domingo, 18 de octubre de 2020

El Legado de la Casa Lidman de Federico de la Fuente

Anders Bremer sospecha que el suicidio de su vecino y amigo Daniel Lidman no es tal e inicia una investigación privada, apoyándose en su antigua condición de alcalde, del pueblo de Sirilund al sudoeste de Suecia, y de sus amistades en puestos clave del Servicio de Inteligencia.

La muerte de Lidman no es un hecho aislado ya que otro miembro del grupo social, Walter Heuss había sido asesinado poco antes y a Bruno Kreuger se le da por desaparecido desde entonces al igual que a la estatua del Leñador del escultor francés Larche, famoso exponente del Art Noveau, hasta que esta si aparece y al parecer asesinada.

¿Se puede asesinar una estatua?

Este apasionante inicio de novela negra va adecuando su contorno para acabar dibujando un curioso thriller de espionaje histórico que solo puede apuntar, no podría ser de otra manera ya que estamos ante una novela corta, los principales hitos políticos que señalan a los dirigentes locales de movimientos afines al régimen del III Reich.

La repercusión que estas iniciativas tienen sobre la población de la zona y sobre el grupo de amigos de Daniel Lidman, que suelen asistir a sus fastuosas fiestas en su Gran Casa Roja, roja por el color que no por su significado político, son el trasfondo que sirve de decorado para el desarrollo de las pesquisas de Anders Bremer. Facciones suecas afines al nazismo podrían estar detrás de todo.

El Legado de la Casa Lidman permite un recorrido por esas tierras del norte, de por si habitadas por gente insatisfecha, donde la proximidad de la guerra y la apremiante necesidad de tomar partido induce a cometer errores cuyas consecuencias no serán visibles hasta pasado cierto tiempo.

Federico de la Fuente se luce con un argumento nada sencillo y un avance sin titubeos en una trama muy bien articulada de principio a fin.

La elección de Suecia y la evolución allí del nazismo y la época en la que se desarrolla esta novela, 1956, sorprende por su originalidad temática, atrae precisamente por el desconocimiento sobre el tema y acaba atrapando por su trama en la que abunda el humanismo en contraposición con el fanatismo.

Su forma de narrar y el léxico empleado se amolda perfectamente a esa época y el relato permite percibir las sensaciones y los reproches, aún presentes pese al tiempo transcurrido, en una posguerra llena de vacíos sin nada con los que poderlos llenar. Si acaso amargura.

Déjense sorprender por este texto, por su cuidadosa documentación y por su inesperado desenlace, y disfrutarán de una buena lectura, que en otro momento pasaría, lamentablemente, desapercibida.

lunes, 12 de octubre de 2020

La tumba del Rey de Carlota Suárez


Personas de la misma comunidad, de un mismo mapa, aparecen interconectadas por líneas, algunas rectas otras quebradas pero todas fuertemente unidas por un destino que no tiene nada de divino y mucho de humano, al servicio de una genealogía que explica el origen de la condición de monstruo o de víctima.

Líneas de trazado indeleble que resisten el paso de los años y los envites del tiempo. Cadenas que atan esclavos con sus amos; que degradan a seres humanos para regocijo y entretenimiento de otros. Al poderoso no se le juzga por el grado de humanidad sino por el poder que ostenta y su capacidad adquisitiva de objetos y personas.

La tumba del Rey es la joya de la corona de las obras de reconstrucción de una necrópolis aborigen donde se excava el pasado de los isleños y el lugar en el que la etnoarqueología ha de ceder el paso a su variante forense.

Su abertura deja boquiabiertos al grupo de arqueólogos que esperaban expectantes culminar un descubrimiento en un sentido bien distinto. Y es que no solo son restos de ancestros los que se hallan en la tumba si no de un cuerpo relativamente reciente lo que clausura cualquier nueva tarea y precinta el recinto con cinta plastificada de la Guardia Civil indicativa de investigación criminal en curso.

Una investigación que no ha hecho más que empezar y aún tiene mucho por descubrir y por ofrecer.

Carlota Suárez nos arrastra a un mundo donde el poderoso es dios y nadie se opone a sus planes y menos sabiendo cuales van a ser sus consecuencias. Solo alguien que vea a ese dios como un demonio puede ser capaz de enfrentarse a él. Una crítica feroz contra el heteropatriarcado y al sistema de castas que domina el entorno socio-político ayer, hoy y mañana.

La autora, claramente documentada a fondo, se apoya en el costumbrismo para relatar con profusión de detalles las vidas de varias generaciones de personas y sus relaciones, más amargas e infelices de lo que nadie imagina en su niñez, mientras desarrolla una investigación policial con mucho de ingenio y más de verosimilitud.

