domingo, 28 de octubre de 2018

Desaparición en Trégastel de Jean-Luc Bannalec

La costa rosa de la Bretaña escenario
de una novela negra.

Para el comisario Georges Dupin la inactividad es una enfermedad que atrofia el cuerpo, asola la mente y acaba devorando el alma, por eso cuando su novia Claire lo arrastra a un paradisíaco enclave de la costa bretona para pasar quince, ¡quince! días sin otra ocupación que estar todo el día en la playa, se siente como un náufrago sin otro menester que aburrirse como una ostra.

Dupin no gusta vestir pantalón corto, no quiere ponerse crema solar ni protegerse la cabeza con una gorra. Así que solo le queda andar recorriendo la costa y entrar en el agua y nadar; pero incluso las cosas agradables se vuelven tediosas a fuerza de repetirlas.

Trégastel es un oasis rosa, una costa salpicada de rocas de granito rosa y un mar de aguas tan trasparentes que en el fondo reluce la arena rosa a los rayos del sol. El hotel donde se alojan es L’Île Rose y una cantera cercana ostenta el original nombre de Carrière Rose, incluso al cadáver de una chica encontrado hace años se le recuerda como La Muerta Rosa. La vie en rose!

Pero incluso en el paraíso hay maldad y el rosa presenta toques de gris claro en forma de robo, en forma de allanamiento y en forma de agresión, de gris marengo en forma de desaparición y de negro en forma de asesinato.

Dupin ya tiene donde agarrarse: un buffet libre de variados delitos a su alcance para investigar; lo malo es que ni Claire ni nadie de su equipo, bien adiestrados por su eficiente secretaria Nolween, le va a permitir inmiscuirse en nada que no sea decidir qué comer y beber literalmente. La vie n’est plus rose!

Pero Georges Dupin, personaje tenaz y singular, pondrá su ingenio a disposición de sus intereses y logrará su objetivo: hacer vacaciones y divertirse.

Mapa de la zona
Jean-Luc Bannalec consigue en esta nueva novela, sexta entrega de la serie protagonizada por el comisario Georges Dupin, transmitir todo el encanto de la novela policial clásica británica al ubicar los delitos en un idílico pueblecito, perfilar convenientemente un reducido número de sospechosos e incluir red herrings en forma de secretos y misterios.

Por momentos la estancia de Dupin en el hotel evoca a otras parecidas de Poirot y el estilo narrativo consigue transportar al lector a los tiempos en que las vacaciones eran para unos pocos y no había aglomeraciones, como si escribiera la mismísima Agatha Christie.

Resulta muy bien orquestada la confabulación de gente del pueblo para que Dupin pueda estar al corriente de las pesquisas de la policía local sin que Claire sospeche, lo que genera una compleja trama de situaciones equivocas en el más puro estilo de comedia de enredo, donde todos esconden y amagan sin que ni Claire ni Nolween consigan salir indemnes.

Sin duda la novela más divertida de la serie, mantiene el interés policial hasta el final y, fiel a su ideario turístico, sigue ilustrando sobre las bondades paisajistas de la Bretaña, sus leyendas y su apetitosa gastronomía.

Lean las reseñas de otros títulos de la serie:










jueves, 18 de octubre de 2018

Pájaros sin alas de José Javier Abasolo

Puedes retener un pájaro cortándole
las alas, pero entonces dejará de ser
un pájaro.

Pájaros sin alas es la primera novela negra de una serie protagonizada por Goiko, Mikel Goikoetchea, inspector de la Ertzaintza en excedencia forzosa hasta que se olvide una infundada acusación de formar parte de una red de pederastia que ha destrozado su carrera y su matrimonio.

La vida le ha cerrado una puerta a Goiko pero le ha abierto una ventana y ahora es detective privado. Casos de poca monta. Migajas para quien fuera un prometedor investigador de homicidios, pero menos es nada. Y la vida sigue y hay que pagar facturas y comer, aunque sea poco y mal, algo excepcional por sus raíces.

A Goiko aún le queda quien cree en su inocencia.

Aún tiene amigos, buenos amigos, en el cuerpo y fuera de él. Y si un amigo ya es bien preciado, en sus circunstancias, es como que le toque la lotería. Y si encima velan por él, ya no son amigos: son ángeles de la guarda.

Un conocido notario de Bilbao lo quiere contratar para que investigue la muerte de su mujer considerada por todos un desafortunado accidente mientras que él sospecha que en realidad ha sido un asesinato.

Nadie aparte del marido cree en ello. Forense y policía fueron concluyentes en su dictamen. Goiko no quiere este caso pero se ve abocado a aceptarlo por la insistencia de sus amigos. Y a un amigo que te echa una mano no se le hace un feo.

La novela está narrada a dos voces, arriesgado ejercicio ya que una, la de Goiko es en primera persona, nada sorprendente en novela negra, pero la otra, la del asesino profesional, lo está en segunda persona y con ello el autor evidencia las dos posiciones ante la vida de los dos protagonistas y acentúa el aspecto psicológico de ambos.

