domingo, 28 de junio de 2020

Procelosos Lodazales y Las Lágrimas de Hauwa Samuel de Javier Holmes

Javier Holmes
¿escritor
de novela negra o
detective noir?
La serie de Yaiza Cabrera tiene en los elementos criminales al indispensable contrabajo: siempre presente, siempre imprescindible, de sonido relevante y grave.

Está, se oye, pero casi no se ve. Y es que las novelas protagonizadas por esta joven y aún inexperta detective, su avasallante carácter puede con cualquier caso que se le enfrente y su personalidad siempre se sobrepone a cualquier trama.

Sus casos recogen el espíritu de las novelas policiacas del siglo de oro británico y lo trascienden. Mantiene, ya saben, lo de pocos sospechosos pero los distribuye en círculos concentricos alrededor del epicentro del que ha surgido el terremoto.

Porqué sus casos son, en efecto, seísmos que sacuden conceptos y principios comunmente aceptados en sociedad por aquello de ojos que no ven, pero devastadores en sus consecuencias.

Los casos de Yaiza también se alejan, no mucho, del policial británico por tener un par de marchas más para ser resueltos fuera de salones y bibliotecas cerrados y polvorientos y hacerlo después de patear calles, meterse en problemas y líos complicados y peligrosos, recibir puñetazos y buscar a alguien que le lama las heridas.

Javier Holmes, el escritor, arma unos argumentos tan complejos que Javier Holmes, el detective, debe echar mano de toda su experiencia y sabiduría para ayudar a Yaiza a desentrañarlos y dedicar un montón de páginas a explicarnos por qué y el cómo de todo ello.

Un curioso personaje ese Holmes, con una apasionante vida anterior, aunque yo lo haya conocido en cuanto Yaiza ha entrado en su vida robándole el papel protagonista. Un tipo que se refleja en el Marlowe de Chandler pero que es capaz de recitar casos del Poirot de la querida Christie. Alguien que por amor es capaz de renunciar al bourbon y pasarse a la manzanilla, la de infusión. Alguien noble y nada engreído y pigmalion de una Yaiza que empieza a asentarse en ese universo tópicamente masculino.

Y a la vez alguien tan elegante como para regalarle a Yaiza el caso de su tercera novela, haciendo mutis por Tailandia aunque, eso si, sus consejos  y sus apariciones resulten imprescindibles y determinantes.

Estas son la segunda y tercera novela de la serie protagonizada por Yaiza Cabrera una auditora reconvertida a detective (ver la primera novela de la serie El primer gran caso de Yaiza Cabrera)

Procelosos Lodazales,
segundo caso de
Yaiza Cabrera
Yaiza es un personaje que está creciendo en la vida, como mujer, y en el oficio, como detective, después de una corta carrera como economista.

Tras sus dubitativos inicios como investigadora en los que precisaba de una autoestima personal y una reorientación vivencial, la compañía de Melitón, ese sargento que le ayuda en sus pesquisas y en su busqueda de placer carnal, le está haciendo bien en ambos aspectos y su éxito, no exento de riesgo y dolor, la están reafirmando en lo acertado de su elección. En la de su pareja y en la de su trabajo.

En Procelosos Lodazales, la segunda, la trama tiene su razón de ser en unos hechos acaecidos en París a principios del siglo XX y como que todo acto tiene sus consecuencias a lo largo del tiempo, estas alcanzan de lleno y en época actual, a una Yaiza descolocada y que se las ve y desea para salir indemne e intentar resolver un misterio que contiene asesinatos, desapariciones y atentados contra bienes históricos en el mismo museo del Louvre.

Las Lágrimas de Hauwa
Samuel, tercer caso de
Yaiza Cabrera
En Las Lágrimas de Hauwa Samuel, tercera novela de la serie y con un upgrade de madurez literaria, el foco se pone en la trata de personas para fines indignos e ignominiosos en un caso que empieza con una muerte que bien podría ser tanto natural como suicidio como asesinato. La tragedia rodeará a Yaiza haciendo tambalear sus convicciones morales y también su cabeza merced a los puñetazos recibidos, en un caso de largo recorrido, mucho más del que aparenta en inicio.

Dos novelas negras que asientan a este personaje que aún tiene margen de crecimiento y cuyas maneras, que apuntaba en su primera aparición, aún se perfilarán más.

