jueves, 23 de mayo de 2013

Espagueti al aceto y Espagueti al pesto

Hay dos tipos de hombres que viven solos, aunque tengan pareja a tiempo parcial, los que cocinan lo que comen y los que comen precocinado.

Eladio Monroy y Salvo Montalbano son dos claros ejemplos del primer tipo, cocinan y gustan de la cocina, y entre sus platos preferidos hoy presentamos dos de preparación simple pero con la particularidad, cuando los coman, de que van a estar compartiendo mesa con dos personajes emblemáticos de la novela negra actual.

Dos hombres íntegros, humanos y solidarios.

De sus novelas y de su cocina les hablarán mucho y bien las librerías especializadas en el género pero sobre todo en la Librería Negra y Criminal de Barcelona, donde se han presentado varias de las obras de ambos autores: Alexis Ravelo y Andrea Camilleri.

Paco Camarasa y Montse Clavé les darán pautas para disfrutar de su lectura y para disfrutar de sus recetas.

En ambos platos un vino blanco joven bien frío será el complemento perfecto, aunque ya saben que en esto de maridar lo que importa es lo que apetezca y lo demás pueden llegar a ser tonterías. Pruébenlo mientras cocinan, así constatan el acierto en la elección y de paso despiertan las papilas gustativas.


Espaguetis al aceto según Eladio Monroy transcrito por Alexis Ravelo

Ingredientes:

Espagueti
1 cebolla mediana
1 diente de ajo
2 tiras de bacón
1 berenjena mediana
100 gr de setas de temporada
½ copa de vino blanco
½ taza de caldo
Aceto balsámico
Mantequilla
Estragón fresco
Aceite
Sal


En la foto aún están sin salsa ya que no los comeré
hasta mañana. La foto completa en twitter.
Preparación:
Comenzar sofriendo cebolla, ajo, bacón, berenjenas y setas, todo cortado pequeño y cocinado a fuego muy lento para que se poche sin quemarse.

Después subir el fuego y cuando rompa a hervir añadir el vino blanco y media taza de caldo.

Cuando reduzca agregar un chorro de aceto balsámico y dejar reducir de nuevo para apagar el fuego y espolvorearlo con hojas de estragón.

Servir sobre la pasta cocida y escurrida, recién hecha al punto que se desee, en la que anteriormente se ha dejado derretir un corte de mantequilla.

Espaguetis al pesto según Salvo Montalbano trascrito por Andrea Camilleri

Ingredientes:

Espagueti
100 gr de queso parmesano recién rallado
25 gr de queso pecorino recién rallado
2 dientes de ajo
25 gr de piñones
1 docena de hojas frescas de albahaca
Perejil fresco
½ vaso de aceite de oliva virgen
Sal
Pimienta

Preparación:

Picar en un mortero el ajo, los piñones, el perejil y la albahaca, hasta conseguir una pasta uniforme a la que se añade un poco del aceite para favorecer la emulsión. Incorporar los quesos, mezclar y continuar añadiendo el aceite poco a poco para que sea absorbido sin dejar de remover.

Rectificar de sal y pimienta al gusto.

Servir sobre la pasta cocida y escurrida, recién hecha al punto que se desee.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Ríos de Londres por Ben Aaronovitch

Saben de mi inclinación por el mestizaje entre la magia, real si existiera o de truco de escenario si no hay más remedio, con el género interrobang, por tanto no es de extrañar que al topar con la sinopsis de la novela Ríos de Londres una fuerza telúrica me impeliese a leerla.

Llámenme iluso pero no me quiten la ilusión.

Novela que aúna magia, mundo sobrenatural, asesinatos, investigación policial, humor blanco, humor negro, romanticismo y terror. Una buena combinación siempre que esté bien cocinada. A ésta le ha faltado cocción en algún ingrediente y mesurar bien la proporción de otros.

Ben Aaronovitch ha escrito una fábula policial con moraleja: si no sabes a ciencia cierta que quien va a estar detrás de un asesinato es un mortal no lo investigues y si aún y así lo haces atente a las consecuencias.

Peter Grant es un joven agente a quien encargan la vigilancia del escenario de un crimen cuya víctima ha sido decapitada en Covent Garden. Preparado para una larga y fría noche está lejos de sospechar que va a topar con un testigo. Lástima que su interlocutor sea un incorpóreo fantasma con quien no se puede oficializar la declaración, entre otras evidencias porque lleva más de 120 años muerto.

Nightingale, un raro inspector a quien sus compañeros miran con recelo por su pose ausente, es un poderoso mago enrolado en la Policía Metropolitana que gestiona los asuntos criminales distintos y será el jefe y maestro iniciático de Peter en un trabajo de campo que asustaría a más de uno y de dos y de más.

Y Peter lo pasa fatal, porque Peter es un tío normal; sin alardes, sin músculos hipertrofiados, sin cerebro de genio, alguien con neuras propias de la edad, con deseos inconfesables, pero lógicos y sanos, hacia Lesley, su compañera de trabajo. Alguien que solo ha tenido la suerte o la desgracia de estar en el lugar preciso en el momento oportuno para dialogar con un ser que existe pero que no está.

