jueves, 18 de octubre de 2012

La brisca de cinco de Marco Malvaldi

A la brisca, y a cualquier otro juego de cartas, le va bien amagar, fintar y dar pistas falsas, le va bien el engaño, pero lo que no es permisible, nunca ni bajo ningún concepto, es hacer trampas. Y en esta brisca, que se lee en lugar de jugarla, no hay juego limpio.
En el imaginario pueblo costero de Pineta, cercano a Livorno, en plena Toscana, nada lejos de Pisa, se ha descubierto un cadáver. En pleno agosto, con un calor de mil demonios. Y ante la jocosa ineptitud policial personalizada en el comisario Fusco, para conducir a buen puerto el asunto, Massimo Viviani, propietario del BarLume se ve impelido, por diversas motivaciones, a meterse en el asunto y darle solución.
La brisca de cinco que está estructurada como una novela policial, esconde en realidad una novela costumbrista a la italiana. Asesinato a la italiana. Con humor socarrón destapa de forma superficial, no hay crítica social reivindicativa, las miserias urbanísticas y personales que han hecho de un pueblo de pescadores un complejo turístico frecuentado por visitantes de bajo poder adquisitivo.
Toda la novela está impregnada de ese conocido humor a la italiana, de falso y exagerado dramatismo y de mucho cotilleo viperino, que hemos disfrutado en tantas y tantas películas con Marcelo Mastroiani, por ejemplo, como protagonista.
Además del citado Massimo y una escultural Tiziana, pelirroja con dos erguidas tetas capaces de tirar de cuatro carretas, que lo ayuda en el bar, están cuatro viejecitos que matan las horas sentados jugando a la brisca y criticando todo y a todos, y esperando ser servidos en lo que Massimo tenga a bien servirles.
Eso es así ya que Massimo sirve lo que cree adecuado al día, a la hora, al grado de humedad, a la temperatura ambiente y el tipo de cliente al que vaya destinada la consumición. Y no admite replica ni discusión alguna.
Marco Malvaldi (1974), el autor, se ha ganado el afecto de numerosos lectores con esta fácil comedieta negra que se yergue como la primera de una trilogía que tiene por epicentro el BarLume.
Con el personaje del propietario y a la vez camarero de un bar como detective accidental, que expone un nivel cultural superior a la media y muestra una capacidad de entendimiento y aplicación de la lógica en todas sus facetas vivénciales con lo que consigue darle nuevas alas a esta novela policíaca mediterránea que cada vez se enriquece más y mejor. Esperemos que en las próximas entregas los viejecitos obtengan el protagonismo que les corresponde, pues su potencial ni tan solo se ha rascado con la uña y es una lástima desperdiciarlo.

No busquen una obra para vibrar ni para guardar en la memoria, ya que lo que encontraran es solo para entretener y divertir, que con lo que anda por ahí ya es mucho. Tanto la prosa como la trama son sencillas y caseras lo que le viene al pelo ya que es una novela corta y de lectura ágil que no presenta complejidad alguna ni demanda lector cualificado, recomendable sobre todo para iniciarse.
Tenemos servido en la mesa, por su brevedad y si el símil gastronómico es permitido, un antipasto ligero pero sabroso.

Para el 23 de este mes de octubre se espera en la sección de novedades la segunda entrega: ‘El juego de las tres cartas’ donde un asistente a un congreso de química aparece asesinado, aunque el crimen sea solo de nuevo una excusa para profundizar en los usos y maneras de una pueblerina forma de vivir... a la italiana.
Ci vediamo dopo!

Post scriptum: las reseñas de las siguientes novelas de la saga ya están disponibles también en este blog:

2. El juego de las tres cartas
3. El rey de los juegos

jueves, 11 de octubre de 2012

Los misterios de Laura


¿Se imaginan al teniente Colombo, mujer? Insistente, absorta en lo suyo, concienzuda, pesada, inoportuna, patosa, olvidadiza... ¿La teniente Colombo?


