En esta novela el autor Toni Hill cierra de forma
inapelable la trilogía que iniciara con El
verano de los juguetes muertos y continuara con Los buenos suicidas.
Y lo hace porqué a Héctor Salgado le debía no alargar más
el enigma sobre el paradero de Ruth Valldaura, su ex mujer y madre de su hijo
Guillermo. Y lo hace porqué hay que rendir cuentas y porqué sus protagonistas merecen conocer la
verdad. Sus sueños no merecen ser pesadillas.
Dos tramas se mueven paralelas en esta Los amantes de Hiroshima, y también se
entrecruzan para avanzar a trompicones pero de forma inexorable hacia un final
que sorprende por su giro bien concebido para causar esta emoción.
Estamos en Barcelona, en 2011, en plena insurgencia civil, cuando los
indignados toman las plazas y con sus acampadas, sus asambleas y sus
reivindicaciones solidarias le dan un vuelco a la Historia y una patada a los
estamentos políticos asentados; un momento donde enraizan unas ideas que están
empezando ya a dar sus frutos.
Como enraizó una historia entre un grupo de amigos, siete
años antes y de la que en este miércoles 11 de mayo de 2011 se recogen sus frutos. Unos amargos frutos.
Al inspector Héctor Salgado y su equipo formado por Leire
Castro y Roger Fort les cae la investigación sobre la muerte de dos cuerpos
jovenes. De los cuerpos de una pareja cuyo pecado, parece que, fue amarse.
Unos cuerpos que aparecen calcinados y con evidentes
signos de enorme violencia en una casa okupa abandonada cerca del aeropuerto de
Barcelona.
Unas elocuentes pinturas colgadas en las destartaladas
paredes conforman a modo de bastidor una macabra puesta en escena.
Hiroshima después de la visita de Little Boy |
Y una narración corta, incluida en la novela, Los amantes de Hiroshima, de una
sensibilidad muy especial tiene en sus párrafos signos inequivocos de
transmitir unas emociones capaces de traspasar prejuicios y tabúes.
Y la investigación precisa tirar de archivo y remontarse
a siete años atrás, siete exactamente, cuando en Barcelona el Forum de las
Culturas causaba curiosidad mundial, para encontrar el camino a seguir que
conduzca hasta este aciago presente.
Bastante más que el espacio tiempo, solo seis meses, que
media entre la desaparición de Ruth Valldaura y este 2011.
Presente, pasado y pretérito enlazados en un viaje hacia
atrás en el tiempo punteado por flash
backs que delimitan la cuadricula por donde se mueven los protagonistas y
los policías para resolver ambos misterios.
En esta tercera novela hay flash backs dentro de retro
flash blacks, necesarios porque todo viene del pasado y enlentecedores en
la dinámica de la trama como para producir el efecto de tirar de memoria.
Al autor le ha costado bastantes páginas resolver ambos
casos; como si le costara renunciar a ello, com si le doliera.
La trilogía, por lo que se refiere a la subtrama,
subyacente pero importante. de Ruth Valldaura, y cuyo desenlace se merecía más elaboración
y más páginas, se ha acabado.
Pero este fin, a buen seguro, es un nuevo
principio.
La novela presenta una cubierta tan impropia de su valía como pasara con las dos anteriores, eso si, hay que reconocer que siguen la misma línea de diseño ;-)
Recuerden aquí las reseñas de las dos anteriores novelas de esta trilogía: