lunes, 28 de marzo de 2022

Vienen mal dadas de Laura Gomara

La crisis, sea familiar, de pareja o económica, es aquella situación en la que apareces como culpable aunque no lo seas. Pierdes a tu familia y eres culpable; pierdes a tu pareja y te sientes culpable; pierdes tu empleo y tu dinero y el banco te hace culpable.

Y cuando intentas rehacer tu vida, la sociedad te culpabiliza y te repudia. Y sobrevives como puedes pero intentas no perder la dignidad. Lo único que te importa incluso por encima de la propia vida.

Ruth Santana tiene dos empleos y aun así no llega a final de mes, pero no ha perdido su capacidad de lucha, ni su dignidad. No se doblega y por eso rechaza ayudas y no quiere imaginar a cambio de que favores. Pero a veces el destino, eso que se te cruza cuando dudas si ir o volver, si girar o seguir derecho, puede abrirte una puerta que ni sabías que existía.

A Ruth le ofrecen entrar tras una puerta oculta. Le ofrecen dinero fácil a cambio de muy poco, una simple vigilancia. Le ofrecen entrar en un túnel, como en el que ya está, pero en ese puede haber salida y esa luz, al fondo, la atrae como una polilla. Y si con eso va a poder volar, aunque sea temporalmente, no duda en agitar sus alas, y si se quema en el intento al menos habrá volado.

Mientras, una banda de carismáticos reventadores de cajeros automáticos planifica el golpe que los aleje de su realidad y les permita construirse una a medida. Buscan los mares del sur bajo el asfalto. Cada cual tiene su ilusión y a eso van. No son delincuentes ambiciosos y obedecen al Gallego que es el único que tiene un doble motivo para hacer lo que hace.

Un motivo poderoso que puede llevarse por delante a quien se interponga.

Laura Gomara relata una trama muy bien planificada; una acción narrativa a ritmo vivaz que se mueve por las calles de una Barcelona actual, sorteando peatones de a pie y los que yacen tumbados entre cartones y mantas en portales.

Ha escogido sus personajes entre los cientos de transeúntes con los que nos cruzamos un día cualquiera deambulando por calles y avenidas. 

Rechaza los estereotipos y por eso los policías y los delincuentes se identifican más por lo que no son que por lo que deberían ser. Incluso Ruth Santana es la negación al arquetipo que se le supondría en su papel de mujer en la novela negra.

Por comparación con los peores que eligen maldad para vivir, aquí los malos son los buenos ya que no han elegido sino que la vida los ha hecho así.

Con esas premisas, está claro que Vienen mal dadas es una novela negra por convicción y no por responder al paradigma tradicional, y por eso su lectura aún resulta más atractiva e interesante.

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