martes, 25 de agosto de 2020

El nadador de Joakim Zander

El nadador es un thriller de espionaje
A los thrillers se les exige mucho, más que a cualquier novela negra, han de dar satisfacción a varios frentes: han de ser dinámicos, anticipar sin mostrar y con capacidad de quiebro a centímetros, personajes solidos con los pies bien puestos en el suelo, agradar, emocionar, sorprender y disparar pulsaciones en un final de infarto. Y todo eso a lo largo de muchos cientos de páginas; manteniendo el tipo sin decaer.

A los thrillers se les exige mucho y aunque bastantes aprueban, pocos con nota.

El nadador es alguien a quien le gusta nadar; alguien que nada y guarda la ropa; su oficio así lo exige. Es el protagonista primario, que no principal, de una trama de servicios secretos que empieza en un pasado y en un lugar cálido y con mucho desierto y termina en un presente y en otras coordenadas completamente distintas con mucho frío y nieve.

Cuando el pasado, en un operativo de campo, reaparece, o no ha desaparecido nunca, es porque el suceso, generalmente traumático, no se ha superado, no se ha pasado página y queda enquistado.

En esa situación un agente deja de ser fiable. Le pueden más los sentimientos de culpabilidad, impotencia, incapacidad, pena y tristeza; que la capacidad, entrenada, para mantenerse frío, metódico, capaz de calcular variables, opciones, en instantes y tomar decisiones.

Y eso es lo que diferencia seguir vivo de estar muerto. Y eso es lo que hace que un operativo, en lugar de dar vueltas por el mundo, sea la silla giratoria de una oficina lo único que mueva.

Pero el pasado siempre vuelve para cobrar su peaje y desaparecer y en esta ocasión abre una trama de espionaje internacional y conspiración en la que nadie se fía de nadie y bien que hacen y más con la CIA de por medio. Una maraña de personajes, a priori inconexos, que van a ir confluyendo para darle sentido y cohesión a un argumento que cumple aprobando pero sin nota.

Joakim Zander
El nadador tuvo buena acogida de crítica y público en su salida. Sin embargo acusa un ritmo desigual, que trasciende y se traslada a los personajes, algunos sobreexpuestos y otros con un perfil tan bajo que parecen solo destinados a cubrir el ruido ambiental y tanto unos como otros supeditados a la acción.

Joakim Zander escribe de forma directa pero arrítmica, sin florituras y con muchos diálogos; en la novela se penalizan los primeros compases, mejorando en el nudo y flaqueando en el desenlace.

Como thriller, cumple con mantener el interés y la tensión por encima de la media.

jueves, 20 de agosto de 2020

Belleza Roja de Arantza Portabales

No creo que presentar a Arantza Portabales como la nueva dama del crimen, frase manida donde las haya, le haya hecho ningún favor. Más bien lo contrario. Sé de gente que solo por ese reclamo se apartan y rechazan.

Y es una lástima ya que si bien la novela tiene algún engaño, innecesario, y alguna distracción, como la vida personal de quien investiga, acaba siendo una interesante novela policiaca, que no negra.

Xiana, quince años, esa edad en la que todo se magnifica y a la que a todo se aspira, es encontrada asesinada en su habitación. Un cuerpo envuelto en blanco camisón en medio de un lago de roja sangre, en la purificadora noche de San Juan.

La habitación, diecinueve metros cuadrados de suelo anegado de sangre, está en el piso de arriba de la casa de sus padres que están cenando en el jardín junto a su tía, gemela de su madre, y una pareja de amigos. Cinco personas en la mesa más una tía de las gemelas, casi invalida, que excusada de la cena duerme en una habitación cercana.

6 personas en la casa y un cadáver. Seis sospechosos de un asesinato absurdo, por la juventud de la víctima ¿qué motivo puede haber?, inexplicable por la dificultad de ejecución pero despiadado y magníficamente escenificado. Tanto que la escena del crimen es lo más parecido a una obra de arte. Plásticamente de una belleza impactante capaz de generar una amplia gama de sensaciones y despertar entusiasmo si se consiguiera erradicar el horror.

Belleza Roja es una novela policiaca en toda regla. Una más que adopta el estilo de la Golden Age británica, que tan bien ilustró Agatha Christie, y al crimen en habitación cerrada le da un plus de complicación al bañarla en sangre por lo que resulta prácticamente imposible que no haya pisadas.

El comisario Santi Abad y la joven policía Ana Barroso se enredarán en una investigación en la que no faltan secretos ancestrales; no en vano se trata de una de las familias más poderosas de Santiago de Compostela y Galicia por extensión.

A la dificultad en la ejecución y puesta en escena, sin contaminarse de manchas, se añade la de que las ausencias durante la cena no dan tiempo para el crimen ni la performance. Y es imposible una presencia desde el exterior.

