jueves, 22 de octubre de 2020

Un tío con una bolsa en la cabeza de Alexis Ravelo

Un par de ladrones han entrado a robar en casa de Gabrielo, le han atado las manos con una brida y le han puesto una bolsa de basura en la cabeza fijada con cinta adhesiva al cuello. Al irse se han olvidado de él, pero él no solo no les ha olvidado sino que maldice su torpeza por abandonarlo sin aparente posibilidad de salir con vida.

Gabrielo es el alcalde y es poderoso ya que domina todos los asuntos que se manejan en el lado oscuro, el lado B, de la política; tanto como para que esto no quede así, se dice. Nadie se puede atrever con él y salir airoso, se dice. Eso y más cosas se dice.

Se lo dice a si mismo ya que está solo. Soliloquio, monologo interior, monodiálogo, llámenlo como gusten que nos entenderemos igual o digan novelaza que suena más coloquial y actual y se entiende mejor.

En calificarlo de grandilocuente no transigiré, y no por la redacción, que al fin y al cabo el autor es un simple amanuense al dictado del protagonista, sino por lo que este manifiesta y expresa en esa revisitación de su vida ahora que ve la luz al final del túnel pero se resiste a invocar a Dios.

Ese tío con una bolsa en la cabeza desgrana pensamientos y recrea situaciones, como quien enumera una lista de los reyes godos desordenada, con evidente desapego, como esperando que todo eso que está sucediendo, y que le retrotrae al pasado y le resta futuro, no vaya con el sino con ese otro yo al que le habla o que le habla a él.

Leer su soliloquio evoca a uno de los de Shakespeare, no por su trascendencia histórica, simple alcalde de pueblo, sino por su magnitud existencial y su fuerza dramática.

Leer su soliloquio es una suerte antitética de Memorias de Adriano ya que carece de su épica y su abierta generosidad al mostrar solo actos ignominiosos propios de un ser ambicioso capaz solo de amarse a si mismo.

Es más como leer Cinco horas con Mario donde se revisan circunstancias gratificantes e insatisfacciones de todo el periplo vivido al tiempo que recrea la vida social y política de un pequeño paraje de provincias pero extrapolable a cualquier capital. Amplio surtido de sentimientos contradictorios.

Y es que Alexis Ravelo lo ha vuelto a hacer. Se reinventa a cada ocasión que tiene y en esta nueva novela negra no desaprovecha para escribir a renglón tendido. Descarga su fiereza mostrando las devastadoras causas de esa pandemia que se llama corrupción.

Y es que en la corrupción brilla con luz propia la deshumanización de los seres vivos, cuando de trata se trata y cuando es urbanística de la deforestación y el estercolamiento de campos y playas antes accesibles por veredas disimuladas y que de repente se accede sobre asfalto intrusivo y desprecio absoluto por el ecosistema.

Sin corruptores, virus, no habría corruptos, huéspedes. Pero es tanto como pedirle a la Tierra que no gire, ah! no perdón que la Tierra es plana. Plana y parcelada, como cuando las potencias aliadas se repartieron Africa a base de tiralíneas, y pertenece a unos pocos que siempre están ahí, moviendo a los políticos: títeres ambiciosos que como una bengala son el foco de atención durante unos instantes para apagarse en el olvido. Pero los poderosos siguen ahí tendiendo la caña.

Con los poderosos ya se sabe: si los ves venir gira la esquina y si no hay, cambia de acera. Lectura comprometida, como todas las de este autor; sin duda el mejor exponente vivo de la novela negra contemporánea y no solo de aquí

Léanla. Es asfixiante.

domingo, 18 de octubre de 2020

El Legado de la Casa Lidman de Federico de la Fuente

Anders Bremer sospecha que el suicidio de su vecino y amigo Daniel Lidman no es tal e inicia una investigación privada, apoyándose en su antigua condición de alcalde, del pueblo de Sirilund al sudoeste de Suecia, y de sus amistades en puestos clave del Servicio de Inteligencia.

La muerte de Lidman no es un hecho aislado ya que otro miembro del grupo social, Walter Heuss había sido asesinado poco antes y a Bruno Kreuger se le da por desaparecido desde entonces al igual que a la estatua del Leñador del escultor francés Larche, famoso exponente del Art Noveau, hasta que esta si aparece y al parecer asesinada.

¿Se puede asesinar una estatua?

Este apasionante inicio de novela negra va adecuando su contorno para acabar dibujando un curioso thriller de espionaje histórico que solo puede apuntar, no podría ser de otra manera ya que estamos ante una novela corta, los principales hitos políticos que señalan a los dirigentes locales de movimientos afines al régimen del III Reich.

La repercusión que estas iniciativas tienen sobre la población de la zona y sobre el grupo de amigos de Daniel Lidman, que suelen asistir a sus fastuosas fiestas en su Gran Casa Roja, roja por el color que no por su significado político, son el trasfondo que sirve de decorado para el desarrollo de las pesquisas de Anders Bremer. Facciones suecas afines al nazismo podrían estar detrás de todo.

El Legado de la Casa Lidman permite un recorrido por esas tierras del norte, de por si habitadas por gente insatisfecha, donde la proximidad de la guerra y la apremiante necesidad de tomar partido induce a cometer errores cuyas consecuencias no serán visibles hasta pasado cierto tiempo.

Federico de la Fuente se luce con un argumento nada sencillo y un avance sin titubeos en una trama muy bien articulada de principio a fin.

La elección de Suecia y la evolución allí del nazismo y la época en la que se desarrolla esta novela, 1956, sorprende por su originalidad temática, atrae precisamente por el desconocimiento sobre el tema y acaba atrapando por su trama en la que abunda el humanismo en contraposición con el fanatismo.

Su forma de narrar y el léxico empleado se amolda perfectamente a esa época y el relato permite percibir las sensaciones y los reproches, aún presentes pese al tiempo transcurrido, en una posguerra llena de vacíos sin nada con los que poderlos llenar. Si acaso amargura.

Déjense sorprender por este texto, por su cuidadosa documentación y por su inesperado desenlace, y disfrutarán de una buena lectura, que en otro momento pasaría, lamentablemente, desapercibida.

lunes, 12 de octubre de 2020

La tumba del Rey de Carlota Suárez


Personas de la misma comunidad, de un mismo mapa, aparecen interconectadas por líneas, algunas rectas otras quebradas pero todas fuertemente unidas por un destino que no tiene nada de divino y mucho de humano, al servicio de una genealogía que explica el origen de la condición de monstruo o de víctima.

Líneas de trazado indeleble que resisten el paso de los años y los envites del tiempo. Cadenas que atan esclavos con sus amos; que degradan a seres humanos para regocijo y entretenimiento de otros. Al poderoso no se le juzga por el grado de humanidad sino por el poder que ostenta y su capacidad adquisitiva de objetos y personas.

La tumba del Rey es la joya de la corona de las obras de reconstrucción de una necrópolis aborigen donde se excava el pasado de los isleños y el lugar en el que la etnoarqueología ha de ceder el paso a su variante forense.

Su abertura deja boquiabiertos al grupo de arqueólogos que esperaban expectantes culminar un descubrimiento en un sentido bien distinto. Y es que no solo son restos de ancestros los que se hallan en la tumba si no de un cuerpo relativamente reciente lo que clausura cualquier nueva tarea y precinta el recinto con cinta plastificada de la Guardia Civil indicativa de investigación criminal en curso.

Una investigación que no ha hecho más que empezar y aún tiene mucho por descubrir y por ofrecer.

Carlota Suárez nos arrastra a un mundo donde el poderoso es dios y nadie se opone a sus planes y menos sabiendo cuales van a ser sus consecuencias. Solo alguien que vea a ese dios como un demonio puede ser capaz de enfrentarse a él. Una crítica feroz contra el heteropatriarcado y al sistema de castas que domina el entorno socio-político ayer, hoy y mañana.

La autora, claramente documentada a fondo, se apoya en el costumbrismo para relatar con profusión de detalles las vidas de varias generaciones de personas y sus relaciones, más amargas e infelices de lo que nadie imagina en su niñez, mientras desarrolla una investigación policial con mucho de ingenio y más de verosimilitud.

Las pesquisas se llevan a cabo de forma oficial por miembros de las fuerzas del orden y en paralelo y de forma oficiosa, por un equipo de heterodoxa composición e intereses: Valeria, Soledad, Santana y Robledo. Y aunque parecen responder a estereotipos del género se desmarcan de esa condición y aportan situaciones de alta tensión dramática y también de desbordante ironía.

La autora escoge un camino de muy largo recorrido argumental y lo recorre empleando el recurso de narrar en dos tiempos y varias voces; emplea profusión de personajes, tal vez demasiados, de gran carga emocional y ubica el argumento en Agaete, un pequeño pueblo costero al noroeste de Gran Canaria. El empleo de léxico autóctono conforma un entorno burbuja que posibilita una lectura sin distracciones a fin de no perder comba.

La obra va ya por su 5ª edición y si la leen entenderán el porqué.

miércoles, 7 de octubre de 2020

Tiempo de siega de Guillermo Galván

Cuando un cocido puede equipararse al argumento de una novela negra o policiaca y viceversa es que estamos ante algo con contenido y substancia. Digno de ser apreciado.

Algo trabajado sin prisas y tratado, desde el primer al último ingrediente, con esmero para que el conjunto sea aún más sabroso pero en donde cada parte mantenga su esencia.

Así empezando por la sopa, desgrasada y ni muy líquida ni espesa, y los fideos, ni duros ni reblandecidos y continuando por las verduras y las viandas estamos ante un festival de colores y sabores que producen una experiencia muy satisfactoria.

Expresado en esos términos, Tiempo de siega es un sabrosísimo cocido policial que transcurre en la inmediatez de la posguerra civil, esa cruzada para los vencedores o ese golpe de estado para el resto de la humanidad, en un Madrid que intenta reconstruirse como buenamente puede.

Carlos Lombardi es requerido para ocuparse de un caso de asesinato aparentemente anodino pero que para alguien con memoria, y que lo recuerda, podría estar relacionado con algo que pasó hace años, antes que la contienda descerrajara las puertas del infierno.

Carlos Lombardi está en la cárcel por su condición republicana aunque en tiempos fuera un buen policía criminalista. Pero hoy, por aquel ayer, ya se sabe, pesa más la lealtad que la aptitud. Aceptar el caso le permitirá dejar de trabajar en ese mausoleo macabro al que pretenden sembrar de caídos y en donde aún caen e intentar recuperar el pulso de lo que ahora, por entonces, es una vida normal.

Aunque signifique rendir pleitesía, él que nunca tuvo amo; tener que trabajar en equipo, él que siempre anduvo solo, y tener que dar cuenta de cada paso, él que siempre anduvo a su aire. Pero es poco el precio si a cambio se obtiene la libertad.


Guillermo Galván
hilvana una compleja trama donde se involucra el clero y los servicios de espionaje de varios países. Donde se involucra la miseria, la desesperación y el miedo de quienes, ajenos a políticas e intrigas, suspiran por llegar vivos al día siguiente. Donde se involucran distintos personajes de distintas ideologías y se destapan vicios y virtudes de distinta magnitud según la condición social de cada cual.

Tiempo de siega es el momento de recolectar lo que se sembró. El resultado dependerá de si se es un agricultor o no: o cosecha o justicia.

El resultado de la novela es claro: un sabroso cocido. Madrileño, sin duda alguna. Madrid omnipresente en toda la novela, por sus calles, sus edificios y sus gentes y su gastronomía identificativa aún en esos tiempos. Y su cocido.

Una novela que está esperando ser leída, y saboreada. No le afeen el ofrecimiento. Y para cuando acaben sepan que les espera una segunda entrega de esta serie protagonizada por Carlos Lombardi: La virgen de los Huesos igual o mejor. Y desearan que la tercera no demore su salida.

domingo, 4 de octubre de 2020

La centrocampista murió al amanecer de Antonio Castro-Guerrero

Esta novela breve bucea en aguas turbulentas cuando se atreve a sumergirse en un tema tan, incomprensiblemente, controvertido, como es el fútbol practicado por mujeres ¿acaso no pueden practicar el deporte que deseen? ¿O es que aquello de que es cosa de hombres sigue acaso vigente?

Por suerte para las practicantes de este deporte, desde que las televisiones le han visto rendimiento económico y han empezado a retransmitir partidos su visibilidad ha aumentado exponencialmente, lo que ha posibilitado un reconocimiento largamente reivindicado que ya se ha traducido en reglamentación laboral favorable para las jugadoras, aunque todavía quede mucho camino por recorrer.

