miércoles, 12 de febrero de 2020

Progenie de Susana Martín Gijón

Progenie es una novela policíaca
muy bien planificada.

En Sevilla, en verano, el calor va dando puñetazos a quien encuentra por la calle a horas que no son horas para estar en ella, pero por otro lado puede llegar a ser tan fría como dinero se quiera gastar en sistemas de aire acondicionado que son quienes establecen diferencias de clase y de comodidad, como se palpa en el recorrido por distintos barrios de la capital, y eso es casi un lujo.

Como lujo es un embarazo largamente anhelado y porcentualmente improbable. Es para celebrarlo como si te hubiera tocado la lotería. Eligiendo ser madre soltera o no. ¿Quién ha arrogado a los hombres la autoridad de decidir lo que puede o no hacer una mujer con su cuerpo y con su vida?

Así piensa Camino Vargas, la Jefa Accidental del Grupo de Homicidios de Sevilla por ausencia de su titular a quien un coma le mantiene en un limbo estacionario en una cama de hospital. Cuarentona, liberada sin ningún reparo ni ningún complejo, entregada a su trabajo pero también a su placer.

Camino no siente la llamada de la maternidad pero no se mete, faltaría más, con quien si la sigue, entendiendo que nadie es nadie para imponer ideas ni criterios y que no se es ni más mujer ni menos, ni más completa por el hecho de ser o no ser madre.

Odia el machismo, incluso sus micro manifestaciones, sus intenciones ocultas y sobretodo su violencia sin distinguir física de psicológica: ambas parten de la premisa de dominar por la fuerza. Así que cuando se encuentra el cuerpo de una mujer atropellada en un lugar aislado con un chupete en la boca, la adrenalina se le dispara y su oficio se antepone a toda renuencia por la hora intempestiva en que el aviso la obliga a saltar de la cama.

Camino Vargas tiene un buen equipo y sabe que puede pedirles de todo pero también que su soledad no es compartida y quien más quien menos tiene familia por lo que su exigencia ha de ser medida y compensatoria si no quiere un motín.

La novela está muy bien escrita y esto, hoy en día, debería bastar para considerar su lectura sin más. Presenta un lenguaje rico en matices, versátil y verosímil que se va adecuando a las necesidades de cada momento y de cada personaje con absoluta naturalidad, callejero si se tercia, policial si así conviene y técnico científico, sin pasarse, cuando se requiere. Párrafos cortos, capítulos cortos, sin dar opción al respiro. Ritmo de thriller cargado de intriga.

Progenie es una novela policiaca muy bien planificada, intrincada y de solución escurridiza. Mucha acción, mínima descripción; mucho comportamiento humano, inteligentes diálogos y ninguna concesión a la divagación. Y aunque se cometa un error garrafal en un no planteamiento de la investigación aguanta dignamente hasta el final.

Susana Martín Gijón
Susana Martín Gijón ha ahondado en un buen tema comprometido, poco tratado en el género, como es el de la maternidad de libre elección que conforma otros tipos de familia distintos a los más comunes, y cuyo asentamiento social genera opiniones dispares. Y lo ha enfocado buscando distintos puntos de vista para dar máxima cobertura a todas las voces que a su vez se postulan sobre qué significa el feminismo, desde el más conservador al más liberal.

El planteamiento tipográfico y el inicio de cada capítulo también son originales y la cubierta con el patito negro y esas lágrimas de sangre tienen claro significado y explicación adecuada.

Todo pensado para que la lectura les lleve en volandas desde la primera línea hasta la última. Y lo consigue. Y de sus protagonistas seguro que volveremos a tener noticia, y no es solo un presagio, es también un deseo.

viernes, 7 de febrero de 2020

Perderlo todo de Fernando Gómez Recio

Un thriller legal con la venia
de Su Señoría.
Antonio Lorente es un fiscal que, en su profesión, no sabe cómo hacer amigos pero si como crearse enemigos; aparte de eso es riguroso en su trabajo y respetuoso con su ética profesional, es una persona culta y afable con conocidos y en especial con su novia, y tiene un inteligente sentido del humor y un más que aceptable conocimiento sobre cine.

Pero cuando una tesitura lo coloca en situación de víctima del sistema judicial, ese que tan bien conoce y que tanto defiende, entiende que la presunción de inocencia debiera aplicarse con denuedo sin ningún tipo de prejuicio cegador del raciocinio. Y en este caso, su caso, y no porque él sea el fiscal sino esta vez es el acusado, está tan bien urdido en su contra que parece que aun siendo inocente puede perder y eso puede significar perderlo absolutamente todo.

Perderlo todo pertenece al género conocido como thriller legal por su manifiesta relación con el mundo de la judicatura. Lo cual es de agradecer habida cuenta de la poca tradición patria a desarrollar este tipo de novelas que suelen contener elementos muy interesantes y desconocidos por el gran público del funcionamiento interno de quienes condicionan la vida de las personas acusadas de delitos.

