Un film noir alejado de tópicos. |
El film relata un hecho histórico como fue la investigación y cerco
policial al gánster Al Capone en 1931 por parte del Agente del Tesoro Elliot
Ness y su equipo, conocidos como Los Intocables por su rechazo al soborno,
deporte que practicaban personas prominentes y poderes fácticos en el Chicago
de aquella época.
Brian de Palma ejecuta con su habitual maestría, sus planos cenitales, sus
travellings y su ritmo sincopado, alternado momentos de reflexión contemplativa
con secuencias de acción rutilante, un guion, más que bien elaborado, de David
Mamet.
El director se aleja de la tópica película de gánsteres para centrarse en
el eje del bien y el mal encarnado por dos protagonistas fuertemente
carismáticos y antagónicos.
La película se apoya en las relaciones humanas y en los sentimientos en las
que se traducen. Renuncia a los tópicos que han sustentado el cine noir para
darle su particular visión, haciendo hincapié en como el bien, reflejado en el
cariñoso marido y padre, amigo y compañero, recto y legal puede vencer al mal,
evidenciado por quien busca el reconocimiento y el respeto a través de una
violencia descarnada y un absoluto desprecio hacia las vidas humanas de cualquier
edad, sexo o condición y a su vez pretende divertir escondiendo el dolor igual
que se emociona oyendo el payaso de la ópera Pagliacci.
La película contiene arcos narrativos con largos planos secuencia que en sí
mismos son pequeños cortometrajes por su cuidada elaboración, su tempo y su
inicio-desarrollo-desenlace y que forman parte de la historia del cine como por
ejemplo el tiroteo que transcurre en las escaleras de la Estación Central:
siete minutos de thriller prácticamente a cámara lenta, casi sin diálogos y
cuya banda sonora la constituyen al unísono el ruido de los disparos y la
melodía Nana de la Metralleta que con
su contrapunto infantil eleva el nivel de suspense hasta lo insospechado.
La escena, con marineros incluidos, es un reconocido homenaje al clásico El acorazado Potemkin y su secuencia de
las escaleras de Odessa.
La celebración |
Si el casting fue complicado, mucha más oferta que demanda, y visto el
resultado muy bien elegido: Kevin Costner, Robert de Niro, Sean Connery, Andy
García… la elección del compositor fue más sencilla: Ennio Morricone capaz de componer
y dirigir una banda sonora capaz de resaltar las imágenes como si subieran de
color al exigente ritmo del inherente cine de De Palma, que busca esos golpes
de efecto como si de repente un millón de focos se encendiera de golpe y no
para iluminar sino para exaltar.
Si la película es un retorno a la tragedia griega y a la épica de los
vencedores, la música aparece siempre para resaltar la emoción de cada momento. Disfruten de sus imágenes, sus interpretaciones y su espectacular música.
Ultimate soundtrack suite