viernes, 5 de junio de 2015

Un cadáver entre plato y plato de Tom Hillenbrand

La peor situación para un chef
Por suerte para los chef no es habitual toparse con un cadáver entre plato y plato ya que el plato no servido va adquiriendo frialdad al tiempo que rigidez, vamos ni más ni menos que lo que sucede con un cadáver. Y ya no se sabe que hacer con él. Con el plato quiero decir.

Al chef Xavier Kieffer le acaba de suceder. Atiende en su restaurante Les Deux Églises a quien se comporta como un crítico gastronómico, si su entrenado olfato no lo engaña.

Y todo el esmero en la elaboración de los platos y la exquisita atención empleada en el servicio, con el fin de causar buena impresión, queda en nada ya que el cliente muere sin darle tiempo a escribir su crítica si es que ésta era su finalidad al recalar en este pequeño y prácticamente desconocido restaurante en el corazón de Luxemburgo.

Y a Xavier le entra la curiosidad por saber quien era este cliente, que le llevó a su restaurante y si su muerte ha sido natural o ha habido algún elemento activador (que espera y desea no estuviera en su comida).

Y aunque su experiencia como investigador se limite al de los ingredientes y formas de cocción y maridaje en su cocina, el asunto lo atrapa de tal manera que lo aleja de su zona de confort para meterlo de lleno en un torbellino detectivesco en el que literalmente se juega la vida.

Una vista de donde vive Xavier Kieffer
en Luxemburgo
En la novela van apareciendo, a medida que el argumento lo requiere, nuevos y curiosos personajes como si estuviéramos ante un menú degustación del que se van sirviendo sucesivos platos, cada uno distinto del anterior. Buscando sorprender con cada nuevo giro en la trama como un menú lo pretende con cada nuevo plato.

Un guión que ofrece satisfacción a las distintas tipologías de lectores que se le acerquen; así quienes busquen una novela policiaca, encontraran ese sabor, aunque algo diluido; quienes acudan a la llamada del thriller notarán también esa textura, aunque algo blanda; los foodies encontrarán recetas y orientaciones satisfactorias, que también hallarían en un libro de cocina; los fans de las guías culinarias olerán por encima con que intereses y criterios se elaboran las recomendaciones; los teleadictos a los programas con cocinero mediático se hallarán en su salsa y por último los ecologistas y los naturistas se relamerán de gusto con el ligero sabor picante de la denuncia explicita sobre el uso y abuso de aditivos y complementos alimentarios y sus consecuencias sobre la salud.

Ya ven un menú para todos los gustos. Y eso es lo bueno de la novela. Y eso es lo malo de la misma: esa mezcla de comida tipo rancho que cubre el aspecto nutricional pero poca o ninguna pretensión hedonista complace.

Tom Hillenbrand, cocinero escritor
Tom Hillenbrand ha escrito un libro y le ha salido un potaje con mucho caldo y pocos tropezones. Y eso para un cocinero como él es imperdonable. Aún y así los que se van degustando tienen sabor y calidad suficiente como para desear que hubiera más.

Bajo la etiqueta de thriller gastronómico hay una tibia crítica a los intereses de las grandes corporaciones de alimentación y despierta el interés como consumidor para que comprendamos que para satisfacer la demanda, excesiva para la producción actual, se recurren a sucedáneos químicos sin pudor. Todo sea por el dinero.


El mensaje es claro: hay que estar al tanto con el etiquetaje de los productos que compramos. Igual que hay que comprobar que el etiquetaje de las editoriales para con sus productos sea también el adecuado, no sea que pensando que compramos una novela policial nos encontremos con un caldo de verduras deconstruido.

lunes, 1 de junio de 2015

Muerte en las islas de Jean-Luc Bannalec

Misterio en las Islas Glénan 
Muerte en las islas es una novela con sabor a mar, con aroma de mar y color de mar. Incluso las víctimas encontradas de un, más que, posible asesinato forman parte de este gran escenario azul que es el Océano Atlántico.

El Océano que moja, entre otras muchas, las costas de Francia y en especial las de su Bretaña, donde Georges Dupin desarrolla sus aptitudes detectivescas como comisario de policia de Concarneau.

Dupin y su secretaria Nolwenn y sus ayudantes, los inspectores Labat y Le Ben conforma el equipo de investigación que afronta un nuevo caso en la zona que tiene el encuentro de tres víctimas mortales como desencadenante.

Dupin tendrá que aplicar nuevamente su método basado en la observación, el análisis detallado, las conversaciones reiteradas y las deducciones lógicas, todo en espera de que aparezca en cualquier momento la sensación de que algo esté fuera de lugar y cuya interpretación facilite la resolución del caso.

Mapa de la Islas Glénan  con Le Loch en primer término
El Océano que cubre y descubre, según las mareas, las islas de Glénan. A dieciocho kilómetros del continente. Islas que con bajamar se ven enormes y algunas casi comunican entre si. Islas que con marea alta, de hasta cuatro metros, asoman timidamente sobre la superficie rizada de las olas. Islas que configuran una silueta que nunca es dos veces igual.

