jueves, 12 de diciembre de 2019

Un caso del comisario Carrasco de Christian Roth

Corrupción, narcotráfico y
ciberdelitos en Valencia.
En Valencia, una alcaldesa sin escrúpulos encarga una investigación policial sobre el director de la televisión autonómica con el propósito de desacreditarlo y apartarlo del cargo y sin siquiera sospecharlo va a destapar un entramado criminal.

Vic Carrasco es el comisario sobre el que recae dirigir la investigación y pese a sus escrúpulos a servir de muñeco de ventriloquia de políticos pronto se da cuenta de que pudiera ser que, buscando un delito inexistente o excesivamente pequeño, es posible encontrar algo más sustancioso.

Intereses políticos insanos conllevan corrupción y desprecio por los inferiores, de ahí que los que mandan se crean siempre a salvo de cualquier salpicadura, y en ese juego alcaldesa y jefe de policía parecen sentirse como pez en el agua pero no libres de ser pescados.

Vic Carrasco debe elegir entre servir y obedecer o actuar por libre y antes de que pueda decidir, las circunstancias van a jugar un papel determinante y otorgarle un rol que no se esperaba. Aunque la constitución del grupo de trabajo tenga más de panda de instituto que de profesionales.

Una novela que toca varias teclas pero sin centrarse en ninguna, desaprovecha la ocasión de profundizar en los diversos temas, y por ende delitos, que aborda y por eso carece de consistencia argumental.

La superficialidad con la que se despacha el ciberdelito, con cuatro conceptos técnicos básicos, y con una acertada puntería al elegir la víctima y la frivolidad con la se resuelven los casos entrecruzados que se abordan dejan la intención inicial, de una novela negra y trepidante, sin premio.

Christian Roth
Todo muy apresurado, como si se hubiera querido meter en una caja más cosas de las que cabían y hubo que adelgazarlo todo para poder cerrarla.

Christian Roth tampoco saca todo su jugo al costumbrismo y a la gastronomía y no ofrece todo lo que puede y que es mucho.

Y ya que, al parecer, esto es el inicio de una serie, hay que desear una evolución en las próximas entregas.

domingo, 8 de diciembre de 2019

Cuando el destino nos alcance el maíz seguirá creciendo de J.J.M. Veiga

Novela negra circular que deja
la boca seca y el cerebro atropellado.
Mississippi, la América profunda en una época, 1959, oscura y peligrosa especialmente para mujeres y negros. Las primeras por su atractivo y debilidad, los segundos por su color.

Jerry Wooster es joven que deja atrás su familia, sus amistades, su pueblo y su trabajo como ayudante de mecánico por motivos de supervivencia y justo a partir de ese momento empieza de verdad a comprender aspectos de la vida que no se había planteado. Está en esa edad en la que no hay mañana.

Rebeldía, corrupción y nepotismo. Sexo, violencia y racismo. Bourbon, música y baile. Coche, guitarra y pistola.

Una road novel, country noir. En la que se recorren lugares para encontrarse sin darse cuenta de que el que mira no se ve a sí mismo. Jerrry Wooster y Sandra O'Connell coinciden en el lugar adecuado y en el momento oportuno. Y ambos, aunque por intereses y motivos distintos, deciden emprender su huida juntos.

Y aunque por momentos sean tres, Bobby, un joven guitarrista negro es recogido haciendo auto-stop, su relación, pese a su dispar criterio y diferencia de edad, se consolida y tiene visos de continuidad mientras queman asfalto.

Un recorrido geográfico vivencial y contaminado. Una magnífica historia de amor, de odio y de venganza musicalizada a ritmo bailón y del Buick Skylark blanco de Sandra.

J.J.M. Veiga
J.J.M. Veiga ha escrito una novela negra circular que deja la boca seca y el cerebro atropellado. De esas novelas que se recuerdan por mucho tiempo que pase. Una de esas que firmaría Jim Thompson, con el beneplácito de Faulkner y de Shepard, si los anacronismos fueran posibles. Una novela que incita a ver cine negro del bueno.

Con un personaje, Jerry Wooster, implacable que una vez fue  inmaduro, como el maíz antes de la siega. Y que por momentos recuerda al Holden Caufield del El guardián entre el centeno.

Narrada en primera persona pero con saltos temporales que permiten disfrutar de una lectura sorpresiva y de un relato con una curiosa dualidad de sheriffs gracias a una estructura narrativa muy original.

Es una novela de apariencia sencilla pero ni de lejos. Su redacción, su desarrollo y su decisivo final dan buena fe de ello.