Se entiende que no se publiquen novelas de subgénero judicial atendiendo las notables diferencias entre el sistema judicial anglosajón, que tanto juego literario, televisivo y cinematográfico da, y el español que no permitiría explayarse del mismo modo (Perry Mason nunca hubiese existido aquí).

Pero en cambio el thriller legal, en el que el juicio no es el epicentro de la trama como si lo es en la novela judicial, que cuenta con jueces, abogados defensores y fiscales entre sus protagonistas con sus cuitas y su entorno, como la novela que interesa esta reseña, ese sí que es permeable en nuestra sociedad.

Fernando Gómez Recio
Fernando Gómez Recio, el autor es también fiscal y de ahí que todo lo que escribe se sustente de una forma veraz. El argumento da suficientes pistas como para anticipar lo que va a suceder en cada momento por lo que renuncia al suspense del què para centrarse en el del cómo. Y visto lo que promete el planteamiento criminal se echan en falta más argucias y giros que hubiesen convergido en un final menos simple.

Sin embargo no es motivo para no disfrutar con su lectura que habría mejorado utilizando párrafos más cortos, menos oraciones subordinadas, reduciendo el número de palabras de cuatro o más sílabas y las aliteraciones.

Una novela que mantiene la esperanza de que este género arraigue y de buenos frutos más pronto que tarde y con la venia de Su Señoría.

domingo, 2 de febrero de 2020

El rastro de la libélula de Giordano Merisi

Gol anulado por clarísimo
fuera de juego.

Una novela negra que relata el día a día de un periodista reconvertido a escritor y que trabaja desde casa y en casa.

Casado, tres hijos, una mujer que marcha por la mañana y regresa tarde, si no está de viaje, debe lidiar con sus hijos, hacer la compra y cocinar: generalmente pasta (no busquen recetas), no en vano es italiano, además de escribir si es que consigue centrar la atención.

Giordano Merisi está escribiendo la biografía del actual entrenador del Real Madrid Club de Futbol y durante el proceso que incluye entrevistas a familiares y charlas con el susodicho, desaparece la estrella del equipo: Jerónimo Jero Contreras, un joven jugador colombiano de gran proyección.

Mil y una hipótesis llenan los medios oficiales y los privados: prensa, televisión, radio y redes sociales, mientras dura su alarmante ausencia. Cuando se descubre el cadáver, Giordano recibe, por un lado, el encargo para escribir sobre el caso y, por otro una petición privada para intentar esclarecer lo sucedido ya que la conclusión policial no resulta del todo convincente.

La novela tarda bastante en abordar la trama criminal, inherente a toda novela negra, como se le supone. Y en ese largo acercamiento, entre dudas y excesivo caracoleo, toca y toca la pelota sin peligro con lo que es fácil desengancharse de la lectura.

Giordano Merisi, un seudónimo, el escritor de esta novela, escribe sobre sí mismo, ya que es el protagonista. Todo es ficción pero en toda ficción hay siempre una dosis de realidad y es que el autor (es) conoce el mundillo futbolístico al dedillo.

La información vertida, una recopilación de sospechas, sucesos, denuncias, acusaciones y sentencias, son localizables en periódicos ergo también por internet, por lo que convierten a la novela en un publirreportaje parecido a las charlas acodadas en barras de bares por hinchas futbolísticos que saben de alineaciones lo que no está escrito y de tácticas, que aún falta por escribir.

La trama mezcla personas reales con ficticias, aunque de algunas de las ficticias se llegue a desprender son reales con el nombre cambiado, pero no se compromete en nada respecto a la veracidad de hechos descritos lo que deja el mismo regusto ambiguo que sucede a una situación de casi pero no, como cuando se falla un penalti en tiempo de descuento y la grada volcada.

El rastro de la libélula pretende abrir tantos y tan distintos focos de interés que no logra que ninguno quede enfocado.

La forma de plantear el desarrollo tampoco ayuda y confunde; todo ese exceso de ruido blanco que supone los pensamientos del protagonista, sus preocupaciones domésticas y sus relaciones familiares y que en otro género serían deseables, suenan a escapatoria de lo que parece ser la única salida a una idea que no consigue constituirse en argumento noir y menos desarrollarse en una trama plausible y verosímil. Un partido mal planteado desde el inicio.

Si pretendían hacer un thriller acaban de hacerse un gol en propia puerta.

La promoción en la faja (entes directamente mentirosas o exageradas o cuando menos distorsionadoras del mensaje) de un pope de la novela negra española contemporánea me influyó a la hora de elegir este título, suponiendo que nadie presta su nombre en vano.

Pero probablemente su oficio le otorgue unas habilidades, de las que yo obviamente carezco y que le han permitido encontrar en esta lectura algo que yo no he logrado. Tal vez me sienten en el banquillo por no haber entendido las instrucciones del entrenador.

miércoles, 29 de enero de 2020

La estrategia del cocodrilo de Katrine Engberg

Una novela negra buen ejemplo
de scandi noir.