El Océano Atlántico no solo es una enorme y revuelta extensión de agua salada, de hecho y en realidad es un ser vivo cuyo cuerpo tiene composición acuosa; que tiene su flora, su fauna, sus tesoros y su carácter. Y cuando se enfada el carácter se torna arisco y si llega a enfurecerse mejor dejarlo solo.

En las islas de Glénan, concretamente en Le Loch, en sus blancas arenas, el mar ha depositado tres cadaveres y lo primero es proceder a su identificación y después esclarecer las circunstancias de su muerte.

Dupin que no cuenta la navegación entre sus habilidades tendrá su bautismo nautico por activa y por pasiva, le toca mojarse en el caso y mojarse en el mar y mojarse en tierra y casi mojarse en el aire. Aprenderá a convivir con los movimientos de las embarcaciones ya sean de vaivén, balanceo, oscilación, o zarandeo.

Todos acabamos empapados al finalizar la lectura. Mojados por el agua de la cresta de las olas que el viento pasea de un lugar a otro.Todos olemos a mar y tenemos en la boca un gusto a sal. Marina, por supuesto.

Jean-Luc Bannalec vuelve a la carga con el segundo caso del comisario Dupin y la sorprendente Bretaña. En esta ocasión entrega el protagonismo a ese gran azul, fuente y origen de la vida aunque a veces se tome algunas como cuota del préstamo que nos otorgó.

Un nuevo caso a encuadrar en el género whudunit (¿quién lo hizo?) con un elenco de sospechos reducido y con motivos más que suficientes para llevar a cabo tal acto de violencia.

Paisaje en las Islas Glénan
La capacidad de este autor para describir paisajes y emparentarlo con emociones es loable. Menciona y describe parajes salvando perfectamente el difícil equilibrio de no ser panfleto turístico y además facilitar información cultural y destaca por su síntesis narrativa.
Dupin es todo un personaje del que queremos saber más. Y de Bretaña también.

Revisen la reseña en este mismo blog de la primera novela de esta serie y disfruten de ambas lecturas. Novela policial de la buena: El misterio de Pont-Aven

Post scriptum: ya disponible en este mismo blog la tercera novela de la serie titulada Un crimen bretón 

viernes, 29 de mayo de 2015

Independència d’interessos de Marc Moreno

Independencia por que transcurre en un período convulso en Catalunya previo a un referéndum local que defina el grado de tendencia nacionalista del país y de intereses porqué son varios los que se entremezclan y confluyen en un asesinato que aún deja más abierto el argumento.

Un contrato manuscrito del siglo XI puede alterar el orden social en la comarca del Vallès Occidental. Lástima que Nostradamus no entrara en profecías localistas ya que de poder preverlo, los protagonistas de esta novela no verían expuestas sus miserias.

Un argumento que teje historias de personas públicas con sus vidas personales y públicas y las de la función social o partido al que representan, y esconde un socarrón sentido del humor al entretejerlas.

Mismo humor, ahora más irónico y rozando el sarcasmo con el que trata las heterogéneas reuniones que celebran representantes del Ejército, de los Mossos d’Esquadra, de la Guardia Civil y del Centro Nacional de Inteligencia en sus sesiones de trabajo de investigación de los distintos sucesos que van confeccionando el mosaico.

Situaciones, todas, en general, que permiten esa segunda interpretación más irónica sobre la poca talla profesional y humana que tienen quienes más deberían tenerla: los representantes de las variantes de poder, ya sea político, prensa, eclesiástico o militar, a los que presenta con menos cerebro que un mosquito y más miopes que Rompetechos.

En Independència d'interessos los estamentos están representados como en aquellas épocas lejanas en que las calles estaban pintadas de gris y los programas de televisión en blanco y negro.

Todo un análisis sociopolítico de la condición humana. De la irresponsabilidad y de la incapacidad de trabajar en equipo. Todo un reconocimiento al existencialismo de Sartre en cuanto que cada individuo resuelve sus problemas vitales enfrentándose a ellos según sus propias limitaciones y convicciones.

El autor Marc Moreno ofrece una variante en la estructura habitual del thriller al dotarlo de humor sano y estructura folletinesca y hechuras de vodevil.

Para nota, faltaría que su escritura profundizara más en los personajes, las descripciones resultan demasiado sucintas, y en los diálogos, tanto en conversación como en interrogatorio, a los que un poco más de contundencia no vendría mal.

Sin duda hay que seguir a este autor.

martes, 26 de mayo de 2015

Missing de Will Argunas

Wisconsin y Minessota.
Invierno. Frío en el cuerpo
y frío en el alma
Missing fue publicado en 2007 y tiene tics de series televisivas de la época al igual que series posteriores los tienen de él. Como también evoca la soledad nevada de Fargo y el sótano torturante de Pulp Fiction. Realimentación recíproca.

