domingo, 8 de marzo de 2020

La promesa del ángel caído de Friedrich Ani


Un tratamiento valiente e innovador
dentro de un género, la novela negra,
sobre explotado.
Cuando alguien mencionó este título pensé “ya lo he leído” y me olvidé. Pasado un tiempo, en otro foro, el título volvió a salir y en los subsiguientes comentarios se mencionaba una trama que no recordaba en absoluto (no es extraño, leo mucho, mi sastre es rico, y si no hago reset acabo mezclando argumentos y protagonistas de forma lamentable).

Una consulta en Google me aclaró la confusión: resulta que según la investigación de David Sánchez es uno de los títulos más repetidos en la oferta literaria.

Una vez aclarado el misterio me zambullí en su lectura y aún ahora, en el momento de escribir esta reseña, sigo desconcertado por el particular enfoque de su argumento y su peculiar narrativa.

Es la primera novela (de una larga serie) protagonizada por el inspector Tabor Süden, un investigador del Departamento de desaparecidos en Münich. Su modo de actuar resulta atípico en el género porque sus acciones no responden a las del investigador policial clásico, tampoco investiga asesinatos sino desapariciones que no tienen que coincidir necesariamente con cadáveres, y sus necesidades informativas en entrevistas e interrogatorios son ligeramente distintas.

Investigar una desaparición comporta ahondar más si cabe en la psicología y el comportamiento de la persona en cuestión pero es que además Süden es particularmente minucioso en conocerlo todo siendo difícil establecer cuanto es preciso para resolver el caso y cuanto responde a una necesidad ¿patológica? del propio inspector de intimar virtualmente con esa persona desaparecida.

Quien sabe, puede ser que la persona haya desaparecido voluntariamente respondiendo a una llamada interior de reinventar su vida. O puede haber sido descuartizada y esparcida por distintos sitios por alguien ominoso que interrumpió su línea de vida.

En este caso, el zapatero Maximilian Grauke, sobradamente conocido en todo el barrio, ha desaparecido. La denuncia la interponen su mujer y cuñada, hermana de ésta. Ha sido una desaparición que sorprende a todos lo que lo conocen; ningún indicio apunta a esclarecerla. Ni motivos de suicidio, ni enfermedades psíquicas o físicas determinantes, ni relaciones ilegales, ni relaciones extramatrimoniales, ni deudas de juego, ni ganancias de juegos de azar, nada que sugiera que sea voluntaria o involuntaria. Y con numerosos pedidos por servir, algo que atendiendo su sentido de la responsabilidad resulta atípico.

Friedrich Ani
Atípico como la temática de esta novela para lucimiento de un investigador atípico. Un tratamiento valiente e innovador dentro de un género sobreexplotado. Explorar sobre los sentimientos y los niveles de felicidad de las personas, y no tanto sus hechos, para interpretar sus acciones y deducir su destino, anteponer su actitud a las pistas físicas es más propio de un terapeuta que de un investigador policial.

¿Ante qué perfil protagonista estamos? Una cosa es cierta: es un solitario que solo parece empatizar con el sujeto de su investigación; el resto de seres vivos presentes no le provocan mayor interés que ser instrumentos que ayuden en sus pesquisas. Silencio antes que ruido. Soledad antes que compañía. La lectura de la segunda novela seguro que dará más pistas sobre tal particular acuerdo de vida.

Cuando se sumerjan en su lectura la frialdad les golpeará con dureza. En el trato, en las relaciones, en el clima. Novela negra alemana, centroeuropea, funcional, alejada de estereotipos americanos, británicos, nórdicos o mediterráneos.

martes, 3 de marzo de 2020

La virgen de los huesos de Guillermo Galván

Una novela negra con la que sufrir.