Indispensable. Noir cien por cien americano confeccionado en la Louisiana de Pontevedra que no pueden dejar de leer. Y ojo a la cuidada edición de Bandaàparte Editores.

Cuando el destino nos alcance el maíz seguirá creciendo es la última compra recomendada por Miguel Ángel efectuada en SomNegra antes de su cierre, y acertó como siempre. Y eso no es suerte, es conocimiento y por eso esta reseña os está dedicada, tándem SomNegra y Miguel Ángel.

miércoles, 4 de diciembre de 2019

Jett, serie de televisión

Jett, la serie de televisión neo-noir
que no pueden dejar de ver.
Jett es la protagonista de la serie del mismo nombre que rebosa negrura y trasciende y desborda por los cuatro costados del dispositivo que se emplee para verla.

Jett es una ladrona. Jett es la amante de un peligroso capo de la delincuencia organizada. Jett es madre soltera. Jett es amiga incondicional. Es emotiva y empática con quien lo merece y letal y despiadada con quien no.

Pero ante todo es absolutamente práctica y funcional. No hay capa ni superpoderes, solo es una mujer, atractiva, con lo que conlleva, en una sociedad patriarcal. Es una mujer que debe luchar para seguir adelante con su vida y la de su familia, biológica y adoptada.

Daisy Kowalsky, a la que alguien un día rebautizó como Jett, acaba de salir de la cárcel y se ve obligada a reanudar sus actividades delictivas como gesto de agradecimiento y saldar deudas al tiempo que debe capear los controles a su libertad condicional.

La decisión toma una deriva tremendista, como calificativo y como elogio a la técnica literaria del mismo nombre, ansiada en este tipo de series, y va a tejer una trama compleja donde intereses diversos, todos contrapuestos, sirven para un digno estudio de las distintas tipologías de mentes criminales. Y es que cada asesino es un criminal pero no todos los criminales son asesinos.

Sustentada en una trama de novela negra, el ritmo se desliza como bailarines de vals sobre suelo encerado, sin aparente esfuerzo, con una tensión generada en el suspense y no en el desenfreno. Todo muy pausado pero significativamente violento y angustioso. En ese mundo los fallos y las traiciones se pagan con la vida.

Carla Gugino es Jett
A Jett la interpreta Carla Gugino, que no solo está esplendida sino que parece hecha para ese personaje rico en matices y sin embargo de aspecto contenido y buscando siempre la manera de tener el control sobre sí misma y su entorno; a semejanza de la actuación de Giancarlo Esposito en su papel de Charlie Baudelaire, hecho para el lucimiento de un bon vivant.

Jett es una serie sostenida por grandes interpretaciones de los principales y secundarios. Muy sólida en su estructura narrativa y ofreciendo unos giros argumentales como si sucedieran de forma natural y no estuvieran ya escritos en el guion, que van alimentando la intriga.

Un guion, sabedor que no resulta original en su premisa, que busca diferenciarse de quienes le preceden con un tratamiento estiloso, casi glamuroso en ciertas escenas, incluso en las de sexo y en las de violencia, y haciendo hincapié en las relaciones personales; sobre todo en el comportamiento de las mujeres, entre ellas y con los demás. Y todo tan fluido y creíble como cotidiano y asequible.

Giancarlo Espósito es Charles Baudelaire
El director de fotografía realiza un magnífico trabajo evidenciado sobretodo en la elección de la luz y la paleta de colores.

Bien escrita y mejor dirigida por Sebastián Gutiérrez que no ha dejado nada al azar es una serie de obligada visión y deleite para quienes gusten de lo que se viene conociendo como neo-noir.

Jett ha finalizado su primera temporada de 9 episodios de argumento secuencial, en realidad es una larga película fragmentada en capítulos, y lo ha hecho cerrando perfectamente la trama principal pero alentando con un cliffhanger que supone un regocijo anticipado.

domingo, 1 de diciembre de 2019

La red púrpura de Carmen Mola

Novela negra al por mayor.
La Red Púrpura es la continuación de La novia gitana y explica y cierra todos los frentes que se hubieran quedado abiertos tanto en una como en la otra. De hecho si se publicaran ambas en un solo tomo engrandecería su cometido y su grosor no echaría a nadie para atrás sino todo lo contrario ya que su enganche es tal que a nadie le importaría.

La inspectora Elena Blanco va tras la pista de La Red Púrpura, una organización criminal a la que achacar una larga lista de delitos. Y lo hace con saña porqué su persecución tiene además mucho de personal: su hijo podría estar involucrado y, lo que es peor, voluntariamente.