Hace un par de años que Emmy, de 8 años de edad, ha desaparecido. Sin dejar rastro. Si noticia alguna. Está missing.

Franck Durkin, como padre suyo, se aferra a la más mínima esperanza de encontrarla con vida algún día; como policía de profesión asume que la esperanza se reduce solo, en el mejor de los casos, a encontrarla.

En un control rutinario junto a su compañero y amigo Joe Mooney detienen al conductor de un coche que podría ser robado. Durante el interrogatorio el inspector Franck Durkin tiene motivos para creer que el sospechoso pueda saber algo de su Emmy. Y su mundo se desmorona.

Desgarrado tanto por el dolor de la pérdida de Emmy como por no saber cual ha sido su destino ve una luz de esperanza en conseguir que el sospechoso cante y no vacila en cruzar, no una, sino todas las líneas rojas que sean precisas para conseguir información.

Ir más allá. Reafirmando sus prioridades en lo que le supone emprender un lento y agónico viaje de descenso a la parte más oscura de la mente humana.

Missing - página 3
Un viaje donde puede perder todo lo que es y todo lo que le queda, aunque para quien ha perdido una hija de 8 años ¿que más le queda por perder?

Will Argunas ha focalizado el argumento en el comportamiento derivado del estrés post-traumático del inspector de policía Franck Durkin y su difícil retorno y adaptación a la vida cotidiana. Si para un padre perder un hijo es lo peor, si el padre además es policía, el sentimiento de impotencia redobla la angustia y el dolor.

Sustenta el desarrollo argumental de alto contenido dramático en una sólida encadenación de flash backs ubicados en el lugar y momento preciso para conseguir el ritmo apropiado para ir desgranando una historia adictiva donde las haya.

Will Argunas, (aquí su blog) seudónimo del dibujante francés Arnaud Guillois, es el autor, guionista y dibujante, de un cómic negro, de resultado oscuro, truculento, violento, conmovedor y muy, muy nervioso.

Will Argunas
Tan nervioso como el trazo de su dibujo. Un trazo enérgico. Áspero. Tosco y con mucho rayado de plumilla para oscurecer y sombrear y que ha de servir al propósito de provocar una lectura absorbente y sincopada con picos registrables en electrocardiogramas.

Un cómic donde el guión y el dibujo van de la mano y en donde el coloreado es el único en discordia: inapropiado, inadecuado e incluso yendo más allá, innecesario.

El autor acentúa el efecto dramático al intercalar entre las páginas tres dibujos emotivos e ingenuos de la propia Emmy para mantener claramente identificado en la mente del lector de que va todo.

Para acentuar el horror. Y recordar que la víctima no es solo una niña sino también una inocente y cariñosa hija. Y que acaso, ese recuerdo justifique todo lo demás.

Disponible solo de segunda mano y solo en francés.



viernes, 22 de mayo de 2015

La novela policíaca de Rai Ferrer

Un compedio cultural y lúdico del género
desde sus origenes hasta 1977
Ahora que tan de moda están las infografías conviene recordar que todo tiene su origen y su pasado y que nada surge de la nada.

Y es de justicia recordar a Ediciones del Cotal que editó esta obra La novela policíaca de Rai Ferrer (Onomatopeya) en 1979.

Cuando las infografías ni sabían que existirían como tales e Internet despegaba de ser un experimento militar para busca su utilidad en el uso civil, este libro anticipaba las mejores praxis de ambos ofreciendo didácticos contenidos de texto e imágenes primando el aspecto gráfico para realzar el impacto visual de una forma lúdica.

Precursores de eso que ahora está de moda con el neologismo Visual Thinking que demuestra cuán útil es una imagen cuando queremos comunicar. Como un simple dibujo o una ilustración en muchas ocasiones puede ser más efectivo para la retención en nuestra memoria que páginas y páginas llenas de texto.

Este libro de tamaño king size de 31 cm x 24 cm, como los cómics de verdad, de los de antes, aunque sin llegar al tamaño tabloide, está plagado de reproducciones de cubiertas de novela y de carteles de cine, viñetas de cómic y fotogramas de películas y lo presenta en un recorrido cronológico por las obras más renombradas, hasta aquel momento, de la novela y cine policíacos en un blanco y negro de trama gruesa.

Página interior dedicada a Edgar Allan Poe
Empieza como no podía ser de otra manera con Edgar Allan Poe y su Auguste Dupin y desde aquel lejano 1841 hasta el más cercano 1977 da un repaso al género a través de 50 autores, entre europeos y americanos, y de sus obras más representativas.

Una obra de consulta y de introducción al género en su versión más ortodoxa antes de que fuera moda y cuando encontrar según que títulos era más cuestión de habilidad y perseverancia en librerías de viejo.