La centrocampista murió al amanecer es una novela policiaca que evidencia como el patriarcado sigue (des)considerando al futbol femenino. Recoge el guante del debate pero se conforma con soltar tibios guantazos, cuando deberían haber sido puñetazos.

Denuncia con boca pequeña, como andar de puntillas sobre un césped recién sembrado, que la aleja de la novela negra de fuerte contenido social para desarrollarse con las premisas de una novela policial de corte clásico que sigue canónico proceso de investigación y trabaja con pocos sospechosos.

Sabemos más de los problemas vivenciales de las dos policías encargadas del caso que de la víctima, una chica joven, poco recorrido, cuyo cuerpo ha sido encontrado de forma fortuita en el Estadio Calderón del Atlético de Madrid que está siendo demolido.

El cuerpo se identifica como el de Nadia Coronado, una jugadora con gran proyección, de 22 años, y centrocampista de un modesto club de futbol femenino, que había desaparecido sin dar noticias dejando al equipo huérfano de convicción en su lucha por evadir el descenso.

Antonio Castro-Guerrero demuestra que sabe redactar, la trama atrapa desde el inicio y el entretenimiento y la tensión se mantienen hasta el final; lo que permite suponer que puede aún dar más de sí en novelas con mayor extensión. En esta, el campo se le ha quedado pequeño.

El caso policial está bien planteado, resulta veraz y tanto su desarrollo como su solución interesan y convencen y además la pareja investigadora, la inspectora Sol Trocás y la sub-inspectora Gemma Silom, podría tener recorrido en otras entregas, según como se resuelvan sus propias vidas, habida cuenta de su carisma.

La novela ha obtenido el Premio Carlos Matallanas de Novela Breve en su 2ª edición, un premio impulsado por la Asociación de Futbolistas Españoles, Prisma Publicaciones del Grupo Planeta y FUNDELA (Fundación Española para el Fomento de la Investigación de la Esclerosis Lateral Amiotrófica) a la que se destina la recaudación de las ventas del libro.

Una buena ocasión para leer sobre ese, demasiadas veces considerado, submundo del deporte femenino en el que aún mandan los hombres y entretenerse con una novela policiaca a escala humana como deberían ser todas.

miércoles, 30 de septiembre de 2020

Cierra los ojos y mira de Roberto Gallego

La novela negra y el thriller están evolucionando en su forma aunque mantengan su fondo que les identifica; intentan reinventarse alejándose de tópicos y clichés en argumentos y especialmente en su tratamiento.

Cierra los ojos y mira es un ejemplo de esta renovación o quizá revolución. Poco o nada que ver con lo que sigue siendo habitual en el género.

La historia tiene una evocación a documental, no en vano el protagonista es un joven periodista idealista; tiene hechuras de thriller evidenciadas en el ritmo narrativo y los tempos que marcan la evolución de la angustiosa trama y ahonda en el aspecto más social de la novela negra que es el de la denuncia y persecución de delitos que, por su magnitud de afectación de seres humanos y su expansión mundial, son considerados crímenes de lesa humanidad.

Escuchando el fragmentado relato de su vida con el que Ulises Sánchez entretiene a su hijo Oliver, para hacer más llevadera la espera de un desenlace del que no da pistas, se nos introduce en un mundo a caballo entre el espionaje por agentes y el espionaje amateur pero con la misma finalidad: obtener pruebas para poder juzgar y condenar o en su defecto denunciar y estigmatizar. La sociedad hará el resto.

Documentar lo que son evidencias parece de Perogrullo pero así está organizado el juego y cuando se juega hay que respetar las reglas.

Una escultura de gran valor artístico y económico ha sido sustraída del Museo de Arte Moderno (MoMa) de Nueva York y hay alguien que puede recuperarla. Ese alguien es Ulises Sánchez, el protagonista, el periodista, el padre, el espía. El robo abre la novela de forma intrigante y la cierra con la misma condición, entre medias unas investigaciones con alto contenido dramático.

Si el argumento ya se aleja del canon criminal, la redacción lo confirma todavía más. Roberto Gallego escribe una historia donde todo es reconocible: amor, ilusión, profesión, paternidad, confianza, amistad, tragedia por este orden aproximado; pero a la vez todo es desconocido y eso se debe a que emplea una narrativa a media voz, de confidencia, que suena bien. O sea mirar más que ver. O lo que es lo mismo mirar con los ojos cerrados.

¿Qué se ve con los ojos cerrados? ¿Qué ve un invidente?

Cierra los ojos y mira es una novela que, en círculos de lectores criminales ortodoxos, probablemente coseche indiferencia en la misma medida que obtendrá el reconocimiento de lectores heterodoxos.

Hay que celebrar que haya autores con obras que busquen nuevos enfoques, que abran trochas; además emplea un léxico variado donde la cacofonía no tiene cabida y demuestra un conocimiento de la semántica que hace de la redacción un placer para la lectura. Más de una firma famosa debería leerla y aprender.

sábado, 26 de septiembre de 2020

Todos nosotros de Javier Menéndez Flores

En España, el paso de la dictadura a la democracia, ese periodo llamado transición, no fue un proceso pautado y plazos de entrega consensuados sino una guerra de guerrillas por una de las dos partes, a veces con armas de verdad, y que consiguió asentarse solo porqué los ojos del mundo estaban fijos en su evolución. En otro momento el paso hubiese sido de dictadura a dictadura y tiro, o disparo, porque me toca.

Todos nosotros es un thriller policiaco de crítica social. En paralelo a los hechos que dibujan la evolución política y social del país, narra la evolución de un siniestro caso de desaparición de chicas jóvenes que se destapa por un atropello fortuito y que se investiga gracias a la tenacidad de uno de esos bisoños policías, Diego Álamo, el Pincel, de la nueva hornada democrática, en una época en la que seguir pistas equivalía a picar mucha piedra: la tecnología estaba aún por llegar.

