martes, 16 de abril de 2013

Madrid Underground de David Serafín

Finales de un mayo lluvioso y frío. Quince días antes de las primeras elecciones generales democráticas merced a la muerte del dictador. Madrid, 1977.

Las fachadas engalanadas de pósteres de un sinfín de partidos políticos. Representados los de la derecha, los de la izquierda, los ambidextros y los de centro. La prensa también se identifica con posiciones y con colores. Y quien más quien menos suspira por que su voto sea el decisivo y decante el platillo.

Las calles engalanadas y llenas de gente que a pesar de una climatología adversa quiere ser testigo directo de la trascendencia social que en unos días se va a vivir: las primeras elecciones democráticas a la muerte del dictador. Para los mayores el sueño hecho realidad, podría no haber sido, bastaba con la continuidad, y para los jóvenes obtener lo demandado corriendo frente los grises: una urna con el miedo aún de que la transparencia sea solo cosa del material.

Profusión de mítines y actos de campaña electoral. En los coches suenan bocinas y los autobuses van llenos de expresiones variopintas. Y los metros. El underground como lo llaman en lengua inglesa; con sus líneas identificadas por colores.

Y es en el metro donde se encuentran el cuerpo, pero al final resulta ser un maniquí. Falsa alarma. ¿Una broma? ¿Un ensayo? ¿Un señuelo?

Un segundo cuerpo ¿maniquí, persona? dispara la alarma. Se impone una investigación a cargo de la Dirección General de Seguridad que recae en el comisario Luis Bernal y los miembros de su sección: Paco Navarro, Ángel Gallardo y Elena Fernández y el equipo técnico formado por el forense Peláez, y los analistas Varga y Prieto.

Y por delante todas las líneas de metro y todas sus estaciones por peinar. Un gran plano de colores ante sus ojos. Madrid Underground. Las entrañas de la capital.

La investigación resulta apasionante y claustrofóbica en tanto pasillo subterráneo y dentro de tantos vagones circulando a alta velocidad. Subiendo y bajando de estaciones y de trenes buscando pistas. En la penumbra y con el atronador ruido de los convoyes hay que agudizar los sentidos y ser muy cuidadoso con la observación y muy atentos a la propia seguridad.

Madrid Underground es el segundo caso del comisario Bernal a quien conociéramos en Sábado de gloria (recuérdenla aquí)
y segunda de las seis novelas que protagoniza, a las que siguen Golpe de reyes, Incidente en la Bahía, Puerto de Luz y El Angel de Torremolinos.

Luis Bernal tiene 58 años de los que cuarenta y uno los ha pasado con su mujer, la salamantina Eugenia Carrero, Geñita para él, aunque hace tiempo que se pregunta como eso ha sido posible. Tienen dos hijos Santiago y Diego el menor y que todavía vive con ellos mientras parece eternizar sus estudios universitarios.

Por las mañanas se distrae desayunando en el bar de Félix Pérez y por las tardes, después de su Carlos III de sobremesa, se entretiene con su amiga Consuelo Lozano, para la que él es Luchi, y cuando no, oyendo opera.

David Serafín, seudónimo literario del profesor Ian Michael, ha escrito una novela policíaca en toda regla que emociona y atrapa por su argumento clásico y respetuoso con las normas del género.

Una novela policíaca que es a su vez relato costumbrista de la transición política española narrada con humanidad y respeto a lo mucho que se hizo en aquel momento por conseguir botar el barco sin romper el casco.

Una saga que cala. A por la tercera.


viernes, 12 de abril de 2013

Tres novelas policíacas de Rafael Bernal

Bajo este pomposo título se encuentra en realidad un librito con tres cuentos breves; tres cuentitos de temática policial que encandilan por su candidez y por su edad: escritos en 1948; o sea, casi veinte años antes de la imprescindible El Complot Mongol (recuérdenlo aquí y en una época con pocos escritores decididos a desentrañar la construcción de una novela policial, como de alguna forma pretende el autor con estos cuentos.

Se diría por su extensión que es una obra menor, pero sin embargo resulta muy ilustrativa para entender la forma en que Rafael Bernal abordaría poco después la novela negra a partir de la novela policial.