La novela policiaca, un título genérico cuando aún un único nombre lo agrupaba todo y cuyo significado se resumía en el texto de entrada tomado de Paul Morand:

Una buena novela policíaca, aun cuando no sea siempre una obra de arte, es siempre el resultado de la inteligencia, un producto de la imaginación más viva y fértil, unida a la más fría lógica

Una declaración de intenciones infravalorada hoy en día cuando algunos escritores se consideran los cronistas de la historia contemporánea y cual adalides autodesignados desenfocan la parte lúdica para enfocar la, su visión, testimonial y arrebatar la parcela a los escritores de literatura comprometida, que hace algún tiempo, sobre todo con la crisis i casi desde Sartre, andan un poco perdidos y bastante desperdigados.

Rai Ferrer, guionista del
Colectivo Onomatopeya y autor de
'La novela policíaca'
Rai Ferrer, un escritor, éste sí, comprometido y miembro fundador del Colectivo Onomatopeya, como guionista (cuya disolución forma parte de la historia negra de este país en materia de libertad de expresión) hizo un trabajo de documentalista para esta obra que sigue inmune al paso del tiempo.

El prólogo es un extracto de ‘La novela críminal’ ese librito plateado de aquella maravillosa colección ‘Cuadernos ínfimos’ (nunca mejor dicho) que editaba Tusquets, escrita por ese profesor, erudito del cómic, de las novelas negra y policíaca y del cine que es Román Gubern.

Poco después de la salida de esta obra las calles se llenaban con una publicación específica, una revista policíaca y de misterio, que iba a consolidar el crecimiento del género. Nos referimos evidentemente a Gimlet.

lunes, 18 de mayo de 2015

El vástago de la muerte de Carlos Venegas

Arder en el infierno
El thriller es un género con buenas tragaderas, soporta casi todo lo que le echen y como que lo que no mata engorda, casi todo le va bien para llenar una montaña de páginas.

Pero hay thrillers y thrillers y son más lo que caen en el cliché que no los que se esfuerzan por ofrecer algo más y El vástago de la muerte es uno de esos: distinto en su planteamiento y evolución al presentar un consistente argumento del que no da pista alguna hasta llevar leídas bastantes páginas y aún y así sigue sorprendiendo.

Sorprende su inicio, con el que marea la perdiz apuntando hacia un lado para acabar disparando al otro. Y a pesar de algún altibajo de ritmo y más que algún exceso corregible en detalle explicativo de vestimenta y decoración, se las compone lo suficientemente bien como para mantener e incluso incrementar la sorpresa hasta un final donde la inevitable previsibilidad en el desenlace vuelve a ser sorprendida con algunos toques imaginativos de electrizante acción.

El asesinato, aparentemente profesional, de una pareja en la cama en pleno éxtasis sexual, borrachos de un deseo interrumpido por una Beretta, es el punto de partida de una acción que va adquiriendo complejidad bien construida a partir de las entradas de distintos personajes que conforman un elenco variopinto y donde la gratuidad de gestos brilla, afortunadamente, por su ausencia.

María José Sagasta, Mery para sus amigos, es la protagonista y víctima involuntaria de un enredo criminal desencadenado por su ambicioso marido Miguel.

No quieran saber más. No lean nada en ningún otro blog, ni el del autor ya que destripado el argumento tal vez les induzca a creer que no ya no merece su atención.

La trama va asomando detrás del filo de cada página al tiempo que aumenta el ambiente tenso y angustioso propiciado por un personaje, Guadaña, que en el apodo lleva escrita su intencionalidad y que con sus excéntricos excesos carga en sus espaldas con la parte de acción de la novela.

Un Guadaña que ejerce de asesino a sueldo con lo que satisface su necesidad de matar, cobrando. Un macabro, no podía ser de otra manera, asesino en serie que ha convertido su pasión en su profesión.

Carlos Venegas aúna distintos enfoques y aunque cede en algunas frases hechas y se nota en el redactado el recargo propio de la premura novel, ha compuesto un mix con elementos de novela negra que se lee con ligereza y de principio a fin.

La cubierta, del mismo autor, polifacético en materia creativa, ya es toda una premonición de su contenido. Como el algodón, no engaña.

lunes, 11 de mayo de 2015

El Mentalista final: 7 temporada y última

Patrick Jane y su taza de té dice adiós
Al morir John el Rojo murió una parte de Patrick Jane y con ello la serie El Mentalista que ya estaba tocada por tardar tanto en resolver el misterio del asesino en serie anónimo más interesante de los últimos tiempos televisivos ha acabado hundiéndose. Y los productores han decidido acabarla de la forma más ñoña posible.

Es lo que tiene alargar las series más allá de su ciclo de vida natural. Que luego hay que acabarlas por la vía rápida y lo que piense la audiencia ya es lo de menos pues la decisión no puede volverse atrás.

El Mentalista tuvo un inicio fulgurante, un protagonista bueno carismático, un falso médium al que la vida golpea con fuerza y que ha de reconvertirse en honrado como catarsis a su sentimiento de culpa. Sale de las candilejas y entra en la oscuridad de la que no saldrá hasta que no culmine su venganza.

