Grantchester serie policial clásica. |
En la pequeña población de Granchester, cerca de
Cambridge, durante la década de 1950, se suceden una serie de misterios
criminales que tienen en la figura del joven vicario anglicano Sidney Chambers el
eje central de la investigación y de su resolución (un registro del actor James
Norton diametralmente opuesto al que ofrecía en la serie Happy Valley).
La parte policial la encabeza el detective inspector
Geordie Keating (un personaje de apariencia impasible pero con un gran corazón interpretado
por Robson Green) y el elenco femenino, que cuenta con variados e interesantes
perfiles, lo encabeza Amanda Kendall (Morven Christie) amiga del alma, cuando
quisiera ser algo más, de Sidney.
Sidney Chambers resuelve los casos a partir de asociaciones
de ideas propiciadas por las conversaciones que mantiene; no hay tratamiento
científico ni deductivo, ni inspiración divina: solo explicación racional.
La serie televisiva está basada en las novelas agrupadas
bajo la denominación Los misterios de Grantchester de James Runcie, hijo de
quien fuera pastor y más tarde arzobispo y de quien se inspiró para su
ambientación.
A las dos temporadas hasta ahora emitidas de 6 episodios
cada una se anuncia ya una tercera para este 2017.
La serie de carácter eminentemente policial clásico y
británico, inclasificable como serie negra como se lee en algunos medios, tiene
ese tratamiento británico perezoso cuando la acción transcurre en ambientes
rurales donde el reloj es algo que casi solo vale para ostentar.
Unos casos criminales que lo son por su resultado pero
donde la causa e intención pueden no tener la maldad que se les atribuye. A
veces son las circunstancias las que ocasionan mayores destrozos.
St Mary and St Andrew, Grantchester |
El lugar, una población pequeña donde casi todos conocen
todo de sus casas y sus jardines, donde se coincide en el bar, en los caminos
rurales, en los prados y el río. Un lugar bucólico donde las rosas también
tienen espinas. Como decía miss Marple una simple charca es un reflejo de vida
de un gran lago; para lo bueno y para lo malo.
Sidney tiene pasiones humanas que ejerce con igual
devoción como recita el sermón de los domingos, algunas fraguadas durante su presencia
activa en la Segunda Guerra Mundial.
Bebe hasta perder el conocimiento, fuma hasta quemarse
los dedos y escucha jazz a toda hora, esa música satánica que incita a las
personas a realizar actos deleznables, según la mentalidad de la época, y por
si fuera poco tiene éxito con las mujeres pero sin triunfo.
Pero su entrega como siervo del señor no ofrece duda y
ante la imposición de la ley que solo analiza hechos y ejecuta culpables choca
siempre con su visión misericordiosa y bienintencionada, ya que una vez
resuelto el caso siente igual compasión por la víctima que por el culpable;
pero por encima de cuestiones religiosas o morales, Sidney Chambers trata
siempre de obrar correctamente según sus propios principios.
Una serie que nos recuerda las andanzas de ese otro gran
siervo de Dios y hábil investigador que fuera el padre Brown, aunque salvando
las distancias entre católicos y calvinistas y en que en Grantchester se tratan
temas como la eutanasia y la homosexualidad de forma totalmente abierta.