Novelaza de procedimiento policial |
Habana
réquiem es una novela negra de sentimientos confundidos. La facción
más cerrada de la ideología revolucionaria se ve sacudida por los vientos del
aperturismo político y económico y sus militantes, ya fueren por devoción u obligación,
se sienten confundidos ante la incertidumbre de cómo comportarse. Sentimientos
ambivalentes.
El aperturismo es un sarampión inevitable contra el que
no hay vacunas; los gobiernos, las fuerzas sociales y los ciudadanos deben
sobrellevarlo como se pueda; aferrarse a principios de solidaria convivencia
y buena vecindad suele dar buen resultado; cualquier gesto es bueno para que la
enfermedad no degenere en pandemia y en lugar de infectar a unos pocos devaste
como una plaga.
La novela transcurre por las calles de La Habana Vieja;
el pulso de sus calles, los latidos de sus habitantes marcan el ritmo de una
particular forma de entender la vida y algunas de esas calles ocultan
marginalidad y criminalidad a partes iguales; es lo que tiene el aperturismo,
que cuando se abren puertas entran tornados y a nadie se le instruye sobre lo
que va a pasar y cada cual arrambla con lo que puede. Incluida la policía.
Incluidos mandatarios.
Los delitos son los daños colaterales y se presentan a
ojos de la policía como platos de un self-service del crimen: ligeros,
indigestos, amargos y ácidos.
Y los platos que se encuentran en la novela se han
cocinado con persecución con resultado de muerte fortuita, suicidio,
violaciones, asesinato, trapicheo de droga y corrupción policial.
Habana vieja, donde trascurre Habana réquiem |
Eddy, Puyol, Batista, Ana Rosa, Manolito… tenientes y agentes cada cual con su caso, cada cual con su plato de self-service que no ha elegido y que probablemente no resulte apetecible pero es lo que hay.
Habana
réquiem es una novelaza de procedimiento policial. Por
contextualizar que no por comparar, sería como evocar lejanamente al Distrito
87 de Ed McBain. El paisaje aquí es La Habana, concretamente el entorno
conocido como La Habana Vieja, y a la comisaría se la conoce coloquialmente
como la Mazmorra.
Vladimir Hernández |
Vladimir
Hernández muestra los estragos de ese aperturismo sin recrearse;
los cubanos saben que la vida hay que tomársela con humor, aunque este roce el
cinismo y el sentimiento de pertenecer a un colectivo sigue siendo un lazo muy
fuerte entre los isleños.
La novela da voz a distintas sensibilidades policiales y distintos
tipos de delitos y de víctimas para ofrecer un reflejo lo más amplio posible de
todas las caras del poliedro. Recrea los sucesos desde una perspectiva coral narrada
con ritmo ágil y con interés creciente en cada investigación que impide
despegar el libro de los dedos.
Vladimir Hernández escribe con un discurso musicado por la
sonoridad de palabras autóctonas que, sin caer en el cursilismo, conforman
verdadera poesía social. No dejen de leerlo o se arrepentirán.
La novela, comprada en SomNegra vino con un bonus
muy especial y es una narración mecanografiada de nueve páginas, que aún no
forma parte de ningún libro, titulada Felatio
de parca (Una historia de la serie
Habana réquiem) y que es un apetitoso bombón para tomar como postre después
de la lectura de la novela.
En ella se cuenta como al capitán Luís Enrique Almanza,
de la Mazmorra, se le cuestiona su virilidad algo muy ligado al honor y que no
puede soportar el deshonor.
Una narración negra cargada de humor negro que estaría
increíble dibujada como cómic. Yo lo veo. Ahí lo dejo.
La anterior novela de Vladimir Hernández, Indómito, ya se reseñó aquí en este mismo blog y fue merecida
ganadora del Premio de Novela Negra L’H Confidencial 2016.
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