El protagonista malo, John el Rojo, es anónimo y lo conocemos por sus actos y con su presencia invisible pero notoria en los escenarios de crimen llena la pantalla precisamente por su ausencia carnal.

Una primera temporada de serie policial que aunaba a un asesor amateur con los policías profesionales (como suele ser habitual en otras series, entre las más conocidas: Castle, Perception y Miénteme) y como contrapunto ofrecía un asesino despiadado y sanguinario.

Una temporada a la que siguieron otras y a pesar de sus inevitables altibajos consiguieron atrapar la atención y entretener de forma amable. Aunque en general los episodios fueran de planteamiento simple y poco exigentes para con la audiencia.

Pero pronto el procedimiento policial, en la resolución del caso, quedó al margen y cuando Patrick tenía prisa, porque por ejemplo había una pista de John el Rojo que seguir, resolvía el caso en un plís plás con dos frases lapidarias y cuando no había prisa, alargaba la resolución hasta el final del episodio.

Eso sí, siempre con golpes de efecto de súper poderes, lo que acabó con la seriedad de la serie que pasó a ser una bufonada. Una actuación de Patrick en un escenario abierto en lugar de un teatro. Y mientras la serie se hundía irremediablemente.

Lorelei Martins
En esta séptima temporada ha habido algún intento de retornar a los orígenes. Es algo recurrente en las series cuando ven su fin cerca. Es un inútil canto del cisne porque lo que queda en las retinas y en la mente de los espectadores es lo que se está viendo y nadie recuerda ya episodios pasados; si acaso algunas escenas concretas.

Y se recuerda sobre todo a Lorelei Martins y Erica Flynn.

Lorelei que con su magnetismo, su decidida voluntad y su osada valentía nos hizo añorarla como protagonista de su propia serie. Lorelei nos hizo sentir vivos.

Erica Flynn
Y Erica de la que la duda sobre el fondo en la intencionalidad de sus actos nos acompañará siempre junto con su sonrisa de doble filo.

Igual como en este final Vega nos acompañó con su entusiasmo; Wiley con su perfeccionismo; Cho y su, aparente, inmutabilidad; Van Peel y su cariñosa ingenuidad; Rigsby y su ternura; Lisbon con su abnegación y Abbott encarnando la comprensión.

Del mismo modo que Patrick Jane ha acabado siendo, lamentablemente, una parodia de sí mismo y ha acabado representando la egolatría reconvenida, la espontaneidad planificada y la excentricidad impostada.

Otras entradas anteriores de esta serie:




viernes, 8 de mayo de 2015

La ausencia del ogro de Dominique Sylvain

Maldad rima con humanidad
El Katrina, ese huracán que convirtió en azúcar los muros de contención de Nueva Orleans y que propició que la ciudad criolla se inundara y los muertos, heridos y damnificados sumaran miles, fue caldo de cultivo también para que los bajos instintos se desarrollaran y florecieran en toda su magnificente maldad.

A Ingrid Diesel, que pasó una parte de su vida en Nueva Orleans, el Katrina la pilló lejos de la ciudad y no sabe nada de su amigo Brad Arceneaux, un adulto de corazón generoso en cuerpo de gigante, a quien conoció cuando ella tenía quince años en esa ciudad acunada por el jazz, hasta que Sacha Duguin, comisario de la policía de París le vuelve a hablar de él.

¿Qué hace Brad en París?

Brad Arceneaux es sospechoso del asesinato de una joven perpetrado en uno de los parques de la capital en donde trabaja de jardinero.

Para Ingrid es una sorpresa que Brad esté en París y que no la haya contactado pero su fidelidad y su convencimiento en su inocencia es tan grande que no le cuesta convencer a su amiga Lola para entregarse a la búsqueda  del gigante y de la verdad que lo libere de la sospecha, a todas luces infundada según Ingrid y por tanto secundada por Lola aunque con alguna reticencia.

Y la investigación nos permite conocer mejor a Ingrid. Sus sentimientos y emociones como mujer y como amiga salen hacia fuera, haciendo que su vida de unos vuelcos que no sabe muy bien como encauzar.

Es como si un diminuto Katrina la sacudiese como si fuera un árbol delgado y espigado y hojas y frutos se desprendieran de su copa.

Dominique Sylvain
La jardinería y la botánica están muy presentes en toda la novela. Así como la vida y obra del imaginario Louis-Guillaume Giblet de Montfaury, cuyos descubrimientos científicos y cuyo jardín son parte esencial de la trama.

La ausencia del ogro es la cuarta entrega de esta serie de la novelista francesa Dominique Sylvain que entronca con las expectativas generadas en la primera y que ofrece una muestra de su virtuosismo a la hora de enlazar sub tramas.

La novela se enriquece con el protagonismo otorgado en esta ocasión a la joven americana. El poder de la renovación de la primavera ha llegado también a esta serie.