La inspectora, que lleva años buscando esclarecer un suceso de su entorno familiar más querido, ha destapado, sin imaginarlo, la caja de Pandora y no sabe si quiere o no conocer su futuro, que sospecha aciago, pero no hay vuelta atrás.

Los videos snuff solo, por si fuera poco, son la parte visible del iceberg. Debajo, en la oscuridad, hay todo un submundo tenebroso interrelacionado en la dark web, esa parte no indexada y totalmente oculta que se conoce como internet oscuro, más oculto que el internet profundo, donde todo es posible, todo asequible porque todo tiene un precio.

En La Red Púrpura, esta segunda parte de la misma novela, se confirma el exceso de afectación de trama y personajes ya constatado en la primera.

En esta, incluso los personajes, que parecían tener roles definidos y claramente distintos, prácticamente hablan con la misma voz y pierden parte de su identidad en beneficio de forzar el ritmo narrativo y primar las situaciones y las descripciones a los caracteres.

Hay más interés en explicar para visualizar que en relatar para leer. Y no se aprovecha lo suficiente la tensión emocional de los personajes y la carga explosiva de su trama que, por esa precipitación, desvela sus intenciones y sus secretos antes de lo que debiera al resultar de una previsibilidad evidente.

Es tanto o más resultona que la anterior. Es de lectura absorbente y claro ejemplo de novela pasapáginas. Es novela negra de lectura fácil, speed reading sin cursillo, para lectores que incluso no lean y, eso si, que aguanten ciertas escenas que en cine obligarían a desviar la mirada o cerrar los ojos.

Carmen Mola emplea todos los ingredientes para obtener un dorado, crujiente y oloroso best-seller como para ir de boca en boca. Sabe a bizcocho de esos que tienen todos los componentes en varios sobres dentro de una caja. Un producto bien pensado para una eficaz comercialización masiva con los aditivos precisos para gustar a una gran mayoría.

domingo, 24 de noviembre de 2019

La cordura del idiota de Marto Pariente

Noir mesetario. Novela negra cruda
y arisca.
La novela negra ambientada en una pequeña localidad más o menos aislada, conforma un ecosistema donde nadie puede esconderse; donde, el anonimato que confiere cualquier gran núcleo urbano, no es una opción y por ello los caracteres de las personas son evidentes como el día: puede amanecer con cielo limpio y nublarse o al revés; las personas tienen un identificado patrón de comportamiento atmosférico pero una escala flexible para medirlo según convenga.

Toni Trinidad es el jefe de policía, de hecho es el único policía, de Ascuas, mal que le pese al concejal de quien depende; padece de hemofobia por lo que su vida es una sucesión de episodios de desmayos recurrentes y tiene una hermana, Vega, que gestiona un desguace, conduce un coche grúa, es alcohólica y podría ser viuda o cuando menos esposa abandonada.

La inteligencia no reluce a simple vista, igual que la lógica de quien la sociedad llama loco ni la cordura de alguien a quien se considera idiota. La cordura del idiota es tan notoria que despreciarla es de ignorantes y pretenciosos.

En un pueblo como Ascuas, cercano a Guadalajara y relativamente poco alejado de Madrid, todo es aparentemente sencillo: cada cual a lo suyo, tú no me pisas y yo no te muerdo. Pero de lo sencillo surge lo complejo y así a partir de un suicidio, el Triste parece que ha decidido substituir su habitual café matutino por una soga al cuello, se vinculan asuntos y negocios que nunca debieron juntarse.

Bien cuando se junta el hambre y las ganas de comer; mal cuando se juntan dos a comer cuando apenas hay para medio.

Y es que a menudo se olvida que no se precisa de una gran ciudad para delinquir, que no es el lugar donde se vive lo que determina el grado de maldad que alberga sino que son sus habitantes, sus transeúntes, quienes ejerciéndola la delimitan.

Marto Pariente,
sentado a la mesa
de los grandes
del country noir.
Marto Pariente demuestra estar sobradamente capacitado para desarrollar y escribir una historia absolutamente electrizante y certera como rayos de tormenta atraídos por un borne metálico de diez metros de altura.

Para crear unos personajes carismáticos y verosímiles y para engarzar una trama puro hard boiled al ámbito rural y conseguir que no se le muera por el camino.

El uso de tres voces narrativas: en 1ª persona de Toni, en 2ª de Vega y en 3ª para los demás, aporta un plus de interioridad psicológica que vehicula los pensamientos con los actos hasta un glorioso final.