La historia social y política de España está más llena de testosterona que de razones y con más actos castrenses, ordeno y mando, y litúrgicos, Dios está con los vencedores, que diálogo. Y luego están los silencios, esos que llenan montones de páginas en blanco porque no tienen ni tendrán quien les escriba.
Leer novelas cuya acción se desarrolle durante o inmediatamente después del cruento golpe de estado franquista tiene siempre un peaje anímico: el que conlleva convivir durante toda la lectura con el horror, con todo el sufrimiento y desamparo que eso supone.
Pero no es un horror extraído de neuronas creativas, no. Lo que se cuenta suele ser verdad y si no a datos exactos lo es por aproximación. Y lo estremecedor es que siempre se suele cumplir el axioma de que la realidad fue peor, mucho peor, de lo que relata la ficción.
El ex-inspector Carlos Lombardi, aun purgando su desafección al nuevo régimen, recibe un encargo de su anterior jefe, Balbino Ulloa, que le ha de permitir sino blanquear su expediente si al menos rebajar a gris lo que se escribió en negro.
Debe localizar a un joven novicio que desde que saliera un sábado por la mañana del monasterio para pasar el fin de semana con la familia no se le ha vuelto a ver y se sospecha la tragedia. Hijo de un pez gordo y ahijado de otro aún más, ambos fieles y leales servidores de la patria y del caudillo, hay mucho interés por esclarecer los hechos y encontrar culpables: en la España de Franco no hay delitos ni desapariciones ni crímenes que no se puedan explicar.
Ejecución sumarísima. En el cementerio, con la fosa en los pies,
con los niños mirando, con una hilera esperando.
La novela transcurre en tierras burgalesas y con Aranda como epicentro, en verano de 1942. La contienda, la guerra, la cruzada, hace poco que acabó y aún hay miedo entre las clases populares. Trabajadores y gente del campo se saben inseguros y nada hacen que pueda suponerles el más mínimo problema con la autoridad vigente. Ni hablar, si pueden. Y las mujeres callan doble porque no está bien visto que se las oiga ni casi que se las vea.
Una autoridad con muchas cabezas, ya que hay que cuidar de no ofender a los representantes del movimiento, casi con tanto poder como el alcalde, a las fuerzas policiales, una benemérita que aún está buscando su encaje en este nuevo orden social, a los nuevos ricos terratenientes y sin olvidar al clero, el brazo religioso que enarbolando la cruz son más temibles que si empuñaran una espada.
Y Lombardi va a tener que lidiar con todo eso y más, revolviéndosele el estómago cada dos por tres, tragando más bilis que vino ácido de la tierra, en una investigación que le descubre aspectos de la contienda en la retaguardia de aquellos que nadie quisiera conocer. Que guía sus pasos por tierras que nadie quiere pisar y por caminos que haría bien en evitar.
La virgen de los huesos es una novela negra, de lectura imprescindible, que dará que hablar.
Guillermo Galván
No conocía ni a este autor, Guillermo Galván, ni a este ex-inspector, Carlos Lombardi, pero desde ya son dos tipos que caen bien y quiero leer la novela presentación de la serie: Tiempos de siega. Su forma pausada de narrar, de elegir cuidadosamente las palabras, su facilidad por crear ambientes y personajes y por describir el entorno sea urbano o paisajístico es meritorio y permite una lectura tranquila. Necesaria para, de vez en cuando, marcar pausas i permitir evocar esa época, sin poder evitar un atisbo de miedo, y recordar que no hace tanto.
Mucha documentación, que no se nota, y mucho sentimiento hay en esta novela en la que Lombardi es un perdedor, pero no por haber perdido sino por no estar en el bando vencedor, y eso, se mire como se mire, es un honor.

viernes, 28 de febrero de 2020

Trufas para el comisario de Pierre Magnan


Una novela negra de aspecto poco
atractivo por fuera y deliciosa por dentro.
Febrero es la mejor época para las trufas. Están en su punto de maduración y los restaurantes no dudan en confeccionar menús a base de platos que contienen delgadas láminas de este preciado bien gastronómico.

Delgadas porqué su precio está por las nubes y de ahí que en las tierras donde se dan y los lugareños que las controlan, las recogen y las venden, sean lugares y personas opacas, poco dadas a la charla y siempre preocupadas porque su preciado tesoro pueda mermar en cosecha o en beneficio.