Como banda sonora no olviden Yellow Moon de los Neville Brothers del que les dejo el video. Es una de las piezas con las que Ingrid, como Gabriella Tiger, la ardiente, realiza uno de sus más sensuales striptease. Cierren los ojos, escuchen la música e imaginen. Para eso está la imaginación.

Para beber, en esta ocasión, champán.


Las reseñas de las otras novelas anteriores de esta serie:

viernes, 1 de mayo de 2015

La dona de gris de Anna Maria Villalonga

La dona de gris puede ser cualquiera
La dona de gris (La mujer de gris) es una de esas novelas de suspense psicológico que atenazan en su lectura; no en vano la autora nos convierte en pseudo protagonistas mediante una acertada combinación de opciones narrativas, primando la omnisciente y secundándola con la lectura del diario del protagonista para ofrecer, por unos momentos, una visión más intimista.

La trama se centra más en saber como actuará y como responderá el protagonista a los estímulos que activan su vida después de un letargo voluntario de reclusión, que a lo que sucede en si.

Y lo que sucede no es nada extraordinario. Es sumamente cotidiano y próximo. Es algo que pasa todos los días en todo el mundo, donde la gente toma café, va al trabajo, hace la compra; respira, vive y muere.

En realidad todo lo que acontece en la trama lo conocemos a partir de la decisión del protagonista de participar en un aparente juego inocente al que todos hemos jugado alguna vez: escuchar conversaciones ajenas e imaginar una trama a partir de ellas; seguir a alguien durante un trecho, ni que sea involuntariamente por llevar el mismo camino, y dibujar un escenario fruto de la observación de edificios y objetos; observar desde la cristalera de un bar a alguien que está esperando inquieto y urdir una historia con su ansiedad y su inquietud.

La empatía intelectual con el protagonista es casi inmediata. Todos soñamos en ser protagonistas de nuestra propia película. Con un guión mezcla de muchos otros, con guiños cinéfilos más que notorios, con la sombra de Hitchcock omnipresente y en el que la trama empieza tirando del hilo de un pañuelo de cuello de una mujer que viste de gris.

Una mujer de gris, anónima y mimetizada con el entorno otoñal, y no de rojo, que suscitaría fácil atención. Una mujer de gris para representar que cualquiera podía ser la elegida. Para explicar que detrás de cada persona, aunque no presente ningún distintivo resaltable, hay una historia. Una historia que puede ser contada.

Anna María Villalonga
Y Anna María Villalonga, la autora, la cuenta. De forma concisa, breve, con un estilo muy directo, descripciones las justas y ritmo que va cogiendo velocidad a medida que se acerca el final.

Todo lo que sucede, incluido el desenlace, más bien típico, no llega a sorprender porque tampoco lo pretende. Lo que si pretende y consigue, es revisitar la ciudad y sus viviendas y presentarnos a la gente que vive detrás de cada puerta, de cada mostrador de bar, de cibercafé o cortando el pelo desde detrás de una silla. Siempre detrás de. Como en el seguimiento a alguien o las persecuciones: siempre detrás de.

Y lo hace para que sepamos que cada nuevo personaje que presenta es, en potencia, candidato a contar su propia historia y ocupar una novela. Aunque en esta ocasión haya sido la mujer de gris la elegida.

Y pone simbólicas barreras, poniéndonos detrás de, para ofrecernos perspectiva. Para hacernos mirar con otros ojos y que nos demos cuenta que lo que vemos cada día puede ser el origen de una novela. Como hace el protagonista, que por momentos descubre que el mundo real solo se diferencia del mundo de los libros y de las películas por que puede participar en su devenir y el futuro aún no es conocido.

Es una novela negra que sorprende al ofrecer un enfoque psicológico alejado de los tópicos perfiles de asesinos y de sus víctimas ya que lo que hace es tratar la soledad desde distintos puntos de vista. Una ventana indiscreta a la intimidad de las personas.

A partir de ahora tomar un café en una barra de bar teniendo una mujer sola en el taburete de al lado ya no será lo mismo.

El mes de junio 2015 disponible también en castellano, traducida por la misma autora.

Visiten el blog 'A l'ombra del crim' desde donde hace años la autora lucha por conseguir reconocimiento por la novela negra y en particular la escrita en catalán. 

domingo, 26 de abril de 2015

¿Quién mató a la cantante de jazz? de Tatiana Goransky

Novela policíaca escrita con blue note
Al jazz no se le oye: se le escucha. A la novela ¿Quién mató a la cantante de jazz? no se la lee: se la escucha.

La novela es breve, una partitura apenas esbozada, apenas una descripción, de la que es fácil derivar estados de ánimo y actitudes. Armonías y melodías.