Seres insignificantes buscan su notoriedad aliándose con otros más poderosos, como hacen los pluviales, esos pajarillos limpiadientes de los cocodrilos, cuya misión consiste en ejecutar tartrectomías, alimentándose con lo que extraen, y avisar con su canto de cualquier peligro.

Ese mutualismo animal confiere ventajas a ambas especies y son tan necesarios que la desaparición de una pondría en riesgo la otra, de ahí que el pequeño se sienta confiado en su indispensabilidad aunque no esté nunca del todo seguro de no que sea sustituible.

En la especie humana también se da esa relación aunque se manifieste de múltiples y complejas formas. Hay quienes viviendo a la sombra viven también de ella.

Esther de Laurenti tiene huéspedes en su casa familiar de Copenhague y procura que la relación no sea solo de casero inquilino sino que tenga más proximidad, un cierto mutualismo equilibrador de estados de ánimo y compensador de soledades.

Por eso cuando una de sus inquilinas aparece en su habitación brutalmente asesinada, en un ataque con cierto contenido ritual y que, sin saberlo ni desearlo, ella puede haber inspirado, le duele tanto como si el daño se lo hubiesen infringido a ella y cuando, a medida que avance la investigación, disponga de más datos no duda en involucrarse más allá de lo recomendable.

El inspector Jeppe Korner comanda el equipo de investigación con Anette Werner, su compañera habitual, en una relación que para nada se ajusta al concepto que se tiene de una pareja policial y sí mucho a la de una pareja de ancianos, cuando en cambio su edad evidencia lo contrario.

El hecho de que estemos ante una novela nórdica, nordic noir o scandi noir, ya nos tiene que poner sobre aviso sobre lo que va a ofrecer, como y a qué ritmo.

Unos personajes que de tan contenidos pareciera que carecen de aristas y no es así. Si acaso Jeppe ofrece más ángulos con sus problemas sentimentales que afectan a su autoestima pero con la distancia que interpone en sus gestos y sus relaciones, incluso las íntimas donde solo hay urgencia y búsqueda terapéutica, no hay riesgo de que invada ningún espacio vital.

La trama se despliega a ritmo secuencial; no hay giros, si acaso nuevas vías de investigación que explorar. Y es que la novela es eso y sobre todo eso: una novela de investigación policial. Un paso detrás de otro, nada sin comprobar, nada sin remover.

Katrine Engberg
En La estrategia del cocodrilo los personajes son los objetos y sujetos de una investigación que va desgranándose con detalle quirúrgico y parsimonia forense, analizando sus comportamientos, inclinaciones y sensibilidades para ir descartando sospechosos.

Katrine Engberg ha escrito un buen ejemplo de scandi noir. Habrá que esperar a las nuevas entregas (ya hay tres novelas más publicadas y aún no traducidas) para conocer el nivel de consolidación y grado de avance de esta escritora ya que muestra potencial para ser optimista.

Mientras tanto pueden verla y escucharla este viernes 31 de enero a las 17:15 en la Mesa Redonda titulada “Aeropuerto T-2” en la Biblioteca Jaume Fuster, dentro de los actos de la BCNegra 2020.

domingo, 26 de enero de 2020

El Tigre y la Duquesa de Jordi Solé

Un thriller noir que late con corazón de
novela negra.

Elsa Giralt, una cabo de los Mossos d’Esquadra de Barcelona, está intentando superar las consecuencias de un imperdonable momento de dubitativa debilidad que tuvo en su compañero la víctima indeseada e inesperada.

Superar, o mejor olvidar, es lo que también desea con el hecho reciente de que su pareja la haya abandonado por una amiga del cuerpo. Ahora el piso se le cae encima y cualquier rincón chilla recuerdos que ensordecen y amarguean como la bilis.

Y cuando, aún en su superación de ambos duelos, consigue, sacando fuerzas de la reserva, salir a la calle, después de despedirse de una botella vacía, lo hace para toparse con el cadáver de una joven muy guapa y bien vestida, sentada placidamente en un banco, acompañada de una trolley de cabina y una sonrisa en el rictus. Cada día una sorpresa.

La violencia doméstica, machista, de género, poco importa cómo se la llame, es algo que, por encima del uniforme y de su deber, siempre le saca la mujer que tiene dentro. Solidaria, cómplice, vengadora. Y tal vez el dolor de la víctima de este caso, que ella rápidamente etiqueta como de género, le ayude a mitigar el propio, ridículo en comparación. Por lo que decide entregarse en cuerpo y alma a resolverlo.

El Tigre y la Duquesa es un thriller noir que late con corazón de novela negra; una historia de amor y sacrificio; de tocar el cielo con las puntas de los dedos, siempre deseado, siempre insuficiente ya que el deseo es abrazarlo.

Una novela en la que las mujeres, verdaderas protagonistas, defienden el control de sus vidas y en la que los hombres son males necesarios y circunstancias atenuantes en caso de desliz.

Una novela noir feminista narrada con una prosa cuidada, toques culturales muy bien acomodados, diálogos propios de personas tozudas, todos los que participan, y por tanto muy ajustados a una actitud egoísta y hedonista que busca la aquiescencia de la conciencia en cada paso que se da.