Sus pensamientos, sus decisiones, sus sentimientos quedan expuestos sin pudor y en perfecto antagonismo aunque al final se desdibujen los contornos y las intenciones.

La voz del asesino resta capacidad de sorpresa por anticipar acciones y la inevitable confluencia final. Tanto el delito como el delincuente se van viendo venir pero resulta algo que no preocupa ya que la obra busca precisamente que se viva el avance progresivo de la investigación y sus repercusiones sobre la condición de quienes la hacen posible y eso se logra manteniendo un ritmo narrativo sosegado y una esmerada selección del vocabulario y del conocimiento de la gramática.

José Javier Abasolo
José Javier Abasolo consigue que una novela larga parezca corta; describe con igual maestría sentimientos y vulnerabilidades que paisajes y edificios y que rostros y cuerpos.

Recrea las disputas saldadas con muertes transformándolas en literaria crónica social.

Sabe escribir y sabe de lo que escribe y la prueba es que Goiko aprobó con nota su bautismo literario y tiene serie propia con varios títulos publicados.

Es una suerte saber que hay más botellas en la bodega. No dudéis en saborearlas.

Puedes retener a un pájaro cortándole las alas pero entonces dejará de ser un pájaro. Pájaros sin alas toma el nombre de la canción Txoria txori

domingo, 14 de octubre de 2018

Primavera cruel de Luis Roso

La crueldad no debería evocar una
de las más poéticas estaciones
del año.

La crueldad es un sustantivo que no puede aplicarse ni a las estaciones del año, ni a efectos meteorológicos, ni a veleidades climatológicas.

Y sin embargo relacionamos la crueldad a un momento del día, o a un mes o una estación por efecto de asociación mental.

Nuestros recuerdos van ligados al momento de los hechos, así no es raro que las huelgas de otoño sugieran titulares como Otoño caliente. Lo que si es raro es que se recuerde una Primavera cruel. Sucesos muy malos hubieron de suceder para evocar esa época, asociada generalmente a luz y color, de forma tan ominosa.

La crueldad es un privilegio de los seres humanos. De los seres humanos que obtienen satisfacción y placer infringiendo dolor. Hay quien lo considera una patología y con ello se exime al que la practica como si no fuera responsable o no tuviera total control de sus actos. Los torturadores desarman esta tesis.

Los torturadores que, como plantas en primavera, despuntan en las épocas de guerra y florecen en las dictaduras no son flores, son mala hierba, rastrera y venenosa.

Al inspector Ernesto Trevejo le endilgan un caso de trascendencia nacional, nada menos que un intento de atentado contra el Caudillo. Hay que aclararlo rápidamente y desarmar cualquier complot sin que la noticia trascienda. El inspector Bustos, un viva la virgen y sobrino del comisario, será su compañero en la investigación.

En esa época los enemigos del estado son los enemigos de España y por encuadrarse en alguno de los brazos de la denostada conspiración judeo-masónico-comunista-internacional reciben la atención simultánea de la Brigada de Investigación Criminal y la Brigada Político-Social.

Son esos tiempos convulsos donde la BIC abusa de su estatus para amedrentar y amenazar a quien les parezca y la BPS va más allá de las palabras o las bofetadas y se silencia lo que ocurre en los sótanos y calabozos de las dependencias policiales.

Trevejo entiende por donde se quiere que vaya la investigación e intenta contentar a sus superiores y a su sentido del deber que no desliga de cierto resquemor humanista.

Luis Roso, como ya hiciera en su anterior y primera novela con el inspector Trevejo como protagonista, no da nada por sentado y no deja que el lector haga lo mismo por lo que cada puerta que se abre conduce a otra sala con más puertas.

Un argumento intenso y opaco en cuanto a pretensión final que va desvelando momentos de la historia de este país al tiempo que lo hace con la trama que estructura la novela. Refleja incluso el ancestral odio que se le tiene a Catalunya, sin aclarar muy bien quien lo suscribe.

Una novela muy bien documentada que logra transmitir el sentir de la época en sus diálogos y pensamientos en voz alta, en la descripción de la forma de vestir y en sus comidas y trasiego de bares, que hacen avanzar la narración y que van ilustrando el realismo social, económico y político de la época.

Esta verosimilitud hace que la novela trascienda de su función de puro entretenimiento y se involucre en el análisis social de la clandestina oposición al régimen, en su forma de estructurase y en sus intenciones; todo sin caer en lecciones y manteniendo en todo momento el caso policial en primer plano. No en vano se trata de una novela negra. De hecho en una novelaza.

Mejor lean primero Aguacero la primera de la serie para entender mejor al personaje y al contexto y ya no podrá dejar de leer esta segunda.

martes, 9 de octubre de 2018

Éxtasis mortal de Ngaio Marsh

El eterno anhelo de la humanidad de
acercarse a Dios.

Cuarta novela de esta autora neozelandesa, protagonizada por el inspector de Scotland Yard Roderick Alleyn, publicada en 1936, y a decir de muchos una de las que tiene la trama más elaborada.

El periodista Nigel Bathgate tiene la inquietud propia de los pura sangre de la letra impresa, de los buscadores de primicias y sospecha que en todo momento y lugar puede esconderse una noticia lo que le lleva a ocupar incluso su ocio en perseguirla.