Las trufas se localizan con perros entrenados, o cerdos que, en realidad son sus cazadores naturales; su ubicación bajo tierra hace imposible verlas por lo que solo el olfato puede detectarlas. Es por eso que Rosaline, una cerda trufera con un olfato privilegiado, esté tan mimada por su dueño y cuando alguien se atreve a dañarla comienza la caza en busca del agresor.

Otra caza, ésta a cargo del comisario Modeste Laviolette, una persona tranquila y metódica, transcurre en la misma zona, en la que Banon, un pequeño pueblo de la Alta Provenza, es su epicentro. Un lugar dedicado a la recolección de trufas. Un alimento que chifla al comisario (y a quien no).

El comisario quiere descubrir el paradero de jóvenes de ambos sexos, hippies a ojos de los lugareños, que han desaparecido en los últimos tiempos.

Trufas para el comisario se presenta escrita con un estilo muy peculiar, importando poco las conveniencias y haciéndola, como la trufa, aparentemente difícil y fea por fuera pero increíblemente deliciosa. Es toda una tuber melanosporum que no deben dejar de probar si les gusta el género en su estado primitivo. Rural y noir.

Pierre Magnan
Pierre Magnan la escribió en 1978, la ubicó en una zona que conocía y amaba, hay notas de costumbrismo no chauvinista, hay ironía y situaciones existencialistas y aunque a los ojos de hoy, a cerdo pasado, la descripción que se hace de los hippies pueda resultar démodé, su cuidada redacción y su ingeniosa trama criminal la hace vigente y muy actual.

Pierre Magnan falleció en 2012 y dejó un montón de novelas y, en concreto, protagonizadas por Modeste Laviolette hay 8 de las que, hasta la fecha, solo se ha traducido esta.

Hay que desear que pronto haya más. Una vez probado, si gusta, es como la trufa: nunca tienes bastante.


domingo, 23 de febrero de 2020

Otoño lejos del nido de Ángel Gil Cheza

Novela policiaca con la suficiente
carga de denuncia social para
que se tiña de novela negra.

Salir del nido literal y metafóricamente significa afrontar de forma autónoma el inicio de la madurez. Regresar a él significaría, en cambio, un retroceso, un buscar refugio en un entorno asumido como protector.
Toda decisión importante en la vida supone un salto al vacío como el que se precisa para abandonar el nido. Hay incertidumbre, habrá inconvenientes, incluso problemas serios y se pondrá en riesgo la vida pero dado el primer paso ya solo falta avanzar sin detenerse.
En esta novela hay muchos abandonos de nido, los protagonistas se enfrentan a situaciones y decisiones que sobrepasan las fuerzas pero que no admiten esquivo, afrontarlas es la única solución. Y seguir adelante el único camino.
Un nido también puede convertirse en un féretro, como ha sucedido con la chica cuyo cadáver ha sido encontrado en uno en medio del bosque. La sargento Ivet Portabella y el cabo Xavier Tarrós, que en otra vida fuera Eva, van a tener un caso cuyo avance sugiere, evidencia y despista de una forma limpia y sin trampa para quien lea la novela; el despiste viene dado por los mismos protagonistas que, siendo humanos, se equivocan y deducen erróneamente.
Edgar Brossa, a quien la crisis le golpeó y aprovechó que estaba sin norte para arrebatarle todo lo material que tenía, dedica sus escasas fuerzas a la supervivencia. No dan para más y lo de reinventarse lo ve tan lejano como la línea del horizonte del mar vista desde la Barceloneta.
Sin dinero para pagar su habitación en piso compartido, se alimenta en comedores sociales tragando amargamente su desgracia. El realismo de la situación magníficamente descrita por el autor es piel con piel.
Edgar descubre porqué la amistad sigue siendo palanca que mueve el mundo y ante la perspectiva de una investigación, que para el periodista que lleva dentro es aire puro en los pulmones, acepta presintiendo que ya nada más malo puede suceder.
Ivet y Edgar van a cruzar sus caminos por culpa o gracias a sus respectivas investigaciones y la suma de esfuerzos les va a ayudar a avanzar en ellas y mejorar su respectiva autoestima que, de tan certeramente tocada por circunstancias dispares, estaba a punto de hundirse.
Ángel Gil Cheza