La novela es muy británica; tanto que para un extranjero no es fácil navegar con soltura por esos ríos de Londres, de los que descubrimos que el Támesis es solo uno más: hay otros ríos, algunos ya perdidos, cegados otros y diezmados el resto; tampoco es fácil avanzar en un argumento demasiado sustentado en cuentos tradicionales, en personajes sobrenaturales de sueños y pesadillas, en personajes de obras de teatro y de polichinelas cien por cien ingleses, en localizaciones londinenses solo para residentes, en rincones tan ocultos de la gran ciudad que solo frecuentan los vecinos ya que nadie más tiene noticia de su existencia.

Y aunque está escrita con soltura, con frescura, y en rabiosa primera persona, toda esta mezcolanza de situaciones y cross over de géneros tiende a confundir. Mejor juego hubiera dado como serie de televisión, de la BBC of course, que con su habitual cuidada puesta en escena hubiera ofrecido con imágenes lo que la imaginación del lector, por desconocimiento de los lugares y hechos, no alcanza a visualizar en su máxima expresión.

El arranque cien por cien policial y sorprendente inicio, va derivando hacia lo sobrenatural, más mitológico que esotérico, en la misma medida en la que va perdiendo ritmo debido a párrafos innecesarios o excesivamente descriptivos que tienden a provocar la desconexión del lector.

Procúrense un mapa de la city antes de empezar la lectura. Y no se sorprendan si al girar cualquier página les surge un troll.

Parker 3. El golpe, por Darwyn Cooke

Parker es la adaptación al cómic por Darwyn Cooke de las novelas de Richard Stark seudónimo de Donald Westlake. Vean aquí la entrada  referente a los números 1. El Cazador y 2. La Compañía, de esta serie.

Decir que Parker es un ladrón es casi un insulto. Parker es un artista del robo. Planea sus acciones con meticulosidad buscando el mínimo esfuerzo, el mínimo desgaste y el mínimo riesgo, pero aún y así las aventuras de Parker son una olla a presión con la válvula deteriorada: nunca sabes si aguantará o explotará sin previo aviso.

Parker es único en su género y en su oficio. Es capaz de desactivar una situación extrema sin que le tiemble la ceniza del cigarrillo que lleva colgado en los labios. Por eso es tan bueno que es el mejor y por eso nadie le chista y por eso quien lo contrata debe sabe que tener a Parker en el equipo es como tener un escorpión en la cama: inofensivo si no se le molesta, letal si se le traiciona.

Y el equipo en esta ocasión lo componen doce hombres blancos aunque uno sea asiático. Ni uno negro. Doce como un jurado. Doce porque cada uno cumple un propósito determinado. Especialistas. Una orquesta de virtuosos interpretando la partitura que ha compuesto Parker, el director.

Edgars es el contratante, a primera vista su plan parece una chifladura imposible ya que no plantea robar un establecimiento anulando una alarma y reduciendo un vigilante de seguridad. No. Lo que plantea es robar una ciudad. Suena raro. Parece imposible.

Pero basta con que lo parezca para que no lo sea y a Parker le tiente el llevarlo a cabo. Un reto monumental. Trasgrediendo sus propias reglas, se aplica a buscar el plan perfecto, combinación de audacia e imaginación, pura estrategia militar creativa, para conseguir que El Golpe sea posible.

Parker sigue siendo un lobo solitario pero que no duda en ayudar a otro de la manada sin que eso sea debilidad solo consecuencia ética, como demuestra con Grofield a quien acaba entendiendo y aceptando su inoportuno enamoramiento a pesar del peligro y riesgo que conlleva.

Los dibujos de Darwyn Cooke son enormemente expresivos y en sus silencios, en sus claroscuros y en sus sombras, se habla más y se ve mejor que con altavoces a plena luz del día.

Álbum a álbum no solo no decae la calidad sino que está entrando tan en simbiosis con el personaje y sus circunstancias que la fusión da como resultado una excelente novela gráfica de 140 páginas magistrales, desde la muda y violenta pelea inicial hasta la lírica viñeta final donde la cinta abierta del albornoz lo dice todo.

En cada albúm al blanco y negro le añade un color, en El Cazador fue un azul verdoso, en el segundo, La Compañía fue el azul violaceo; ahora en El Golpe ha optado por el amarillo anaranjado. Es como si Parker le dijera al bitono que el siempre tiene la última palabra.

Darwyn Cooke no dibuja una novela, en realidad saca los dibujos de dentro de ella y la reconstruye en formato gráfico, como un escultor saca la figura que le aguarda dentro de un bloque de mármol.

Indispensable para los amantes del cómic. Indispensable para los amantes de la novela negra americana clásica. Indispensable sin más.



martes, 21 de mayo de 2013

Interrobang: fake V

Un nuevo fake, el quinto desde que empezara el blog, una nueva creatividad para divertir.



