Odón Calleja, Pepe Pastrana, Basilio
y El Guaje se encargan de un caso que combina esa paleta de colores que no solo
ensucia sino que además es peligrosa. Un nuevo encargo que precisa de recursos
tecnológicos extra y dedicación nocturna como si fueran curuxas de grandes ojos expectantes.
Un encargo que empieza con la
investigación de un accidente de tráfico y termina con… mejor no avanzo nada.
Solo indicar, parafraseando a Poirot, que todos esconden algo, todos mienten
Segunda entrega protagonizada
por la Agencia de Investigación Marbella y en esta ocasión, habiendo presentado
sobradamente los protagonistas en la anterior, más centrada en los pasos
propios de toda investigación.
Una entrega que confirma el
enfoque cozy de la serie, anteponiendo el aspecto detectivesco al noir de una
novela negra.
El autor, José Luis Pastrana, prefiere la parte amable, centrada en la
interacción entre los personajes y sus vivencias cotidianas, que la escabrosa
del propio delito. Y así, en su obra, no se recrean hechos más allá de la
mención y no se relatan actos que la imaginación no pueda suponer.
Al dominio del lenguaje, ya
demostrado, se le añade la imaginación para ir trenzando una compleja historia
con muchos protagonistas; en la que cada cual tiene su papel que, aunque pueda
parecer pequeño, resulta indispensable para el avance de la trama.
Los miradores verdes es
una novela de procedimiento de investigación. Si generalmente las novelas
policiacas explican el procedimiento seguido por comisarías y agentes, esta
serie se aborda desde el punto de vista de los investigadores privados en este
país.
Muestra así la cara menos
conocida del género, la menos peliculera y, en aras del realismo, sus
limitaciones legales. Lo que ayuda a entender que el final no sea todo lo
redondo a lo que se está acostumbrado, pero es que las leyes de este país
requieren que sea cuadrado. Y es que no todos los delitos son pasto verde para
las agencias de detectives.
La novela mantiene el tono
ligero y cotidiano de cercanías que apuntaba la anterior, lo que parece
confirmar que se ha establecido pauta, y significa lectura fácil que la hace
recomendable entre lecturas de más calado, aquellas que dejan la mente aturdida
y el cuerpo molido aunque no se haya movido del sillón.
De seguir así, el género cozy, poco dado en
este país, tiene un nuevo adalid. Habrá que seguirlo de cerca.
Reseñada anteriormente en este
mismo blog, Nuevos Horizontes: un caso del detective Calleja, primera entrega de la serie.