Y Jordi Solé la escribe alternando dos distintos momentos temporales, uno que arranca con el sueño de una vida mejor y otro que lo hace a partir de la constatación de que la mejor manera de hacer realidad un sueño es no despertarse.

Jordi Solé
Jordi Solé no necesita demostrar su calidad, lo ha hecho sobradamente en cada una de las novelas publicadas, pero con esta lo que si demuestra es su versatilidad al afrontar un género que solo había visitado de refilón y visto el resultado se le da más que bien.

Además lo sitúa en tiempo presente (las anteriores buceaban en el pasado) y en un entorno cien por cien barriobajero o arrabalero ya sea en Barcelona o donde la investigación lleve.

Habría que recriminarle, solo por sacar punta a algo, que al cierre no dé más información sobre algunos de los hechos que, si bien se resuelven adecuadamente, no gozan del detalle que se le desearía; pura curiosidad. Pero por lo demás es un novelón.

Atención a la descriptiva imagen de la cubierta (nada de tirar de archivo: gracias editorial) y elogios, a quien los merezca, por la acertadisíma elección del título.

Son también absolutamente recomendables las novelas del mismo autor que conforman la serie del periodista, e investigador por extensión del oficio, Pol Vidal:

01. Barcelona Far West (El revolver de Buffalo Bill)



lunes, 20 de enero de 2020

El doble secreto de la familia Lessange de Sandrine Destombes

Thriller psicológico en el que las
actuaciones las gestionan
los sentimientos.

En verano de 1989 la pareja de mellizos Solène y Raphaël de diez años desaparecieron y aunque el misterio se resolvió parcialmente de forma inesperada nunca llegó a aclararse del todo; ni motivos, ni paradero. El capitán de policía Wimez de Piolenc, el tranquilo pueblo del sur de Francia donde ocurrió la tragedia y que llevó el caso se acaba de jubilar con ese manchón en su carrera y en su estado de ánimo.

Ahora, en 2018, Fabregas, quien sirviera a sus órdenes, es el nuevo capitán y el azar y alguien ominoso quiere que pase por lo mismo que pasó su antiguo jefe: una pequeña de 10 años acaba de desaparecer.

Nadie ha conseguido olvidar aquella tragedia y el actual suceso resucita temores y angustias entre quienes la vivieron y saca el polvo a un expediente que busca un cierre digno.

El doble secreto de la familia Lessange es un thriller psicológico donde no solo actúan los pensamientos sino también los sentimientos, preferentemente malsanos y en el que los actos son consecuencia directa de los deseos.

Un thriller, galardonado en Francia con el premio VSD RTL al Mejor Thriller Francés de 2018 otorgado por lectores, bien planteado en su base y mal levantado en su altura lo que hace que la estructura vaya presentando graves problemas de sustentación, importantes grietas y amenaza de derrumbe a medida que avanza la trama. Presagios que se acaban cumpliendo.

Sandrine Destombes
En la novela falla todo lo que podía fallar: unas investigaciones, la anterior y la actual, indignas de recibir ese nombre por deficientes y llenas de agujeros a más no poder; un pueblo sin alarma social, ni en la escuela, ni en el ayuntamiento; una trama sin más personajes, en papeles manidos, que los relevantes y aún; y diálogos de opereta en un relato donde brilla su estilo por pobre y monótono.

Un argumento que no explica su razón de ser y una trama que hace aguas enredada en su intento de ir saliendo de la tumba que se está cavando a sí misma.


jueves, 16 de enero de 2020

Carreteras de Otoño de Lou Berney

La carretera que une la vida con la muerte
puede ser larga o corta pero jamás aburrida.

El azar ha hecho que en este momento coincidieran esta lectura y el visionado de El irlandés y, salvando distancias, resulten muy concurrentes en bastantes aspectos. El asesinato de John Fitzgerald Kennedy, y en ambas tramas citado como Jack Kennedy, es un nexo de unión y un detonante que determina el futuro.

Del mundo, de una gran nación y también el futuro de cientos de millones de almas que conforman ese enorme país, ya que quien más quien menos tenía puestas sus esperanzas en él y el sueño americano es distinto e incierto para cada patriota. Como incierto es siempre el futuro.

El futuro de Frank Guidry no es una excepción: es incierto. Pero aun peor: puede ser definitivamente trágico. Frank Guidry es la mano derecha de la mano derecha del capo mafioso más significativo de New Orleans, esa ciudad que duerme de día y en la que el jazz suple al oxígeno, y tiene el encargo de realizar un trabajo que bien puede ser un callejón sin salida.

Y con todo, Frank Guidry, entiende que aun siendo mano derecha debe hacerlo ya que caso contrario puede perder su privilegio y pasar de ser indispensable a prescindible. Y ahí empieza una huida que es una carrera que no acabará hasta que la parca, como juez supremo, baje la bandera a cuadros que defina al ganador.

