Esperando ver pasar el cadáver de tu enemigo |
Candy City es una pequeña ciudad cercana a New York que a principios de 1900 proyecta
su crecimiento a partir de una fábrica de caramelos, la Jimmy’s Factory que
distribuye su dulce mercancía por diversos estados. Cada noche salen camiones
bien cargados, aunque no siempre sea de caramelos, que proporcionan lucrativos
beneficios al propietario James McCulloch.
En esa época el auge tiene más de turbio que
de limpio. Difícil separar dinero y posición relevante de poder, de corrupción,
de violencia, de vileza… fácil en cambio separar gente de bien y miembros de
bandas de gángsters.
Jonathan Thompson viene de familia de bien (abuelo
juez y padre policía, ambos honestos y respetuosos con la ley) pero acaba
trabajando como persona de confianza de James McCulloch, el hombre más poderoso
de Candy City y un mafioso sin escrúpulos, que no duda en encargarle los
trabajos más delicados que son resueltos diligentemente y a plena satisfacción.
En la novela vamos a ir conociendo los cambios
que sufre la ciudad mientras acompañamos a Jonathan que va creciendo en edad y
en importancia dentro de la organización mafiosa para la que trabaja junto a su
amigo Louie Katzenberg.
La novela es todo un retrato social de la
historia criminal de finales del siglo XIX y principios del XX que, con ligeras
variantes etnológicas, se manifestó en todos los pueblos y ciudades de los
Estados Unidos.
Érase una vez América, tierra de las
oportunidades para gente sin escrúpulos, contada por uno de sus directos y principales protagonistas
desde el banco de los acusados.
Y lo cuenta tal como lo siente y tal como lo
vive y por eso puede parecer crudo pero solo es conciso y puede parecer
despiadado pero solo es insensibilidad: servir al patrón supone no cuestionar
las ordenes y tomar decisiones significa asumir sus consecuencias.
Sería fácil y tentador
comparar autor y obra con, por ejemplo, Jim Thompson o Dashiell Hammet y con
1.280 almas o Cosecha roja, por citar autores y obras sobradamente conocidas
por los seguidores del género y de quien Alberto López Aroca, el autor
de esta breve pero intensa novela negra que es Candy City, se reconoce deudor.
Pero flaco favor le haríamos
porque estaríamos asumiendo que este autor es uno más de muchos cuando lo que
sucede es que simplemente la historia ha hecho que naciera y escribiera después
que ellos.
Cierto es que Alberto
reconoce que con la novela ofrece un homenaje al género y a los autores
mencionados, pero su recreación es de tal calidad que merece ser tratada sin
comparaciones. Léan y disfruten novela negra americana auténtica escrita desde aquí.
Ilustración página 13 |
La edición de la novela
contiene precisas ilustraciones de Sergio Bleda, dibujante muy conocido en
Francia y prácticamente desconocido al sur de los Pirineos y el resultado complementa
perfectamente al texto y le da un acabado pulp con todas las de la ley.
Ley que en Candy City no
la dictamina la placa ni la toga sino las balas, el cuchillo y las tijeras de
podar.
A Alberto
López Aroca ya lo conocíamos por su facilidad por recrear la novela
policiaca del universo de Sherlock Holmes. Recuerden las reseñas en este mismo
blog de Estudio en esmeralda y Los zombis de Crawford
pinchando sobre el título.
Visiten su web desde donde vende
sus obras directamente.