domingo, 23 de octubre de 2016

Aguacero de Luis Roso


Aguacero: ambientación perfecta en un
noir rural de la España.
Aguacero es un intenso y magnífico noir rural donde el barro y la lluvia son tan protagonistas como las personas y supone el brillante debut en novela negra de Luis Roso.

Un debut pasado por agua porque esta no ceja en su empeño de ser protagonista a lo largo de toda la trama, y esta persistencia es tan vivida que cada vez que se levanta la cabeza de la lectura y se ve la placidez de una tarde de sol otoñal parece que se haya vuelto de un viaje intertemporal.

Debut pasado por agua pero para nada aguado, habida cuenta de la calidad que se reconoce en cada línea de escritura donde todo está medido para que ajuste sin apretar.

Estamos en1955: demasiado poco tiempo desde el final oficial de la guerra civil española. Insuficiente como para olvidar, no hablemos ya de perdonar desmanes, afrentas y peores. Había que cuidar muy bien que se decía y a quien por estar en terreno abonado de rencores expectantes de recolectar venganzas.

Aguacero es una novela negra de la España negra que crecía inaugurando pantanos en el No-Do. En una época en la que el Movimiento no dejaba mover a nadie.

Ernesto Trevejo, de treinta y tantos, inspector de la Brigada de Investigación Criminal en Madrid es enviado a dar soporte a la Guardia Civil de Las Angustias, un recóndito lugar de la sierra madrileña elegido como enclave para construir un pantano. Un cuádruple asesinato, dos guardias civiles y el alcalde y su esposa, especialmente truculento conmociona a las altas esferas del gobierno que quieren una pronta solución.

El inspector cuenta con la ayuda logística del joven agente Aparecido, un acierto de personaje, y con él va progresando en una investigación entorpecida por la lluvia y por el hermetismo que suele ser el habitante destacado en las zonas rurales.

Su presencia, una piedra en el zapato, es acogida por el capitán de la guardia civil con fría profesionalidad y sin pizca de entusiasmo y por el resto de la población con expectación y suspicacias: el alcalde, el cura, el juez, el médico, el rojo, la maestra, la prostituta, el hostalero, un noble venido a menos, el encargado de las obras de la presa y su capataz. Estamos claramente ante una novela de protagonistas.

Luis Roso debuta en la
novela negra con Aguacero
Luis Roso parece recrear un episodio de Crónicas de un pueblo, serie de TVE de los ‘70, pero lejos de ofrecer la imagen idílica forzada por la censura, ofrece una imagen real con todas las miserias del régimen, físicas y morales, al descubierto y con una trama que por su probabilidad y posibilidad destila veracidad en todos sus párrafos.

Hay autores que para recrear una época pasada abusan de las descripciones buscando facilitar la comunión del lector con el escenario y solo consiguen que se vea el entramado que se oculta detrás del proscenio; Luis Roso ha escrito sobre esa época como si estuviera en esa época, incluidos el léxico, los chascarrillos y las expresiones habituales que componen brillantes diálogos, por lo que no ha precisado de ningún artificio para lograr que la ambientación sea natural y real y además rural.

El argumento refleja el contexto histórico de un franquismo que, lobo con piel de cordero, quiere hacer creer que la guerra es agua pasada y que ahora lo que importa es que España mire hacia delante y así abrir puertas al mundo, que el aislamiento no lo prescribe ningún médico.

La novela resulta una hábil mezcla de, por un lado, costumbrismo histórico, social y político, que sorprende agradablemente por su realismo y crítica ironía y por el otro de intriga policial que presenta suficientes giros en la investigación como para evitar que esta se cierre antes de tiempo alargándola hasta el final. Un final heterodoxo y valiente, digno del desarrollo de la trama y de un suspense narrativo que lo demandaba a voces.

Luis Roso hace un guiño al lector homenajeando a Lorenzo Silva y a la pareja protagonista de sus novelas: Bevilaqua y Chamorro, al ponerles nombre a dos de los guardia civiles: Ramón Belagua Silva y Víctor Chaparro Lorenzo.

Si no la conocían, ahora ya no tienen excusa y se la recomiendo como agua de mayo, aunque que estemos en otoño.

4 comentarios:

  1. Muchas gracias por esta recomendación!!! Siempre viene bien conocer nuevas voces en el género negro y además, por lo que comentas, está ambientada en una época no muy tratada en este tipo de novelas.
    Anotada queda y le seguiré la pista!

    Un saludo!

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    1. Creo que acertarás y también siguiendo al autor, que promete más de lo que él mismo pueda creer ;-)
      Saludos!

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  2. Ya lo tenía apuntado, pero me has acabado de converncer. Esas "Crónicas de un pueblo" pero reales y sin eufemismos, creo que me van a gustar. Por no hablar del homenaje a Bevilacqua y Chamorro.
    Un abrazo.

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    1. Ya contarás tu opinión; a ver si coincidimos.
      Saludos 😜

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