Es una novela de contenido polirítmico. Como lo es el jazz al que homenajea. La confianza en la sección rítmica permite a los instrumentos melódicos lanzarse a improvisar. Y cuando la voz de la Cantante de jazz vuelve a retomar el mando y todos se pliegan a arroparla en la melodía completa. Su voz. Vozz. Jazz.

Cada breve capítulo es un acorde para configurar la melodía; la alternancia entre voz omnisciente y primera persona de la Cantante de jazz, sugieren respectivamente  la música y la voz; y entre la omnisciencia y la primera persona de Martínez sugieren la voz y el solo. De trompeta.

La Cantante de jazz querida, amada, deseada, envidiada, como mujer y como artista, como instrumento y como sonido, ha sido asesinada. Y su madre suplica a Martínez que descubra la verdad. Martínez el ex trompetista de jazz reconvertido en detective policial por las circunstancias y a su pesar.

La Cantante de jazz que deja de ser cantante para ser solo mujer cuando se apagan los focos y se gira el botón del amplificador. Una mujer que también quiere, desea y ama. Aunque en sus relaciones parezca fría y distante para que su carrera no se hunda por vivir su vida. Pero que también necesita sexo.

Y lo disfruta con sus músicos. Distintos instrumentos para un mismo acorde.

¿Acaso no es música el sexo?

Es una novela para escucharla, decíamos. Y no solo por la música que salta de las páginas nada más girarlas, sino porque las voces de la Cantante y Martínez nos dicen mucho sobre la soledad que envuelve a los músicos cuando no hay música. Nos dicen mucho de su condición de seres humanos vulnerables.

No importa tanto saber quién mató a la Cantante de jazz, como saber que ahora está muerta. Constatar que aunque su voz siga sonando en mp3, y sus contorneos de cadera y sus brillos de melena estén siempre disponibles en youtube, hemos perdido sus directos.

Y en eso el jazz es como la vida: como el directo, nada.

Tatiana Goransky ha escrito una novela intensa y lo suficientemente breve como para leerla de un tirón: ¿verdad que no escucharían una pieza de jazz de cinco minutos en cinco días distintos a razón de un minuto por día?

Una novela que en su primera lectura sorprende y agrada y en segunda lectura enternece y seduce. Probaré con una tercera.

Es una novela policiaca escrita con notas blue.

Tatiana también ha puesto la voz. Literalmente. Con todos ustedes 'Loverman'


Firm fram sauce. Jam Policial


domingo, 19 de abril de 2015

Dead Body Road de Justin Jordan y Matteo ScaleraL

La venganza consiste en eliminar objetivos
Muerte Cuerpo Carretera. Un título premonitorio. El título lo dice todo. Tres palabras cada una encerrando un vasto mundo. Tres palabras de cuatro letras cada una. Sonoras, cortas y secas. Como disparos. Dead Body Road. Bang Bang Bang.

Un robo a un banco que sale mal. Más muertos de los que debiera y entre ellos uno de la banda de siete asaltantes y una policía: Anna.

Anna ha sido para su marido Orson Gage, la luz que ha evitado que cayera en el lado oscuro, el faro que ha guiado sus pasos, el puerto donde sentirse protegido y a gusto.

Por eso nada ni nadie puede llenar el vacío que ahora se abre ante él para devorarlo y si tiene que sufrir no quiere ni hacerlo solo ni en silencio. Antes se llevará por delante a esa tropa de malnacidos.
Las manchas de sangre están en todas
las viñetas (clic para ampliar)
Y se pone en marcha. Y empieza la venganza.

Nada nuevo bajo el sol en este argumento pero no se confundan aunque el tema sea recurrente nadie lo narra dos veces de la misma forma y por eso cada venganza es personal y especial.

La caza ha empezado y el cazador tiene claro que buscando la presa, él mismo se convierte en blanco, de ahí que no haya espacio para el perdón ni tan solo para la duda. Actuar sin conciencia y avanzar sin mirar atrás.

Justin Jordan ha escrito un guión que busca darle al consabido tema un toque que le distinga y para ello se ha apoyado en las negras novelas de Elmore Leonard y en el  hierático carácter de Parker, de Richard Stark aka Donald Westlake.

Los bocadillos de texto son polígonos
El dibujo de Matteo Scalera es todo movimiento, líneas rasgadas como afilados cuchillos que salpican de sangre cada una de las viñetas. Pequeñas gotas omnipresentes en cada una de ellas para recordar que esto no es una broma; que va en serio.

Incluso los globos de diálogo, los bocadillos, son distintos: ni redondos, ni ovalados ni rectangulares: son poliedros; más caras, más esquinas, más filos.

Y poco dibujante es capaz de dibujar una persecución en coche y hacer vibrar el cómic en las manos como si fuera el tablier del vehículo. Aunque pueda parecer simple, no se engañen, hay que tener un arte especial para lograrlo. Estamos dentro de un cómic, no lo olviden, no en una película donde el movimiento es real, pero parece que estemos dentro de un film. De acción. Un thriller sangriento y explosivo.