¿Se imaginan a Jessica Fletcher siendo policía en lugar de escritora? Intuitiva, instintiva, femenina, mandona, decidida, impulsiva... ¿La inspectora Fletcher?

Laura Lebrel, tiene un mucho de cada y un poco de ninguno. Pero Laura no vive en el mundo de Colombo o Fletcher donde parece no haber día a día sino en un piso del que hay que pagar una hipoteca, con gemelos a los que alimentar, vestir y pagar extraescolares, todo esto mientras tramita el divorcio de quien además es su jefe en comisaría, por lo que a su trabajo de inspectora de policía se suma el de madre y ama de hogar.

Laura es la protagonista de la serie televisiva española Los misterios de Laura.

Por si fuera poco los gemelos, Carlos y Javi, son la piel de Barrabás, su madre, Maribel, se inmiscuye en todo lo que no debería, su ex, Jacobo, pretende volver con ella y le fiscaliza cualquier relación sentimental, su compañero en comisaría, Martín, es un ligón al que sus relaciones de liga bien sin mirar con quien le causan más de un lío gordo, otra inspectora, Lydia, ha sido el amante de su marido y la tiene etiquetada de maruja sin aspiraciones ni posibilidades y el ayudante becario multiuso, Cuevas, siempre dispuesto a colaborar, tiene su corazoncito pero poco tacto.


Aún y así, su tiempo, repartido entre luchas intestinas en el trabajo, sus menesteres particulares y sus labores profesionales descubriendo culpables, cunde lo suficiente como para sobrevivir y no morir en el intento.

Aunque su aspecto si queda tocado, o por negligencia, o incapacidad, o escasez de dinero o nada de tiempo para dedicárselo, o un poco de todo. Luce un peinado que no ha visto peluquería, una gabardina que ya debería estar jubilada, unas blusas, jerseys y faldas que ya tuvieron sus quince minutos de gloria ni se sabe cuando, un bolso que no combina y unas botas que, eso si, están de moda por ser botas pero no por ser esas precisamente. Todo un contrapunto a las inspectoras de series americanas que lucen palmito y aparecen siempre peinadas, maquilladas y vestidas más para un estreno teatral u operístico con invitación personalizada que para investigar un cadáver descuartizado.

Laura Lebrel hace honor a su apellido y husmea por aquí y por allá y cuando cree haber encontrado un rastro no lo suelta de modo que hasta sin pruebas tangibles todos sus compañeros la creen. Tiene las estadísticas a favor. No aplica ningún método de manual, no hace perfiles psicológicos, no disecciona pruebas forenses, solo se deja llevar por su olfato y su instinto como buen lebrel y no hay coartada que se le resista ni asesino que no saque de su madriguera.

El desenmascaramiento del culpable es a lo Hércules Poirot, ya saben: todo el elenco de sospechosos cómodamente sentados, y Laura Poirot Lebrel exponiendo de principio a fin su secuencial proceso deductivo, sembrando dudas en las coartadas, confundiendo a unos y otros hasta la acusación final del asesino, para sorpresa del resto de sospechosos, de sus propios compañeros y, a veces, hasta de los televidentes.

La serie tiene mucho de la novela inglesa de la edad de oro y todavía más de Agatha Christie. Incluso dedican los dos últimos capítulos de la segunda temporada para homenajear la obra maestra Diez Negritos en un versionado Made in Spain, con lo que eso sugiera a cada cual.

Los casos de esta serie se suelen presentar con pocas pruebas, dispersas, y los asesinatos son tan light que hasta los asesinos dan lástima. Los capítulos son auto conclusivos en cuanto al caso policial se refiere pero mantienen una línea de continuidad en el aspecto familiar y sentimental de todos los protagonistas que tiende siempre a salirse de madre para darle el contrapunto humorístico a la investigación criminal y conseguir no solo espectadores afines al género sino también espectadores de otras series menos puestas.

Si esta es la apuesta de TVE para competir con las series extranjeras de las privadas, aún hay camino que recorrer. Los americanos, como paradigma, no solo nos llevan muchos años, y aquí la experiencia es un grado, sino que además las tratan como TV movies, películas de pequeño formato, y este es uno de los grandes factores diferenciadores de las realizadas aquí que aún se plantean como algo a caballo entre teatro y concurso televisivo.

