Una deuda con ella o consigo mismo. La búsqueda de un
reencuentro aunque sea con un cuerpo sin vida.
A su llegada se encuentra una población, con unas cabezas
visibles, que parece ser carne de obra de teatro. Y su condición de escritor le
hace formular preguntas de las que no solo no obtiene respuestas sino que
generan dudas y más preguntas que confunden la trama como si Kafka estuviera moviendo
los hilos detrás de la tramoya.
Poco a poco se irá involucrando en un asunto turbio y
complejo donde se irán descubriendo aspectos que, ligados a nuevas muertes, van
a ir fijando los tablones para que el lector avance pisando firme y no caiga,
desorientado, al vacío.
No, no es de esas novelas negras donde todo se da hecho y
solo hay que seguir las miguitas de pan. Es negra si, pero absolutamente
desquiciante. Muy crítica con el poder, lo ejerza quien lo ejerza, y con sus
circunstancias y consecuencias.
Quien se vale de él queda preso en su influencia
gravitatoria lo que le impide alejarse. Los favores recibidos son favores
debidos. Y el poder devora a sus mandatarios como Saturno a sus hijos.
El autor ha empleado la figura del hombre solo, Francisco, Paco, turista obligacional, extranjero en su tierra y desconocido en el lugar, para vertebrar una historia de desesperanza a nivel nacional donde la corrupción campa como la mala hierba; y de afianzamiento individual, donde el desconcierto aúpa las malas decisiones condicionando el futuro. Aunque como el gato de Schrödinger hasta el final no se sabe si se está con vida o no.
La obra de Guillermo Orsi está impregnada de la historia
reciente de esa Argentina que siempre asemeja ser un barco a la deriva y a cada
envite con la tormenta pierde parte de su carcasa pero mantiene intacta su fe
en superar el siguiente y acabar navegando en aguas tranquilas y con destino
bien trazado.
Por eso en Siempre hay alguien en quien matar se palpa, en cada párrafo, esa sensación de
angustiosa desesperanza pero sin llegar a lanzar la toalla, luchando mientras
queden fuerzas. Se perderá por puntos pero no por KO, aunque sea cabeza de turco.