Arantza Portabales
Arantza Portabales demuestra talento y conocimiento del género. A los tics de novela policiaca como son número pequeño de sospechosos con coartadas interjustificadas y crimen en habitación cerrada, le añade noir psicológico manifiesto en sentimientos de culpa y dolor por la pérdida y suspicacias y sospechas ante la innegable evidencia: una de las 6 personas es el asesino y necesitan la exculpación para aliviar la carga emocional que conlleva el no saber y el dudar de todo y todos.

Por último la salpimienta con intriga girando cuando nadie se lo espera, subiendo la tensión y desvelando aspectos, sentimientos, miedos, deseos, de cada cual que tanto los señala como los exculpa.

Y lo hace escribiendo en capítulos cortos, a dos voces, básicamente en tercera persona y menos en primera, la de Lía, la tía de la víctima que ira desgranando un pasado familiar que explica el cómo de la situación familiar actual, consiguiendo que la trama fluya, gracias a una prosa pulcramente microscópica hasta la resolución del caso al más puro estilo Poirot.

 

 

 

domingo, 16 de agosto de 2020

No cerramos en agosto de Eduard Palomares

Dándole vueltas a cómo escribir lo mismo de siempre, o sea noir, pero de forma distinta es como salen, a veces, curiosidades dignas de ser tenidas en cuenta. Querer destacar en un ámbito, desear afianzar presencia, demostrar que la falta de experiencia puede ser una buena oportunidad para actuar sin contaminación es el sueño de todo escritor novel y de todo becario con aspiraciones.

Jordi Viassolo necesita, y quien no a su edad, 25, y a otras, ganar dinero y en línea con sus estudios entra a trabajar como becario en una agencia de investigación barcelonesa que se anuncia con un nombre noir total y reminiscencias marlowianas: Private Eye.

Y este es uno de los muchos guiños sembrados en la novela. Una novela sin copiar, solo homenajear, recoge retazos de aquí y de allá, invita personajes de género, coge personas vinculadas al género como figurantes, y busca en casos reales para crear un noir más próximo, más propio de la Barceloneta que de New York.

Un noir que recorre Barcelona de arriba abajo y que recala en librerías, terrazas y bares de la mano de la generación millenial aunque sea con tutor.

Marina del Duque La Duquesa, la jefa, contrata a Jordi para que se ocupe de atender la agencia durante el verano para que los turnos de vacaciones no dejen el lugar vacío y den una falsa impresión de falta de seriedad a posibles clientes. Le pide, le encarga, le ordena que no dé ni un solo paso por su cuenta y que se limite a tomar los datos y que ya lo llamaremos.

Pero estamos en lo que se decía en el primer párrafo y es que Jordi es un becario con aspiraciones y no puede dejar de involucrarse en una investigación, ve su oportunidad de hacerse valer, que tiene como objetivo encontrar a una esposa desaparecida.

La novela luce el desparpajo que propicia la edad del protagonista y sus amigos con los que comparte vivencias y experiencias y aborda el tema policiaco con seriedad y desenfado a la vez. No pretende cargar el excesivo peso de un argumento comprometido en una espalda tan poco curtida y de ahí que toda la trama tenga el relajamiento más propio de una parodia que de una crítica social.

Si bien se permite cierto distanciamiento no se aleja de la obligación moral de toda novela negra y refleja ciertos desajustes sociales como contratos precarios, alquileres abusivos o especulación urbanística que una gran urbe como Barcelona, que parece descaradamente vendida al turismo, arrastra como una losa que amenaza con hundirla en ese mar que la acaricia desde tiempos inmemoriales.

Eduard Palomares pone luz al oficio de detective privado y lo despoja de esas sombras que le confieren aventura y romance para poner al descubierto la realidad de un sector profesional que carece del glamour mostrado en el cine negro que Hollywood exportó con éxito desde mediados de 1930.

Una novela juvenil, ligera y entretenida que, haciendo honor a su título, resulta adecuada para despachar en un par de tardes de agosto.

lunes, 10 de agosto de 2020

El extraño verano de Tom Harvey de Mikel Santiago

Tom Harvey es un músico de jazz, saxo tenor, divorciado, cuarentón que acarició el cielo con los dedos al enamorarse y casarse y que ahora se contenta con mirarlo con los pies en el suelo desde la necesidad de tocar en tugurios, hacer bolos de mala muerte y rellenar mañanas y tardes como guía turístico por Roma. Llenar y volver a rellenar cada día tiempo y bolsillo, que hay que pagar, cada día, gastos y comida.

Cuando recibe la llamada de Elena, su ex, para anunciarle que su padre, el de ella, Bob, un cotizadísimo pintor, ha sufrido un fatal accidente, no duda en ponerse en ruta hacia el sur, ese talón de la bota italiana. Un viaje al imaginario e idílico pueblo costero y pescador de Tremonte, embebido de Mediterráneo, para acompañarla en estos inconsolables momentos.

Pronto, una amiga común, escritora en horas bajas, le mete en la cabeza la teoría de que el accidente de Bob no fue un accidente y suicidio descartado ya solo queda homicidio o peor: asesinato.

