lunes, 7 de julio de 2014

Castle 6 temporada

Castle 6ª temporada
La sexta temporada de Castle tiene una vuelta a los origenes, a los elementos que hicieron de ella la populosa y popular serie que es.

Sus signos de distinción: la parte infantil, espontánea, divertida y glamourosa aportada por el escritor Rick Castle, potenciada por los extravagantes punteos filósoficos del carpe diem aportados por su madre y por la realidad mundana del enfoque adolescente de su hija, frente la parte racional, metódica, realista y por momentos excesivamente seria encarnada en la inspectora Kate Beckett.

Parece que los guionistas, una vez liberados de la trama lineal del asesinato de la madre de Beckett y de la necesidad de definir la relación amoroso sexual entre Castle y Beckett han retomado la capacidad de imaginar, improvisar y divertirse creando guiones que cumple perfectamente estas premisas y satisfacen plenamente a la audiencia, un poco mareada por los últimos bandazos.

Esta temporada mantiene el elenco de protagonistas ya conocidos que han conseguido ensamblar un entretejido de relaciones con buena química, como lo demuestran Rick Castle (Nathan Fillion) y Kate Beckett (Stana Katic).

La serie se inicia cambiando el habitual paisaje de New York por el de Whasington y por tanto la relación acusa la distancia. Solo hasta que Castle decide actuar por su cuenta y empezar a líarla.

Y vaya si la lía, solo hace falta ver el segundo episodio para sufrir como un cosaco. Y así hasta veintitrés.

Castle vuelve a ser Castle. Para lo bueno y para lo malo. Y esta sexta temporada vuelve a obsequiarnos con episodios de comedia familiar, con guiños y homenajes a temas recurrentes en films de culto como el viaje en el tiempo o la busqueda de un tesoro masón sin ir más lejos (recuerden el film La búsqueda) y en otro episodio aún tienen tiempo para evocar a Carrie.

Ford Gran Torino
También hay divertimentos como el del episodio con la recreación de los años 70, con decoración, mobiliario, vestuario y look de peluquería y la evocación a Starsky y Hutch y su inolvidable Ford Gran Torino.

Kate Beckett vestida para matar
o para casarse
Mientras se va desarrollando la subtrama líneal que en esta temporada es algo tan romanticoide como preparar una boda, con un episodio de reencuentro familiar, y saber si al final se llevará o no a cabo ya que algo surge del pasado para impedirlo.

Sin olvidar el último episodio que deja abierta la boca y un mundo de posibilidades.
La serie retoma el punto frívolo que seis años atrás sorprendía y encadilaba y para nada parece pasado de moda; al contrario parece aire fresco frente algunos de los experimentos fallidos con los que temporada trás temporada las cadenas, es su obligación, pretenden evolucionar.

Sin duda alguna esta capacidad de autoinventarse dentro de la serie autoinventando a la vez las series televisivas policiales es lo que marca la diferencia con otras que no consiguen mantenerse y, si lo hacen, la repetición de su esquema las vuelve aburridas.

Con Castle el aburrimiento no es una opción.

Si les gusta Castle están de enhorabuena por disponer nuevamente de su genio y figura y si no les gusta, olvídenla ya que el Castle actual es de dos tazas.

Para los que quieran recordar las cuatro primeras temporadas pinchen aquí.
Para la quinta y ver las fotos del loft de Castle pinchen aquí.
Y si quieren leer sobre sus novelas es aquí.




jueves, 3 de julio de 2014

Harriet por Elizabeth Jenkins

Harriet es una novela que narra una historia escalofriante; narra el lento y parsimonioso pero deliberado avance de un ser hacia el abismo, ignorante de que al final solo hay profunda caída, ignorante de sus consecuencias. Literalmente ignorante. Lamentablemente.

Harriet trasciende la novela negra para ir más allá. Le da a la novela gótica su más lúgubre y malvado significado. Convierte la crónica de sucesos del periódico en un sainete.