Su descaro impertinente y su libertad de pensamiento y actos, especialmente en lo que a sexo se refiere, aporta un toque de frescura que renueva los tópicos de mujer detective y nos hace esperar grandes cosas aún por relatar.


jueves, 25 de junio de 2020

Olvídame de J. S. Monroe

Olvídame: thriller psicológico con los
recursos del domestic noir.

Las enfermedades que cursan con síntomas físicos son más fácilmente evaluables que las que no; por eso ante un cuadro de amnesia no es extraño mostrar un punto de suspicacia hacia el sujeto que dice manifestarla.

Lo que acentúa el padecimiento de quien la sufre ya que la descoordinación entre recuerdos y memoria con el tiempo presente es algo complejo de explicar pero de una angustia que puede desquiciar a cualquiera.

No saber ni tu nombre, ni de dónde vienes ni a dónde vas, ni porqué estás donde estás o vistes como vistes, ni si tienes familia o amistades, si trabajas o no y en donde o en qué.

Por eso cuando una desconocida que dice padecer amnesia llama a la puerta de una casa diciendo que ella vive ahí, todo resulta desconcertante: tanto para ella, que no entiende que hacen unos desconocidos en su hogar, como para la pareja que, recién mudada, intenta comprender lo que está sucediendo, como para el lector de la novela cuya atención queda inmediatamente atrapada en esa tela de araña y de la que no podrá soltarse hasta el punto y final.

Jemma, así la llaman hasta ver si consiguen descubrir su verdadero nombre, escribe cada noche lo vivido para que al día siguiente pueda reconstruir unas pocas horas de su vida, de esa que, cómo Penélope, teje durante el día y su cerebro deshace durante el sueño.

La lectura matutina de sus notas le permite saber con quién está, dónde y porqué. Pero esa fragilidad mental le provoca indefensión y puede ser fácilmente manipulada.

Olvídame es una obra concebida para ser best-seller; es un ansioso thriller psicológico protagonizado por personajes que son convecinos típicos de cualquier pueblo. Lo que le permite apropiarse de las claves del domestic noir para presentar un sugerente caso criminal.

Por su condición pasa páginas no necesita ahondar en el perfil de los secundarios a los que usa solo para rellenar espacios funcionales y se centra más en hacer tangible la angustia de la protagonista y de que quienes se mueven a su alrededor. Mientras, va tejiendo esa tela de araña; esa atmósfera de intriga y suspense donde lo ominoso va mostrando atisbos de igual modo que recuerdos difusos van definiéndose y acomodándose unos con otros en un lento proceso de recuperación de la memoria.

J. S. Monroe
J. S. Monroe escribe con lenguaje sencillo y sin complicaciones y no busca lucimiento sino ser accesible a todo el mundo. Por ello tampoco retuerce el argumento y se apoya en recursos efectistas y de contrastada eficacia.

Juega a hacer trampas y engarza casualidades, con la complicidad de la comunidad lectora, para ahondar en los misterios de mentes perturbadas: las que oyen voces, las que no recuerdan y las que quieren que nadie recuerde.

Todo un elenco de posibilidades al servicio de una trama criminal en la que los actos son doblemente reprobables, por su acción vil y su consecuencia fatal.

domingo, 21 de junio de 2020

Testimonio mortal de Anna Bågstam

Novela negra nórdica, nordic noir.

Regresar al lugar donde pasaste la infancia, del que almacenas alegrías y experiencias que te recargan las pilas en horas bajas, para verlo desde el punto de vista de trabajo y no placer, en donde todo, incluidas las personas conocidas, ha envejecido puede resultar confuso y difícil de acomodar.

Harriet Vesterberg, una joven investigadora civil adscrita a la policía, ha dejado Estocolmo y ha regresado a Lerviken, ficticio pueblo costero del sur, donde ha sido admitida en la delegación de la policía local.

Nada más llegar al hogar familiar ya que tiene previsto quedarse con su padre, se encuentra con que debe participar en una investigación criminal, algo inusitado en el pueblo, y de factura espeluznante algo todavía más impensable.

La novela presenta un planteamiento inicial interesante que rápidamente se ve entorpecido por una excesiva atención hacia la vida personal de su protagonista y hacia su necesaria reafirmación profesional, en incesante búsqueda y desencuentro.