Todos nosotros se vale de una trama clásica y convencional para desarrollar un thriller social que parece no tener claro en donde se siente más cómodo. Si en las páginas dedicadas a explicar la transición democrática en una policía, vieja escuela, cuyos representantes persisten en utilizar sus métodos y mantener sus privilegios y sus tapaderas o en desarrollar una trama que por momentos es lúcida e interesante como los capítulos que explican la investigación. Los otros, van alternando, los que narran las vicisitudes de Patricia primero y las percepciones psicopáticas del agresor luego, por recurrentes resultan menos logrados.

Una novela ambientada en Madrid en dos épocas; la primera trancurre en ese 1981 con una Movida Madrileña que suscita envidia sana y replicas por todo el país y a un paso de que la mayoría socialista de un vuelco inusitado desde la nueva democracia y se inicie un barrido con más ruido que efecto. Y la segunda en el más cercano 2001 con una inteligente, meritorio trabajo del autor, evolución y substitución de personajes y ambiente que permite un nuevo renacer en el argumento aunque sostiene como eje de la abscisa el caso principal que sostiene todo el edificio.

Un recorrido interanual salpicado de referencias, algunas desconciertan por su erudición, para que el contexto quede perfectamente delimitado: desde objetos propios de una época y reliquias en la siguiente a locales de diversión y alterne, o a canciones e intérpretes que conforman ese retrato social que harán revivir emociones a quienes peinan o peinaban canas y que ilustraran fehacientemente a quienes aún gateaban o ya parvuleaban.


A Javier Menéndez Flores le sale el oficio por las orejas, emplea con soltura los recursos habituales para secuestrar a lectores sin pudor alguno desde la primera página, con un inicio generador de amplias expectativas y se vale de trampas de ilusionista, que a modo de making of se explican en el final, para dar satisfactoria explicación al caso.

Crea unos personajes absolutamente veraces que es lo que da peso al argumento; en el lado bueno predomina el lado humano con sus conflictos, sensibilidades y pasiones, que se contraponen con la maldad inacotable del lado oscuro, totalmente animal, que busca dar satisfacción a sus instintos primarios.

Prosa ligera, directa, fruto de trabajo de escribir y pulir, en la que prefiere los diálogos y las reflexiones introspectivas a las descripciones, con lo que aligera el contenido y consigue mantener en vilo la curiosidad por el desenlace a lo largo de más de 500 páginas. Novela, pues, pasa páginas, que se lee de un tirón y pensada para colmar a aquellos que suelen nadar solo en superficie.

lunes, 21 de septiembre de 2020

Banquete fúnebre por Karlovy Vary de Miloš Urban

Si el romanticismo decadente y ostentoso buscase un lugar donde mostrarse, elegiría Karlovy Vary; si el tiempo quisiera detenerse durante unos instantes también elegiría esta imperial ciudad balneario para sanar sus heridas y recuperar fuerzas para devenir pasado e historia en su movimiento perpetuo. Karlovy Vary es un instante atrapado en un espejo.

Karlovy Vary es el lugar de nacimiento de Julián y a donde vuelve requerido por un antiguo compañero, ahora Jefe de Policía, que solicita su colaboración, por su condición de escritor de novelas de terror, para esclarecer una serie de dobles crímenes que desconciertan por su modus operandi y de los que carecen de pistas a pesar de disponer de imágenes donde se ve perfectamente su materialización.

Esta aparente incongruencia responde al hecho de que la asesina, después de atacar mortalmente a su víctima a dentelladas, procede a su suicidio. Un doble crimen al que le sigue un segundo con parecida factura y, obviamente, distintos implicados.

Unos hechos desconcertantes máxime por la forma en que la persona atacante parece estar bajo posesión demoníaca, lo que le confiere un plus sobrenatural, potenciado por no haberse hallado presencia de psicofármacos en las autopsias, que puede despertar pánico en la población si no se resuelven cuanto antes y especialmente antes de que haya más.

Julián Uřídil, escritor en horas bajas y persona en horas hundidas, se sumerge pronto en una investigación que a medida que avanza demuestra que el azar puede no ser azaroso y responder a una cuidada e insospechada planificación asesina.

Su presencia en esa decadente pero desvanecida Karlovy Vary le permite, en un torpe ejercicio de introspección, entender mejor su pasado desde su actual presente y resolver antiguos y pendientes trampantojos mentales que vistos con la perspectiva desde el tiempo actual ofrecen explicaciones plausibles.

Como un héroe enfrentado a su dimensión trágica, entiende que resolver su situación personal en la que lleva naufragando en alcohol sin avistar costa, desde que se separara de su pareja y perdiera la elección de ser padre, y con el tabaco como único aliado, solo se producirá si se resuelve también el caso de los asesinatos. Lo que antes era curiosidad profesional es ahora también redención personal.

El protagonista es una suerte de trasunto del propio autor, un rol recurrente en otras de sus obras anteriores aunque con distinto personaje, que emplea para expresar opiniones irónicas sobre su oficio y el modo como lo ve la sociedad y contar vivencias propias a partir de la ficción que es la manera que tiene de ajustar cuentas con la vida. Un escritor comprometido con su obra, en busca de un personaje y viceversa.

La inclinación por la novela negra de Miloš Urban es tan notoria como su necesidad de rehuir los arquetipos del género conformando un estilo propio que lleva perfeccionando desde su primera incursión en el género con Las siete iglesias allá por 1999, aunque tal vez hubiera preferido una publicación en 1666, por aquello de la numerología.

Banquete fúnebre por Karlovy Vary es una novela negra romantica y decadente como el lugar donde transcurre. Su prosa, elegante y pausada, le permite explayarse en un argumento tan filosófico como simbólico y a la vez resolverlo con un final de razonamiento prosaico que en otras manos parecería desafortunado y apresurado. Ni es novela negra al uso ni lectura de consumo, su autor jamás se lo permitiría.

jueves, 17 de septiembre de 2020

Lo que no dicen los muertos de José Manuel Fuentes Muñoz

Quien quiere matar elige el método y modo, quien se defiende no tiene elección, solo sabe que si no mata muere y en ese punto las personas dejan de serlo para convertirse en animales asustados capaces de lo que sea por su supervivencia.

En esta novela hay muertes, varias; y hay homicidas, varios; y asesinos, varios y todo responde a una búsqueda de la identidad perdida y a un reflejo de la angustia que se padece cuando se busca y no se encuentra.

