Un comic noir original |
Con argumento de novela negra al más puro estilo Donald
Westlake ¡A todo volumen, Bruno! desarrolla una historia que empieza con un joven africano, promesa
del fútbol, viajando a Francia clandestinamente para cumplir el sueño de
triunfar en un gran equipo y se complica con el encontronazo entre dos bandas
de delincuentes, exponentes, por edad y experiencia, de métodos diametralmente
opuestos.
Nada en su inicio hace presagiar los giros argumentales
que se van a ir sucediendo al estilo más descarado de Westlake por la facilidad
en ir complicando una historia de apariencia simple, por el humor negro de la
situación, por apostar por los débiles del estrato social y por hacernos tomar
partido por los granujas que aunque se presenten como simpáticos no dejan de
serlo.
Traoré, un guía de turismo maliense que visita a menudo
una aldea dogón para que los turistas vean la danza de las máscaras observa en
Slimane dotes de gran futbolista y éste, seducido por las posibilidades, decide
probar fortuna en Europa.
Pág. interior de ¡A todo volumen, Bruno! |
Las casualidades no existen o tal vez si, sea como fuere
en Francia las cosas no le van a ir ni tan bien como soñaba ni tal mal como
podría haber sido la vida de un negro sin papeles que además se mete de lleno
sin quererlo ni beberlo en una disputa entre dos bandas que pugnan por el botín
de un atraco.
Atraco que ya de por si resulta tan patoso como los que lo perpetran y que de algún modo divide la aventura en dos partes. El después no es el que hubiera debido de ser.
Una disputa que sube de tono y alcanza un final
tragicómico de gran producción ya que entre los delincuentes los hay avispados
y los hay avispones y pacientes y apresurados: es lo que tiene la convivencia generacional.
La trama se desenvuelve con soltura y propicia el enredo
argumental introduciendo los elementos desencadenantes de cada giro en su
momento justo, mérito de un guión virtuoso que resulta original e
inteligentemente gracioso manteniendo el tono noir en todo momento con más que evidente crítica social.
Baru guionista y dibujante |
Baru
dibuja con trazo fino para dar el máximo de espacio al color con el
que puntúa las acciones para reforzar el mensaje, por ejemplo el particular tratamiento de
los pilotos rojos de los vehículos en movimiento.
La paleta de colores es amplia en tonos y en gamas y la aplica en formato
acuarela dejando fondos abiertos para asegurar el foco visual en los sujetos y sus
acciones que son los que marcan el ritmo narrativo.
Hay viñetas y diálogos, no hay textos explicativos: la
trama no los necesita. Y diálogos solo los justos y necesarios que hacen
avanzar el guión y con contenido trascendente.
Un guión que contiene más que aparenta y que concluye con un final grotesco y moralizante. No dejen de leer esta maravilla publicada en 2011. La edición de Astiberri,
como siempre, resulta de una calidad impecable.