En cada ciudad un capo, en cada rincón de cada ciudad de cada estado un confidente, un chivato, alguien vendido, alguien comprado. Cada cual en su casa y la mafia en la de todos. Dios bendiga a América.

Carreteras de Otoño es una novela road crime donde la longitud del trayecto que media entre la vida y la muerte solo depende de lo despiertos que estén los sentidos, de mantener la cabeza fría y de aprovechar, como jugador de ventaja, las cartas que te proporcione el azar. Y no titubear nunca; y cloroformizar los sentimientos ante cualquier atisbo de querer asomar las orejas para no ser tibio y cometer el más mínimo error.

Pero toda huida supone implícitamente la contradicción de buscarse a sí mismo y toda persecución conlleva encontrarse a uno mismo. Y es así por una curiosa interpretación de la ley de vasos comunicantes que se ríe del libre albedrio.

Y es así como quien persigue y quien es perseguido, cazador y presa se mimetizan y las razones de uno y otro pueden llegar a confundirse y ser ambas válidas y ambas erróneas. Toda una lección de vida. Y muerte.

Lou Berney
Lou Berney ha escrito una novela negra que viaja por carreteras desiertas y polvorientas y se detiene en moteles anónimos; una novela en la que a las pocas páginas ya se supone su recorrido y su final, pero aún y así se lee con pasión porque hay veces en las que no importa el destino sino el viaje.

Habiendo visto El irlandés hace poco, no se puede dejar de pensar que habría hecho Scorsese si hubiera tenido que elegir entre adaptar el libreto o esta novela. Probablemente no hubiera dudado. Ambas. Ustedes tampoco deberían dudar.

domingo, 12 de enero de 2020

La luz azul de Yokohama de Nicolás Obregón

Una novela negra que, como la novela
negra japonesa, destila violencia y
poesía a partes iguales.

Cada cual elige libremente celebrar o no fiestas señaladas y el modo en cómo hacerlo.

Cada cual decide si quiere celebrar San Valentín y mientras la mayoría opta por acciones románticas, no en vano se asocia comercialmente con el día de los enamorados, alguien ha decidido hacerlo con una acción violentamente criminal.

Los cuatro cuerpos, padre, madre, hijo, hija de una misma familia han sido hallados muertos ¡menuda celebración!

Kosuke Iwata atormentado por el peso de este múltiple asesinato y ofuscado principalmente por el hecho de que uno de los cadáveres sea el de una niña pequeña, hace del caso cruzada.

Y le confía al resultado de la investigación su propia redención. Kosuke es un inspector de policía desesperanzado por traumas del pasado. Nada nuevo bajo el sol. Pero en este caso puntuales flash-back vienen a explicar decisiones y acciones que ayudan a entender un presente que de otro modo quedaría incierto y descoyuntado.

Nada peor para un asesino que le persiga un investigador asediado por un pasado que hace que a su presente no le importe el futuro. Y si bien la ventaja inicial es grande, Kosuke la acorta a pasos agigantados gracias a un proceso muy racional de investigación y deducción.

En oriente el tiempo transcurre a la misma velocidad que en occidente pero parece tener otro ritmo y así su novela negra, la original, lo acompasa a esa particular forma de hacer y de comportarse que tiene su cultura lo que da como resultado que su noir sea tan violento como poético.

Ante todo y sin otra intención que de aclarar conceptos, no es lo mismo una novela negra japonesa que una novela negra ambientada en Japón. Y estamos ante una novela negra ambientada en Japón, lo que no es desmerecedor pero si definitorio.

Nicolás Obregón
Nicolás Obregón apunta un conocimiento de una sociedad, una cultura, unas gentes, un machismo y una geografía de Japón por encima de la media de cualquier gaijin y dota a la trama de ese punto de melancolía pausada y de ese momento contemplativo tan habitual en la novela negra japonesa que le otorga rango de par.

Mueve sus personajes de forma comedidamente educada, según las costumbres locales, y otorga vivacidad a las acciones sin recurrir a efectos luminotécnicos, le basta con describir los rincones, casas y calles de la ciudad donde transcurren; escenario perfecto y adecuado para el contenido argumental que desarrolla con gran nivel de verosimilitud y que concluye, satisfactoriamente, del mismo modo.

La luz azul de Yokohama es una novela negra a la que se aprecian mejor los matices una vez leída. Una vez reposada. Y Kosuke es un personaje al que se le echa en falta al despedirse.

martes, 7 de enero de 2020

Maximilien Heller de Henry Cauvain

Una de las semillas más fructiferas
de la novela policiaca y de sus
correspondientes sub-géneros  y
en especial la novela negra.
La lectura más adecuada en estas fechas, en las que se conmemora el nacimiento de Sherlock Holmes el 6 de enero de 1854 es Maximilien Heller.

La razón es que se dice que Maximilien Heller es en quien se inspiró Arthur Conan Doyle para la creación del personaje, quizás, más famoso del mundo literario: Sherlock Holmes.

