estigmatizada policialmente que sigue vivo en algún lugar.

Fórmula combinatoria, guapo canalla con tiempo para delinquir y para el amor y para la amistad, que parece haber tenido éxito y con ello mayor audiencia. Aunque por el camino haya perdido su esencia que tanto prometía para rendirse en una serie de propósito general con un toque glamouroso que para el público europeo resulta de poco voltaje.

Resulta tan simpática y divertida como intrascendente y superficial y ofrece retazos de enorme emotividad y romanticismo que configuran un producto aceptable que garantiza ir a la cama con una sonrisa en el rostro.

En este otoño 2013 su quinta temporada formará parte de la amplia oferta televisiva. Ustedes deciden.


viernes, 20 de septiembre de 2013

Agustí Vehí y Garbanzos a la catalana

Agustí Vehí, de vocación Doctor en Historia, de oficio Escritor y de profesión Subinspector de la Guardia Urbana de Figueres, murió hace seis meses cuando aún tenía mucho por vivir y mucho por escribir.

Aquí una breve pero completa biografía y bibliografía.

Entre sus novelas, en este blog se trató Quan la nit mata el día, emotiva narración sobre las vivencias de un inspector de policía de Figueres en la posguerra civil española cuya cultura e inteligencia le facilita la comprensión histórica de los hechos vividos hace poco en el frente, cuando luchaba al lado de los nacionales en ese golpe de estado constantemente rebautizado con todo tipo de eufemismos para esconder sus miserias.

Miserias que siguen en la posguerra y se palpan en cada gesto y en cada momento del relato. En la falta de libertad por supuesto y a nivel más prosaico a la hora de la comida, cuando los malabares para conseguir una nutrición adecuada y además sabrosa precisan de gran habilidad.

Recordemos a Agustí Vehí, y a Quan la nit mata el dia comiendo un plato que prepara Gloria para una cena con Carlos, los dos protagonistas, en uno de sus momentos de tierna y sobrecogida intimidad,

Y elijamos un tinto de l’Alt Empordà donde abundan sabrosos ejemplos mecidos por la tramontana, para brindar por los ausentes, por todo lo que hemos vivido y por lo que nos quede por delante. Va per a tu Agustí!

Garbanzos a la catalana

Ingredientes para dos:

160 grs de garbanzos (previamente hervidos)
1 cebolla mediana
2 tomates medianos
2 dientes de ajo
2 cucharadas soperas de harina
6 almendras crudas peladas
6 avellanas crudas peladas
1 carquinyoli empapado de vi ranci
2 huevos duros
200 ml de agua (preferible resultante del hervor de los garbanzos)
Sal
Pimienta
4 ramitas de Perejil

Preparación:

Picar la cebolla y freír a fuego medio en una cazuela hasta que coja color, picar finamente un diente de ajo y un par de ramitas de perejil y añadir y voltear; rallar por encima el tomate añadiéndole una pizca de azúcar y una de sal. Remover y en cuanto veamos al tomate bien integrado añadir la harina y seguir removiendo hasta mezclar bien.

Añadir el agua (o caldo casero de verduras para incrementar el sabor), mezclar, y ponerle los garbanzos ya cocidos, sal pimentar, remover y añadirle la mezcla de la picada hecha en mortero con las almendras, avellanas, el carquinyoli borracho, 1 diente de ajo y el perejil sobrante. 

Remover la mezcla y tapar para preservar los aromas bajando el fuego, al cabo de unos minutos poner por encima el huevo duro cortado a rodajas (o rallado) salpimentado al gusto. Volver a tapar y servir al cabo de cinco minutos.


Actualmente sin la escasez de materias primas de la posguerra este mismo plato presenta distintos añadidos alternativos (cercano ya el final de la cocción),  y muy de acuerdo al producto típico del lugar donde se prepara: desde morcilla, a bacalao, o espardenyes, incluso foie... para todos los gustos y a gusto del consumidor.

Más sobre Agustí Vehí en estos próximos días:

La Asociación para la promoción de la novela negra en catalán ennegre ha convocado como uno de sus primeros actos públicos la primera edición del Premi Memorial Agustí Vehí de Novel·la Negra 2013 (aquí las bases). 

Y la Editorial Alrevés acaba de sacar a la venta Remor de serps obra póstuma del autor (aquí la sinopsis).

Y sobretodo no olvidar que se ha elegido el 27 de septiembre a las 19:30 en el auditorio de la Facultat de Comunicació Blanquerna de Barcelona para dedicarle un recordado homenaje. En este blog A l’ombra del crim encontrarán el detalle del acto. 


martes, 17 de septiembre de 2013

Interrobang: fake VIII - El caso Leavenworth de Anna K. Green

 - Señorita Leavenworth, falta la llave de la puerta de la biblioteca.
La joven no contestó.
   -  Se ha testificado que, antes del descubrimiento del asesinato, se dirigió a la puerta de dicha estancia. ¿Quiere decirnos si la llave estaba puesta en la cerradura?
   -  No estaba.
   -  ¿Está segura?
   -    Lo estoy.
   -   ¿Tenía esa llave alguna particularidad en tamaño en su forma?
Esforzándose por reprimir el repentino terror que le produjo la pregunta, la joven miró alrededor, al grupo de criados que se hallaba a su espalda.
   -  Era distinta de las otras –admitió por fin.

El caso Leavenworth de Anna K. Green

La diferencia respecto a otras llaves estaba en el troquelado y el código de acanaladuras labrado en la paleta o paletón, observen y verán el signo distintivo.

