domingo, 23 de enero de 2022

Nuevos Horizontes de José Luis Pastrana


El género noir diferencia perfectamente la novela negra urbana y la novela negra rural, pero olvida la novela negra que, a falta de denominación consensuada, bien podría denominarse localista.

Es decir, la que tiene su epicentro en una pequeña localidad y extiende sus tentáculos por las vecinas. Una novela cuya ambientación acaba siendo familiar por el reducido número de restaurantes, bares, talleres y establecimientos comerciales en un acotado entramado de calles principales y travesías.

Todo en aras de conseguir una complicidad con la comunidad lectora que, aprovechando la ya confianza establecida, ofrece diálogos sueltos y socarrones y una selección de los delitos ajustados a la realidad del lugar, entorno y época. De otro modo sería como pez fuera del agua: nunca se daría un asesino en serie a la americana, como tampoco lo tuvo que enfrentar Plinio, ni una compleja maraña de bandas latinas con conexiones internacionales, por poner dos ejemplos.

Son un tipo de novelas que ofrecen una visión del género con mayor proximidad. La misma que ofrece el saludo de convecinos por la calle. Nuevos Horizontes: Un caso del detective Calleja es novela negra de cercanías.

Odon Calleja y Pepe Pastrana coinciden en la barbería y es como si se juntara el hambre y la ganas de comer. Dos perfectos desconocidos que, por aquello de que el destino juega con cartas marcadas, acaban convergiendo intereses y materializando sueños que toman cuerpo en la creación de una agencia de investigaciones.

Y el estreno es por todo lo grande, con un caso que se caza al vuelo, casi por intuición, y que pone a prueba las aptitudes de los componentes humanos y técnicos de la agencia y su recién estrenada logística.

Con tesón y esfuerzo se sortean obstáculos y con profesionalidad y ética se afronta el compromiso que supone este primero, e importante, contrato.

En esta entrega, presumible y deseablemente, la primera de otras muchas, se empieza a perfilar la diferencia en el modo de hacer de cada protagonista. Odón procede de manera procedimental y responde con olfato de sabueso, no en vano ha sido policía nacional la mayor parte de su vida; y Pepe actúa de forma más cartesiano de acuerdo a su condición de ingeniero.

No se sorprendan si conociendo a Odón les vienen ecos de Plinio, Maigret y, un poco menos de Adamsberg, pero por ahí andará salvando la distancia de que ya no es del cuerpo y que va de privado.

Está clara la intención de ahondar en los caracteres, incluidos los secundarios, y en los localismos, ya sea en gastronomía o en geolocalizaciones, para darle entidad propia a la serie y diferenciarla de otras más impersonales por globalizadas.

A José Luis Pastrana se le ve cómodo, entusiasta y queriente de sus personajes y del encaje argumental y de la tierra. Consigue transmitirlo empleando el lenguaje plano y corriente de cualquier convecino, nada influído por clichés del género. Y lo desarrolla en una trama local, verosímil y plausible, bien hilvanada y que, al notarse bien asentada, ella misma se crece a medida que avanza su desarrollo.

Los nombres famosos en literatura copan los estantes de las librerías y hay obritas, como esta, que no tienen quien las quiera sino es con el boca a oreja.

No se dejen confundir por el título ni la bucólica imagen de la cubierta ya que su interior esconde una original novela negra. Denle una oportunidad y no se sorprendan de lo fácil y agradecida que les va a resultar su lectura.

 

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