Un código de barras como máscara. |
Codeflesh es un cómic noir de apariencia simple pero con un trasfondo complejo en su planteamiento del uso de la violencia como droga euforizante.
Cameron Daltrey es un
agente de fianzas de la condicional que contrata a un cazarecompensas cuando
alguno de sus clientes no cumple con las obligaciones de presentarse ante el
juez y en consecuencia está en riesgo recuperar el dinero invertido. Hay que
localizar al presunto delincuente y reconducirlo al camino legal y soliendo emplear
la fuerza bruta como método de convicción más eficaz que la palabra.
El cazarecompensas, que
cubre su cabeza con una cutre máscara casera con un código de barras impreso por
cara no es otro que el propio Cameron que adopta ese disfraz para no ser
reconocido ya que no tiene potestad para ejercer esa tarea desde que un juez se
la retirara.
Cuenta con un socio, Staz,
simple figurante en el trabajo y en el cómic, para guardar las apariencias y
está enamorado de Maddie, una striper, que aún lo está más de él lo que no
impide que se pueda hartar de su falta de atención y de sinceridad y dejarlo
plantado.
A lo largo de nueve
capítulos, en realidad nueve historias autoconclusivas, se va desvelando el
carácter del protagonista y el porque de su necesidad vital para involucrarse
de lleno en esas peleas: está enganchado al subidón que le proporciona la
liberación de adrenalina.
Los argumentos de Joe Casey son bastante simples, que no
planos, y la trama sigue un esquema y se resuelve con rapidez: se conoce de un
presunto que estando en libertad bajo fianza no se ha presentado ante el juez,
Cameron se encasqueta la máscara, lo localiza, la consecuente pelea se lleva
las ¾ partes del total de páginas, y una vez capturado hay escaso tiempo para
reflexionar sobre las cosas importantes de la vida. Entre ellas que está distanciándose
de su novia y si sigue así la perderá.
A pesar de este esquema
reiterativo y fácil el cómic consigue atrapar la atención ya sea por el elenco
de extravagantes personajes que parecen habitantes de un catálogo de lo
sobrenatural por su variedad de súper poderes o bien por la de palos que recibe
Cameron que parece poco más que sea él quien tenga súper poderes para poder
encajar tales palizas y seguir tan fresco.
Este cómic fue un embrión
nacido en el 2000 que no llegó a desarrollarse en su plenitud y de ahí que sepamos
poco de las motivaciones de los personajes y de sus inquietudes (incluso del
título, de la máscara…) aunque el guionista Joe Casey consiga en muy poco
espacio compensar habilidosamente pinceladas psicológicas en una trama con
mucho ritmo e intensidad y diálogos ásperos como barba de dos días.
Codeflesh capítulo 1 |
Charlie Adlard dibuja, despachando el argumento con solvencia, sin ceñirse a estructura
alguna de viñetas, adaptándolas según necesidad, y con un dibujo de líneas
duras y un empleo del color basado en tintas planas de
colores sucios con lo que consigue transmitir esa sensación de abandono y marginación
que predomina a lo largo de la serie y hace palpable esos excesos de
testosterona del protagonista que incapaz de encauzar su vida sentimental se
desfoga con ráfagas de violencia.
Un cómic en la mejor tradición del género
negro clásico americano dando juego a un elenco que generalmente está de
relleno y ocupa papeles secundarios como agentes de la condicional, cazarecompensas,
strippers… y que revisa el concepto de súper poderes sin mallas de colores ni
glamour mediático.
Probablemente no figurará en ninguna
lista de indispensables pero eso no significa que no sea una obra elogiable y
merecedora de atención.