El caso Leavenworth de Anna K. Green ha dado para dos fakes. Vean aquí el anterior, el fake número VII. 

Y lean aquí la reseña de la novela El caso Leavenworth.


jueves, 12 de septiembre de 2013

El rostro de la muerte de Cody McFadyen

El rostro de la muerte es la segunda novela de Cody McFadyen protagonizada por Smoky Barret.

La muerte suele representarse por una silueta oscura cubierta con una túnica con capucha y sin rostro, solo un agujero de negrura insondable. Nada más lejos de la realidad. La muerte, la arrebatadora de vidas, siempre tiene rostro, y tiene nombre y vive y disfruta viendo morir a sus víctimas.

Smoky Barret, agente del FBI, está de vacaciones en casa, con Bonnie, la pequeña Bonnie, lo más parecido a una hija, y ambas intentan recuperar el ritmo que supone una vida normal. Esas vidas de anuncio habitadas de juegos, televisión, compras y comidas caseras y risas. Lo intentan pero si durante el día lo consiguen, las noches siguen pobladas de pesadillas que solo se rompen con gritos y ansiedad.

Toda enfermedad tiene su proceso. Y la suya, aunque sea más del alma que del cuerpo, que también, no se escapa de seguir el suyo y dejar que el tiempo lime las aristas de los recuerdos dolorosos que las hacen sangrar y den paso a los recuerdos de solo lo agradable y conmovedor.

A Smoky le ayuda a desconectar el fijar la vista en el televisor apagado. Haciendo que la mirada penetre en la insondable oscuridad que devuelve la pantalla. Cualquier truco es bueno para conseguir reposar la mente y olvidar los horrores vividos en propia carne del pasado y los horrores de su trabajo diario. Hay que aprender a dejar los muertos allí donde se han encontrado y no llevárselos consigo.

Pero el sol sigue brillando e iluminando incluso las cosas rotas, la vida continua para todos y lo hace a su ritmo, con cosas buenas y cosas malas, y con asesinos y con víctimas, por lo que las vacaciones de Smoky duran menos que un suspiro y ella y su equipo deben volver al trabajo.

Smoky tiene una gran suerte con su equipo. Su familia. Con los que mantiene tal estrecha relación que una simple mirada, un anodino gesto es rápidamente entendido y ejecutado. Comunión total. Como la que mantiene con las pistolas, para nada un objeto externo, que son como un apéndice de su cuerpo. Ríanse de Annie Oakley.

Callie, cariñosa abreviatura del especial nombre de pila de Calpurnia, es una forense ruda con el delito y el delincuente, pero un amor en sus relaciones personales, atenta y siempre dispuesta a echar una mano sin pedir explicaciones e incapaz de resistirse a los donuts; eso si, más cerrada que una ostra aunque con quien se abre muestra la perla que lleva dentro. Pelirroja atractiva, madre soltera de jovencita que ahora ha recuperado su hija y su nieta, por lo que tiene más razones para luchar.

Allan es un afro americano gigantesco de cuarenta y algo años que todo lo que tiene de grande y fuerte lo tiene de paciente y meticuloso, combina una mente brillante con un cuerpo capaz de soportar los impactos de un defensa de fútbol americano. Forma una pareja perfecta con Elaina, su esposa, una latina hermosa que personifica la bondad y que aún superando una terrible enfermedad no piensa en si misma mientras otros la necesiten.

Con James se completa el grupo. James es especial, se lleva mal con todo el mundo. No transmite emociones, su comportamiento resulta exasperante, su actitud despierta hostilidad y sus comentarios tienen la virtud de irritar a quien los oye; pero es brillante, con un coeficiente intelectual altísimo y con unos logros académicos envidiables es capaz de entender como funciona la mente del asesino al que se enfrenten. Su obsesión de entrar en el FBI se cumplió a los veintiún años: es su manera de vengar a su hermana asesinada.

El asesinato sanguinario huele a sangre, Huele a cobre, a metálico. Olido una vez, olido para siempre. Por eso al entrar a una vivienda donde se ha producido un asesinato, se puede determinar el grado de ensañamiento o el número de víctimas solo por como de denso huele el aire. Smoky tiene habilidad para ello, lo que le facilita la investigación al tiempo que le sienta fatal y cada vez le asquea más su trabajo. La vivienda de los Kingsley es el escenario esta vez.

Este nuevo caso tiene mucha sangre y tiene a Sarah, una adolescente, etérea, de bello rostro de rasgos exóticos y tristes ojos azules, vestida con un blanco camisón empapado de sangre y con una pistola entre las manos mostrando una actitud impredecible. ¿Víctima o verdugo?

Este nuevo caso tiene una terrible historia detrás, tiene un brutal y desastroso presente y anuncia un futuro donde el dolor va a jugar su baza.

Pero el futuro no está escrito del todo. Se va escribiendo a medida que el presente se convierte en pasado. Aún puede haber música.

Cody McFadyen tensa las fibras nerviosas con su escritura consiguiendo encerrar al lector/a en una habitación sin ventanas ni puertas. Sin salida y con muy poquito aire que se va consumiendo muy lentamente.

La primera novela con Smoky como protagonista es El hombre sombra. En ella se cuenta lo que vivieron y sufrieron Smoky y Bonnie para arrastrar aún tanta pesadilla y tanto temor. Recuérdenla aquí .