Se ha sentado a la mesa de los grandes: Daniel Woodrell y sus La muerte del pequeño Shug y Los huesos del invierno, y con Jim Thompson y sus indispensables El asesino dentro de mi o 1.280 almas, a quienes debe mucho, Marto Pariente aporta su versión de noir rural peninsular con un campo limpio de rastrojos y bien labrado aunque las semillas sean ajenas. Novela negra cruda y arisca.

Su lectura me ha hecho recordar la apasionante de Un dedo con un anillo de cuero de José Ramón Fernández, paradigma de noir mesetario y novela indispensable para quien guste del country noir.

La cordura del idiota es una lectura agradecida por estar bien contada y por ello más que recomendable y especialmente por salirse de los tópicos urbanos aunque no pueda evitar caer en los homónimos en su versión rural.

domingo, 17 de noviembre de 2019

Solo las bestias de Colin Niel

Solo las bestias. Sin distinción:
bestias animales y bestias humanas.
Évelyne Ducat, la joven esposa de un rico empresario desaparece en lo que parece uno de sus habituales paseos por la montaña. Su coche vacío ha sido encontrado y no hay rastro alguno de ella por lo que la policía inicia una investigación a ciegas que a medida que pasa el tiempo acentúa los peores presagios.

El pueblo, ganadero, en el macizo central del Causse francés, es pequeño y desconectado; el clima en invierno es destemplado y poco hospitalario y quienes aún viven en esas cuatro callejas se saben más unidos por el infortunio que por un deseo expreso. Las relaciones interpersonales son tan peculiares como caprichoso es el diseño de la naturaleza que alterna llanuras de pasto con afiladas rocas y profundas simas.

Y si algo se aprende de una comunidad cerrada es que las personas son las que se cierran en sí mismas convirtiéndose en habitantes austeros, desilusionados, ausentes y depresivos. Incomunicación, y por tanto incomprensión, marcan esas vidas.

Unas vidas acostumbradas a pasar largas horas a solas con el ganado; a hacer de éste algo más importante que la familia; a entender que todos somos bestias, solo que unas son animales y las otras son humanas.

Solo las bestias es una ambiciosa novela de personajes, una gran y trágica novela negra pero ante todo y sobre todo es una gran, gran novela de amor; de amores para ser más exacto. Ese motor que mueve el mundo, menos explosivo que el de gasolina y más longevo que el diésel. El amor rige los actos de todos los actores de este country noir, incluso los más malévolos.

Un planteamiento a cinco voces en la que cada cual aporta su visión de los hechos y su participación en los mismos (¿por qué no en primera persona cada uno?) que si bien acierta en evitar repeticiones directas no puede obviar reiteraciones continuas y eso no resulta adecuado para el ritmo que sufre los consabidos altibajos asociados a este particular tipo de narración.

Si sirve para conocer mejor cada personaje y como siente cada cual. Y ahí es donde el sentimiento de amor, por falta de, por necesidad de, por exceso de, por su forma de, se expande y adquiere un tono rojo que da vida que es el contrapunto perfecto al neutro blanco de la nieve y al negro de la maldad y de la muerte.

La lenta evolución de la trama se ve sacudida con unos giros que suponen descubrimientos que arrojan luz sobre acciones y motivos que recogen a lectores despistados como si fueran ovejas descarriadas.

Colin Niel, autor de Solo las bestias.
Colin Niel se instaló durante dos meses en un pueblo de la zona para captar la atmósfera humana y climatológica y poder transmitir mejor las emociones y las sensaciones de quienes la habitan y la percepción de los fenómenos atmosféricos y sus consecuencias en el estado anímico.

Tal inmersión se nota en la lectura; sobrepasa la que pueda aportar cualquier documentación exógena y supone añadir una verosimilitud cercana al documental, algo que también lo propicia el hecho de que al lector se le de todo hecho sin investigación policial.

Una vuelta de tuerca al country noir, cercano al true crime por la forma de ser narrado.

Eso si, una traducción más que mejorable ya que penaliza a lo largo de toda la lectura y en algunas ocasiones facilita directamente la incomprensión.

miércoles, 13 de noviembre de 2019

La búsqueda por Charlotte Link

Thriller para todo tipo de paladares.
Kate Linville es una detective de Scotland Yard a quienes unos inquilinos le han destrozado la casa familiar, único recuerdo que le queda de su infancia y de su familia, por lo que debe ausentarse de Londres unos días para volver a  Scarborough y probar de poner remedio al vandalismo sufrido.

Han trascurrido cuatro años desde la desaparición de una adolescente y una más se viene a sumar a una lista que parece no cerrarse. Kate no va a poder evitar inmiscuirse en una investigación en la que, por competencia funcional, no le está permitido participar.

