La etiqueta chic-lit, literalmente literatura de chicas, la emplea el mercado para identificar las novelas escritas por escritoras, con protagonista femenina y dirigidas preferentemente a este público.
Y aunque no suele tener estantería propia en las librerías,
habida cuenta de que estas suelen clasificar por géneros y la chic-lit toca tanto romántico, como
fantasía, como histórico e incluso criminal, está omnipresente y suele dominar
en la mesa de novedades.
Nada extraño si se tiene en cuenta que actualmente, en
cuanto a ficción, es más que probable que se estén editando más libros escritos por
mujeres que por hombres; que el público femenino es quien más y mejor lee y que
sin ellas, sin vosotras, no existirían Clubes de Lectura ya que son, sois, por presencia, participación e implicación, sus más entusiastas valedoras y agradecidas contertulianas.
Lo único chocante, pero ya nos vamos resignando en espera
de tiempos mejores donde la igualdad no sea solo una proclama, es a que se etiquete la obra por el mero hecho de ser
escrita por una mujer o por dirigirse a un segmento concreto: la mitad de la
población ¡ahí es nada!
La chica de prácticas, según esos principios
editoriales, sería chic-lit criminal Generación
Z (para quien tenga dudas: personas nacidas entre 1994 y 2010) habida cuenta de
la edad y del enfoque vivencial de su protagonista (aunque, por edad, podría
estar a caballo de la generación anterior: millenial).
Confirmando esta condición generacional, la novela presenta
un vocabulario despreocupado, construcciones gramaticales simples con mucho
verbo y poco adjetivo, poca literatura entendida como se entendía antes de que
la comunicación por redes sociales cambiara normas y reglas y se desarrolla en muy pocas páginas; lo que vendría a ser lo que un pod-cast a un programa de radio, eso si literario.
La protagonista, una heroína a imitar para la vertiente más
joven del ancho de banda al que la obra va destinada, resulta tan impertinente,
egocéntrica, lanzada y liberada como irreverente, irrespetuosa, carente de
humildad y permanentemente insatisfecha. Recuerda youtubers dispuestas a vivir
su sueño fuera de la cámara pero con miedo por salir de ella.
¿Alguien de la Generación Z en la sala?
El desarrollo del caso criminal tiene un tratamiento ad-hoc
por lo que no busquen sesudo procedimiento policial sino más bien un entorno
donde desarrollar un experimento vivencial para quien sin saber lo que quiere
de la vida si tiene claro que no quiere nada convencional mientras busca su encaje profesional y social, en una trama policiaca donde existe peligro de morir y un asesino cruento.
A caballo entre la literatura juvenil i adulta, como la
protagonista, formando aún carácter y buscando su equilibrio psicoemocional, la
novela presenta unas credenciales que su autora V. Zihanka deberá acreditar en próximas entregas
de lo que se anuncia como una saga. A alguien en prácticas no se le va a exigir
lo mismo que a alguien que ya se ha ganado el puesto.