domingo, 22 de enero de 2023

Bajo una luz fría de Garry Disher

Alan Auhl, ha vuelto a la policía, después de una ausencia de cinco años. Es mayor, tanto que las burlas sobre su edad o sobre los achaques asociados a ella, le resbalan. Ya se sabe que la juventud se cree eterna y suele ser despiadada en su avance hacia la gloria.

En la policía la edad puede ser sinónimo de experiencia, de madurez, de reflexión. De no tomarse nada a la ligera, de ser cuidadoso con los detalles, de ser paciente y aceptar que no todo se resuelve como en la tele.

Alan es mayor pero no es, nunca lo ha sido, tonto; al contrario es muy capaz y busca el lado humano en el enfoque del caso criminal.

No solo porqué los humanos son las víctimas y verdugos, sino porque hay sufrimiento y daños colaterales que, si se puede, hay que intentar minimizar al máximo.

La novela transcurre en Melbourne, Australia, y tiene como punto de partida el temor a un ofidio. Con las serpientes hay que tener cuidado, pueden ser letales y es mejor capturarlas y soltarlas en un entorno donde no haya humanos que puedan convertirse en víctimas potenciales.

Y no porqué se metan en un agujero hay que dejarlas. Podrían ser hembras, podrían estar embarazadas, podrían crear una colonia, podrían invadir tu casa y atacarte a ti y a tus hijos.

No, con las serpientes no se juega.

Alan Auhl va a tener que lidiar con varios casos simultáneos y parecidos. Con humanos que reptan como serpientes y que tienen veneno. Alan sabe cómo hay que tratar a esos humanos y a su edad, los reparos los deja para quienes ven la vida desde la comodidad de un sillón creyendo que la realidad es lo que muestra la televisión y que la justicia es justa y no un contubernio de letrados y clientes con posibles. En sus años de oficio Alan sabe que hay quien desayuna, come y cena corruptelas.

El escritor Garry Disher nos regala a un personaje maravilloso. Una persona muy digna, justa, equilibrada, sensata y resolutiva. Un personaje que destroza el cliché que de su profesión la novela negra ha convertido en estereotipo.

Con una vida privada muy interesante y una convivencia estimulante por la diversidad de caracteres que pueblan su casa, reconvertida en varios hogares temporales.

A Alan Auhl, AA, lo vamos conociendo a través de sus relaciones personales y trabajando en unos casos criminales, simultáneos, porque la vida es así: repleta de simultaneidades cotidianas que se entremezclan con el trabajo y que hay que ir resolviendo al unísono.

Matar, acosar, humillar, maltratar, engañar, son acciones que están ahí, como las serpientes, y que precisan ser combatidas con tolerancia 0. Comporte eso lo que comporte.

Bajo una luz fría reflexiona sobre la eficiencia en la resolución de problemas; recrimina a la justicia su comportamiento y le pide que gesticule menos y actúe más y no duda en emplear a su protagonista de justiciero cuando la justicia no resulta justa.

Es una muy buena lectura, que hay que aplaudir al terminar y luego reflexionar sobre todo lo que ha evidenciado, todo lo que ha denunciado, que no es poco.

Una lectura pausada, emotiva y crítica con el interior de la condición humana y que avanza a su ritmo pero no da puntada sin hilo. No se la pierdan

domingo, 8 de enero de 2023

Mi hermana, asesina en serie de Oyinkan Braithwaite

A veces lo fácil resulta lo más complicado. Y eliminar un novio, o sea matarlo, cuando ya no interesa puede que no sea la solución más adecuada pero es la más efectiva y una vez llegados a este punto se impone deshacerse del cadáver sin dejar pruebas ni rastro.

Ayoola es la hermana pequeña de Korede. Es una mujer voluble a la que ningún hombre se puede resistir y que emplea las redes sociales para comunicarse con el mundo. Korede es enfermera, responsable y aspira a un cargo superior.

Ayoola es simple. Actúa como niña que lo quiere todo ahora y aquí. Y mata sin el conocimiento de la gravedad del hecho. Mata como se desharía de una camiseta manchada o pasada de moda. De hecho matando no elimina una vida humana, la sustituye por otra. Renueva sus relaciones como renovaría un armario.

Y es Korede, la que respeta las normas establecidas, la que valora el orden y la responsabilidad, la que carga con toda la logística que supone la limpieza y desaparición del cadáver. Quien vela porque a su hermanita lo le suceda nada malo y quien a cambio debe soportar sus desplantes, sus veleidades y sus antojos, frutos más de la inconsciencia que de la malicia.

