miércoles, 24 de diciembre de 2025

Sara Lone de Erik Arnoux y David Morancho

Sara Lone es la protagonista de una larga historia que transcurre en un periodo de tiempo que va desde 1960 a 1963.

Se presenta en 4 álbumes (también disponibles en un solo volumen integral) que conforman el inicio y cierre de un arco argumental, que empieza con la presentación de la protagonista, joven reivindicativa e inexperta en muchas facetas y acaba mostrándola con el nivel de madurez que supone haber vivido mucho y muy intensamente en poco tiempo.

Es una ficción enmarcada dentro de la realidad social de los Estados Unidos en aquellos años. Los hechos significativos a nivel histórico sirven de telón de fondo, cuando no intervienen directamente, a las vicisitudes de la protagonista que ve como su mundo cambia de repente a partir de recibir la noticia del asesinato de su padre viudo y de una acusación contra ella de asesinato, casi en paralelo, en la persona de su jefe, que la pone en busca y captura.

Y es a partir de esos hechos cuando empieza este thriller político que habla de conspiraciones, de mafiosos, de racismo, de autoritarismo, de ambiciones y aún tiene tiempo para la búsqueda de un tesoro que se halla en el fondo del mar en un pecio español.

Erik Arnoux ha escrito un guion complejo, entremezclando realidad y ficción y consiguiendo que esta última parezca también real. Y no solo por los hechos históricos que se relatan, sino también por la implicación de las personas que los materializaron. Las peripecias de Sara Lone van interrelacionándose tan hábilmente que forman un solo conjunto.

Y es el gran mérito del argumento, que, sin embargo, sería más ligero sin tanta cartela con voz en off y cerrando mejor las subtramas ya que algunas quedan descuidadas y otras muestran un cierre apresurado.

Cierto que pasan muchas cosas, tal vez demasiadas, y quizás sea por eso que la intención final de la obra no consigue llegar con claridad. Se recuerda la lectura de fragmentos pero no se conserva la idea de conjunto.

David Morancho por su parte aporta un dibujo realista, al estilo americano, lo que lo adecúa perfectamente al relato.

Es un trazo limpio que muestra, a modo de documento gráfico, la realidad social de la América urbana y rural reflejada en los edificios y especialmente en los coches y la ropa de vestir, lo que ha tenido que suponer mucho tiempo dedicado a documentación.

Hay también un pero, y es la poca expresividad de los rostros y la paleta de color demasiado plana que no ofrece viñetas que impacten hasta el punto de permanecer en la retina más tiempo del que exige un vistazo.

Se menciona en el bonus final del álbum integral que existe la posibilidad de abrir un nuevo arco argumental. Habrá que desear que el guionista se meta más a fondo en la trama y que el dibujante se suelte y demuestre lo que ya sabemos que puede hacer.

 

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