Ángel Gil Cheza ha completado una novela que se mueve por muchos frentes y consigue hacerla verosímil cuando no se revela directamente veraz. La transitan múltiples personajes como los que recorren cualquier calle, representantes de un amplio rango de culturas y clases distintas, moviéndose como pez en el agua en sus ambientes y como tortuga en pista de esquí cuando los sacas.
Emociones exteriorizadas por desbordamiento de tanto sentimiento imposible de seguir conteniendo y un argumento que se entreteje en una trama donde cada subtrama es de distinto color. En tono apagado, no hay alegría en ninguna casa, pero de variados matices según el momento y la hora del día.
Otoño lejos del nido es una novela policial con la suficiente carga de denuncia social para que se tiña de negro y suministra una lectura poderosa y emotiva a escala humana 1:1. Sin artificio, solo personas y con sus ideales, sus deseos, necesidades y su lucha diaria para evitar ser devoradas. No dejen de leerla.

domingo, 16 de febrero de 2020

La quinta víctima de J. D. Barker

Novela negra segunda entrega
de una esperada trilogía.

Estamos ante la continuación literal de la aclamada El cuarto mono, la que fuera una novela negra con inteligente y listo asesino en serie que se desarrolla a ritmo de thriller.

La persecución del criminal más buscado corre a cargo del FBI y el equipo policial comandado por Sam Porter que otrora llevara la investigación se ocupa ahora de otra serie de asesinatos que parecen llevar otra firma pero tanta maldad como el anterior.

Dos tramas principales que pronto van a dividirse en subtramas tan complejas como para presentar el aspecto de partidas de ajedrez simultáneas jugadas respectivamente por la policía y por el FBI.

Sam Porter, que no puede olvidarse de Anson Bishop, el asesino apodado el cuarto mono, desafiando a superiores y estamentos, a riesgo de perder la placa incluso acabar en prisión, prosigue esa investigación que le está vedada y que le llevará a viajar del frío Chicago hacia estados del sur, más cálidos y desconocidos.

Esta segunda parte vive de las migajas de la anterior y si aquella aportaba ciertos aspectos originales, está abusa de tópicos sin mesura y repite los patrones exitosos lo que le supone resultar previsible por reiteración.

Los giros de trama se retuercen en demasía y lo inverosímil, presente a lo largo de todo el desarrollo, toma el timón y a fuerza de querer sorprender deja de conseguirlo.

La quinta víctima satisfará, sin duda alguna, a amantes del género y a quienes gusten de las lecturas secuestradoras, ya que su estructura, su planteamiento, su tono narrativo y lo escabroso del argumento cumplen perfectamente con su cometido.

La lectura atrapa hasta imposibilitar; los cliffhanger capitulares obligan a seguir uno más, y otro y otro. La trama se engrandece hasta conseguir desplazar el foco de atención de los protagonistas para centrarlo en el que pasará.

Las diversas subtramas, que se alternan, van acercándose y alejándose procurando no dar pista alguna de cómo y cuándo van a acabar confluyendo y eso convierte cada protagonista y cada escenario en un punto caliente de interés no solo por su evolución individual sino por conocer cómo va a encajar en el conjunto.

Y ahí, chapeau, es donde radica su virtud. Aunque el ensamblaje sea a martillazos y el final deje con un desenlace tan abierto y apocalíptico como una pandemia a la espera de la tercera entrega.

El cuarto mono: no hagas el mal.
Si son creyentes están ante un thriller de suspense como Dios manda, si no lo son están ante un thriller de suspense como mandan los cánones.

Si van a abordar su lectura no olviden que hay que empezar por el principio: El cuarto mono ya que no estamos ante una serie sino ante una laaarga novela fragmentada en tres volúmenes (y el tercero aún no editado ni tan solo en versión original; hay quien dice que ni tan siquiera está escrito).

Una trilogía que más que ser leída parece pensada para ser vista como serie de televisión. Dada su densidad daría como mínimo para 6 temporadas de veintitantos episodios secuenciales cada una.