Harriet, 32 años, es una joven con cierto grado de retraso mental aunque no discapacitada, muy apegada a su madre y feliz en su ingenuidad y sobreprotección que un día siente el despertar de unos sentimientos desconocidos a raíz de trabar conocimiento con Louis Staunton, un hombre que la hace sentir especial. Que le dice cosas que nunca oyó.

Que le despierta una parte de su feminidad que permanecía dormida desde la infancia y provoca una erupción de nuevas sensaciones: amor, afianzamiento, rebeldía, más propias de una adolescencia que nunca vivió.

Estos sentimientos tienden a proyectar hacia el exterior esta parte de su personalidad hasta ahora desconocida, y por ello favorecen un descontrol emocional en donde sus reacciones, más hormonadas que razonadas, son fácilmente manipulables. Y ese hombre, detonante de ese estado, se aprovecha de la situación para convertirla en marioneta de sus intereses.

Elizabeth Jenkins, la autora, disecciona con frialdad el espectro de comportamientos egoístas y actitudes mezquinas de cada uno de los distintos protagonistas de la novela mostrando un retrato psicológico al desnudo que lo deja todo a la vista y por tanto evidencia y resalta las intenciones de cada cual.

Sin tapujos. En porretas.

Protagonistas, todos ellos sin excepción alguna, que aportan con conocimiento o no de causa, su granito de arena al desenlace final aun cuando ninguno asuma su responsabilidad por entender que es la suma de los factores lo determinante y no la parte por el todo que representan, haciendo bueno el refrán de entre todos la mataron y ella sola se murió.

Harriet es una novela publicada en 1934 basada en hechos reales. Basada en El Caso Penge acaecido en 1877. Un caso criminal mal resuelto y un caso médico tratado a destiempo.

El período en el que transcurren los hechos reales, 1877; la moral de la época, plenamente victoriana 1837-1901; y la poca relevancia social de la mujer, el derecho a votar y por tanto su reconocimiento como ciudadanas de pleno derecho no sería hasta 1918, permiten al lector contemporáneo tener las claves para entender intelectualmente las situaciones descritas y los hechos narrados, no así su aquiescencia.

La ominosidad es tal que hace opresiva la lectura, de por si de lento avance, y obliga a apartar la vista de las palabras, de vez en cuando, como se entrecierran los ojos ante una película de terror.

Harriet es de esas novelas en las que se demuestra que el amor es ciego, que el ejército de buenos sentimientos poco puede hacer frente a huestes de malas intenciones, de esas en las que no se necesita matar para cometer asesinato, de esas pesadillas que se manifiestan sin necesidad de dormirse.

Tan horripilante como apasionante y desasosegante, es de esas novelas en las que el sufrimiento leído parece vivido; traspasa el papel para pegarse a la piel.

domingo, 29 de junio de 2014

El amante de Janis Joplin por Elmer Mendoza

Cuando se lanza una piedra no se puede estar seguro de que daño puede causar. Mejor dejar la mano quieta y la piedra en el suelo. Ya se sabe que toda acción conlleva una reacción.

David Valenzuela desconocía este aforismo o si lo sabía no lo tuvo presente en aquel momento o hizo caso omiso de la sabiduría popular y la mano fue más rápida que el pensamiento. Y el resultado un desastre del que David no conseguirá redimirse, al menos en esta vida.

La consecuencia el exilio y con éste el descubrimiento de una aptitud innata para el béisbol y con ella el viaje de su vida: de su Mexico natal a Los Ángeles en los mismísimos Estados Unidos de Ámerica. Y con el viaje el encuentro con Janis Joplin: una posibilidad entre un trillón.

Y a partir de ese momento ya nada vuelve a ser igual. Aunque el pasado no debe olvidarse para no encontrárselo en el presente. Y sobre todo. si se aparece, que no te encuentre estando solo, desarmado y de noche.

El amante de Janis Joplin es una novela road movie a la mexicana que en lugar de transitar por amplias carreteras transcurre por estadios de la evolución personal del protagonista.