Busca Libia, busca Gabriel, busca Arturo, cada cual se busca a sí mismo y a otros, investigar para encontrar no es lo mismo que investigar para encontrarse; buscan todos y cada uno de los personajes secundarios que pueblan esta novela con la ansiedad propia de zombis necesitados de alimento.

Lo que no dicen los muertos es una novela negra de realismo social de actualidad; no recurre a artificios improbables con inteligencias de rango superior ni asesinos hollywoodianos, solo necesita elegir un elenco de personas existentes y coger sus vidas para convertirlas en protagonistas de una obra que se adecúa a su perfil psicológico en su forma de ser, ajustada como un guante.

Es una novela donde abunda la brutalidad, no entendida como grosera y cruel, que también, sino en su acepción de excesivo desorden de afectos y pasiones.

Porque eso es lo que muestran los personajes: un desconcierto de emociones, algunas debido a enfermedad otras a carácter enfermizo. Los protagonistas principales, Libia y Gabriel, las exudan por los poros de sus pieles, enfermas y maltrechas, que de por sí ya indican el origen y la consecuencia de su desajuste emocional.

Al empezar la lectura se tiene la sensación de entrar en el cine con la película ya comenzada y al terminar la lectura, la sensación es de abandonar la sala antes de que haya finalizado. Espectadores de unos instantes, partícipes de unos momentos.

Y así es porque así lo quiere su autor, José Manuel Fuentes Muñoz: quiere que nos montemos en marcha para que participemos del vértigo del viaje, del desconcierto que impregna el ambiente y lo vivamos en propia carne, como uno más de los protagonistas y no seamos solo simples espectadores.

Una novela carente de paisajismo, ni interiores ni exteriores; carente de pausas ¿para qué?, carente de descripciones más allá de las imprescindibles para situar la acción en contexto; y por el contrario pletórica de diálogos sordos o gritados y movimientos asociados a desplazamientos, gestos y actos: un travelling permanente.

Léanla y experimenten su vértigo emocional, no se arrepentirán.

domingo, 13 de septiembre de 2020

Anómala de Jordi Catalán

¿Qué hacer si en lugar de soñar con angelitos o con ovejitas, se sueña con un asesino y la pesadilla se repite varias veces?

Magda, que es quien tiene esos sueños, ya sabe lo que significan. Parecen sueños por que los tiene mientras duerme pero en realidad son visiones; unas visiones en las que ella es espectadora y sufridora ante la imposibilidad de actuar aun estando presente en la escena.

Pero lo peor es que son sueños premonitorios. Magda ha contemplado horrorizada como un hombre asesinaba a una mujer y sabiendo que sucederá realmente en tres días contacta con Mario, su ex-pareja y subinspector de los Mossos d’Esquadra, para que se haga cargo oficialmente del caso e intente evitar el crimen.

La anomalía de Magda es un don y una maldición, y quienes la quieren saben que precisa comprensión y espacio. Magda es un buen producto pero con una tara.

El reencuentro con su ex trastorna a ambos, pero principalmente a Mario y por extensión a Astrid su actual pareja sentimental y al sargento Raúl Vela, su compañero en los asuntos policiales. Magda se encuentra en medio de un torbellino de emociones y sentimientos pero empecinada en centrarse en evitar el asesinato renuncia a ser cuidadosa: solo busca ser efectiva.


Jordi Catalán
ha sabido pulsar debidamente las teclas para conseguir una armonía musical que complazca a quien lea la partitura: argumento con deje paranormal, relaciones cuasi familiares de fuerte arraigo, relaciones amorosas con erotismo, sexo y pasión, personajes centrales carismáticos y un asesino de rasgos psicopáticos que busca el placer, que no obtiene en su normalidad, en el dolor ajeno.

Escribe con ligereza, de forma simple y consigue un resultado tan gráfico, que se visiona más que se lee.

Anómala es una novela negra que flirtea con el thriller. Una novela fácil, que aguanta bien la tensión y el ritmo que se autoimpone desde el primer momento y que hubiera podido imprimirle, de hecho hubiera sido deseable, una marcha más hacia el final. Tal vez en una próxima entrega ya que esto huele a serie y, por su gran comunicación visual, a serie televisiva.

jueves, 10 de septiembre de 2020

La chica de prácticas de V. Zihanka

La etiqueta chic-lit, literalmente literatura de chicas, la emplea el mercado para identificar las novelas escritas por escritoras, con protagonista femenina y dirigidas preferentemente a este público.

Y aunque no suele tener estantería propia en las librerías, habida cuenta de que estas suelen clasificar por géneros y la chic-lit toca tanto romántico, como fantasía, como histórico e incluso criminal, está omnipresente y suele dominar en la mesa de novedades.

Nada extraño si se tiene en cuenta que actualmente, en cuanto a ficción, es más que probable que se estén editando más libros escritos por mujeres que por hombres; que el público femenino es quien más y mejor lee y que sin ellas, sin vosotras, no existirían Clubes de Lectura ya que son, sois, por presencia, participación e implicación, sus más entusiastas valedoras y agradecidas contertulianas.

Lo único chocante, pero ya nos vamos resignando en espera de tiempos mejores donde la igualdad no sea solo una proclama, es a que se etiquete la obra por el mero hecho de ser escrita por una mujer o por dirigirse a un segmento concreto: la mitad de la población ¡ahí es nada!

La chica de prácticas, según esos principios editoriales, sería chic-lit criminal Generación Z (para quien tenga dudas: personas nacidas entre 1994 y 2010) habida cuenta de la edad y del enfoque vivencial de su protagonista (aunque, por edad, podría estar a caballo de la generación anterior: millenial).

Confirmando esta condición generacional, la novela presenta un vocabulario despreocupado, construcciones gramaticales simples con mucho verbo y poco adjetivo, poca literatura entendida como se entendía antes de que la comunicación por redes sociales cambiara normas y reglas y se desarrolla en muy pocas páginas; lo que vendría a ser lo que un pod-cast a un programa de radio, eso si literario.

La protagonista, una heroína a imitar para la vertiente más joven del ancho de banda al que la obra va destinada, resulta tan impertinente, egocéntrica, lanzada y liberada como irreverente, irrespetuosa, carente de humildad y permanentemente insatisfecha. Recuerda youtubers dispuestas a vivir su sueño fuera de la cámara pero con miedo por salir de ella.

¿Alguien de la Generación Z en la sala?