En estos cuentos, Bernal plantea la resolución y análisis de los enigmas de la novela policíaca británica y ya lo hace empleando ese especial humor negro tan desarrollado en su magnífica novela El Complot Mongol, donde se ríe por no llorar, que es lo único que mantiene en pie a la sociedad de ese momento que esperaba mucho de la revolución y se siente defraudada por la lentitud con que parecen abordarse los cambios si es que lo son y si es que los hay.

En el primero de los tres cuentos, El extraño caso de Aloysius Hands, se lleva a cabo un minucioso análisis de deducción y observación, pilares de la labor detectivesca, ante una serie de asesinatos por envenenamiento sin aparente conexión ni razón, siendo los muertos habitantes todos de La Mesa, un pueblito de Texas. El descubrimiento del método empleado resulta determinante para llevar a cabo la identificación del asesino.

En el segundo, De muerte natural, el argumento gira en torno a una aparente muerte natural en un hospital, una variante del clásico caso de la habitación cerrada, que una mente inquieta ve como asesinato y una vez más es la curiosidad hermanada a la deducción la que resuelve el enigma.

El tercero y último, El heroico Don Serafín, ubica el asesinato en una universidad y el sospechoso, pese a tener todos los elementos en contra, podría no ser el asesino. Observar y deducir.

 
Estructuras todas ellas sencillas sobre las que construir un enigma, como un rompecabezas infantil, pero inteligentemente construidas y levantadas con el material del que está hecha la ironía y la capacidad para reírse del propio ridículo.

Resultan el aperitivo ideal para conocer al autor de El Complot Mongol. Tres novelas policiacas es una novela que se lee en menos que canta un gallo y sus giros lingüísticos autóctonos dejan ese sabor agridulce con regusto picante, cuando no abrasador, tan propio de la comida mejicana y que siempre ¿por qué será? da ganas de más.

Para acceder a la reseña de su gran novela El Complot Mongol pinche aquí.
Para saber más y mejor sobre Bernal pinche aquí.  

domingo, 7 de abril de 2013

El juego de las tres cartas de Marco Malvaldi

He aquí la segunda novela de la saga del Bar Lume con su propietario Massimo Viviani al frente, la atractiva camarera Tiziana y los entrometidos viejitos Aldo, Gino, Pilade y Ampelio (abuelo de Massimo) en el desbarajuste urbanístico que es el pueblo de Pineta compensado por el abrazo de un bellísimo mar azul.

Este rincón de la Italia costera y en concreto el Hotel Santa Bona es el elegido para celebrar el XII International Workshop on Macromolecular and Biomacromolecular Chemistry, así en extranjero y sin acrónimo, y junto con los ponentes y asistentes a los distintos seminarios, venidos de todo el mundo, con especial presencia japonesa, hace acto de presencia también, la muerte para llevarse a uno de los congresistas.

Es mayo, primavera lluviosa y de temperatura traidora, y el comisario Fusco, la suma de él y los dos agentes Turturro y Galán no hace tres, que no ha olvidado lo eficaz que puede ser Massimo como aliado en una investigación policial acude de nuevo en su busca para intentar aclarar el caso antes no finalicen las jornadas y vuelvan todos a sus respectivos países quedándose sin sospechosos y aún peor, sin culpable.

Marco Valvaldi confirma en esta novela que lo suyo es la literatura costumbrista, irónica, salpicada de notas inteligentes y pinceladas culturales y que la temática policial es una simple anécdota que despacha en unas pocas páginas, y le sirve para justificar su verdadera intención narrativa.

Confirma, porque algo así nos temíamos al terminar de leer la primera novela de la saga, La brisca de cinco (comentada aquí),
algo que no deseábamos comprobar ya que la idea de partida era original y fresca y el juego que podían dar los viejitos, de nuevo totalmente desaprovechados solo hay que leer su travesura en los museos, podría ser algo realmente grande.

En esta novela el argumento policial queda arrinconado para dejar paso a la biografía de Massimo, a sus pensamientos que no sentimientos, a su día a día, sus sinsabores cotidianos; echamos en falta su característica forma de servir a la clientela lo que no se le pide y también sus lances dialécticos con Tiziana.