El narcotráfico y la guerrilla como entes enemigos capaces de destruir una vida y como entes aliados como medios para hacer realidad los sueños; en el caso de David, además, son el pan de un bocadillo en el que él es el fiambre, o lo será si no cuida por donde anda y con quien.

De la legalidad al lado oscuro; del don nadie al Don Algo; del sexo fortuito al amor romántico; del puñetazo policial al derechazo knock out; de tontear con el trapicheo a ensamblar un cártel, de la amplitud y soledad del agua azul a la claustrofobia y hacinamiento de la prisión.

Y así es la vida de David, y así también la de muchos otros david que se ven indefensos ante la crisis entre el discurso oficial y la aplicación que jueces y policía hacen en base a su interpretación para nada sujeta a rendir cuentas y por tanto desmandada.

Elmer Mendoza es capaz de estructurar una novela que transcurre en multitud de espacios distintos, casi caótica en su desarrollo, pero con profundas raíces muy autóctonas mexicanas y lo hace al ritmo del pop rock americano e inglés que utiliza como símbolo de una anhelada proyección humana, cultural y liberadora hacia ese norte más allá del Rió Grande.

Escribe sobre la vida, la pobreza y la riqueza, mezcla ficción e historia verdadera casi sin saber cual es cual y utiliza un modo de lenguaje hablado para conseguir que lectura se oiga.

Y lo aprovecha junto al peculiar uso de la puntuación y del ritmo narrativo para marcar los tempos de la novela, apresurada al principio: hay que huir, hay que huir; más ralentizada a medida que avanza: hay que asimilar lo que se va conociendo, lo que se va descubriendo; definitiva y deliberadamente lenta a medida que se acerca el final: los sueños solo existen mientras se duerme y la muerte no es la gran dormida.

Lo importante no son los hechos que se narran sino su significado intrínseco y las interpretaciones que hace cada personaje o el propio lector de lo que va aconteciendo.

La novela encierra mucho contenido subyacente, mucha crítica, mucha rabia y mucha mala leche. Muchos toques de fina ironía para driblar las burlas del destino. Remueve las tripas por la injusticia. Es una muy, muy, buena lectura.

miércoles, 25 de junio de 2014

La redención y la muerte de Lena Svensson

Mora es un pequeño pueblo sueco de moral casi victoriana situada a orillas del lago Sjlian más o menos hacia el centro del país. Es el pueblo natal de Greta Lindberg al que ahora vuelve esta pelirroja, de carácter tozudo, valiente e inteligente, a curarse de mal de amores.

Mora es ese pequeño pueblo a menudo vestido de nieve que salvando las distancias ficticias, en longitud y latitud, nos recuerda Saint Mary Mead. Y es que Agatha Christie está omnipresente en toda la novela.

Así, Greta considera El caso de los anónimos como una de sus mejores novelas y destaca Misterio en Pale Horse por el predominante e interesante papel que tiene Ariadne Oliver, posible alter ego de la Gran Dama del Crimen.

No deja de ser curioso que Nina Wallström, a quien aún no conoce pero no tardará en hacerlo, sienta identica pasión aunque su preferida sea Muerte en la vicaría.

Greta está a punto de canviar la trayectoría de su vida tanto en lo profesional como en lo sentimental, pero ni ella misma sospecha hasta que punto el vuelco va a ser tan exagerado: sus inclinaciones literarias están a punto de convertirse en realidad.

Hija de sueco, inspector de policía en activo y de inglesa, poetisa, fallecida en accidente de tráfico; y ella, sueca, profesora de literatura y voraz lectora, en especial de novela policiaca y en particular de Agatha Christie, a quien idolatra hasta el punto de que su loro hembra, de raza gris africana y nueve años de edad, se llama Miss Marple y si tuviera una librería sería temática de novela policial, enigma y misterio con Club de Lectura incluido y la llamaría Némesis  en homenaje al título de la última novela protagonizada por Miss Marple.

Y ¿que le puede deparar el destino a alguien como ella?