Su deambular y su instinto conduce sus pasos a la Casa de la Llama Sagrada, un local nada vistoso en un callejón en el corazón de Londres, lugar de práctica de un culto neopagano que disfraza su falsedad abrazando símbolos y rituales de interesante etiología y exóticos avatares que encandilan a quienes quieren creer y si son ricos mejor. Y si son crédulos aún más.

Cuando en una ceremonia de la oportunista secta religiosa se produce una muerte con la sospecha de que haya sido inducida, toda su liturgia será expuesta en interrogatorios que el inspector Roderick Alleyn conducirá hábilmente para descubrir la verdad. No sobre la vida eterna sino sobre la muerte de Cara Quayne.

El Éxtasis mortal tiene lugar en el momento de la revelación, lo que indica cuan peligroso es para los seres humanos querer acercarse a los dioses.

Todos los presentes en el momento de producirse la muerte y solo estos son sospechosos del asesinato. Unos presentes a quienes no solo motiva el interés religioso, sino que manifiestan también un comportamiento terrenal donde la codicia, los estupefacientes y los instintos sexuales destacan sobre otros también pecaminosos.

La trama gira en torno al círculo de sospechosos y se suceden los ingeniosos juegos de despiste para que, aun teniendo la certeza de que el asesino está entre ellos, la duda permanezca el mayor tiempo posible.

Ngaio Marsh
Ngaio Marsh critica y satiriza la necesidad de creer en un ser superior capaz de regir el destino de la humanidad y juzgarla por sus actitudes y comportamientos.

Expone esa debilidad remarcando la ingenuidad de los acólitos cuya fe les impide cuestionarse lo que analizado correctamente no dejarían de ser más que falacias insostenibles.

Y lo hace en brillante modo policíaco plagado de ironías y cuajado de diálogos con los que deja malparados a algunos de los arquetipos, representados por los protagonistas, a algunas creencias y a todas las imposturas.

Una novela policíaca de estructura ortodoxa, perteneciente a la escuela británica de la época dorada del género, que no defrauda a quien se acerca a su lectura consciente de lo esta le puede ofrecer.


jueves, 4 de octubre de 2018

La maniobra de la tortuga de Benito Olmo

La palabra empatía se inventó
para Bianquetti.

El inspector Manuel Bianquetti ha tenido un tropiezo en su carrera que le ha costado sentenciar su condenado matrimonio y un traslado forzoso físicamente de Madrid a Cádiz y funcionalmente de homicidios a archivo.

Bianquetti da miedo a propios y extraños con su elevada altura, su aspecto patibulario y sus malos modos. Genera un rechazo que no solo no se encarga de mitigar sino que lo alimenta con su pose de observador distante desde media distancia y de perdonavidas en las distancias cortas.

Su comportamiento social, del todo inapropiado e incorrecto visto el precio que paga por sus inconveniencias, responde a una actitud consciente lo que supone que su madurez psicológica no está a la altura de su altura.

La palabra empatía se inventó para poder disponer de su antónimo, la antipatía, y ésta, en su grado superlativo, se precisaba para poder calificar a Bianquetti.

Obviamente a alguien tan proclive a hacer amigos y tan respetuoso seguidor de las normas y la jerarquía, relegarlo al archivo en papel, ahora que todo es digital, es empujarlo a reivindicar más si cabe su condición de outsider y así cuando aparece el cadáver de una joven latina y ve cómo de mal se encamina la investigación, no puede quedarse al margen y decide librar la suya propia en solitario y emprender una cruzada redentora que tiene mucho que ver con su familia.

Poco o nada distinto a tantos otros policías literarios, cargados de un pasado, exceptuando la altura y el tamaño de sus manos, grandes como palas y capaces de pegar tortazos como palazos. Ante un elemento como Bianquetti no sirve de nada La maniobra de la tortuga.

La novela presenta una trama principal, el asesinato de Clara, la ingenua joven, y una secundaria que tiende a desembocar en la otra y que trata del proceso de readaptación social y mejora de la autoestima de Cristina, una esposa maltratada y aún atemorizada.

Benito Olmo
Benito Olmo ha creado un personaje icónico, un Myron Bolitar a lo lumpen, que dará mucho juego y ha escrito una novela negra a la que no le faltan tópicos ni tics.

Renuncia a sobrecargar el texto con detalles costumbristas y se limita a los necesarios para ubicar los escenarios, con un mapa útil para forasteros, y demuestra habilidad en manejar la tensión que abunda, ya que si algo tiene Bianquetti es que si los problemas no van a él, él va a los problemas.

Hay pinceladas de denuncia social, como buena novela negra, pero con las que no pretende sacar los colores conformándose solo con esbozar incomodas realidades.

Su fuerte los personajes, su elaborada trama y un final acorde; su punto débil el no salirse de lo previsible. Lectura complaciente que se lee de un tirón. El autor parece tener suficiente munición para mejorar su puntería en próximas entregas.

Por cierto, la adaptación cinematográfica está en marcha.