La novela ganó el Premio Nadal 2003. |
Un escritor de
bolsilibros policíacos, un grupo de aficionados al género que alrededor de una
mesa de bar en un café de Madrid postulan sobre el crimen perfecto, un intento
de golpe de estado fallido (23 de febrero de 1981) y una apología de la
venganza es de lo que trata esta novela.
Paco Cortés, recién
separado y con una hija, vive solo aunque intenta reconquistar a su esposa y
sobrevive escribiendo novelas policíacas de kiosco para una editorial que lo
explota y ningunea. Su suegro, Luís Álvarez, es un comisario de policía que
añora el antiguo régimen y al que el intento del golpe de estado le hace soñar
con un nuevo amanecer; ambos se detestan.
Sus amigos, tertulianos
de método y crítica literaria y aspirantes a vivir en un libro encuadernado de
negro y con páginas por escribir con sangre de ficción se recluyen en su mundo
de fantasía empleando seudónimos al uso: Spade, Maigret, Simenon, Marple… que
les permita evadirse por unos instantes de su realidad en la que ejercen de
abogado, bancario, relojero, policía…
La novela Los amigos del crimen perfecto es un río de
varios brazos por donde las corrientes avanzan en paralelo: la vida de Cortés
es uno, su relación con Dora, su mujer, es otro, la relación con su suegro
otro, la relación entre los tertulianos otro y el crimen es otro.
Un crimen que despierta
temores, sospechas y separación entre los tertulianos: el asesino podría ser
uno de ellos. Una cosa es leer sobre crímenes y otra departir con un asesino;
aunque para algunos sea la ocasión de poner a prueba sus teorías y constatar si
existe el crimen perfecto o es todo inoperancia policial.
La novela tiene un antes
y un después del crimen; el antes es vivir en la fantasía literaria especulando
sobre que motiva al criminal a matar y el después desarrolla lo que hoy se
conoce como memoria histórica de la Guerra Civil y que por aquel entonces era todavía
pasado más o menos cercano y heridas abiertas.
Andrés Trapiello |
Andrés Trapiello pinta un
retrato tópico de esa España madre de una democracia recién nacida y lo
envuelve en novela policíaca (sin llegar a quajar) porqué al crimen le gusta cualquier época y se
encuentra a sus anchas en cualquier contexto.
Andrés Trapiello me ha hecho consultar el diccionario como nadie hasta
ahora lo había hecho y se lo agradezco; he disfrutado con sus neologismos y he conocido
un montón de palabras de las que no tenía ni idea de su existencia (como tantas
y tantas debe haber) y que lamento no poder retener en la memoria como él, aunque si las usara la pedantería me traicionaría.
Al disfrute final le queda el regusto de pensar que la trama hubiera podido ser aún más apasionante, razón de más para cuestionar el premio. Claro que los premios son otra historia.
Apuntado, me huele que me va a gustar.
ResponderEliminar¡Un placer leerte como siempre, Jordi!