En 1926 los viajes intercontinentales eran algo solo al alcance de muy poca gente y si bien para algunos, ingleses, franceses, era más habitual porque sus colonias se extendían por varios continentes, para los americanos, en cambio, resultaba más extravagante y oneroso.
Lo que no impide a
Millicent Stanley, tía Millie, arrastrar a su sobrina política y joven viuda,
Jane Wunderly, a un lugar donde la ley seca no le impida practicar su deporte
favorito que es degustar bebidas espirituosas hasta más allá de lo socialmente
razonable.
Egipto, y el maravilloso
Mena House Hotel, que incluye un campo de golf lindante con la arena del desierto; ese oasis para clases privilegiadas y con privilegiadas vistas en primer plano de las
pirámides, es el exótico destino para pasar unos ociosos días de placer.
Pero encontrar el cadáver
de una díscola joven, recién conocida en el bar del hotel, no entra dentro de
los pasatiempos planificados por Jane y tener que investigar, a escondidas, su
muerte para quitarse de encima la etiqueta de sospechosa, tampoco.
Una aventura romántica con
cócteles refrescantes en un lugar de ensueño no casan bien con la pesadilla que
supone un cadáver y un jefe de policía suspicaz. La emoción está servida en
este Cozy Crime ingenuo y nostálgico.
Erica Ruth Neubauer reconoce su devoción por aquella época de películas en blanco y negro, humor blando, romanticismo elegante y novelas policiacas de la Golden Age, y este es su reconocimiento y su homenaje desde una planta baja de un alto edificio.
Así su protagonista, Jane
Wunderly, que esconde un pasado truculento, está leyendo El Hombre del Traje
Color Castaño, la novela más aventurera y menos policiaca de Agatha Christie, y
sin duda Muerte en El Cairo, quiere ser clara deudora y aspira, sin
conseguirlo, a ser reflejo.
Muerte en El Cairo, tiene una trama lineal plagada de diálogos y
situaciones que consiguen hacerla espiralada por la lentitud en la que avanza.
Y aunque resulte en exceso previsible no le afea el interés por lo que ofrece:
una lectura relajada y amable, adecuada para días de asueto en los que
desconectar de la rutina y pensar lo mínimo es la máxima prioridad.
Léanla bajo un ventilador
de aspas y acompáñenla con un batido de frutas con un chorrito del licor que
prefieran, les ayudará a superar la visita del calor que conlleva el verano.