Una novela negra que es un ejercicio de virtuosismo literario. |
Un enloquecedor viaje temporal que tiene por objeto
descubrir quién es el asesino. Pero no se alarmen, no se trata de montar en una
máquina del tiempo y viajar atrás y adelante, nada de eso: se trata de
rememorar el mismo día una y otra vez.
¿Recuerdan la película Atrapado en el tiempo, conocida popularmente
por el día de la marmota? pues lo mismo
pero cada vez en un cuerpo distinto. Para los más jóvenes hay que imaginar una
situación en Westworld donde se vive
lo mismo que el dia anterior pero encarnando un personaje distinto.
Pero vayamos por partes. Aiden Bishop, el protagonista, ni
recuerda quien es ni por qué está donde está ni que ha venido a hacer. Amnesia.
El principio puede resultar desasosegante e intricado, no se alarmen que va a
ir a más.
Las
siete muertes de Evelyn Hardcastle, siete porque ese es el
número de veces que Evelyn muere, transcurre en unos espacios en los que la
oscuridad ha barrido la claridad; un ambiente decadente, tenebroso y ruín que alberga
criaturas a imagen y semejanza y que se relacionan entre ellos de igual
censurable manera no despertando ni la más mínima simpatía ni obteniendo
ninguna muestra de aceptación o comprensión a sus actos.
Todo empieza en medio de un bosque, el que rodea la casa de
campo Blackheath, propiedad de los Hardcastle en una celebración por el
compromiso de su hija Evelyn. Hay un asesinato, un asesino y alguien, por
razones en principio desconocidas, que debe resolverlo. Todo muy policiaco,
excelsamente whodonit.
Solo que hay circunstancias espacio tiempo que cambian las
reglas de juego y convierten la vida de los personajes y la investigación en la
más intrincada, sofisticada y enconadamente difícil composición de un puzzle
formado por octaedros que giran de cara aleatoriamente.
Ocho caras puesto que son ocho las que tiene Aiden Bishop
para solucionar el caso y para recuperar su propia identidad que, con tantos
cambios, no acierta a saber ni cuál es ni a qué pasado está atada aunque si
pueda, con el tiempo, imaginar parte de su futuro.
Adelante, atrás, adelante pero distinto, atrás pero
distinto, adelante pero distinto distinto, atrás pero distinto distinto y así. Cada
vez un hilo narrativo distinto pero semejante. Puntos de vista distintos para
una misma visión. Una enloquecedora cordura, malabarismos neuronales, inmersión
en aire.
¿Les parece exagerada esta reseña? Eso es porqué aún no han
leído la novela. Una novela policiaca que tanto puede ser novela negra como
thriller. Como también novela de ciencia ficción, como costumbrista y de época.
Todo calificativo es válido según que camino se elija andar
de los que ofrece el laberinto. Porqué ahí es donde van a descubrirse nada más
empezar a leer: en un laberinto que en lugar de plantas verdes y lozanas, muestra
hojas muertas, podridas y nauseabundas.
Stuart Turton |
Stuart Turton no solo ha sido capaz de pensarlo sino
incluso de escribirlo y de forma que se entienda aunque, eso sí, no sea una
lectura fácil ni evidente. Ayuda que su prosa es limpia, comprensible y de académica
composición.
Descripciones muy medidas para favorecer la acertada
descripción de ambientes y lugares y la enfocada visualización del contexto y diálogos
precisos con voces ajustadas al perfil de cada personaje (oírla en versión original debe ser de una riqueza extrema).
Un ejercicio de virtuosismo literario que seguro va a
gustar a rabiar o va a ser abandonado a las pocas páginas de su lectura. Cualquiera
de las dos opciones no les librará de que les explote, virtualmente, el
cerebro.
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