Alfileres en un cuerpo. |
“¿Qué es más reconfortante para el espíritu, sufrir los golpes y dardos de la
insultante fortuna o alzar las armas contra el piélago de calamidades y
haciéndoles frente acabar con ellas?” Hamlet, William Shakespeare.
¿Qué es más insultante para un periodista, sufrir al
incompetente jefe, al compañero trepa y al poderoso insidioso o anteponer la
ética al comercio capcioso y defendiendo la verdad y la honestidad imponer los
principios del oficio?
El periodismo de investigación, el de verdad, más parecido
al de antes que al de ahora; el periodismo de sucesos, el de verdad, el que
busca la verdad de los hechos por encima de intereses de terceros, el que
procura la objetividad dando voz a todas las partes, el que preserva la
humanidad de los afectados y el que es capaz de asumir responsabilidades y
hacer autocrítica ante errores, ese periodismo está desapareciendo.
El sensacionalismo impera y la audiencia ya no manda,
decide directamente: si no hay ventas no hay anunciantes, si no hay lectores o
televidentes o seguidores, si no hay cartas de felicitación o likes, no hay futuro y el oficio es una
vocación pero también un medio de subsistencia.
Marco Besana es un periodista a la antigua usanza, a los que
antes se denominaba de raza, es un
periodista a quien la crisis y los criterios de la Corporación a la que
pertenece el periódico le aboca a ver, si se escribieran, si hubiere un
apartado de bajas al lado de las necrológicas, impresa su prejubilación.
Por contra Ilaria Piatti es una periodista joven, de hecho
solo una becaria pero tiene olfato, tenacidad y el desprecio de sus compañeros,
la ignorancia de sus jefes y el desprecio de la Corporación a la que pertenece
el periódico; si hubiere un apartado de rescisiones al lado del de bajas al
lado del de necrológicas, se habría anunciado su cese.
¡Vaya pareja! Pero en cambio vaya par de profesionales, uno
con experiencia y aptitud, otra con imaginación y actitud; sumando sus
capacidades, sus virtudes y sus defectos forman un equipo en el que cuando uno
decae la otra anima, cuando una se hunde el otro estimula.
Las circunstancias, bueno las circunstancias y la mano
asesina de una mente perversa con inclinaciones caníbales les une en una
investigación que aun siendo periodística tiene mucho de policial y es que la
investigación no es sino el arte de aplicar el intelecto, a través de un
conjunto de métodos y reglas, para indagar sobre un asunto con la finalidad de
discernir su naturaleza. Y en eso se equipara todo tipo de investigación.
Marco Besana ve su fin profesional cerca y siente Nostalgia de la sangre, la misma que
parece sentir el asesino que descuartiza y devora a sus víctimas. Ilaria Piatti
ve su despegue profesional cerca y no hay fatiga ni obstáculo que le impida
trabajar cada hipótesis y cada nueva teoría que le acerque a su objetivo. Un
objetivo que tiene mucho de rémora en su catarsis personal. Y es el que el
pasado nos alcanza a todos y cada cual tiene el suyo, algunas más negro que otros.
Dario
Correnti, al parecer seudónimo de alguien anónimo (léase en
singular y en plural, masculino y femenino, para cubrir toda eventualidad), ha
escrito un thriller protagonizado por periodistas; la historia de un asesino cuyo
modus operandi parece emular al del quien fuera considerado el primer asesino
en serie italiano.
Lo ha hecho con una redacción fresca, mucho diálogo apoyado
en relaciones y lenguaje coloquiales, ambientando la proximidad y huyendo de
clichés.
Su narrativa aporta mucha ironía, sobre el oficio de
periodista y sobre las relaciones de pareja, y trapichea con todo tipo de
toques idiosincráticos de la cultura italiana, gastronomía incluida, y de
propósito general tanto sociales, como políticos y económicos y cuando ha de
ilustrar episodios psicopatológicos sean de teoría o describiendo actores,
léase asesinos, rituales y víctimas lo hace con gran habilidad conformándolos
como fruto de la investigación del caso por lo que ninguna fisura viene a
fastidiar el conjunto.
El resultado es un thriller distinto e interesante y de
lectura dinámica; tiene de todo y no cansa en nada, satisface la curiosidad,
mantiene el enigma y entona un réquiem al periodismo, el de verdad, el de
antes, brindando con pinot noir esperando apreciar alguna luz al final del túnel.