El mundo de la adolescencia femenino no se trata en el argumento solo identifica el segmento afectado por las desapariciones. Se pierde pues una ocasión para tratar un tema que siempre resulta espinoso y ofrece muchas posibilidades.

La trama se va retorciendo a medida que se desarrollan los acontecimientos, de otra manera la lectura no continuaría, pero no llega nunca a incomodar. Es como un telefilm de los que saturan la oferta de fin de semana de las cadenas estatales capaces de encadenar varias seguidas y que da la impresión que siempre son la misma película con distintos personajes, y a veces incluso ni eso: clones en lo físico y en el comportamiento.

La búsqueda responde al arquetipo actual de thriller que satisface plenamente a quienes no van con exigencias y obtienen el placer de una lectura ligera y con toques románticos.

Son los bolsilibros de antes solo que ahora a tamaño mayor, tapa dura (no siempre) y coste de libro. Argumentos ligeros, personajes planos, algo de acción y suspense, poco, ya que resulta más que previsible prácticamente todo lo que sucede.

Pero este hecho, la previsibilidad, lejos de molestar a quienes siguen a esta autora es lo que más apetece: anticipar lo que vaya a suceder y constatarlo supone un punto de satisfacción que fortalece el hábito lector y la fidelización a un autor(a) y a un género.


Charlotte Link
Charlotte Link, que cuenta ya con varios best-seller, sabe lo que tiene que escribir para agradar y sabe como redactarlo: sin excesos, sin provocaciones; buscando la acogida y no el rechazo.

No pretende remover conciencias sino ayudar a la relajación después de un día agotador con una lectura que demuestre lo afortunada que es alguna gente frente a las desgracias de otra.

domingo, 10 de noviembre de 2019

No eres lo que busco de Laura Mavor

Una novela negra que está pasando
sin ruido y merecería anunciarse
con una banda.
Un asesinato de apariencia homófoba en una pequeña localidad costera de Castellón da pie a una investigación que tiene como punto de partida las citas concertadas por redes sociales.

Una amiga, escritora de novela romántica, de la teniente de la Guardia Civil Miranda Vega es quien ha descubierto el cadáver y ésta, al tomarle declaración, toma conocimiento de la cantidad de gente que busca relaciones a través de las aplicaciones de móvil y ordenador que proliferan ofreciendo este tipo de contactos, siendo Finder, en el caso que nos ocupa, la app utilizada.

Un tema de actualidad del que trata con rigurosidad, sin juzgar, sus ventajas y sus riesgos y que, con originalidad, lo enlaza muy hábilmente con otros prejuicios colectivos y una compleja trama criminal.

Con dosificados y medidos quiebros y giros va descolocando al lector al tiempo que retiene su atención dándole sutiles pistas a modo de las novelas policiacas de la edad de oro británica.

Laura Mavor sorprende siendo primera novela ya que se presenta tan bien resuelta que evocaría mayor madurez literaria. Una novela negra con mucho de policíaca, en el sentido británico del término y evocaciones a Agatha Christie con quien comparte no solo el modo de explicar la resolución del caso sino la pasión por las manzanas y de rebote con su personaje Ariadne Oliver de quien la teniente Miranda Vega es un distorsionado eco. Aunque la sempiterna gabardina que viste evoque más a Colombo.

Miranda Vega es una soltera cuarentona con cierto sobrepeso y algunas partes afectadas por la ley de la gravedad, es comprensiva, directa y ácida por igual, fumadora de me estoy quitando y ávida devoradora de manzanas. Tal mezcolanza le confiere un carácter propio y terriblemente humano que la distancia de los tópicos investigadores del género y consigue empatizar inmediatamente.

Y es que todos los personajes son absolutamente carismáticos, tanto los principales como los secundarios, muy bien definidos con su voz precisa y con acordes y lógicas actuaciones a su modo de ser que sostienen su verosimilitud.

No eres lo que busco soluciona la investigación de forma limpia, se apoya en descripciones ligeras y se presenta repleta de sentido del humor y diálogos acerados e irónicos. Deja tan buen sabor de boca que hace desear otra pronta entrega.


miércoles, 6 de noviembre de 2019

Cómplices


Con el suelo alfombrado de hojas de colores cálidos y coincidente con las primeras madrugadas frías me toca actualizar, un año más, la columna Cómplices (esa que está a la derecha de su pantalla; échenle un vistazo y dense un paseo por las referencias: varias son nuevas).