Pues ni más ni menos que vivir en primera persona lo que tantas veces ha constituido argumento de sus lecturas. Y eso sin ir a buscar nada: al igual que sucede con miss Marple, Greta no va a resolver crímenes sino que estos vienen a ella para ser resueltos.

Karl Lindberg es el inspector de la policía local, viudo y padre de Greta y quien siempre deseó que su hija siguiera sus pasos en el cuerpo, cosa que está haciendo de forma oficiosa ya que no está calzada con zapatos oficiales sino con zapatos de calle.

En la comisaría tiene como equipo a Mikel Stevic, un policía a quien el pensar más con la cabeza pequeña y calva que con las neuronas de la grande le provoca sentimientos encontrados y encuentro de problemas; y a Nina Wallström, buena y pragmática profesional pero comedida con sus sentimientos hasta más allá de lo que debiera pues desde hace tiempo suspira por su jefe Karl.

También aparece Hanna Windfel, su mejor amiga que siempre la está animando y que se postula como una fotógrafa con porvenir.

Y un personaje entrañable es Pernilla Apelgren, a quien deseamos más protagonismo en las siguientes entregas y que recuerda a la Gladys Kravitz de la serie de televisión Embrujada, por estar todo el rato pegada a las cortinas de su casa espiando lo que sucede enfrente.

El asesinato es el motivo para que haya una investigación policíaca pero no es el fin en sí mismo, por lo que no hay recreación morbosa en el hecho en sí sino simple y llanamente constatación de una muerte por un tercero y desencadenante de las pesquisas oficiales y las paralelas de Greta. Un whudunit en toda regla.

Y aunque la resolución se desvele con bastante anterioridad al fin de la novela no por ello decae el interés, ya que al propio de haber descubierto quién está detrás ahora lo que interesa es saber cómo obtener pruebas incriminatorias para su confesión.

La Redención y la muerte es una novela que mezcla enigma policial, intriga, humor, romanticismo y costumbrismo de forma amable y sencilla y permite una lectura fácil y amena, con cierto aire juvenil, y sembrada de diálogos y referencias literarias de género que tanto harán las delicias de los seguidores del whudunit británico sin que le falte ningún ingrediente y permite una lectura sin sobresaltos y sin salpicaduras como a los componentes de club de lectura para primerizos.

Andrea Yungblut es el nombre de esta autora argentina que firma sus novelas eróticas como Breeze Baker, las novelas de suspense como Sienna Anderson, las románticas como Andrea Milano y las novelas de misterio policial como Lena Svensson. A prolífica difícilmente se le gana.

Emplear seudónimo con apellido nórdico y ubicar las novelas en Suecia ¿por qué será? ¿tirón de moda? Puede hacerle o no flaco favor a su literatura policial pero para los reacios al género que surgió del frío una aclaración: recuerden que la autora es argentina y no vive en Suecia: ¿sino de que iba a tener la novela ese aire latino a pesar de transcurrir en Mora?

Una recomendación a autora y editorial: si la edición es para España ojo que los giros hispanoamericanos no dan sensación de localismo sino de mala corrección. Y chirrían notablemente esos modismos en boca de un nórdico.

A este primer caso de Greta Lindberg le siguen dos más ya publicados: El Cazador y la Presa, y El Ángel y el Infierno, próximamente en este blog.

La banda sonora de la novela la compone ABBA, en particular Gimme, gimme, gimme (la preferida de Miss Marple, el loro, no la anciana), el grupo In Flames y el grupo Evergrey liderado por Tom Englund.

Pinchen aquí para conocer el site oficial de Lena Svensson.

Post scriptum: la segunda novela de la serie ya está reseñada en este blog, pinchen en el título para leerla: El cazador y la presa


martes, 17 de junio de 2014

Blacksad 5 Amarillo de Juan Díaz Canales y Juanjo Guarnido

Blacksad vuelve con música de motor, ya de coche, un cadillac eldorado, ya de moto, en una aventura homenaje a las road movies del cine norteamericano. Con sus amplios escenarios naturales y con sus icónos culturales que convertidos en objetos de consumo se han dedicado a exportar durante años.