Mejoraría muchísimo con que el caso se presentara en un argumento más contextualizado, y con más exteriores de calle, para percibir que hay un mundo alrededor donde la vida palpita, continúa y siguen ocurriendo cosas lo que mejoraría también el ritmo narrativo en el que actualmente la tensión brilla por su ausencia. Habría que adaptar mejor la música ambiental, la actual es soporífera, y dotarla de más procedimiento policial, ya que con tanta intuición la profesionalidad del cuerpo sale malparada.

Pero en cambio tiene lo que les falta a sus homónimas más puestas, tiene coloquialismo, tiene humanidad, vecindad, voluntad de encarar lo peor siempre con optimismo, de demostrar ternura y capacidad para reírse de uno mismo caricaturizando estereotipos para que los identifiquemos graciosamente con nuestros conciudadanos.

Ver un capítulo a la semana, buscando desconexión y entretenimiento, resulta hasta divertido; realizar una immersión, como la realizada para escribir este post, tiene el problema de que resalta en exceso los tics repetitivos de actores y guionistas.

Lydia deja retratada a Laura en cada uno de los chascarrillos que le suelta: coge el cambio del café que igual mañana te da tiempo a ir donde los chinos y comprarte algo de bisutería que conjunte con este vestuario que nos llevas, chica, que ya te vale.

El estreno de la tercera temporada, con 13 episodios, se esperaba para este otoño pero no se ha confirmado aún la fecha, mientras tanto repasen las dos primeras en: http://www.rtve.es/television/misterios-laura/

Post scriptum: reseña de la tercera temporada aquí en este mismo blog.