Cada año se muda este remedo de plumaje noir. No por gusto sino por necesidad. Cada año blogs antiguos o más recientes cejan en su acto de subir posts. Cada año semos menos.

Hay blogs compañeros, cómplices en esto de informar, opinar y compartir que por múltiples y diversas y justificadas razones finalizan su recorrido en Estación Término.

Y, por favor, si algún blog cree que debe estar o que su retiro ha llegado a fin y vuelve a la actividad, será un placer reincorporarlo a la banda.


Ya saben cómo pienso: tener buenos enlaces hacen mejor cualquier blog. Honestidad para con uno mismo y la relación con los demás: sin egoísmos, sin robar visitas, sin buscar influencia, sin copiar, sin consignas.

Somos meras especulaciones de una misma realidad. Reflejos irradiados por puntos de vista de cada lectura; todos igual de válidos siempre que salgan de dentro y no de directrices pagadas.

Y sigo buscando la complicidad de los blogs con autoría independiente; los escritos por personas no por negocios ni empresas. Y es así porqué en la medida de lo posible hay que preservar el derecho a opinar libremente y no dejarse someter a intereses comerciales que buscan colocar un producto sin anteponer la calidad y por tanto sin atender convenientemente a su público.

Buscan compradores no lectores. Buscan vender, lo que se haga luego con lo comprado ya si tal. Si hicieran pedagogía de la lectura fomentarían el deseo de ir a por más.

Las estadísticas de la industria del libro presentan cifras de libros vendidos sería bueno saber cuántos son los leídos, pero esa es otra historia ¿verdad Mowgli?

domingo, 3 de noviembre de 2019

El fantasma de Gaudí por El Torres y Jesús Alonso



Crímenes de novela negra y Gaudí.
Un comic negro, una novela negra en viñetas, que rinde homenaje al universo de Gaudí y lo integra en una trama que incorpora elementos cuasi fantásticos propios del genio.
Crímenes y edificios de Gaudí se entremezclan en una trama policiaca que ofrece, sin caer en visita turística ni en biografía, un recorrido por emblemáticos lugares de la Barcelona modernista del iluminado arquitecto, en pos de un escurridizo asesino.
Jaime Calvo, inspector en excedencia y poco sociable, es requerido para detener esa orgía de violencia antes de que el miedo atrape a la ciudad promovido por el interés mediático.
Una intriga donde el ritmo argumental de thriller absorbe de tal manera que hay que dedicarle una segunda lectura a la obra para no pasar por alto ninguno de los preciosistas detalles dibujados.
Una trama de delincuencia real como la vida misma que al apoyarse en una suerte de simbología sobrenatural adquiere el significado que Gaudí quiso conferir a su obra: pies en la tierra y proyección hacia un ser superior.
Así los escenarios gaudinianos no son espacios cerrados sino puertas a otros universos y tal majestuosidad de formas y luces es el contrapunto perfecto para desarrollar una trama absolutamente mundana, mezquina y desafecta de sentimientos de espiritualidad.
Toñi, es la protagonista de este comic noir.
El Torres (Juan Antonio Torres) inspirado en el trencadís esa técnica que tan bien desarrolló Gaudí troceando baldosas decoradas y creando una nueva decoración al recomponer los pedazos, acomete un guion que partiendo de un hecho mundano como es la salida del trabajo de Toñi, una cajera de supermercado y alguien para quien Barcelona solo tiene color gris, va eligiendo las piezas con las que ir ensamblando una trama que rebosa interés humano y violencia a partes iguales gracias a los múltiples perfiles de los protagonistas.
Jesús Alonso Iglesias aporta el dibujo y color, un estilo cartoon muy personal, a una obra que ha de sugerir permanente movimiento aun estando en espacios quietos que no estáticos, porqué si algo identifica a Gaudí es ese movimiento ficticio que parecen tener sus paredes, columnas, escaleras, ventanas, muebles y otros elementos de decoración.
La arquitectura de Gaudí es orgánica: las columnas son árboles, las ventanas son hojas, las salas bosques, los nervios que sustentan los techos son ramas y Jesús Alonso consigue transmitir esas sensaciones sin caer en la ridiculez fácil de un álbum de cromos. Sus trazos parecen bailar en unas viñetas que no son sino escenario.
Els Fantasmes de Gaudí (versió en català).
Guionista y dibujante ampliamente curtidos en otros trabajos se lucen merecidamente en esta obra que reclama reconocimiento y respeto.
La fuerza narrativa del argumento, la pulsión agresiva del relato y la pasión creativa del dibujo hacen de El Fantasma de Gaudí un cómic noir indispensable.
Además la cuidada edición de Dibbuks va con extras de making off. ¿Qué más se puede pedir? Y está editado en castellano: El Fantasma de Gaudí y en catalán Els Fantasmes de Gaudí. El plural le da un significado completamente distinto al título; razones habrá.
Premio a la Mejor Obra de Autor español en el 34º Salón del cómic de Barcelona.

domingo, 27 de octubre de 2019

No hay luz bajo la nieve de Jordi Llobregat


Mientras nieva, el silencio
es lo único que se oye.
No hay luz bajo la nieve es un ambicioso thriller noir de Jordi Llobregat en donde lo único blanco es la nieve y eso cuando no está manchada de sangre.