Si en la primera saboreamos un antipasto, ligero, fresco y oloroso, esta se aproxima más a un plato de pasta sin salsa, denso, monocromático y ligeramente pasado de cocción. Aún y así se puede comer y degustar con media sonrisa de principio a fin.

Marco Valvaldi que buscara en los naipes inspiración y titulara su primera novela, La brisca de cinco, con el nombre de una variante de un entretenido juego de cartas ha continuado la tradición en esta segunda titulándola El juego de las tres cartas, en clara referencia al tramposo juego practicado por los trileros y que en tiempos de juventud practicara el viejo Aldo siendo camarero en un trasatlántico para buscar un poco de fortuna en los puertos.

El juego de las tres cartas o El monte de tres cartas, como se le conoce en ambientes mágicos es un juego que, sin ánimo de estafar sino para entretener y divertir, también interpretan los magos a menudo en sus actuaciones de magia de cerca donde se confirma aquello de que la mano es más rápida que la vista y que lo que ésta cree ver puede no ser cierto.

Los trileros suelen aparentar poca habilidad para parecer vulnerables: pero ojo! nunca apuesten; aunque puedan ganar un lance siempre van a acabar perdiendo.


Post scriptum: la reseña de la tercera novela de la serie titulada 'El rey de los juegos' ya está disponible aquí.

lunes, 1 de abril de 2013

Perdida de Gillian Flynn

Es esta una lectura gentileza de Mondadori, en edición anticipada como tester, a los que agradezco el detalle. Novela avalada por el éxito de ventas en su país de origen donde la joven autora Gillian Flynn no para de cosechar elogios.

Vaya por delante que no es una novela negra ni tampoco policial, aunque lo que en ella se cuenta precise de una investigación.

Narra las vicisitudes de una pareja de enamorados, Nick y Amy, en el momento en que su rutina de casados ya ha arruinado indefectiblemente su matrimonio, cuando los reproches se guardan dentro porque ni el mencionarlos libera. Cuando en lugar de construir futuro se destruye presente, cuando la convivencia se atraganta y provoca odio y rabia a partes iguales.

Y en ese punto, si uno de los dos cónyuges es frío y vengativo puede sobrevenir cualquier cosa. Cualquier cosa menos una lógica distanciación civilizada y es cuando se pone en marcha la transmutación del hogar feliz en el túnel del terror.

Y ahí es cuando esta novela rosa se metamorfosea en una novela de suspense aunque en la lectura, por pereza narrativa que deriva en meandros sin salida, no se llega a alcanzar la tensión que persigue; y si bien el giro argumental es bueno, lógico y necesario, no acierta a rematar con el final épatant que se espera del género.

La acción trascurre en North Carthage, Missouri, un remoto pueblo sin vida ni ilusión donde Nick intenta reencontrarse como propietario de un bar después de dejar New York; algo a lo que Amy no acaba de acostumbrarse.


La novela consta de tres partes y alterna capítulos de situación actual bajo el punto de vista de Nick con capítulos que son extracto del diario de Amy.

El ritmo narrativo presenta rodeos que por momentos distraen de la verdadera intención de lo que se estaba contando, aún y así la parte del diario escrito por Amy es la más convincente.

Los personajes mejor parados son los femeninos, tanto Amy la protagonista, como su madre Marybeth, como Go la hermana de Nick, Maureen la madre de ambos, Andie una amiga de Nick y como también la agente Boney, y otras, más secundarias, tienen a su favor que la escritora es mujer y que las sabe dotar de tics propios de su condición que las hace más creíbles y más protagonistas que sus homónimos masculinos.

Una pareja envuelta en una espiral de manipulación fruto del resentimiento. Desánimo y reproches. Podría ser cualquiera. Y eso es lo que hace a esta novela tan popular. Es una recreación de la frustración de muchos matrimonios: el sueño que se convierte en pesadilla; y ya se sabe que el dolor ajeno es un bálsamo para el propio.

Pronto en cines.

lunes, 25 de marzo de 2013

La Sombra del Kasha de Miyuki Miyabe

Burbuja inmobiliaria, burbuja económica, PIB, crédito, impagados, bancos, embargos, realidad social, mercado monetario, financiación, endeudamiento generacional, bancarrota... ¿les suenan estas palabras y su terrible significado: crisis?

