El leve brillo de tus labios es una novela policiaca de trama absorbente y carismáticos personajes. |
Jesús Rosique, inspector de policía jubilado, sigue dando
clases en la Academia de Policía y en esta ocasión la pregunta de un alumno da
pie a rememorar un caso que es el que él mismo nos cuenta en El leve brillo de tus labios, una canónica novela policiaca redactada con mimo y que transcurre en un pueblo cercano a Sevilla.
Un caso acaecido años atrás, en 1986, en Juncos del Río,
del Guadalquivir, se entiende, y que tuvo que ver con el asesinato de su
alcalde en el propio ayuntamiento: un antiguo molino readecuado y remodelado;
lo que dio pie a que el caso se conociera como el Crimen del Molino.
Fernando de Cea compone una neo geografía con Sevilla como
referencia real y recorre unos pueblos y unos paisajes que están pero que no existen.
Son reales pero en la ficción se componen de elementos dispares y se ubican
donde mejor conviene para ir desarrollando una trama que imbrica las pasiones
humanas, siempre presentes, siempre imprescindibles en un crimen, de varios
sospechosos.
Rosique se reencuentra con Yáñez, quien fuera aprendiz
aventajado y promesa de buen policía y hoy realidad consumada, en su nuevo
cargo y puesto en Cádiz, y de su unión viene la fuerza.
Pocos datos de partida, pocos hilos de los que tirar, mucha
incertidumbre e hipótesis varias van dando forma a un caso policiaco de manual
con giros que descartan sospechosos para recuperarlos en el siguiente requiebro
manteniendo el interés cautivo a lo largo de toda la lectura.
La trama aprovecha para tocar dos palos muy reales en el mundo
rural: la relación entre Guardia Civil, picoletos, y la Policía Nacional,
maderos, y la lucha diaria de una periodista y su periódico local para atrapar
cualquier indicio y convertirlo en noticia.
Fernando de Cea |
Jesús Rosique se vale del escritor Fernando de Cea para propiciar que nos llegue esta suerte de
memorias. Cuenta con reposo, dándole tiempo a la mente para que recuerde todos
los detalles del caso, juega con nuestro interés haciendo pausas, que el
escritor aprovecha para convertir en capítulos, en las que se atisba, cual
cliffhanger malicioso, el suspense y la intriga como la punta de una lengua
burleta asomando entre los labios, mientras las comisuras se curvan en
contagiosa jocosidad.
Es un placer escuchar al ex–inspector Jesús Rosique
desgranar sus recuerdos, ya lo fue en la entrega anterior El suave roce de tu pelo y vuelve a serlo en esta segunda.
Y
lo será en las próximas que a buen seguro irán apareciendo en forma epistolar
gracias al buen hacer de su amigo Fernando de Cea que poco trabajo tiene: solo pasar
a texto y ordenar adecuadamente esa amistosa charla entre sorbo y sorbo de esa
manzanilla, la infusión no, la otra, la San León, que no lo dice, por obvio
para las gentes del sur, pero que hay que tomarla bien fría y acompañada de
producto de mar y de buena compañía.
El
suave roce de tu pelo, El leve
brillo de tus labios, es también obvio que en el paralelismo de esos
títulos hay un significado a descubrir. Una Fibonacci criminal que añade, si
cabe, más interés por conocer que título será el tercero.
No dejen de leer estas novelas, el verano es buena época para sumergirse en unas tramas policiacas absorbentes y con personajes carismáticos y no olviden la manzanilla,
no es imprescindible pero si muy aconsejable.
Aquí la reseña de El suave roce de tu pelo la primera novela de esta serie.