viernes, 5 de octubre de 2012

Ciutat d'espies

Hoy posteamos una de espías, de esas que perfectamente hubieran hecho las delicias en una sesión doble de cine, cuando se combinaban una de amor, generalmente una españolada, y una de tiros.
Estamos en 1915, Europa se desangra bajo los efectos de la Gran Guerra que no salpica a una España amparada por la declaración de zona neutral. Esta privilegiada situación política sumada a la geográfica de Barcelona, fronteriza y marítima, hacen de esta ciudad lugar de trapicheo de información y objeto de deseo de los servicios secretos de las naciones en conflicto.
Pero Barcelona no es una balsa de aceite, los movimientos obreros en busca de un reparto más equitativo de la riqueza que generan con su trabajo tienen enfrente una burguesía que hace oídos sordos y que exprime en su beneficio tanto como puede, los idealistas intentan hacerse oír en la defensa de un mundo libre y los librepensadores intentan convencer de lo acertado de sus convicciones.
Pol Vidal, el reportero con el que vivimos grandes aventuras en Barcelona Far West, se ve inmerso, casi sin quererlo ni beberlo, en una situación de alto riesgo al meterse en medio del fuego cruzado de espías de diversas nacionalidades que se dan cita en Barcelona persiguiendo los planos de una poderosísima arma, El martillo de Thor, que ha de proporcionar la hegemonía de la contienda a la nación que la posea.
Ha pasado suficiente tiempo desde que Bill Cody visitara Barcelona como para que Pol Vidal haya tenido tiempo de constituir una familia con cuatro hijos. Sigue siendo periodista y su presente profesional no es muy halagüeño ya que el periódico presenta pérdidas y posible plan de ajuste de plantilla, cuando no cierre.
Estamos en verano y su familia se dirige a Mataró a pasar unos días, como es habitual en sus vacaciones en casa de una entrañable amiga, y en el interín en el que Pol debe decidir si se toma un descanso para acompañarlos, que visto el panorama laboral no resulta conveniente, las circunstancias deciden por él y se convierte, por carambola, en espía accidental.
Rusos zaristas, rusos bolcheviques, alemanes con ayuda de policías españoles, ingleses y franceses se las ven y desean en las calles de Barcelona para conseguir el preciado botín que un científico sueco, con el nombre de Thor el arma no podía tener otro origen, ha traído desde Estados Unidos para vender al mejor postor y sus rifirrafes ocasionan más de una víctima pero cuando está en juego detener una guerra y salvar las miles y miles de vidas humanas que luchan encarnizadamente en trincheras embarradas, unas muertes civiles son daños colaterales aceptables al cumplimiento de una misión.
Los distintos protagonistas, ajustados al tópico de toda novela de espías que se precie, están muy bien dibujados y el autor no descuida mantener ese punto de humor irónico indispensable que permite a los supervivientes seguir siéndolo.
Así tenemos la inevitable espía femenina, belleza mortal, al científico al que la realidad supera su vida de laboratorio y que cuando se enamora lo hace por primera vez, al policía corrupto con más ambición que hambre, al limpiabotas confidente que guarda las distancias, al espía dispuesto a dar la vida por honor, al espía dispuesto a dar la vida por sus ideales, al espía que surgió del frío...
Jordi Solé (Sabadell, 1966), que ya firmara Barcelona Far West, es el artífice de esta enmarañada historia (remotamente inspirada en ‘El rayo de la muerte’ de ese genio que fue Tesla), un thriller de alto voltaje, ágil y de velocidad de atracción de parque temático, de la que no se puede bajar en marcha una vez se ha empezado y aunque su final resulte un poco excesivo, más disparos que en un western clásico, no desmerece la capacidad de sorpresa.
Una vez más su minuciosa reconstrucción histórica alcanza todos los aspectos tratados desde los altos vuelos de lo que piensa la realeza hasta los más prosaicos como la promoción publicitaria de un producto de reciente aparición. Su labor como documentalista histórico le confiere a su obra ese plus de credibilidad y de docencia que no aburre y Barcelona y sus principales figuras (incluido el fundador del Barça) quedan retratadas con minuciosa verosimilitud sin desentonar para nada en el argumento donde tienen lugar, cabida y justificación.
La lectura hasta el final se recompensa en dos habilidosos guiños al lector: en uno añadiendo una pincelada a una trascendental biografía de una figura de gran relevancia histórica y en el otro explicando el origen de uno de los mitos del espionaje más famosos del mundo de ficción. Ambos integrados en la trama con gran acierto.
La versión en castellano la suponemos disponible en unos meses como sucediera con El revólver de Buffalo Bill, primera novela de la saga de Pol Vidal y un cocktail de aventuras, costumbrismo y novela negra en esta facilidad que demuestra el periodista Jordi Solé para el mestizaje de géneros.
Nótese que como homenaje al periodismo este post se ha escrito recortando párrafos, como las composiciones de época ;-)

lunes, 1 de octubre de 2012

Defective Detective

Blog Interrobang cumple dos años y lo celebra ofreciendo un divertido cortometraje animado de un gafe pero entrañable detective.

Gracias a todos los seguidores fieles, a los esporádicos, a los visitantes accidentales, a los comentaristas habituales, a los puntuales y a los anónimos.

No hay dos sin tres. Dentro de nada soplamos tres velas. Juntos.


Con todos ustedes..... Defective Detective
 

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Fetish, Split, Tara Moss

¿Que pasaría si Corín Tellado escribiera hoy y a sus recatadas enfermeras, maestras, novicias, estudiantes y otros femeninos menesteres las alimentara con comida japonesa, les sirviera vinos de boutique, las vistiera con ropa de marca exclusiva y lencería quita hipo y las enfrentará con sádicos violadores, torturadores, secuestradores, psicópatas y otros enfermos mentales con cuadros clínicos de toda índole y perversión?

Pues que firmaría como Tara Moss. Y no es un demérito para ninguna de las dos, o si, pero en cualquier caso queda dicho como una constatación y para conclusiones cada cual.

Tara Moss (1973) produce y participa en programas de radio y televisión y presume de haber pasado mucho tiempo en morgues, cárceles, comisarías, coches patrulla, juzgados, y practicando con armas, volando en helicópteros y asistiendo a actos en la academia del FBI, todo para documentarse y vestir con algo más que un tanga de color carne (única pieza propia de las modelos) el cuerpo de los argumentos de sus best sellers.