Las pesquisas se llevan a cabo de forma oficial por miembros de las fuerzas del orden y en paralelo y de forma oficiosa, por un equipo de heterodoxa composición e intereses: Valeria, Soledad, Santana y Robledo. Y aunque parecen responder a estereotipos del género se desmarcan de esa condición y aportan situaciones de alta tensión dramática y también de desbordante ironía.

La autora escoge un camino de muy largo recorrido argumental y lo recorre empleando el recurso de narrar en dos tiempos y varias voces; emplea profusión de personajes, tal vez demasiados, de gran carga emocional y ubica el argumento en Agaete, un pequeño pueblo costero al noroeste de Gran Canaria. El empleo de léxico autóctono conforma un entorno burbuja que posibilita una lectura sin distracciones a fin de no perder comba.

La obra va ya por su 5ª edición y si la leen entenderán el porqué.

miércoles, 7 de octubre de 2020

Tiempo de siega de Guillermo Galván

Cuando un cocido puede equipararse al argumento de una novela negra o policiaca y viceversa es que estamos ante algo con contenido y substancia. Digno de ser apreciado.

Algo trabajado sin prisas y tratado, desde el primer al último ingrediente, con esmero para que el conjunto sea aún más sabroso pero en donde cada parte mantenga su esencia.

Así empezando por la sopa, desgrasada y ni muy líquida ni espesa, y los fideos, ni duros ni reblandecidos y continuando por las verduras y las viandas estamos ante un festival de colores y sabores que producen una experiencia muy satisfactoria.

Expresado en esos términos, Tiempo de siega es un sabrosísimo cocido policial que transcurre en la inmediatez de la posguerra civil, esa cruzada para los vencedores o ese golpe de estado para el resto de la humanidad, en un Madrid que intenta reconstruirse como buenamente puede.

Carlos Lombardi es requerido para ocuparse de un caso de asesinato aparentemente anodino pero que para alguien con memoria, y que lo recuerda, podría estar relacionado con algo que pasó hace años, antes que la contienda descerrajara las puertas del infierno.

Carlos Lombardi está en la cárcel por su condición republicana aunque en tiempos fuera un buen policía criminalista. Pero hoy, por aquel ayer, ya se sabe, pesa más la lealtad que la aptitud. Aceptar el caso le permitirá dejar de trabajar en ese mausoleo macabro al que pretenden sembrar de caídos y en donde aún caen e intentar recuperar el pulso de lo que ahora, por entonces, es una vida normal.

Aunque signifique rendir pleitesía, él que nunca tuvo amo; tener que trabajar en equipo, él que siempre anduvo solo, y tener que dar cuenta de cada paso, él que siempre anduvo a su aire. Pero es poco el precio si a cambio se obtiene la libertad.


Guillermo Galván
hilvana una compleja trama donde se involucra el clero y los servicios de espionaje de varios países. Donde se involucra la miseria, la desesperación y el miedo de quienes, ajenos a políticas e intrigas, suspiran por llegar vivos al día siguiente. Donde se involucran distintos personajes de distintas ideologías y se destapan vicios y virtudes de distinta magnitud según la condición social de cada cual.

Tiempo de siega es el momento de recolectar lo que se sembró. El resultado dependerá de si se es un agricultor o no: o cosecha o justicia.

El resultado de la novela es claro: un sabroso cocido. Madrileño, sin duda alguna. Madrid omnipresente en toda la novela, por sus calles, sus edificios y sus gentes y su gastronomía identificativa aún en esos tiempos. Y su cocido.

Una novela que está esperando ser leída, y saboreada. No le afeen el ofrecimiento. Y para cuando acaben sepan que les espera una segunda entrega de esta serie protagonizada por Carlos Lombardi: La virgen de los Huesos igual o mejor. Y desearan que la tercera no demore su salida.

domingo, 4 de octubre de 2020

La centrocampista murió al amanecer de Antonio Castro-Guerrero

Esta novela breve bucea en aguas turbulentas cuando se atreve a sumergirse en un tema tan, incomprensiblemente, controvertido, como es el fútbol practicado por mujeres ¿acaso no pueden practicar el deporte que deseen? ¿O es que aquello de que es cosa de hombres sigue acaso vigente?

Por suerte para las practicantes de este deporte, desde que las televisiones le han visto rendimiento económico y han empezado a retransmitir partidos su visibilidad ha aumentado exponencialmente, lo que ha posibilitado un reconocimiento largamente reivindicado que ya se ha traducido en reglamentación laboral favorable para las jugadoras, aunque todavía quede mucho camino por recorrer.

La centrocampista murió al amanecer es una novela policiaca que evidencia como el patriarcado sigue (des)considerando al futbol femenino. Recoge el guante del debate pero se conforma con soltar tibios guantazos, cuando deberían haber sido puñetazos.