En la década de los 80 la ciudadanía japonesa descubrió el pago a crédito gracias a, o por culpa de, la influencia americana. Y como niño ante una piscina se lanzó a un consumismo desenfrenado sin considerar que el agua podía estar helada y sufrir un corte de digestión. Dios o Buda o alguien proveerá, pensaron o ni eso y no hubo nadie que dirigiera aquel tráfico que, como no podía ser de otra manera, terminó con embotellamientos, los más afortunados, y estrepitosos choques, los más desgraciados.

Dinero de plástico sustituyendo papel moneda. El pago a crédito atrapa cual pegajosa tela de araña en donde el moverse en la dirección equivocada solo consigue enredar cada vez más. Es una enfermedad pandémica cuya afectación ataca irregularmente según la resistencia del consumidor infectado y como suele suceder con este tipo de males, acaba cebándose en los más débiles. En los que alargaron más el brazo que la manga.

Miles de personas contagiadas por este virus vieron como sus propiedades eran embargadas, sus bienes recuperados por los vendedores, su honor se arrastraba por los suelos y sus familias, amigos y compañeros de trabajo los empezaban a tratar como poco más que apestados. Dinero de plástico para sueños de papel. Una crisis personal que arrastra a toda una nación hacia una crisis financiera, que aún hoy están pagando. ¿Les suena el paralelismo?

El gobierno puso dique a esta riada antes no se viera con el agua al cuello y legisló para regular el futuro y legisló para cerrar el pasado: el ciudadano vería cancelada su deuda declarándose en bancarrota personal y a cambio su nombre registrado no le permitiría disponer nunca más de financiación. Los que habían vendido sin pedir garantías pagaban su ambición no cobrando lo que alegremente habían vendido; con el impago no reclamable.

La década de los 90 empezó a poner las cosas en su sitio. La lección fue aprendida. Lástima que no exportaran sus vivencias como hacen con su tecnología. Algunos países lo habríamos agradecido.

En La Sombra del Kasha, Miyuki Miyabe nos entretiene con una nueva novela negra japonesa, y ya saben que esto es como decir novela negra diferente. Utiliza como escenario esta gran crisis social, generacional y personal que ha sufrido Japón y escoge unos personajes para nada ajenos a esa situación para explicar sensaciones en clave de negro.

Shunsuke Honma es un inspector de policia de Tokio en excedencia convaleciente de un disparo en la rodilla, perdió a su mujer Chizuko hace tres años en un accidente de tránsito y vive con su hijo Makoto de diez y recibe ayuda doméstica de su vecino Tsuneo Isaka.

Jun Kurisaka, un familiar de grado inespecífico, acude en su ayuda para localizar a su amada Shoko Sekine que ha desaparecido en los días previos a la planificación de su boda.

Y Shunsuke medio obligado por el vínculo, medio obligado por su vocación y con tiempo para llenar accede a buscarla. Se inicia así un incansable ejercicio de seguimiento policial que lo lleva a descubrir que la joven no es quien dice ser  y que su pasado esconde muchos secretos y se dará cuenta que lo aparentemente sencillo puede llegar a ser tremendamente complicado. Que las personas pueden llegar a ser tan difícilmente rastreables como las operaciones de crédito varias veces subrogadas. Y que la vida se puede explicar en clave económica.

La autora transita por un Japón que ha visto como la ambición ha roto el saco, pasea al protagonista por diversas ciudades para explicar como todos los lugares por pequeños que sean, y no solo las grandes ciudades, se han visto devastadas por ese tsunami de los mercados financieros y utiliza el argumento como fábula de dolorosa moraleja.

Es el anuncio de la inminente aparición del kasha, ese espíritu maligno que se manifiesta en los velatorios con la intención de apropiarse de las almas de los cadáveres; solo los sonidos fuertes pueden conseguir alejarlo de ahí que esos actos sean sumamente ruidosos.

De ahí que en otras culturas, los ruidos se indignen en la calle, para que quienes gobiernan vean que nadie quiere que el kasha se quede con su alma, que a poco que nos descuidemos, será lo único que sea verdaderamente nuestro.

De Miyuki Miyabe se posteó El susurro del diablo (recuérdenlo aquí).

Post scriptum: pinchen para leer la reseña de otra de sus personalísimas novelas R.P.G Juego de rol