Y así Tom se va a meter en problemas investigando con poca habilidad y delicadeza: lo suyo es imitar a Coltrane y no a Marlowe; pero a poco que rasca la superficie van a ir apareciendo una serie de hechos que bien teorizados e hilvanados podrían sugerir que la teoría de Stelia Moon, la escritora amiga, no es un argumento de ficción surgido de su mente creativa sino una posible evidencia.

Y pese al cielo azul, el mar azul, la ropa fresca y la alta temperatura propia de verano, una amenaza recorre la piel, eriza el vello y produce escalofríos.

El extraño verano de Tom Harvey transcurre entre la búsqueda de un amor perdido y la esperanza de recuperarlo, y la búsqueda de un asesino; entre magnifica comida italiana, vino ligero y afrutado como corresponde a un lugar de latitud baja, y acordes de improvisaciones y estándares de jazz de grandes maestros.

Mikel Santiago
escribe una novela policiaca muy dinámica, soltando migajas capitulo a capitulo no solo para quien la lea no se pierda en el camino sino para ir alimentando la curiosidad. Hace de Tom un protagonista asequible, frágil y vulnerable y no cuesta ni un segundo empatizar con este gran músico, que aún no sabe que lo es, o no se lo cree.

La trama es perfectamente plausible y las descripciones de los lugares se pueden ver y sentir, un costumbrismo hiperealista, incluso las informaciones artísticas, pictóricas y jazzísticas, especialmente estas, fluyen con la ligereza de conversaciones y no desentonan, nivel Wikipedia, si quien lo lee sabe de lo que se está hablando. Agradecimiento eterno.

En el aspecto personal, los protagonistas desnudan sus sentimientos y aspiraciones y en el aspecto criminal no se deja nada al azar en una trama que combina muy bien la presentación de los distintos elementos y sucesos que van conformando la foto final.

El elenco de sospechoso va a obligar a elaborar teorías para descartarlas a continuación y vuelta a empezar. Un ejemplar de Whudunit bien resuelto, más que entretenido y mejorando notablemente obras anteriores que no puedo dejar de recomendar.

Ideal para el verano (y no es un chiste fácil con el título, aunque lo ponga a huevo).

domingo, 2 de agosto de 2020

El largo viaje de Lena de Pierre Christin y André Juillard

El largo viaje de Lena, un thriller que va de
 los recuerdos. a la esperanza.

Un apasionante thriller donde los servicios secretos mueven sus piezas con aparente sinsentido pero que todo responde a un plan minuciosamente concebido en el que Lena no es sino el hilo conductor.

Más que un hilo una mecha y en un extremo un detonador y en el otro un explosivo.

Acompañando a Lena por un largo recorrido centroeuropeo, los autores van desgranando la trama de espionaje mientras se realiza un viaje hacia el interior de su mente que nos permite conocer los motivos y las razones de su misión.

Una misión con un doble fin; uno público y secreto: actuar según instrucciones recibidas para la consecución de un claro objetivo; otro privado y también secreto: conseguir llenar ese vacío interior y recuperar la paz consigo misma.

Lena es una joven lánguida, de sensuales movimientos felinos; introvertida, minuciosa, práctica y concisa. No sonríe pero no siempre ha sido así. Hubo un tiempo en que su vida era felicidad antes de que la tristeza la abdujera. Un entonces en el que el brillo de sus ojos no se parecía en nada a la opacidad actual.

En su deambular, aparentemente inocente y errático, pero perfectamente planeado y cronometrado, cumpliendo cada hito de su itinerario, recibe todo tipo de respuesta de sus contactos; desconfianza, suspicacia, envidia, desprecio… y es a través de sus vidas como ella vive la suya propia.

Esperanza y venganza, riman en anza. Como también desconfianza y matanza.

Un dibujo de mucha plasticidad y unos fondos que refuerzan la vida de cada viñeta.

Los distintos personajes con los que se encuentra no son sino reflejo de distintas realidades de distintos países que van confeccionando un mapa geográfico, político y social que evidencia que los ideales de los fanáticos políticos no distan de los religiosos.

Ansia de poder y dominación. Y que aunque haya buenos y malos siempre primaran los intereses. Y la consecución de estos justificará sus acciones injustificables. Así de simple. Así de complejo.

Un cómic apasionante, con un guion digno de los mejores thrillers, donde Pierre Christin, demuestra una vez más su facilidad para explicar sin palabras y el habilidoso empleo de las elipsis para dar fuerza a las imágenes.

Demuestra un gran conocimiento de las capacidades de André Juillard y una gran confianza en su trabajo. El dibujo acompaña esa sensación consiguiendo integrar el peligro en lo rutinario, con gestos elegantes y sinuosos. Ropas adecuadas a cada entorno y paisajes sacados de la realidad de otra época.

Un magnífico trabajo que, como toda buena obra, se disfruta aún mucho más en segunda y tercera lectura y visionándolo con lentitud.

Si no son de leer cómics pero si thrillers les va a satisfacer enormemente como si de una novela se tratara. Y si ya son habituales de la historieta ¿es necesario añadir algo?