El desarrollo del caso criminal tiene un tratamiento ad-hoc por lo que no busquen sesudo procedimiento policial sino más bien un entorno donde desarrollar un experimento vivencial para quien sin saber lo que quiere de la vida si tiene claro que no quiere nada convencional mientras busca su encaje profesional y social, en una trama policiaca donde existe peligro de morir y un asesino cruento.

A caballo entre la literatura juvenil i adulta, como la protagonista, formando aún carácter y buscando su equilibrio psicoemocional, la novela presenta unas credenciales que su autora V. Zihanka deberá acreditar en próximas entregas de lo que se anuncia como una saga. A alguien en prácticas no se le va a exigir lo mismo que a alguien que ya se ha ganado el puesto.

jueves, 3 de septiembre de 2020

Idaho de Emily Ruskovich


La novela criminal en general, ya sea enigma, policíaca, negra o de cualquiera de sus subgéneros, precisa básicamente del asesinato para el desarrollo de su trama incidiendo en la psicología de sus personajes, la investigación, el descubrimiento del culpable y su, o no, detención.

Prima la detección, caza, acoso y derribo. Interesa más conocer el motivo, descubrir las pistas, el ensamblaje de piezas y la lucha de inteligencias entre los protagonistas representativos del bien y del mal.

En Idaho no hay nada de eso, sigue siendo no obstante una novela criminal pero su argumento se preocupa por las consecuencias del asesinato, por el vacío que queda entre los vivos, por la redención, la pena y el dolor, alejándose así de todo lo que conforman los típicos elementos de la novela negra.

El crimen es la causa y la novela el efecto; sin él no existiría ella, pero una vez fijado el punto de partida lo que interesa es el relato de sus derivadas ahondando en la intimidad de la vida privada y pública de sus personajes y en como afecta a su consecuente envejecimiento no privado de indeseables afecciones.

Todo pasó el día en que una familia unida y feliz, tanto como pueda ser posible en una familia, fue a recoger leña. Marcharon cuatro y solo regresaron dos, y luego solo la mitad se permitió intentar rehacer su vida, si es que eso es posible; mientras que la otra mitad permanecía sin poder de decisión.

Las secuelas de padecer un trauma de tal magnitud no son visibles a corto plazo ya que se camuflan con las muestras de desesperación, incredulidad y estupefacción que acompañan el dolor y la rabia por la pérdida, pero al final se manifiestan y no suelen ser amables ni con quien las sufre en primera persona ni con quien las padece en segunda instancia por estar cerca.

Terrible la angustia ante la posibilidad de perder la memoria y más terrible aún no poder dejar de recordar, evidencia la fragilidad de una mente dañada.

Las clases de piano son el contrapunto para encontrar un equilibrio que dista mucho de ser la solución pero que permite seguir avanzando hacia terreno desconocido. La redención a través de la fuerza del amor. Todo lo que antes era confortable se vuelve amenazador. Y la melancolía se apodera de todo, como las malas hierbas inundan un jardín descuidado.

Emily Ruskovich

Emily Ruskovich
ha hecho que los yoes subconscientes de sus protagonistas tomen las riendas de sus actos y sus diálogos. Ha permitido que los impulsos sean lo que explique las acciones; no hay razones: solo emociones.

La vida es un paisaje y esta novela lo describe usando palabras muy escogidas; con una prosa elegante, fluida y adecuada, como sonata de piano. Un paisaje mental creado con la voz de los pensamientos.

La autora, construye el relato saltando temporalmente adelante y atrás para permitir entender que el tiempo no es lineal y que ni tan solo la muerte es el final y para ofrecer distintas perspectivas desde las que admirar el paisaje.

No, no es una novela negra de las que inundan el mercado. No busquen eso, no lo van a encontrar. Está a las antípodas de los tópicos del género. Pero si van a notar ese mismo sabor amargo que conlleva todo crimen y más cuando no se justifica. Abandonen toda esperanza de saber más sobre el, solo van a conocer, sufrir, sentir, sus consecuencias.

Idaho es una novela que encierra capas de contenido, como hace la buena literatura.


domingo, 30 de agosto de 2020

Asesinato en la mansión de Fiona Grace

Asesinato en la mansión se promociona como “un misterio cozy de Lacey Doyle” y lo clava. Resulta una novela absolutamente cozy. Deliciosamente cozy como bollos de mantequilla recién horneados acompañados de una selección de sabrosas mermeladas caseras y té recién hecho, servido en una buena vajilla de porcelana decorada a mano en una mesa de jardín frente a un acantilado y el mar enfrente.

Para quien el término cozy no le resulte familiar les diré que se refiere a un subgénero dentro de la novela de misterio que encumbrara Agatha Christie  y en la que Miss Marple, sin imaginárselo, sería algo así como la predecesora.

Las novelas cozy pretenden centrarse en un misterio, generalmente asesinato y habitualmente cometido en un pueblo o entorno rural con pocos sospechosos, y resuelto por amateurs, preferentemente solo mujeres.

Sus argumentos son amables, acogedores y cómodos (si a un argumento se le puede calificar así y más habiendo crimen de por medio). Con nada o poca violencia; con romanticismo, cortesía (aunque vaya acompañada de un cuchillo entre los dientes), cotilleo y sobre todo con happy end.

O sea que sí, dentro del universo de la novela criminal, ustedes son de hard boiled o novela negra, incluso de thriller, probablemente deban mantenerse a distancia ya que encontrarían su degustación empalagosa. Si por el contrario son de novela de misterio, enigma, policiaca de ingenio y de domestic noir han encontrado su rincón cozy en esta amplia oferta de lectura.

Asesinato en la mansión, es un referente de la versión más suave del género. Entretiene, divierte, emociona, hace suspirar y la felicidad y fortuna que derrocha provoca la envidia y el deseo de dejar de ser lector para ser protagonista.

Lacey Doyle, la protagonista, es una neoyorkina experta en interiorismo que se acaba de divorciar y está dispuesta a dar a su vida la oportunidad de vivirla sin esas ataduras y convencionalismos que se van acoplando a lo largo de los años y se convierten en un pesado lastre.

Sin la comprensión ni el apoyo ni de su madre ni de su hermana decide, en un inspirador arrebato, realizar un viaje proustiano que la conduce a un pueblo inglés del que tiene el mejor y el peor recuerdo infantil: un regreso al pasado en busca del tiempo perdido.