Pero cuando Ayoola se fija en el hombre que supone el sueño romántico de Korede, un doctor del hospital donde trabaja, sabe que tiene que influir para que esa relación no avance so pena de que pueda acabar en una desgracia que lamentaría el resto de su vida.

Oyinkan Braithwaite bucea en sus raíces nigerianas para mostrar-nos una realidad que nos es desconocida por lejana pero la sitúa en un contexto actual y consigue que con la globalización de los deseos y las realidades podamos comprenderla sin problema alguno.

Un dilema sobre lo que se ambiciona, lo que se posee, lo que se desea y lo que se sueña con una historia desenfadadamente trágica, y diálogos cortos y punzantes que dicen más de lo que se oye.

Mi hermana, asesina en serie es una historia criminal sostenida por los pilares del humor negro y de la tensión del thriller. En su dosis de crítica social pone de nuevo sobre la mesa que a los familiares no se les escoge sino que vienen de serie y que las relaciones fuera de ese círculo, si bien son elegidas libremente, no siempre resultan ser lo que se espera.

Un entusiasta debut en el género de una autora que promete más alegrías noir.

domingo, 1 de enero de 2023

Caballos lentos de Mick Herron

El intrigante mundo de los agentes secretos, de los espías, de las agencias gubernamentales que se supone que no existen, de los pisos francos y de los documentos clasificados es tan irresistiblemente atractivo que resulta impensable no escribir sobre él.

Leer thriller de espías es un clásico al que no se debe renunciar y si se tropiezan con la serie protagonizada por el, aparentemente, indolente, abandonado y maleducado Jackson Lamb, escrita por Mick Herron, no dejen de leerla.

La Ciénaga es un edificio tan deprimente y anodino como la gente que se da cita en su interior. Tan falto de cuidados y atención, como necesitados de lo mismo están sus residentes. Un edificio del gobierno; uno de los que no son del dominio público.

Jackson Lamb tiene a su cargo La Ciénaga, el edificio donde trabajan agentes secretos marginados. Currículos manchados que se dedican a hacer trabajo administrativo, aburrido y desmotivador.

Resulta más barato hastiarlos para forzar su dimisión que despedirlos, de ahí que su cubícular zona de trabajo sea gris e insulsa a juego con sus tareas.

Todos añoran los tiempos de trabajo activo, de campo, cuando trabajaban en misiones y no en recados. Todos ansían volver a Regent’s Park pero aquello es el hipódromo. Allí es donde se corren carreras de verdad, mientras que La Ciénaga es la cuadra donde se recluyen los caballos lentos.

Pero nunca hay que menospreciar el pundonor de un agente relegado: puede no estar en primera línea pero eso no significa que no mantenga intactas sus habilidades ni que haya olvidado sus prácticas.

Los inquilinos de La Ciénaga van a tener la oportunidad de demostrar sus aptitudes en un caso inesperado y con más trascendencia que la sospechada inicialmente.

Mick Herron se aleja del prototipo James Bond y de los antihéroes de Graham Green o John Le Carré para crear unos propios y distintos. Sus personajes son lobos solitarios, caballos lentos, pero son agentes comprometidos y entusiastas.

Caballos Lentos es un purasangre en las caballerizas de las novelas de espías.

Esta novela es la primera de una serie que ya lleva cuatro títulos traducidos y saber que hay más para leer reconforta y tranquiliza. Si son de este subgénero, empiecen ya con la primera y no se arrepentirán.

 

jueves, 22 de diciembre de 2022

Feliz Año Nuevo de Malin Stehn

La Noche de Fin de Año se ha vestido siempre como si de una distinta se tratara; dándole un significado hinchado de importancia y trascendencia.

Es la necesidad que tiene el ser humano de querer ser dominador del azar, de creer que puede gobernar el ingobernable destino. De creer que se puede llegar a controlar las fuerzas y que el año que viene será seguro, seguro, mejor que el anterior. Y espera que nadie le quite la ilusión.

La Noche de Fin de Año es noche de fiesta, de excesos, de libertad, de deseos; es noche de estreno: se estrena un nuevo año.

A lo máximo que se está dispuesto a aceptar a la mañana siguiente es un ligero dolor de cabeza, fácilmente controlable con un analgésico. Pero si lo que se sufre es la pérdida de una hija no hay medicamento que lo remedie.