Bucea en un pasado doloroso y reciente como son las vicisitudes de los refugiados en la II Guerra Mundial, y uno más reciente como la desaparición de una niña y saca a luz esas historias del pasado y las entrelaza con el presente. Un presente que tiene por delante una investigación de asesinato.

El complejo argumento presenta una estructura geométrica de diversas caras, y no es hasta el final que se le adivina completamente su forma, a imagen y semejanza a la que ofrecen los copos de nieve formados por cristales microscópicos de hielo que, como las huellas dactilares, nunca se repiten.

Alex Serra, bautizada Alejandra pero solo la llama así su padre, subinspectora de la División de Investigación Criminal e investigada a su vez por la División de Asuntos Internos por unos disparos efectuados en su última misión es la encargada de desplazarse al Pirineo y hacerse cargo del caso.

Le espera un compañero francés, una colaboración entre los dos países, y una pareja mixta de jóvenes e inexpertos e igualmente entusiastas agentes. Y le esperan los recuerdos de una infancia allí transcurrida y que fue feliz hasta que dejó de serlo.

Como buen thriller de misterio otorga al lector unos metros de ventaja respecto las pesquisas policiales permitiéndole sufrir y facilita suficiente información de cada personaje, como para que incluso se pueda anticipar aún más allá lo que puede suponer un contratiempo al no poder evitar prever acontecimientos.

Jordi Llobregat
No hay luz bajo la nieve es un thriller muy personal que se agarra a todos los resortes y tópicos del género ya que no busca salirse del mainstream sino todo lo contrario. Lo que hace es recoger todos esos trillados elementos y adecuarlos con mayor o menor fortuna, según sea el personaje y según sea el tema tratado, para conformar una lectura que acaba entusiasmando a pesar de no ofrecer nada nuevo.

El mérito no ha sido crear sino recrear.

Pero no lo pone fácil: capítulos aparentemente inconexos, cortos, saltos temporales, distintas voces y puntos de vista. Pero es precisamente en ese aparente desorden donde la habilidad narrativa de Jordi Llobregat se manifiesta ensamblando cuidadosamente cada parte para conseguir un final satisfactoriamente abierto.

Cerrar la puerta de la entrada, trama principal, y dejar abierta la de atrás, trama secundaria subyacente, se está convirtiendo ultimamente en un recurso habitual para favorecer segunda entrega si ha lugar. Un cliff hanger que ya no se conforma con cerrar capítulos y ahora cierra novelas.

Mariposa Isabelina
Disfruten de los paisajes nevados de la Cerdanya y de los misterios de sus valles, de su luz diurna y de su cerrada oscuridad nocturna, de sus bosques y lo que encierran los edificios y de todas las criaturas que allí habitan. Pongan especial atención a las mariposas isabelinas y a la flor de la Saxifraga longifolia.

Y no olviden que mientras nieva, el silencio es lo único que se oye.

miércoles, 23 de octubre de 2019

La cuarentona de Yolanda Almeida

Una novela negra
que se lee como un gif.
Novela de pocas páginas y lectura de larga satisfacción. En la cuarentona, la brevedad la hace dos veces buena.

Sin embargo nuestro protagonista principal no es la cuarentona, sino un joven que no llega a la trentena, hace de cocinero circunstancial, de algo hay que vivir, en un restaurante poco ambicioso, donde sufre el maltrato psicológico de sus jefes, tío y sobrino, y el de una rubia cuarentona, compañera de trabajo, que está de buen ver y mejor tocar.

El desgaste emocional diario se transforma en una ira que tiene en la rubia su punto de mira y cree que solo podrá recuperar su equilibrio asesinándola. Fuera ella, fuera sus insolencias.

Vulnerable desde su infancia, quiere, por una vez, tomar las riendas de su destino, pero, meticuloso como es, no quiere matarla sin más: hay que asegurarse una irrefutable coartada, no sea que jodiéndolo estando viva lo siga haciendo también después de muerta.