Denuncia con boca pequeña, como andar de puntillas sobre un césped recién sembrado, que la aleja de la novela negra de fuerte contenido social para desarrollarse con las premisas de una novela policial de corte clásico que sigue canónico proceso de investigación y trabaja con pocos sospechosos.

Sabemos más de los problemas vivenciales de las dos policías encargadas del caso que de la víctima, una chica joven, poco recorrido, cuyo cuerpo ha sido encontrado de forma fortuita en el Estadio Calderón del Atlético de Madrid que está siendo demolido.

El cuerpo se identifica como el de Nadia Coronado, una jugadora con gran proyección, de 22 años, y centrocampista de un modesto club de futbol femenino, que había desaparecido sin dar noticias dejando al equipo huérfano de convicción en su lucha por evadir el descenso.

Antonio Castro-Guerrero demuestra que sabe redactar, la trama atrapa desde el inicio y el entretenimiento y la tensión se mantienen hasta el final; lo que permite suponer que puede aún dar más de sí en novelas con mayor extensión. En esta, el campo se le ha quedado pequeño.

El caso policial está bien planteado, resulta veraz y tanto su desarrollo como su solución interesan y convencen y además la pareja investigadora, la inspectora Sol Trocás y la sub-inspectora Gemma Silom, podría tener recorrido en otras entregas, según como se resuelvan sus propias vidas, habida cuenta de su carisma.

La novela ha obtenido el Premio Carlos Matallanas de Novela Breve en su 2ª edición, un premio impulsado por la Asociación de Futbolistas Españoles, Prisma Publicaciones del Grupo Planeta y FUNDELA (Fundación Española para el Fomento de la Investigación de la Esclerosis Lateral Amiotrófica) a la que se destina la recaudación de las ventas del libro.

Una buena ocasión para leer sobre ese, demasiadas veces considerado, submundo del deporte femenino en el que aún mandan los hombres y entretenerse con una novela policiaca a escala humana como deberían ser todas.

miércoles, 30 de septiembre de 2020

Cierra los ojos y mira de Roberto Gallego

La novela negra y el thriller están evolucionando en su forma aunque mantengan su fondo que les identifica; intentan reinventarse alejándose de tópicos y clichés en argumentos y especialmente en su tratamiento.

Cierra los ojos y mira es un ejemplo de esta renovación o quizá revolución. Poco o nada que ver con lo que sigue siendo habitual en el género.

La historia tiene una evocación a documental, no en vano el protagonista es un joven periodista idealista; tiene hechuras de thriller evidenciadas en el ritmo narrativo y los tempos que marcan la evolución de la angustiosa trama y ahonda en el aspecto más social de la novela negra que es el de la denuncia y persecución de delitos que, por su magnitud de afectación de seres humanos y su expansión mundial, son considerados crímenes de lesa humanidad.

Escuchando el fragmentado relato de su vida con el que Ulises Sánchez entretiene a su hijo Oliver, para hacer más llevadera la espera de un desenlace del que no da pistas, se nos introduce en un mundo a caballo entre el espionaje por agentes y el espionaje amateur pero con la misma finalidad: obtener pruebas para poder juzgar y condenar o en su defecto denunciar y estigmatizar. La sociedad hará el resto.

Documentar lo que son evidencias parece de Perogrullo pero así está organizado el juego y cuando se juega hay que respetar las reglas.

Una escultura de gran valor artístico y económico ha sido sustraída del Museo de Arte Moderno (MoMa) de Nueva York y hay alguien que puede recuperarla. Ese alguien es Ulises Sánchez, el protagonista, el periodista, el padre, el espía. El robo abre la novela de forma intrigante y la cierra con la misma condición, entre medias unas investigaciones con alto contenido dramático.

Si el argumento ya se aleja del canon criminal, la redacción lo confirma todavía más. Roberto Gallego escribe una historia donde todo es reconocible: amor, ilusión, profesión, paternidad, confianza, amistad, tragedia por este orden aproximado; pero a la vez todo es desconocido y eso se debe a que emplea una narrativa a media voz, de confidencia, que suena bien. O sea mirar más que ver. O lo que es lo mismo mirar con los ojos cerrados.

¿Qué se ve con los ojos cerrados? ¿Qué ve un invidente?

Cierra los ojos y mira es una novela que, en círculos de lectores criminales ortodoxos, probablemente coseche indiferencia en la misma medida que obtendrá el reconocimiento de lectores heterodoxos.

Hay que celebrar que haya autores con obras que busquen nuevos enfoques, que abran trochas; además emplea un léxico variado donde la cacofonía no tiene cabida y demuestra un conocimiento de la semántica que hace de la redacción un placer para la lectura. Más de una firma famosa debería leerla y aprender.