Hay analogías, tanto en su aspecto físico: alto, delgado, enfermizo; en su carácter: misántropo, filósofo, diletante (química, ciencia forense), observador, analista; en su forma de vida: solitario, austero, desapegado de bienes mundanos; en sus vicios: escribir, amontonar información e inclinación al opio; habilidades: facilidad de disfrazarse, dominio de las normas sociales, atlético; en sus relaciones: se nos presenta con un doctor que será su amigo, compañero y transcriptor del caso y haciendo amistad colaborativa con un chiquillo digno de ser un irregular.

Existe también el hecho de que Maximilien sea una suerte de detective aficionado y del que tenemos constancia en 1871, dieciséis años antes, 1887, que Sherlock.

Tanto parecido no puede ser casualidad pero nada más lejos de la intención de esta reseña que dictar sentencia al respecto, especialistas y estudiosos hay, pero era inevitable mencionar esos datos y explicar así la curiosidad suscitada para su lectura.

Lectura, que más allá de consideraciones ajenas a su argumento, resulta de lo más agradable y aconsejable por el despliegue lineal de su trama, engarzada de hechos lógicos y consecuentes, algo que aun pareciendo una perogrullada conviene resaltar habida cuenta de que hoy en día es un aspecto que suele soslayarse.

También reclama su lectura por su vivida descripción de personajes y ambientes y por su desarrollo bien planteado y mejor ejecutado narrado a dos voces, oral por parte del doctor y epistolar por parte de Maximilien que nutre de dinamismo el relato.

El banquero Bréhat-Lenoir ha sido asesinado, probablemente envenenado con arsénico, y su joven criado Louis Guérin, ignorante y pueblerino, es acusado por el comisario Bienassis de ser el culpable.

Maximilien Heller, por una curiosa circunstancia de vecindad, no con el muerto sino con su presunto verdugo, resulta implicado en este caso y por su conocimiento de la naturaleza humana establece, para sí y sin duda alguna, la inocencia del acusado y la férrea voluntad de demostrarlo atrapando al verdadero culpable en un periplo que lo llevará hasta la Bretaña.

Henry Cauvain
Henry Cauvain nos lega una novela que va más allá del folletín, que por fecha le correspondería, y asienta las bases anteriormente esbozadas que determinan el calificativo de policiaca a una novela de misterio. Su redacción es ágil y fluida, nada recargada y menos afectada, como podría requerirlo un personaje que para nada busca compasión y si estímulos intelectuales para alimentar su mente.

En la novela no es tan importante descubrir la identidad del asesino, más que evidente, sino la planificación, el método, el motivo y la intención del crimen, con lo que se consigue una novela policiaca que baila pegada con el procedimiento psicológico, incipiente, eso sí, pero existente.

No tiene argumento complejo ni giros imprevistos: a finales del siglo XIX estaba casi todo esto por inventar. Maximilien Heller fue una fructífera semilla del género policiaco y de su evolución en sub-géneros.

Léanla, pues, con esa perspectiva pero también con detenimiento y sumérjanse en ese ambiente, en esa época y déjense seducir por ese personaje que, lamentablemente, no tiene segunda novela ni continuación. Si acaso tendría reencarnación. En Sherlock.

Aunque, si así fue, en el viaje, esa alma, hubiera cambiado amabilidad y sensibilidad por autodestrucción y narcisismo.


jueves, 2 de enero de 2020

Dead Inside de John Arcudi y Toni Fejzula

En un centro penitenciario el mayor
reto es sobrevivir.
Los centros penitenciarios son los resorts donde la sociedad encierra a los elementos inadaptados a sus normas sociales de comportamiento, cuyos delitos alteran la paz y la convivencia, y son, a su vez, una mini sociedad con sus propias normas y reglas.

En un centro penitenciario coexisten funcionarios que gestionan, vigilan y regulan y presos que son gestionados, vigilados y regulados y que a su vez gestionan, vigilan y regulan a otros presos. Los roces fomentan simbiosis que ofrecen un complemento salarial a los primeros, mal pagados, muchas horas extra y mucha tensión, y el bienestar y cierta vista gorda, dentro de lo posible, a los segundos y protección o todo lo contrario a los terceros, el eslabón más debil.

Todo un microclima que ofrece, a quienes ponen su ojo en la lente del microscopio, la parte más negra de las personas, reos por su conducta y condición. Quienes otrora fueran valientes, soberbios y osados ahora pueden ser objeto de maltrato y sufrir en propia carne el miedo y el desprecio que vieran en los ojos de sus víctimas.

Verdugos y víctimas. Autoridad, hostilidad, poder, humillación, sadismo. Víctimas y verdugos.

En la Penitenciaría Bennet, bajo la jurisdicción de Departamento de Crímenes Carcelarios de la Oficina del Sheriff del Condado de Mariposa se han producido dos muertes y la detective Linda Caruso recibe el encargo de solventar de forma rápida el expediente: las muertes de los reclusos no interesan a nadie y cuando menos se aireen mejor.