El color determina la ubicación y
el sentimiento
Moreno Dionisio le da color al cómic y no escatima en la paleta, aunque la tendencia a colores primarios, para acentuar los instintos ad hoc de los protagonistas, lo hace un álbum contundente.

El cómic es una miniserie de seis episodios que ocupa 152 páginas y cuyo argumento de planteamiento sencillo tiene un guión complejo que encajaría perfectamente en un film de alto voltaje y adrenalínico ritmo narrativo.

Un cómic surgido de la industria alternativa a las grandes factorías consagradas y que confirma lo que ya hace tiempo es sabido: que en Estados Unidos no todo son superhéroes con superpoderes.

Lectura indispensable. De verdad.

miércoles, 15 de abril de 2015

Malavita

 Malavita no será una gran película pero es una buena película. De apariencia simple pero de contenido contundente es un reconocido homenaje en clave de parodia al cine negro sobre la mafia, hecho con calidad desde la interpretación, el guión y la dirección que esconde una soterrada sátira que aporte su punto picante al conjunto y mejora el sabor y el aroma de la comida francesa al aderezarla con all'arrabbiata italiana.

Una revisión del cine negro, del clásico cine de todopoderosos gángsters, con un enfoque divertido al centrarse en mostrar su eslabón más débil: las relaciones con la comunidad.

Todo ser humano en sociedad, ya sea tendero, fontanero, ejecutivo o mafioso precisa de ser sociable alguna vez, aunque no le guste o le pese. Las necesidades de la vida diaria convidan a ello. Casi obligan, para ser sinceros.

Y en esas tenemos a una familia que proviene de Brooklin y después de pasar por diversos sitios llega a un chauvinista pueblo de Normandía, en Francia, para instalarse.

Son nómadas: no por vocación, no la tienen; ni por estar acogidos al programa de protección de testigos, que lo están; sino por qué sus impulsos atávicos en forma de chispas provocan incendios donde recalan y eso les obliga a cambiar de lugar de residencia más a menudo de lo que sería aconsejable.

El padre de la familia, un mafioso que vendió a sus colegas para salvar su pellejo y el de su familia, es Robert de Niro (ahora Fred Blake, antes Giovanni Manzoni) que con su interpretación de gangster salda catárticamente cuentas con los papeles que le hicieran famoso como cuando al impulsivo Al Capone de Los intocables había que cogerlo entre varios para que no se liara a puñetazos con Elliot Ness.

En esta ocasión, para regocijo del espectador, nadie detiene sus instintos primarios y ya sea de acto o de mente brinda unas secuencias inolvidables y muy gratificantes de incontinencia violenta para todos quienes aceptan la represión de los impulsos por que no hay otro remedio, pero que a veces desearían poder expandirlos.

Tal vez la más remarcable escena y que encarna ese ambiente paródico a la perfección es la que sucede en una sesión semanal del cine club local.

Michelle Pfeiffer (Maggie) es su esposa. Una dulce mujer de apariencia frágil pero con los impulsos de su marido aunque más contenida, aunque tampoco lo suficiente como para no dejar muestras de su fuerte carácter cada vez que tiene ocasión.

Y lo mismo pasa con sus hijos, Dianna Agron (Belle) y John D’Leo (Warren) que asumen con fría naturalidad su condición de expatriados y se entienden a las mil maravillas con sus nuevos compañeros de instituto aunque para ello deban aplicar ciertas medidas punitivas.


Todos personajes de comportamiento patibulario al que sin embargo salva aquello de que el mundo los hizo y los sigue haciendo tal como son. Simpáticos granujas.

Tommy Lee Jones (Robert Stansfield) es su supervisor, el encargado de su protección oficial, rememorando también sus papeles como agente especial del FBI, le da ese punto de seriedad a sus apariciones imprescindible para hacer reír. Como solo saben hacer los buenos humoristas.

Todos los actos de violencia cotidiana que se suceden sin descanso, todos los despropósitos que Luc Besson (director y guionista de la película) hace acontecer en ese bello entorno pueblerino de Normandía, chauvinista donde los haya, otra sátira más, no son sino unos aperitivos, un antipasti, una anticipación de un final glorioso que se supone y se espera con deleite y que consigue no decepcionar en absoluto.

Luc Besson saca petróleo de una historia sencilla que se crece con las interpretaciones (no en balde los actores/actrices son quienes son) y con sus habilidosas mise en scene que pasan de pensamientos a obras creando un clima de suspense cada vez que se suceden acontecimientos que mantienen en vilo la atención en su visionado.

Por la gloria, más pasada que actual, de sus actores y su título se podría pensar en un pastiche alimenticio. Y nada más lejos de la realidad.

Resulta una parodia cariñosa aunque aúne tópicos y precisamente es por el modo en que los presenta y en como se burla de ellos que resulta tan entrañable. Sin olvidar que todas sus escenas están repletas de un corrosivo humor negro y que resultan estar bien acompañadas por una sonora banda musical.