Dibujando una persona insegura, inmadura y prejuiciosa, dándole alas a la parte emotiva y romántica de una historia que diluye la tensión propia de una novela negra para dejarla en un policial ligero, muy cercano al domestic noir con muchos puntos que recuerdan la obra de Camilla Lackberg.

Los personajes secundarios, claramente dispares para ofrecer contraste con la protagonista y entre si, son el atrezo en una historia que a cada paso que da anticipa, sin querer, el motivo por el que lo hace, quedando evidente su intención y evidenciando lo que debería ser sorpresa. Tan poco convincente como la cara de sorpresa en una fiesta sorpresa de cumpleaños.

Anna Bågstam
Anna Bågstam conforma una historia ingenua que gustará por su facilidad de lectura y la predisposición a proteger a Harriet constantemente. Una Harriet que, pese a sus imperfecciones, desprecio por las órdenes recibidas y salto de las normas jerárquicas, resulta determinante para esclarecer el crimen superando a todo el equipo policial.

Esta primera novela es el inicio de una serie que apunta emociones en la evolución personal y amorosa de la protagonista, ya que el conjunto acaba siendo una perfecta muestra de Chic-lit y por eso dará alegrías a quienes, entendiendo esta dimensión, se acerquen a su lectura.

lunes, 15 de junio de 2020

Humo de Adrián Magro De La Torre

Humo es una trágica novela negra
que va de la lucha a muerte
por la vida.

Si la vida les ofrece un baile, no lo rechacen. Si les pide pelea, huyan tan rápido como puedan pues han de saber que ella siempre golpeará más veces y mucho más fuerte que lo que ustedes puedan ser capaces de hacer y soportar. Y, así, tienen todas la de perder.

A veces lo que se hace es forzado, no gusta e incluso resulta desagradable; pero a veces no hay otra opción o si la hay resulta demasiado complicada de llevar a cabo. O peligrosa.

A veces se sigue porque no se quiere pensar, porque no se quiere sufrir, más.

Los golpes que lanza la vida suelen ser certeros en su destino y misión: dar en el lugar que más duele y castigar con saña.

Un boxeador sabe de estas cosas. Y de otras que aun siendo incorrectas, por no decir ilegales componen las cuerdas del cuadrilátero o el trazo de tiza.

Una prostituta sabe de estas cosas. Y que enfrentarse a su chulo no es buena idea y que tragar es lo que garantiza menos problemas.

Un ex-convicto sabe de estas cosas. Y sabe que a la salida no hay salida sino un regreso al mundo al que se juró no volver.

Tal vez sepan que hay opción aunque resulte demasiado complicada y tal vez decidan que por intentarlo nada se puede perder que no se haya perdido ya. Y tal vez, solo tal vez, lo intenten.

Humo es una trágica novela negra que va de la lucha a muerte por la vida. De las cosas que se perdieron, las que quedan y las que se pueden ganar. Humo es un calzarse los guantes, echarle huevos y plantarle cara al futuro en esa pelea que, aunque solo quede por perder la vida, no se puede rechazar.

Adrián Magro De La Torre
Adrián Magro De La Torre lo escribe con voces roncas de gargantas lastimadas por gritos abortados, con palabras que salen de bocas torcidas por golpes encajados, farfulladas por exceso de alcohol, con tristes descripciones en gris y negro porque no hay motivos para alegrías ni colores.

Es una novela corta, 120 páginas, para saber de Miguel, Clara y Javier, para conocerlos, amarlos u odiarlos. Para desearles suerte o ahí te quedes y para saber con qué estrategias y armas cuentan para ese combate decisivo con la vida. Su vida y la de los que les rodean.

Una negra historia circular. Una translucida y distorsionada arandela flotante, un anillo de humo blanco expelido suavemente por boca en forma de O, o de humo.

Cuando la acaben de leer van a oler a humo durante unos días. La novela, el humo, tienen esa virtud, ese defecto, atufan a quien se les acerca. Pero que eso no les eche para atrás: léanla y sufran. Para eso se ha escrito. Si un directo al hígado no duele, ni era directo ni dio en el higado.

miércoles, 10 de junio de 2020

Goliath

Goliat es esa serie de género criminal
que estaban esperando y no lo sabían.