Una vez allí descubrirá las bondades y las maldades que supone para una forastera, y extranjera además, vivir en un pueblo, inglés por más señas. El digo pero me callo británico frente a lo suelto alto y claro americano. Y todo puede empeorar si hay un asesinato de por medio y un posible romance en ciernes.

Fiona Grace, la autora tiene hasta cuatro series distintas compuestas de varias novelas cada una, todas cozy, que lamentablemente aún no están traducidas pero que pueden consultar en su página web https://fionagraceauthor.com/

martes, 25 de agosto de 2020

El nadador de Joakim Zander

El nadador es un thriller de espionaje
A los thrillers se les exige mucho, más que a cualquier novela negra, han de dar satisfacción a varios frentes: han de ser dinámicos, anticipar sin mostrar y con capacidad de quiebro a centímetros, personajes solidos con los pies bien puestos en el suelo, agradar, emocionar, sorprender y disparar pulsaciones en un final de infarto. Y todo eso a lo largo de muchos cientos de páginas; manteniendo el tipo sin decaer.

A los thrillers se les exige mucho y aunque bastantes aprueban, pocos con nota.

El nadador es alguien a quien le gusta nadar; alguien que nada y guarda la ropa; su oficio así lo exige. Es el protagonista primario, que no principal, de una trama de servicios secretos que empieza en un pasado y en un lugar cálido y con mucho desierto y termina en un presente y en otras coordenadas completamente distintas con mucho frío y nieve.

Cuando el pasado, en un operativo de campo, reaparece, o no ha desaparecido nunca, es porque el suceso, generalmente traumático, no se ha superado, no se ha pasado página y queda enquistado.

En esa situación un agente deja de ser fiable. Le pueden más los sentimientos de culpabilidad, impotencia, incapacidad, pena y tristeza; que la capacidad, entrenada, para mantenerse frío, metódico, capaz de calcular variables, opciones, en instantes y tomar decisiones.

Y eso es lo que diferencia seguir vivo de estar muerto. Y eso es lo que hace que un operativo, en lugar de dar vueltas por el mundo, sea la silla giratoria de una oficina lo único que mueva.

Pero el pasado siempre vuelve para cobrar su peaje y desaparecer y en esta ocasión abre una trama de espionaje internacional y conspiración en la que nadie se fía de nadie y bien que hacen y más con la CIA de por medio. Una maraña de personajes, a priori inconexos, que van a ir confluyendo para darle sentido y cohesión a un argumento que cumple aprobando pero sin nota.

Joakim Zander
El nadador tuvo buena acogida de crítica y público en su salida. Sin embargo acusa un ritmo desigual, que trasciende y se traslada a los personajes, algunos sobreexpuestos y otros con un perfil tan bajo que parecen solo destinados a cubrir el ruido ambiental y tanto unos como otros supeditados a la acción.

Joakim Zander escribe de forma directa pero arrítmica, sin florituras y con muchos diálogos; en la novela se penalizan los primeros compases, mejorando en el nudo y flaqueando en el desenlace.

Como thriller, cumple con mantener el interés y la tensión por encima de la media.

jueves, 20 de agosto de 2020

Belleza Roja de Arantza Portabales

No creo que presentar a Arantza Portabales como la nueva dama del crimen, frase manida donde las haya, le haya hecho ningún favor. Más bien lo contrario. Sé de gente que solo por ese reclamo se apartan y rechazan.

Y es una lástima ya que si bien la novela tiene algún engaño, innecesario, y alguna distracción, como la vida personal de quien investiga, acaba siendo una interesante novela policiaca, que no negra.

Xiana, quince años, esa edad en la que todo se magnifica y a la que a todo se aspira, es encontrada asesinada en su habitación. Un cuerpo envuelto en blanco camisón en medio de un lago de roja sangre, en la purificadora noche de San Juan.

La habitación, diecinueve metros cuadrados de suelo anegado de sangre, está en el piso de arriba de la casa de sus padres que están cenando en el jardín junto a su tía, gemela de su madre, y una pareja de amigos. Cinco personas en la mesa más una tía de las gemelas, casi invalida, que excusada de la cena duerme en una habitación cercana.

6 personas en la casa y un cadáver. Seis sospechosos de un asesinato absurdo, por la juventud de la víctima ¿qué motivo puede haber?, inexplicable por la dificultad de ejecución pero despiadado y magníficamente escenificado. Tanto que la escena del crimen es lo más parecido a una obra de arte. Plásticamente de una belleza impactante capaz de generar una amplia gama de sensaciones y despertar entusiasmo si se consiguiera erradicar el horror.

Belleza Roja es una novela policiaca en toda regla. Una más que adopta el estilo de la Golden Age británica, que tan bien ilustró Agatha Christie, y al crimen en habitación cerrada le da un plus de complicación al bañarla en sangre por lo que resulta prácticamente imposible que no haya pisadas.

El comisario Santi Abad y la joven policía Ana Barroso se enredarán en una investigación en la que no faltan secretos ancestrales; no en vano se trata de una de las familias más poderosas de Santiago de Compostela y Galicia por extensión.

A la dificultad en la ejecución y puesta en escena, sin contaminarse de manchas, se añade la de que las ausencias durante la cena no dan tiempo para el crimen ni la performance. Y es imposible una presencia desde el exterior.

Arantza Portabales
Arantza Portabales demuestra talento y conocimiento del género. A los tics de novela policiaca como son número pequeño de sospechosos con coartadas interjustificadas y crimen en habitación cerrada, le añade noir psicológico manifiesto en sentimientos de culpa y dolor por la pérdida y suspicacias y sospechas ante la innegable evidencia: una de las 6 personas es el asesino y necesitan la exculpación para aliviar la carga emocional que conlleva el no saber y el dudar de todo y todos.

Por último la salpimienta con intriga girando cuando nadie se lo espera, subiendo la tensión y desvelando aspectos, sentimientos, miedos, deseos, de cada cual que tanto los señala como los exculpa.

Y lo hace escribiendo en capítulos cortos, a dos voces, básicamente en tercera persona y menos en primera, la de Lía, la tía de la víctima que ira desgranando un pasado familiar que explica el cómo de la situación familiar actual, consiguiendo que la trama fluya, gracias a una prosa pulcramente microscópica hasta la resolución del caso al más puro estilo Poirot.

