El lagarto clueco es una novela negra contada por los alisios. |
Hay novelas que salen de la cabeza, otras de las entrañas y
las menos flotan en el aire a la espera de ser cazadas al vuelo. El lagarto
clueco es una de estas, una historia traída por los vientos, contada por los alisios,
depositada con mimo en una isla de tierra quemada y protegida por los cantos afilados de fría
lava milenaria.
La historia empieza en Fuerteventura, esa isla con forma de árbol, con el despiadado asesinato de tres de los cuatro miembros de una misma familia en su propio hogar sin que se averigüe el motivo: ni el de las muertes ni el porqué de
todos menos uno. Y se traslada a Lanzarote, la isla negra y vecina, donde ya
saben de muertes violentas e inexplicables que les atemorizan.
Aniel, el sobreviviente de la matanza, arriba a Lanzarote
de la mano de Pancho para integrarse en la familia de éste y empezar una nueva
vida, algo a lo que Juana, su mujer y madre de sus tres hijas, se opone desde
un principio y aprovecha la mínima para escupir palabras hirientes para
reivindicar sus deseos enfrentándose a su Pancho que lo proteje por una promesa que hiciera a los padres del chico, con quienes le unió más que una amistad.
Nada es fácil para la familia con el recién llegado. Surgen recelos y envidias.
Naturales deseos inconfesables afloran y emociones reprimidas pugnar por
manifestarse. Nada es fácil para las gentes que habitan esa zona rural de una
parte de Lanzarote recogida en sí misma, áspera y siempre a la defensiva,
presta a agredir. Nada es fácil para nadie ante el temor por si crece el número
de cadáveres y el nulo avance en la investigación por parte de unos agentes que odian la isla y los isleños.
Una Lanzarote íntima y costera, nada conocida. Se agradece
que la autora no eche mano de lugares y recursos explotados turísticamente y se
centre en el carácter de los personajes y de la naturaleza que los arropa y
repele a la vez.
Lagarto de Haría (Gallotia atlántica), Isla de Lanzarote. |
Lola Quintana despliega una
sobresaliente trama de novela negra que recae sobre sus personajes, dibujados
con tanto mimo y con tantos relieves y aristas como lo hace con la inhóspita
orografía de la isla. Perfiles afilados como cuchillos.
Un gran surtido literario donde los diálogos, musicados por
localismos, serían imposibles en otra ubicación ya que tienen mucho que ver por
como los canarios se relacionan con su entorno más inmediato y con el mundo
exterior.
Noir psicológico de gran calado que transmite perfectamente
la angustia de un protagonista vendido a la incertidumbre de su futuro, ilusionado por enamorarse por primera vez y vencido por el temor de ser un asesino.
Muy recomendable.