El resultado a ojos vista es que Tara Moss no hace novela negra, ni enigma, ni policial, por mucho que se empeñen en afirmarlo quienes bien la quieren y quienes le otorgan premios por ello. Es novela romántica salpicada de tópicos peliculeros para darle un toque de morbo pero desde luego poca literatura cabe en el envase del sexy thriller.

Tara Moss se está haciendo grande como novelista vendiendo a medio mundo y en muchos idiomas una obra escrita por ella (el polígrafo lo confirmó y el polígrafo no miente) que no se puede tomar en serio, al menos en sus dos primeras entregas. Está claro que la belleza, el sex appeal, los contactos, el dinero, el glamour, la han ayudado a encumbrarse rápidamente como escritora sin tener en cuenta que para ello no basta con saber escribir. De igual modo que una cosa es cocinar y otra, y muy distinta, ser cocinero.

Makeede Vanderball, la protagonista, es modelo desde los 14 años y ya con veintitantos, y con el reconocimiento obtenido por ser portada de relevantes revistas y deseada en pasarelas, renuncia a la exclusividad fulll time de su profesión para centrarse en sus estudios, costeados gracias a interminables sesiones fotográficas y desfiles por pasarelas. Es psicóloga forense y está cursando un master y preparando su tesina.

Es una belleza rubia natural de melena en cascada, alta, mide 1,80 cms, largas piernas y delgada, como toda modelo que quiera hacer carrera. Su madre acaba de fallecer de cáncer y su familia directa la forman su padre, Les, policia retirado, y su hermana Theresa, tres años menor y de talante conservador y sin más aspiraciones que ser una buena esposa, buena madre y buena ama de casa.

Cualquier parecido con la autora, Tara Moss, modelo de reconocido prestigio, en pasarelas y portadas hasta los veintitantos, licenciada en periodismo, de largas piernas y una altura de 1,85, madre fallecida de cáncer, un mieloma múltiple, y padre y hermana como única familia directa, es pura coincidencia.

Pero cada cual escribe de lo que sabe, de los lugares que conoce, de las personas que le inspiran. Y es normal que el/la protagonista tenga siempre algo de quien escribe. A modo de alter ego.

Fetish es una novela que transcurre en Sidney, levantada a base de tópicos que funcionan: sexo, sangre, comida japonesa, toques cosmopolitas y bella y bestia. Es la presentación de Makedee (Makeydí como ella no se cansa de repetir ya que nadie pronuncia su nombre correctamente) y la del Asesino de los Tacones de Aguja, psicópata fetichista de comportamiento lúbrico y escabroso hasta aburrir que fija su atención en ella con lo que esto supone. La novela sigue el patrón que debe estar en algún sitio bajo el título Las diez reglas básicas para escribir un thriller y bien podría ser un apañadito trabajo de instituto.

Split, su segunda novela y enlazada con la primera, aunque legible de forma independiente, transcurre en Vancouver y es aún más sosa y romántica que la anterior, aunque intercale retazos intelectuales en forma de ensayo sobre el comportamiento asesino de psicópatas y similares para darle más prestancia. Otro serial killer hace su aparición y Makedee, que parece un imán para este tipo de personajes, se ve envuelta en una situación de alto riesgo. Otro episodio de Los peligros de Pamela. La actuación policial es de sit com de risa y el desenlace es tan apresurado como poco plausible.

Alexis Ravelo, gran escritor de los de verdad, recuerden aquí su serie con Eladio Monroy, escribía hace nada en Revista Calibre 38 un lúcido artículo que expresa menos eufemísticamente la realidad de este mundo literario plagado de subproductos. Léan, leán y verán como el mejor Château que guardan en su despensa igual es de garrafa. El envase, por muy logrado que sea, puede engañar.

Post scriptum: atendiendo los comentarios de la autora, vean en este blog la reseña de su novela Te encontraré.