A Caruso le exigen oír, ver y callar. Burocracia y sexismo es algo que no va con el carácter de la joven detective que decide ahondar en el caso, un claro asesinato y un más claro suicidio, y descubre que investigar en una prisión conlleva más riesgos que atravesar territorio comanche.

Encuadres con perspectivas llenas
de ritmo y taquicardia.
El guionista estadounidense John Arcudi completa brillantemente una historia apasionante llena de tensión, emoción y violencia. Un argumento que emplea muy bien los conceptos clásicos que identifican este subgénero Penitentiary Story pero que los replantea de forma novedosa y cuando se acerca peligrosamente a lo previsible sorprende con cambios de ritmo y giros propios de la novela negra.

El dibujo del serbio Toni Fejzula no se queda atrás y afea cuerpos y rostros con sombras imposibles para demostrar que las personas implicadas en la trama ni son felices ni les importa nada que no sea sobrevivir y que quien más quien menos tiene su lado oscuro. El empleo, habilidoso, de perspectivas aporta la sensación de opresión que supone el encierro, tanto obligado, el de los presos, como el voluntario, el de carceleros y policía desplazada para la investigación. Un dibujo escogidamente sucio y por ese motivo induce a rechazo y sugiere repulsión. Ni más ni menos que lo que se pretendía: objetivo cumplido. No hay glamour en las prisiones y si con el dibujo no es elocuente ahí está André May para evidenciarlo con su paleta de colores.

Es una obra sobria y seria y por todo ello muy recomendable. La edición se acompaña con bocetos y galería de ilustraciones que explican el método de selección en el casting de protagonistas.


El Penitentiary Story, historias penitenciarias, es un subgénero nacido en los albores de la novela negra y tiene su origen en relatos autobiográficos de presos. Con el tiempo ha ido desarrollando carácter propio y ha sido el cine y sobre todo la televisión quienes han sacado partido de su potencial.

Para quien guste este género hay amplia oferta, siendo los clásicos las primeras novelas autobiográficas llevadas al cine: Soy un fugitivo, Veinte mil años en Sing Sing, Papillon… hay otras novelas y películas al uso como por ejemplo El hombre de Alcatraz o La leyenda del indomable, sin olvidar Celda 211 y hay series de televisión recientes como Prison break, Orange is the new black, Bis a Bis, Mindhunter y recomiendo especialmente The night of

viernes, 27 de diciembre de 2019

Novela negra, o casi

Novela negra, una luz
en la oscuridad.
¿Y la novela negra? Bien, gracias. El magnífico estado de salud que muestra está matando las librerías que le han suministrado suero intravenoso cuando nadie daba ni un euro por ella.

Y así es. Y así lo dijo Paco Camarasa, irreverente mitad de la Librería (si, con mayúsculas) Negra y Criminal que cerró cuando más novela negra se publicaba y más se vendía. Solo que no eran ellos los que hacían caja sino las plataformas de venta online y las grandes superficies ¡cling! ¡cling!

Ya se sabe que hay quien se apuntó a esto aprovechando la ocasión cuando otros lo hacían por devoción. Casi mística la que impelió a Miquel Àngel Díaz con su SomNegra a tomar el relevo de la anterior antes, también, de morir en el intento: “vienen a informarse, a las presentaciones y luego compran en majors”.

Y es que la pesca de arrastre destroza el fondo marino y perder a pescadores de caña es un imperceptible daño colateral. He visto cosas que vosotros no creeríais: he visto desaparecer librerías.

Y se sigue publicando más novela negra que nunca, o casi.

Hay autores y autoras que incluso abandonan ese trapicheo en que se ha convertido el vergel que antes era un erial y al que los nórdicos aportaron agua. Nieves Abarca sin ir más lejos que publicara con éxito junto a Vicente Garrido una serie protagonizada por la inspectora Valentina Negro dice que adiós muy buenas. Definitivo o temporal el tiempo lo dirá. Que antes se veía donde pisabas, ahora con tanta vegetación no ves venir a las serpientes.

Y se sigue publicando más novela negra que nunca, o casi.

Y lo mismo pasa con los eventos dedicados a la novela negra imprescindibles para mantener foco en el género. Esa frikada que se repetía cada año, o casi, en algunos pocos lugares, con pocos medios, amb una sabata y una espardenya y con devotos irredentos, ahora se han multiplicado y expandido y prostituido, o casi, en su sentido y en su significado. Lo que al principio era soloparalocos ahora es glamuroso.

Para las ardillas hoy es posible recorrer de nuevo la Península saltando incluso a las islas, las del sur y las orientales, de festival noir en festival noir y no es malo si el fin es bueno, aunque no haya suficientes bellotas para todos.

En algunos actos, si no llegas pronto, los asientos están okupados por claca, youtubers, influencers, que suben sus selfies junto a autoras y autores o con el escenario y el logo de fondo y obtienen más likes, ¡cling! ¡cling! en unos minutos que libros venden los fotografiados en toda su vida literaria.

