Su afición a los lepidópteros
le viene de pequeña, cuando asistió fascinada a la transformación que sufre una
oruga cuando se encierra en un capullo para salir volando días después. Magia.
Pero Alegría solo llega a
atisbar lo que significa poder volar. Un encuentro con una manada de machitos
con la testosterona y la homofobia dando doce sobre diez en la escala de la
imbecilidad humana se salda con su muerte.
Han pasado 12 años y los
descamisados, así se hacían llamar la caterva de energúmenos, habiendo cumplido
la pena impuesta se disponen a salir de la cárcel y recuperar su libertad. La
madre de Alegría no entiende tanta injusticia: doce años por segar una vida que
está empezando a vivir. Y entiende que solo aplicando su propia justicia
ayudará a su hija a volar en paz.
La Metamorfosis Infinita es la
disección de una realidad que sigue protegiendo a quien agrede y culpabilizando
a quien ha recibido la agresión. Alguna cosa habrá hecho, algo habrá dicho. A esas
cuadrillas llámense descamisados, manada o pasionales, las siguen protegiendo
un heteropatriarcado que apesta a rancio.
La Metamorfosis Infinita es el
título de un maravilloso y enternecedor cuento que loa el amor. Y es también el
título de esta novela, que incide en el amor de una hija a su madre y de una
madre a su hija y de su mutua necesidad de protección.
Y La Metamorfosis Infinita es
la planificación de una venganza. Cuando el dolor es tan insoportable que no
deja sentir nada más, se está dispuesta a hacer lo que sea para acallarlo. Y
cuando ese deseo se impone a la razón no se piensa con claridad.
Paul Pen se pone en la piel de la madre de Alegría para contar el terrible desespero que supone perder una hija y que ya no te quede nada. Para describir la gran renuncia individual que supone la maternidad. Para explicar que la soledad no es una amiga. Para mostrar como el agradecimiento sincero y generoso es un tesoro inmaterial.
Ahonda en el
sentimentalismo de lágrima fácil y busca la complicidad de la audiencia en
un caso con el que juega con ventaja pues ya la tiene ganada de antemano. Y de
tanto pintar en rosa los sentimientos, en azul cielo los anhelos y en verde
esperanza la ilusión se acaba olvidando del negro, que solo emplea para
delimitar contornos. Sin duda sería una serie televisiva de éxito asegurado.
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