Y de eso va esta novela que sobrecoge el corazón, el órgano más sensible a los sentimientos, de una hija que va de fiesta de fin de año en casa de una amiga y no regresa. Y no se sabe su paradero, ni si está viva o muerta.

Feliz Año Nuevo es un angustioso thriller noir que escoge familias de las de estar por casa para ponerlas en un brete, enfrentándolas a sus medias verdades, que agrieta relaciones de parejas dejando que secretos ocultos se filtren y provoquen que el año nuevo no sea un principio sino un final.

Malin Stehn va relatando a ritmo lento y pausado, centrándose en la psicología de cada personaje, pinchando donde más duele a cada cual, para conseguir que la desdicha y los reproches vayan calando hasta el punto de no retorno. Va complicando la vida de cada protagonista hasta que sus decisiones no responden a la razón sino al instinto de supervivencia.

Lo que evidencia que la amistad y la solidaridad forjada a lo largo de años puede ser solo una farsa, tal vez bien intencionada, pero que no resiste un trauma de gran calado.

Una lectura, que de leerla ahora, coincide en fechas. Lo que da un repelús a la celebración.

Una lectura que incita a preguntarse ¿cuánto sabemos de nuestras amistades? ¿Cuánto sabemos de nuestra pareja? ¿Cuánto sabemos de nuestras hijas y nuestros hijos?

Cuando levanten la copa para brindar por un Feliz Año Nuevo miren a los ojos de quienes les rodeen y no se hagan esas preguntas sino quieren tener por única compañía la soledad. 

domingo, 18 de diciembre de 2022

La hija ejemplar de Federico Axat

La perseverancia suele dar resultados aunque no siempre sean frutos, o si lo son no sean lo apetitosos que se desearía. La perseverancia es una aptitud que va a unida con la paciencia y la meticulosidad, y que no se encuentra a gusto con las prisas ni los desenfrenos.

La perseverancia forma parte del carácter de un periodista de investigación. Leer, analizar, indagar, documentarse, entrevistar tanta gente como sea preciso, todo para ir cribando arena en espera de encontrar una minúscula pepita de oro.

Camila Jones se dedica a eso, bueno se dedicaba ya que se ha retirado de todo y de todos, aborrece ser mediática, y ahora vive en una casa escaparate, vidrio por todas partes, con su perro Bobby en un lugar donde espera no ser reconocida.

Sin embargo, Tim Doherty, director del periódico local sí que la reconoce e intenta reclutarla para que le ayude a investigar la desaparición de una joven a quien la mayoría dan por muerta, justo cuando está a punto de cumplirse un año de los hechos y su recuerdo empieza a diluirse con el paso del tiempo.

Camila no resulta receptiva a la petición de forma inmediata, pero, ¡qué demonios! quien lo lleva en la sangre no puede cambiar de la noche al día y casi sin darse cuenta toma las riendas de un caso que otrora hubiera hecho furor cuando era una estrella de la televisión.

La trama va avanzando a ritmo de investigación amateur, no hay placa policial que abra puertas ni que suelte lenguas, pero los pasos son firmes y pronto la información obtenida va dibujando un escenario distinto al que se supuso en el momento de la desaparición asociada a suicidio.

La experiencia de Camila y la ayuda de antiguos colaboradores permiten encontrar indicios que o bien se pasaron por alto en su momento o, aún peor, no se quisieron contemplar para no desfigurar una idea preconcebida.

La hija ejemplar es una novela negra y oscura que va evolucionando a thriller apneico a medida que se acerca el final. Una intriga que se viste con sueños de adolescencia y del deseo de ser mayor para mostrar que hay que hacer caso del adagio que insiste en que hay que tener cuidado con lo que se desea…

Una trama que al final pasa cuentas sin ningún rubor ni atisbo de misericordia y que busca equilibrar la balanza con el mal sufrido.

Federico Axat va contando lo que pasó, lo que se supone que pasó y lo que está sucediendo.

Se toma su tiempo y su espacio, 518 páginas, para dar forma a un relato ominoso donde todos somos periodistas de investigación yendo de la mano de Camila, aprendices d'un oficio no exento de peligro.

No esperen una lectura de ritmo acelerado sino todo lo contrario, pausado y recogido y cuando finalicen no olviden que “la maldad se esconde donde menos lo esperas”.