Y es que en una dictadura el idealismo contrario es un
acceso preferente, vip, a la muerte.
Y en una dictadura los crímenes políticos siempre se
disfrazan de atracos, robos, asaltos, atentados, violaciones… delitos que aúnan
la ciudadanía a apoyar el empleo de la fuerza máxima por parte de las fuerzas
del orden en pos de la paz social y en preservación del bien común.
Hotaru parte de una relación amorosa a distancia y la
entrelaza con un secuestro político y una causa revolucionaria. A partir de ese
momento ya nada podrá deshacer el tejido que tanto puede acabar sirviendo para
traje de boda como para mortaja.
Hotaru, aunque no de esa impresión, es una novela negra profunda,
subversiva, revolucionaria y metafísica. Como no puede ser de otra manera
cuando en un argumento se mezclan dictadura militar, montoneros, geishas, amor,
idealismo, abusos sexuales y luciérnagas.
Como se puede ver, en Hotaru se dan cita diversas
situaciones y enfoques que si bien pueden parecer incongruentes, por dispares,
a primera vista, encierran un todo simbólico y nada caprichoso.
En Hotaru prima la denuncia social a los estragos causados
por los regímenes totalitarios y es también una historia de poliamor. Amor heterosexual,
amor homosexual y amor incestuoso. Y es que el amor no entiende de etiquetas y
aparece cuando menos nadie se lo espera y por él se pierde el norte y lo que
sea, incluso la vida.
Como sucede con el idealismo y el exceso de confianza
cuando se trata con quien tiene el poder como ideal y desconfía hasta de su
sombra. Nunca negocies con quien siempre quiere ganar porqué, de un modo o de
otro, vas a perder.
Hotaru trata sobre el miedo y la duda. Sobre el conflicto
de quien se es y quien se quiere ser, sobre la perturbadora búsqueda de la
identidad.
Martín Sancia Kawamichi nos ofrece un argumento de gran belleza plástica, que tiene en los silencios grandes revelaciones y en las contemplaciones la explicación de los sentimientos que hacen que la trama avance y llegue un momento en que no importe su destino y que lo único importante sea seguir avanzando.
Una novela negra cargada de violencia mostrada a la tenue
luz de las luciérnagas; contada de forma reposada a modo oriental, lejos de la
verborrea criolla, y con un final en la misma línea: rotundo, definitivo y
rápido.
Esta novela fue premiada en el festival BAN! (Buenos Aires
Negro) de 2014.