La novela negra sigue de moda y ya va más de una década. Sale en los telediarios y en el papel couché. Recibe premios de renombre que antes la esquivaban y repudiaban, algunos pactados de antemano, y ha pasado de pulpa a tapa dura. De céntimos a euros. Y aquellos literatos que nunca estrenaron, estrenan hoy y salen a la caaaaalle buscando mención.

Claro que sí: notoriedad y candelabro ayudan a llenar el sombrero, o casi, de los sufridos escritores semper fidelis al género, con algunos billetes, aunque sean grises, que hasta ahora solo era calderilla ¡cling! ¡cling!

Calidad y rentabilidad es
dificil que se junten.
Y en los eventos, en las mesas redondas coinciden escritoras y escritores de este género. Y coinciden porque son las mismas caras, o casi, en todos los eventos, o casi. Y los hay insistentes yo he venido a hablar de mi libro. Y los las hay que se dan abrazos sin cuchillo, los han requisado en la entrada; y tú me das cremita yo te doy cremita, alabándose las respectivas obras. Reciprocidad. Alabamos, alabamos, ala vamos.

Comportamiento endogámico que puede acabar fagocitando al huésped, a los lectores de toda la vida que fueran costaleros de esos eventos. Esos que cargaron a hombros tiempos duros y peso excesivo y ahora no pueden leer, por exceso y por baja calidad, ni pagar, tantas novedades. Y con el poco dinero que recibe quien firma la autoría de la obra aún dicen que el pescado es caro.

Si la endogamia supuso el principio del fin de algunas tribus y estirpes de la realeza, bien pudiera serlo del género negro, o casi. Y si no acaba con él lo está dejando tonto: se escribe mucho pero mucho de lo que se escribe es más de lo mismo, o casi.

La originalidad está perdiendo terreno, o casi, ante la efectividad. Y la escritura desde las vísceras lo está perdiendo ante el empleo de generadores de best-sellers. Y hay autores fachada que deberían dar un paso al lado, por honestidad, y mostrar la cara del negro que les da la fama.

Las editoriales, legítimamente, quieren ventas. Y fichan a autoras autores incluso de la competencia en un mercadeo que se compensa con premios y otras lindezas. Lara vino a decir algo, a propósito del Planeta, el premio, no el cuerpo celeste, que sonó como que no buscaba lectores sino compradores ¡cling! ¡cling! Y es que las editoriales buscan rentabilidad. Como cualquier otra empresa. Y escritoras escritores una remuneración como cualquiera que trabaja.

Y es que en este mundo literario y además noir o te apadrinan o te apuñalan o casi.

miércoles, 18 de diciembre de 2019

Constellation de Frederik Peeters

Durante un vuelo. En plena guerra fría
1957. Un agente secreto regresa en avión después de finalizar una misión. Está inquieto y las dudas sobre la conveniencia de continuar en el servicio están más presentes que nunca. Cambiar la inseguridad, la movilidad y la soledad por un entorno familiar cotidiano, como hace la mayoría de la gente, se le antoja atrayente.

Y piensa ¿para qué estoy hecho? ¿Para lo uno o para lo otro?

A su lado, en ventanilla, una mujer atractiva, joven y aparentemente desinhibida le da conversación y su sonrisa le abre una puerta por donde colar sus pensamientos ¿o son sus deseos? O quizás sus esperanzas…Tal vez haya llegado su momento.

Un tercer personaje, miembro de la tripulación también tiene sus inquietudes y sus obligaciones y se mueve inquieto.

¿Son quienes parecen ser? Es una época, en plena guerra fría, en que la desconfianza salva vidas y la confianza ha supuesto numerosos entierros.

Una trama en lugar cerrado ya que transcurre íntegramente en un avión, durante un vuelo París-Nueva York, en un aparato modelo Constellation, que da nombre al álbum, y que una encrucijada de tres vidas.

Un único relato que tiene la particularidad de repetirse hasta tres veces y ser distinto cada una al ser contada desde el punto de vista de los tres distintos personajes.

Narrada desde la intimidad de sus pensamientos y la autoimpuesta justificación de sus acciones. Tres voces para un solo final.

Constellation parece una cosa y acaba siendo otra. Un comic negro que trascurre en aquella época que los aliados occidentales veían enemigos en las sombras de la Europa del este y donde los gobiernos, de uno y otro bando, atemorizaban solo con mentar ecos de un pasado demasiado reciente y truculento.

Conversación entre vecinos de avión. ¿Trivial o interesada?
Una genialidad que emplea el blanco y negro, la línea post-clara de trazo brusco y la brevedad narrativa. Viñetas cuadradas, planos cortos, primeros planos: el espacio no da para más; diálogos que escuchar y pensamientos para reflexionar de quienes son peones en el tablero de juego de la Historia.

Frederik Peeters acomete esta historia, profundizando en el interior de los personajes, en un momento de sus vidas, mientras a 12.000 metros por debajo nadie tiene constancia de lo que está pasando en el interior de aquel avión.

32 páginas. El argumento no precisa más. Son las precisas y necesarias. La segunda lectura es, si cabe, aún mejor.