Estamos ante las entregas 2 y 3 de la serie de novelas policiacas de estilo british y de corte Cozy Crime, Las cosas y casos de la señora Starling.
Y es que después de
conocer a Anne Starling en su primera novela, resulta imposible no sucumbir a sus encantos como mujer
y a sus habilidades como investigadora, y inevitable leer de inmediato sus
siguientes casos.
La primera novela, el primer caso de la señora Starling, Un cadáver muy frío nos presentó al personaje en su plenitud, lean la reseña si no la conocen, y estas dos siguientes Muerte en los Hamptons y Crimen imprevisto nos facilitan su evolución y desarrollo de sus capacidades deductivas, lo que nos permite conocer hasta dónde puede llegar su curiosidad e intrepidez ante un asesinato, y su implicación en la investigación. Un comportamiento que desprecia el miedo y que se siente atraído por el peligro.
En Muerte en los
Hamptons el matrimonio Starling se encuentra con otros invitados pasando las
fiestas de Navidad en una mansión en los Hamptons cuando uno de ellos aparece
asesinado.
Todo un reto del policial
clásico, asesinato en habitación y asesino entre el grupo, que Ana Bolox
soluciona con habilidad después de hacernos dudar hasta de los muebles.
Y en Crimen imprevisto, Anne Starling recibe la petición de ayuda que le envía Drew Peterson, un policía encarcelado por un crimen que dice no haber cometido. Anne rápidamente toma partido a su favor aunque no solo las circunstancias sino también su compañero Arthur Crawford, inspector de policía de Nueva York, parecen llevarle la contraria.
Ambas novelas mantienen la emoción e interés evidenciados en la primera entrega. Los
personajes se han consolidado y ofrecen un amplio abanico de comportamientos y
actitudes con lo que no sus comportamientos no resultan un dejà vu, como sucede
en otras series.
La autora consigue
mantener nuestra capacidad de sorpresa a base de giros inteligentes que los
lectores siempre agradecemos, por la consideración que nos supone.
Toque british en New York,
romanticismo, humor, crímenes y misterios y por encima de todo esa lucha de
sexos que posibilita situaciones risueñas y diálogos repletos de agudeza e
ingenio.
Más casos y cosas de la
señora Starling, por favor.
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