Las huellas de zapatos, de neumaticos, y de otros objetos que soporten peso pueden revelar detalles que debidamente contrastados aportan valiosa información a los investigadores. Fijénse en las de la esquina superior derecha (abajo tienen la imagen ampliada).


- Tengo más resultados
- ¿Qué?
- Las huellas de calzado. Los de Fort Rosny por fin han acabado los análisis. Les ha llevado tiempo. La razón es que los resultados son más bien... sorprendentes.
- ¿No son huellas de zapatillas?
- No. ¡Nada que ver! Caí en la trampa por el dibujo de las suelas. En realidad, había que invertir la lectura de la huella. Lo que yo había tomado por marcas en bajorrelieve era en realidad en relieve.

El origen del mal
Jean-Christophe Grange


Pinchen aquí para ver el fake anterior, el número IV y desde allí podrán acceder facilmente a los tres primeros. Diviértanse con los fakes.

lunes, 20 de mayo de 2013

El hombre sombra de Cody Mcfadyen

Y lo peor de todo, lo infinitamente peor de todo es saber que vivimos en un mundo en el que la realidad supera la ficción. Saber que no es un tópico revuelve el estomago y clava agujas en el cerebro.

Smoky Barret ha estado en el infierno en vida y ha vuelto. Aún no sabe si vive la vida o si está viviendo la muerte. No sabe que deberá regresar a ese tormentoso lugar, a ese infierno real que llaman vida una vez más, para recoger algunos de los pedazos en los que se fracturó su mente el día en que todo ocurrió. Para recomponerla.

Sigue viva a pesar de los pesares, a pesar de que desearía estar muerta, a pesar de que a nada le encuentra sentido. Ha pasado por todo lo peor que puede pasar un ser humano y todo en cuestión de horas. Ha pasado de tener una vida feliz a ser un despojo. Ha pagado con la vida el eludir la muerte.

Smoky Barret, nacida en 1968, es licenciada en criminología y graduada con matrícula de honor en su incorporación al FBI. Su resolutiva carrera pronto la lleva a forma parte del grupo de élite NCAVC y en 1996 coordinadora de esta sección en Los Ángeles. Smoky es un ejemplo y un referente. Fuerte como una roca. Decidida, resolutiva. Hasta que pasó aquello.

Aquello que hace que su mente vaya de un lado a otro sin ir nunca a ninguna parte. Aquello que la convirtió en esa muñeca rota y desfigurada que reflejan los espejos.

Es por eso por lo que ahora y desde hace ya tiempo acude regularmente a terapia. Para recomponer esa mente troceada a juego con su rostro y su cuerpo, un permanente disfraz de Hallowen.

Un hecho imprevisto, más atroz si cabe que su propia experiencia, tan cercano como para no poder dejar de implicarse sentimental y emocionalmente, sirve para precipitar su adaptación al entorno y su regreso al mundo de los vivos lleno de muerte. Otra vez toca sufrir. Otra vez sin respuestas. Pero se lo debe. A ella misma y a los suyos.



Smoky es una protagonista diamante: mezcla de dureza y fragilidad; un diamante tallado en múltiples caras que muestran complejidad psicológica, vulnerabilidad, fuerza física y mental, miedo, valentía; caras que ofrecen reflejos movidos de odio, venganza, sentimiento de culpa, necesidad de redimirse.

Smoky es capaz de soportar lo inimaginable y seguir luchando. Capaz de empuñar un pistola, su Glock, y convertirse en pistola.

Su equipo está a muerte con ella. Un equipo que por esta inquebrantable unión puede pagar muy, pero que muy cara, está complicidad. James, Alan, Callie y Leo, no sospechan a quien tienen enfrente. Pero saben que tienen que estar con Smoky.

El hombre sombra es ese ser intangible que siempre te acompaña. Siempre a tu lado por lo que no tienes secretos para él. Es esa sombra de la que no puedes deshacerte. Es etéreo hasta que se encarna en el mal y mata. No con rapidez, no limpiamente, si es que se puede matar así, sino todo lo contrario haciendo sufrir lo inimaginable. Disfrutando. Maldito engendro psicópata. Jugador de ventaja. Sus escenarios del crimen huelen a sangre y a dolor, a orín y a terror, a sudor y a carcajadas, a vísceras y a gritos, a semen y a pánico.

El hombre sombra es una novela de Cody Mcfadyen con la que sufrir. Mucho. Tal vez demasiado. Es en exceso morbosa y tensiona hasta más allá de la lectura soportable. Se lee con el estomago en la boca, mandíbulas apretadas, el corazón en un puño, piernas encogidas y guiñando los ojos para no ver más que lo justito para seguir leyendo.

Piénseselo antes de abrirla y si lo van a hacer no lean nada antes que pueda anticiparles su contenido. Mantengan intacta la capacidad de sorpresa. Si van a zambullirse háganlo a pulmón.

Post scriptum:
la segunda novela de Smoky, El rostro de la muerte, comentada aquí.