Y mientras elabora su plan, entramos en su cabeza y vivimos en primera persona una serie de disquisiciones sobre el bien y el mal, la culpa, el perdón, el afecto, el amor y el sexo, la venganza, la redención en las relaciones personales, familiares y profesionales y la utilidad de un corcho en la pared. Disquisiciones que tienen tanto de comedia negra como de novela negra y viceversa y que son la verdadera carga de profundidad de la trama.

La novela habla de eso, psicoanaliza las razones para justificar un crimen y la narración es dramática pero escenificada como comedia. Y es que estamos ante una novela que sería una magnífica obra de teatro.

La cuarentona es una novela negra manufacturada y con más literatura que en novelas promocionadas de firmas consagradas todas llenas de tópicos y clichés y demasiadas páginas que parecen salir de una cadena de producción.

Yolanda Almeida
Yolanda Almeida, es una joven autora que ha dado un paso adelante en su producción literaria con esta obra. Ha condesado en pocas páginas lo esencial: no hay pensamientos innecesarios, ni diálogos vacíos, ni descripciones insustanciales, ni casi nombres, aludiendo así a que cualquiera puede ser protagonista de una novela y que, en la vida, cualquier acto es novelable.

Consigue un tempo narrativo que avanza al paso que le requieren los acontecimientos y no al revés, como suele ser aburridamente habitual, y las dudas del personaje permiten giros sorpresivos potenciados por capítulos cortos que incitan a leer otro y otro más hasta terminarla.

La novela satisface a lo largo de su desarrollo y especialmente en su desenlace y en el segundo final. Y es que el destino a veces, y a su manera, compensa.

Más que recomendable. No la lean en el autobús sino quieren pasarse de parada.

domingo, 20 de octubre de 2019

La Secta de los Tordos de Aaron Abarca

Un híbrido entre novela negra y
thriller conspiranoide.
El tordo, molothrus bonariensis, aparece en Chile a mediados del siglo XIX proviniendo de países vecinos. Los machos son de intenso color negro con un brillo tornasolado.

Es un ave parasitaria, y por esa razón no se beneficia de la simpatía de ornitólogos: asaltan nidos de otras especies, destruyen los huevos que haya y ponen los suyos que son criados por los anfitriones que creen que son sus propias crías.

Un animal tan astuto, tan agresivo, que prima su pervivencia a costa de destruir la de los demás no puede inspirar nada bueno a los humanos que los adopten como modelo y símbolo.

Cuando se halla una cabeza humana en medio de la calle, que sirve de entrenamiento y alimento para pájaros, todo indica que ha de haber un cuerpo decapitado en alguna parte y que el suicidio no es la opción más plausible. Un inicio más que prometedor de una novela negra, breve e interesante.

Enfocado como asesinato, se constituye un equipo policial de investigación para afrontar el caso y el ego de cada miembro amenaza con dinamitar la labor colectiva. Es como si la orquesta tuviera cuatro solistas y cada uno quisiera llevar la voz cantante siguiendo su propia e invisible partitura.

Aún y así los informes de cada investigador conforman un todo que descarta lo imposible y resalta lo probable. No se han dado pasos de ciego y apuntan a buena dirección aunque por el camino cada uno pierda algo que le importe y su mente, que parecía inquebrantable al comienzo del caso, tampoco se libra del peaje.

Aaron Abarca hace de esta novela corta una suerte de psicodrama y enfrenta a los personajes principales a sus propios miedos y busca reducirlos a meros seres humanos rebatiendo la supuesta fuerza impune que supone llevar placa.

La Secta de los Tordos es un hibrido entre novela negra y thriller conspiranoide, y enfrenta al sentido de la justicia con un totalitarismo religioso de raíces paganas que proclama un discurso aleccionador donde se interpreta que la libertad es en realidad la esclavitud: la individualidad debe someterse al colectivo.

Aaron Abarca
La novela resulta toda una agradable sorpresa que se lee fácil y rápido. Se agradece que avance sin dudar en ningún momento y sin rellenar páginas con sinsentidos, de ahí que sea tan corta y tan directa y deje con ganas de saber cómo se lo compondrá con un texto más largo y una trama más compleja.

La novela hace de los localismos y de las localizaciones callejeras uso y abuso; tanto como para entusiasmar a lugareños que se reconocerán en cada calle, esquina y establecimiento como para rechazar a forasteros que acabarán perdidos en esta telaraña de excesiva nomenclatura callejera desconocida.

Con un final que busca sorprender resulta una obra recomendable para quienes busquen tratamientos distintos al noir más comercial.