Amarillo es una aventura atípica ya que en esta ocasión a Blacksad lo contrata el azar para transportar un Eldorado de Nueva Orleans a Tulsa y es éste mismo azar quien lo arrastra en una persecución que tiene mucho de cine y mucho de introspección personal no solo de los protagonistas sino de toda la generación contracultural americana que se vino a conocer como la Beat Generation.

Siempre hemos querido ver las road movies como un viaje hacia la libertad, no siempre alcanzada. Como un recorrido físico de traslado a otros lugares, para conocer nuevas gentes y nuevas comunidades y como un recorrido mental de descubrimiento y superación personal. Aunque la realidad, mucho menos romántica, haya significado la mayoría de veces huídas hacia delante con trágico final.

En esta road movie no falta de nada: moteros, gasolineras urbanas, plantaciones de maría, circos ambulantes, trenes de largo recorrido, estaciones de tren y estaciones de autobuses... hay de todo y por ese mismo motivo tal vez haya demasiado. El argumento abarca mucho y aprieta poco.

La historia de esta quinta aventura de Blacksad tiene su epicentro en Amarillo y éste es el color que el álbum adquiere por medio del coche, de los campos de cereales, de la carpa del circo, del león protagonista y con el que refleja sentimientos negativos: envidia,  cobardía y miedo.



Los colores de las cubiertas de Blacksad componen un mensaje asociado a un tema de los que componen el mainstream de argumentos de novela negra, y así en cada uno de los álbumes, juegan con el negro para hablar del luto de un crimen pasional, del gris para denunciar al blanco racismo, del rojo para hablar de espionaje y química, con el azul llega el blues, el jazz y la droga y ahora el amarillo.

Y hablando de colores es todo un alarde de ingenio lingüístico el juego de palabras sobre decoloración, Colorado, de color, colorido , entre el guacamayo rojo y Blacksad, ¡sin ofender claro!

Esta nueva entrega de Blacksad toma una deriva más ligera respecto las anteriores que la lleva a experimentar nuevas fórmulas en la narración de historias y en la forma de dibujarlas.

Los autores siguen escogiendo temas clásicos mil veces contados para reinventarlos y reinventar al cómic. Si en las anteriores entregas estaban claros los casos en los que Blacksad intervenía de justiciero acreditado, en esta su presencia es más coyuntural que determinante.

Sirve más de hilo conductor de una historia en la que no es el protagonista principal de la misma. Blacksad transita por la aventura viviendo lo que sucede a su alrededor a ratos como parte activa y a otros como espectador. Tanto es así que incluso no sale en bastantes páginas.



Comparado con los otros álbumes el dibujo de Juanjo Guarnido presenta cierta desafección, tratamiento apresurado de los fondos y menos detalle en general con un leve giro expresionista que no acaba de cuadrar ni con el personaje ni con la antropomórfica visión, que precisan un toque más figurativo, que es el sello distintivo de la obra.

Y lo mismo pasa con el guión de Juan Díaz Canales que pasa de puntillas sobre varios temas, recoge solo la anécdota y le da cierto tratamiento frívolo sin  profundizar en la denuncia como nos tenían acostumbrados dejando la historia solo esbozada.

La road movie ha salido rodada por la utilización de tópicos y por ese mismo motivo no ofrece sorpresa ni creatividad, ni en el desarrollo ni en el desenlace y tampoco ofrece renovación.

Ciertamente Amarillo es el álbum más flojo de la serie, el menos negro y aún y así un cómic de gran nivel: nos habían llevado al universo y ahora el cielo nos parece poco.

No es fácil ir superando el listón y tampoco lo es mantener el nivel pero habida cuenta del tiempo que media entre álbum y álbum no deberían conformarse.

Y como hicieran con álbumes anteriores, en las guardas de la contracubierta nos regalan un bonus en forma de fotos tomadas durante la aventura como recuerdo.

Recuerden los álbumes anteriores en esta reseña de este mismo blog y no olviden recrearse con el primer guiño y con el segundo.