El pasado siempre está ahí para recordarnos quienes somos y de dónde venimos. El pasado es ese conocido pesado que no nos permite pasar página. Esa sombra pegada al cuerpo que se arrastra por el suelo o por las paredes pero que nunca, nunca, nos suelta.
Hay pasados satisfactorios que se recuerdan con
agradecimiento, hay pasados molestos que cuanto más se intentan olvidar más
presentes están. Y hay pasados ominosos y cruentos que no se quiere que nadie
más sepa.
En un pasado no muy lejano, en 1940, un vuelo acrobático de
exhibición de un caza alemán, un Messerschmitt acaba en tragedia. El aparato no
levanta el vuelo en un picado y se estrella en un suelo de marismas formado por
fango y aguas subterráneas, que rodea el aeropuerto barcelonés en El Prat de
Llobregat. Y permítanme el chascarrillo pero viene al pelo: …y de aquellos barros,
estos lodos…
Hoy, noviembre de 2002, más de sesenta años después y una
vez ubicado el lugar se procede a su recuperación. Nadie sospecha que con la
extracción de los restos del aparato va a aparecer también algo imprevisto que,
como tópica caja de Pandora, va a desatar un piélago de calamidades que van a
ir encajando en una suerte de investigación periodística que Sebastián Acosta
va a llevar a cabo.
Sebastián va a ir avanzando por ese terreno pantanoso que
ya no solo es físico sino que afecta también a emociones y sentimientos y su
relación con la familia, las amistades, colegas del trabajo y fantasmas del
pasado, literalmente.
Deberíamos conocer mejor el lugar que nos ha visto nacer y
crecer, así conociendo el pasado, el presente se presentaría con más nitidez.
Pero un espejo con el azogue manchado y quebrado solo es capaz de ofrecer un
reflejo sesgado de la realidad y Sebastián constata que es en uno así donde se
ha estado mirando todo el tiempo.
Daniel Jerez, el autor, ha integrado El Prat de Llobregat en una trama criminal hasta el punto de que sin la población la novela no sería lo mismo. Sus localizaciones resultan determinantes, por su vivida descripción, para entender cómo fue posible que el delito se diera y por eso juega el papel de figurante con texto.
El
pasado nunca nos olvida contiene una historia contada con los
recursos del thriller: atmósfera de peligro latente, situaciones inquietantes,
tensión emocional introspectiva y proyectada, una investigación que va
desvelando poco a poco pero que permite al lector ir ligeramente por delante
del protagonista principal y un desenlace inesperado.
Y a su vez El pasado
nunca nos olvida es una novela negra que destapa actos viles producto de
una ambición desmedida en una trama de corrupción y poder opresor.
Si hay alguien del Prat de Llobregat en la sala, esta
novela es de lectura obligatoria y si no, también.
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