Por si no van a leer toda esta reseña, les anticipo el final: Goliath es esa serie de género criminal que estaban esperando y no lo sabían. Goliath es esa serie que ya están tardando, y mucho, en ver y recomendar.

Goliath fue, según reza la biblia, ese gigante filisteo a quien hicieron creer que era invencible hasta que alguien, David, con más astucia que fuerza, lo derribó y decapitó. El desequilibrio de fuerzas entre uno y otro contendiente es lo lo que lleva al prepotente a despreciar a su rival.

Por eso, en la primera temporada, el gran bufete de abogados Cooperman & McBride no ve en el solitario abogado deshauciado Billy McBride un rival a quien tener en cuenta. Ni conociéndolo sobradamente, no en vano fue socio fundador de la empresa, ven en el más que un acabado y alcohólico despojo, una esquiva sombra de lo que fue.

Pero es ese desprecio hacia su persona y hacia la justicia, esa superioridad moral de quien se cree tan por encima de todo y de todos, lo que estimula a Billy a aceptar un caso en el que parece todo perdido de antemano y en el que sus oponentes no van a jugar limpio.

Y esa tónica, la de creerse ganador de antemano es la característica de la serie. El enfrentamiento de un sentido de la justicia trasnochado y romántico, el de la justicia justa, contra el nepotismo, la corrupción, la prevaricación y otros males que acechan al sistema judicial haciendo que confunda la aplicación de la justicia en un regate sobre justiprecio en un puesto de mercadillo, cuando no peor: escondiendo la bolita en uno de los tres cubiletes que reposan sobre la caja de cartón plegable de un trilero.

No es una serie sobre un  súper héroe sino sobre un humanista. Y esto en series con abogados es una novedad. Una deliciosa y agradecida sorpresa. 

En la segunda temporada se repite el patrón pero reproduce una situación completamente distinta con alto contenido político y vinculación con dinero sucio; en la tercera hay nepotismo rural y enlaza con las dos anteriores. Habilidosos guiones que sorprenden por su iniciativa en sortear expectativas y por negarse a la concesión de lo correcto.

El sistema judicial en el candelero. El cargo de juez no presupone la honestidad de quien lo ostenta. Y todo imperio millonario ha barrido alguna o más de una vez una o más vergüenzas. Y la serie se empeña en desenmascarar al primero y en levantar la alfombra al segundo.

Goliath es una serie con mucha personalidad. La que le confiere el protagonista: el abogado Billy McBride, un Billy Bob Thornton al que parece que le hayan hecho el papel a medida, probablemente una de las mejores interpretaciones que se pueda disfrutar en recientes series de género.

Billy Bob Thornton es Billy McBride

Una serie inconveniente que se aleja de cualquier otra, igual como lo hace de convencionalismos. No está hecha para esa audiencia fast-food que tiene prisa por el desenlace ni la que no sabe saborear una exquisita receta. A esta serie hay que verla dándole su tiempo. Sus silencios, muchos, estallan como mil palabras y su eco se prolonga dándole nuevos significados.

Tres temporadas de 8 episodios cada una, bastan y sobran para ofrecer un thriller judicial de gran calidad, intenso y expansivo. La serie podría haber acabado aquí y nadie podría decir nada, más que felicitar a todo el equipo que la ha hecho posible. Pero se anuncia 4ª y última temporada y esto produce una enorme expectación lo que debería preocupar al equipo por el elevado nivel de presión al que se han de ver sometidos para igualar o superar no solo las temporadas anteriores sino incluso el final de la 3ª.

Cada temporada presenta un caso judicial autoconclusivo pero a su vez mantiene una red de enlaces, como los neuronales, que permiten en todo momento recuperar personajes y aportar músculo al contenido desarrollando una trama lineal que va resolviéndose mientras seduce con sus engarces y dando sentido al conjunto.

Los secundarios, de lujo. En especial el peculiar equipo que colabora con Billy en su habitación de motel habilitada como despacho, oficina o pseudo bufete . Y también todos los papeles asignados a malos, siempre hambrientos aunque estén saciados, entresacados de una realidad que se demuestra fuente inagotable de inspiración.

Véanla, están ante una de las mejores series de género criminal, subgénero judicial. Y habrá ansiedad en la espera por la cuarta temporada. Y la espera va a ser larga y angustiosa, como los silencios de la serie.