 

 

 

domingo, 16 de agosto de 2020

No cerramos en agosto de Eduard Palomares

Dándole vueltas a cómo escribir lo mismo de siempre, o sea noir, pero de forma distinta es como salen, a veces, curiosidades dignas de ser tenidas en cuenta. Querer destacar en un ámbito, desear afianzar presencia, demostrar que la falta de experiencia puede ser una buena oportunidad para actuar sin contaminación es el sueño de todo escritor novel y de todo becario con aspiraciones.

Jordi Viassolo necesita, y quien no a su edad, 25, y a otras, ganar dinero y en línea con sus estudios entra a trabajar como becario en una agencia de investigación barcelonesa que se anuncia con un nombre noir total y reminiscencias marlowianas: Private Eye.

Y este es uno de los muchos guiños sembrados en la novela. Una novela sin copiar, solo homenajear, recoge retazos de aquí y de allá, invita personajes de género, coge personas vinculadas al género como figurantes, y busca en casos reales para crear un noir más próximo, más propio de la Barceloneta que de New York.

Un noir que recorre Barcelona de arriba abajo y que recala en librerías, terrazas y bares de la mano de la generación millenial aunque sea con tutor.

Marina del Duque La Duquesa, la jefa, contrata a Jordi para que se ocupe de atender la agencia durante el verano para que los turnos de vacaciones no dejen el lugar vacío y den una falsa impresión de falta de seriedad a posibles clientes. Le pide, le encarga, le ordena que no dé ni un solo paso por su cuenta y que se limite a tomar los datos y que ya lo llamaremos.

Pero estamos en lo que se decía en el primer párrafo y es que Jordi es un becario con aspiraciones y no puede dejar de involucrarse en una investigación, ve su oportunidad de hacerse valer, que tiene como objetivo encontrar a una esposa desaparecida.

La novela luce el desparpajo que propicia la edad del protagonista y sus amigos con los que comparte vivencias y experiencias y aborda el tema policiaco con seriedad y desenfado a la vez. No pretende cargar el excesivo peso de un argumento comprometido en una espalda tan poco curtida y de ahí que toda la trama tenga el relajamiento más propio de una parodia que de una crítica social.

Si bien se permite cierto distanciamiento no se aleja de la obligación moral de toda novela negra y refleja ciertos desajustes sociales como contratos precarios, alquileres abusivos o especulación urbanística que una gran urbe como Barcelona, que parece descaradamente vendida al turismo, arrastra como una losa que amenaza con hundirla en ese mar que la acaricia desde tiempos inmemoriales.

Eduard Palomares pone luz al oficio de detective privado y lo despoja de esas sombras que le confieren aventura y romance para poner al descubierto la realidad de un sector profesional que carece del glamour mostrado en el cine negro que Hollywood exportó con éxito desde mediados de 1930.

Una novela juvenil, ligera y entretenida que, haciendo honor a su título, resulta adecuada para despachar en un par de tardes de agosto.

lunes, 10 de agosto de 2020

El extraño verano de Tom Harvey de Mikel Santiago

Tom Harvey es un músico de jazz, saxo tenor, divorciado, cuarentón que acarició el cielo con los dedos al enamorarse y casarse y que ahora se contenta con mirarlo con los pies en el suelo desde la necesidad de tocar en tugurios, hacer bolos de mala muerte y rellenar mañanas y tardes como guía turístico por Roma. Llenar y volver a rellenar cada día tiempo y bolsillo, que hay que pagar, cada día, gastos y comida.

Cuando recibe la llamada de Elena, su ex, para anunciarle que su padre, el de ella, Bob, un cotizadísimo pintor, ha sufrido un fatal accidente, no duda en ponerse en ruta hacia el sur, ese talón de la bota italiana. Un viaje al imaginario e idílico pueblo costero y pescador de Tremonte, embebido de Mediterráneo, para acompañarla en estos inconsolables momentos.

Pronto, una amiga común, escritora en horas bajas, le mete en la cabeza la teoría de que el accidente de Bob no fue un accidente y suicidio descartado ya solo queda homicidio o peor: asesinato.

Y así Tom se va a meter en problemas investigando con poca habilidad y delicadeza: lo suyo es imitar a Coltrane y no a Marlowe; pero a poco que rasca la superficie van a ir apareciendo una serie de hechos que bien teorizados e hilvanados podrían sugerir que la teoría de Stelia Moon, la escritora amiga, no es un argumento de ficción surgido de su mente creativa sino una posible evidencia.

Y pese al cielo azul, el mar azul, la ropa fresca y la alta temperatura propia de verano, una amenaza recorre la piel, eriza el vello y produce escalofríos.

El extraño verano de Tom Harvey transcurre entre la búsqueda de un amor perdido y la esperanza de recuperarlo, y la búsqueda de un asesino; entre magnifica comida italiana, vino ligero y afrutado como corresponde a un lugar de latitud baja, y acordes de improvisaciones y estándares de jazz de grandes maestros.

Mikel Santiago
escribe una novela policiaca muy dinámica, soltando migajas capitulo a capitulo no solo para quien la lea no se pierda en el camino sino para ir alimentando la curiosidad. Hace de Tom un protagonista asequible, frágil y vulnerable y no cuesta ni un segundo empatizar con este gran músico, que aún no sabe que lo es, o no se lo cree.

La trama es perfectamente plausible y las descripciones de los lugares se pueden ver y sentir, un costumbrismo hiperealista, incluso las informaciones artísticas, pictóricas y jazzísticas, especialmente estas, fluyen con la ligereza de conversaciones y no desentonan, nivel Wikipedia, si quien lo lee sabe de lo que se está hablando. Agradecimiento eterno.

En el aspecto personal, los protagonistas desnudan sus sentimientos y aspiraciones y en el aspecto criminal no se deja nada al azar en una trama que combina muy bien la presentación de los distintos elementos y sucesos que van conformando la foto final.

El elenco de sospechoso va a obligar a elaborar teorías para descartarlas a continuación y vuelta a empezar. Un ejemplar de Whudunit bien resuelto, más que entretenido y mejorando notablemente obras anteriores que no puedo dejar de recomendar.

Ideal para el verano (y no es un chiste fácil con el título, aunque lo ponga a huevo).